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30 marzo, 2023

Blas Lorenzo Alderete, el primer poeta de Paso del Norte, 1761

Blas Lorenzo Alderete, el primer poeta de Paso del Norte, 1761

por juaritosliterario / jueves, 02 julio 2020 / Publicado en Sin categoría
  1. Los Alderete

El poeta Blas Lorenzo Alderete fue hijo de don José Antonio Alderete (originario de Paso del Norte) y de Lutgarda Durán (originaria del poblado de San Antonio de la Isleta). Blas Lorenzo fue uno de 6 hermanos. Al morir la madre de Blas Lorenzo, doña Lutgarda, don José Antonio se casó con María Manuela Ruiz (también viuda), y ambos tuvieron 7 hijos. Don José Antonio murió en junio de 1763. La familia Alderete fue una de las fundadoras de Paso del Norte y del pueblo contiguo de Isleta.

  1. Residencia

Blas Lorenzo perteneció a una familia de cierta holgura económica. Al parecer estuvo encargado de asuntos financieros. Vivió en Isleta, Paso del Norte y la villa de Chiguagua.

  1. Datos

Lo poco que sabemos de nuestro poeta, él mismo lo escribió en sus Notas Biográficas: «Año de 1739 [ilegible] nací yo, Blas Lorenzo Alderete en el pueblo de San Antonio de Corpus Christi de la Isleta, un martes tres de febrero». «En 1759 me esposé con Bárbara María [Romero].» «En 1761 nació mi hijo…»

  1. La obra literaria

Blas Lorenzo hizo una serie de cuadernillos manuscritos (algunos están en el Archivo Municipal de Ciudad Juárez): 1. Las Notas Biográficas, integradas a uno de los cuadernillos. 2. Un manuscrito de poesía religiosa a San Francisco de Asís y a la Virgen de Guadalupe, que llamaré Oraciones y Misterios. 3. El cuadernillo El libro de las Rosas (titulado por sus enemigos como el Libro de Blas Lorenzo) que es una colección de versos amorosos, donde la voz poética se queja del bien perdido (la mujer amada se ha ido de su vida). 4. Por último, un manuscrito adjudicado, de versos satíricos, donde el autor despliega agudas frases ofensivas contra sus enemigos, al cual llamaré Las Sátiras.

201 Portada comparada

Fotos del Archivo de José Manuel García-García

  1. El litigio

En la villa de Chiguagua Blas Lorenzo acudió a una tertulia donde al parecer cantó unas letrillas satíricas contra algunos chihuahuenses (don Manuel de Estrada y don Lucas de Alcalá), estos iniciaron una querella legal contra el poeta, por difamación. El litigio ocurrió en Paso del Norte en 1761, en los meses de febrero y abril. Para que el juez tuviera pruebas, le fueron decomisados a Blas dos o tres cuadernillos (los arriba citados) para comparar su letra manuscrita con la letra del autor anónimo del ‘libelo infamatorio’. En su defensa Blas Lorenzo escribió media docena de cartas, en ellas argumentaba que esas Sátiras no las había escrito él. Los afectados, por su parte, señalaron que Blas Lorenzo había dicho públicamente en la villa de Chiguagua, que esas sátiras eran de su propiedad; los afectados también argumentaron que Blas Lorenzo podía manipular a su conveniencia las formas de las letras. No sabemos el resultado del reclamo oficial, pero quedó para la historia y para que nosotros supiéramos más del poeta, pues el juez de Paso del Norte le exigió a Blas Lorenzo que presentara sus cuadernillos y estos le fueron incautados y archivados. Así se han conservado algunos fragmentos de ellos hasta nuestros días. El litigio incluyó también una serie de cartas que son los argumentos de ambas partes contendientes e incluidas también en el archivo municipal.

  1. Los cuadernillos (de nuevo)

Don Manuel de Estrada y a don Lucas de Alcalá se refieren a los cuadernillos como ‘libros’ o ‘pasquines’. Blas los llama ‘cuadernos’ o ‘cuadernillos’. Al volver a examinar los microfilmes del Archivo Municipal de Ciudad Juárez, anoté que El libro de las Rosas consta de 12 páginas (incluyendo la portada), y temáticamente se divide en dos partes. Tal vez al final del cuadernillo están las Notas Biográficas, y tal vez, también, allí se incluyan las Oraciones y Misterios o este manuscrito pertenezcan a un cuadernillo aparte. Las Sátiras, por otro lado, son páginas sueltas, que no pertenecen a ningún cuadernillo y son totalmente diferentes a la caligrafía de Blas Lorenzo. Todos los manuscritos están muy dañados por el polvo, el agua, el tiempo y el tipo de tinta utilizado. Sin embargo, hay páginas que pueden leerse fácilmente y ser rescatadas para su publicación. Al hacerlo, preferí hacer una versión moderna usando la gramática actual. Veamos ahora en detalle cada cuadernillo.

