En México virreinal
llamado la Nueva España,
hubo un sabio intelectual
astrónomo, matemático,
de ideario medieval,
teólogo, catedrático,
pariente así como homónimo
del culterano mayor
y amigo de aquel autor
que llaman como sinónimo
el Ave Continental
―cual condición tan extraña
de la plumífera especie
y porque mejor se aprecie,
digo que la referida
tiene una capacidad:
a cenizas reducida,
de acuerdo a su voluntad,
puede volver a la vida.
Y vuelva yo al primer punto:
Crïollo fue como tal
de la kappa hasta la omega
del siglo diez y sïete
―pues en el cien fue difunto
sin escribir un sainete,
que él escribió de otro asunto―,
que al año noventa y tres
del siglo ya dije cuál,
que sepan nos hizo entrega
este cartógrafo real
en una publicación
con título de deidad
que vivió en el Panteón
y, como curiosidad,
que alados tiene los pies
(que cosa pagana es)
de un episodio historial
cuyo tema principal
―que es la recuperación
de un preciso territorio
del reino en el septentrión―
no escribo a continuación,
sino algo más accesorio,
mas no menos especial.
Mucho tiempo ha transcurrido
desde que un adelantado
en católica creencia
d’ella bien fundamentado
todo estos terrenillos
a su causa ha conquistado.
Ya con pueblo ennoblecido
ocurrió lo inesperado
―El lector perdonará
del participio abusado―:
Puesto que a los españoles
indios tienen odio innato,
en absoluto secreto
sublevarse acordaron
y en media hora consiguieron
lo pensado en catorce años.
Mataron a cinco cientos,
imágenes destrozaron,
profanaron las iglesias,
todo sufrió grave daño.
Sitiaron cuantos pudieron…
tal vez a fuerza de brazos
ochenta de entrambos sexos
pudieron llegar a El Paso.
En esa misma región
viene luego un gran asalto
donde, entre españoles
e indios del español lado,
tras una campal batalla
consiguen triunfo sonado.
Pasan días. En otras tierras,
los indios ya de agua faltos
(pues les cortaron la acequia,
cosa que sirvió de amago)
rindiéronse en obediencia
dando fin al desacato
y del primero al postrero
recibieron agasajo.
De absolución y otras cosas
sin recelo se hizo acto,
con júbilo manifiesto
los pequeños bautizaron.
En villa de Santa Fe
lo anterior se llevó a cabo.
No termina aquí lo dicho
por el crïollo letrado,
pero me es apetecible
cortar aquí este relato
que en la historia forma parte
del suelo llamado El Paso.
Joel Abraham Amparán Acosta
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Y he aquí un ejemplo, un tanto atípico, pero bien logrado.