201 Hoja.jpg

  1. Oraciones y Misterios

Este cuadernillo (o parte de otro más extenso) consta de unas cuantas páginas, fueron dedicadas a Santa María de Guadalupe y a San Francisco de Asís. Al inicio tiene un epígrafe del «seráfico Padre San Francisco», que Blas Lorenzo dice haber tomado de la versión hecha por «la imprenta mexicana, enfrente del Sr. Agustín, año de 1758». El cuadernillo es en realidad una serie de oraciones o ‘misterios’, y son siete, dedicados a la Virgen María. La última parte de este cuadernillo religioso tiene por subtítulo ‘Música’, cito un fragmento: «La más vil, más pecadora criatura está a tus plantas [ ] de ofensas tantas. Misericordia, Señora [elevo] a los cielos mi voz, cuando tan bárbaro he sido. Me pesa haberte ofendido, Virgen y Madre de mi Dios…» Este es el tono y el tema, hay algunas variaciones, por ejemplo, la promesa de que él y su familia vivieran cristianamente.

  1. El libro de las Rosas

Es, como ya se dijo, un cuadernillo hecho a mano, la portada presenta un dibujo temático: un jardín (locus amoenus), que tal vez haga referencia a Ovidio, como también la frase que cierra El Libro: ‘Finis coronat opus’ [‘El fin corona el esfuerzo realizado’] que hace eco al mencionado autor latino.

El detalle de la portada presenta una rama frutal con tres pájaros. El primero vuela alrededor de una rama, los otros dos están descansando y se dedican a comer de los frutos de dicho arbusto. En general, la ilustración es un tanto burda o si se quiere, naive; recuerda esas ilustraciones de aves en los bestiarios medievales o en los tapices persas. El tamaño de los pájaros no guarda las proporciones adecuadas y las hojas del árbol dominan en forma abigarrada el espacio del diseño. En la parte inferior de la portada está en letra pequeña la siguiente leyenda: «a la mano y engenio de Don Lorenzo Alderete» y luego con letras grandes: «Libro de Blas Lorenzo» (en el litigio, Blas asegura que lo escrito en la portada fue obra de los acusadores mismos). En las primeras páginas se menciona que los poemas son ‘dézimas’. Desafortunadamente, el manuscrito está en muy malas condiciones, y la fotografía del microfilme tomada de prisa, no ayuda a leer con facilidad los versos. He rescatado algunas de las décimas y algunos otros fragmentos para dar cuenta del contenido de El libro de las Rosas.

201 Portada

  1. Barroquismos

El tema general del poemario es el amor, la mujer ausente. Al momento de escribir estos versos, Blas Lorenzo tendría 23 o 24 años. La voz poética habla de la figura femenina ausente, es motivo reflexión poética, de lamento y remembranza del placer fugaz.

El texto tiene reminiscencias barrocas (ver fragmentos 9 y 12), cito un par de ejemplos: «Loco estoy cuando más cuerdo», «siempre estoy alegre y triste [estoy]». Fuera de estos barroquismos, tan de moda en esos días, vemos también, como ya apuntamos, alguna alusión a Ovidio.

  1. Estrofa por estrofa

Ahora pasemos a los versos rescatados por mí. Luego de la cita, paso a un análisis de estrofa por estrofa. He anotado en cada cita el cuadro o frame del archivo mencionado. Esto para facilitar futuras investigaciones. La enumeración a manera de subtítulo, fue mía.

[1] Si es que es vivir el día de hoy
Si es que el día de ayer [pasó] Si vivo en mí, así en mí estoy
Si era o acaso seré
Si [fui], si he sido o si soy…                           [Cuadro 33:A]

Sólo pude rescatar un fragmento. En este, el poeta propone el tema del ser y el tiempo entendidos subjetivamente: «si vivo en mí, así en mí estoy». Así se inicia el poemario y el argumento poético: el ser sólo importa si es para servir al amor (según alcanzo a entender en los versos mutilados de esta décima). El amor perdido, la nostalgia (el dolor por lo ido, por lo que fue y ya no será) como centro del ser, eco de un erotismo ahora sólo en la imagen del recuerdo en el poema. Recuerda, por demás aquel verso de Quevedo: «soy un Fue, y un será, y un Es cansando».

[2] Pues si no hayo culpa alguna
Para tanto padecer
La gloria de mi fortuna
Mas no obstante
No hay ninguna
De la dicha que gocé
Una tras otra se fue…                                         [Cuadro 33:B]

También es un fragmento (7 de 10 versos). La nostalgia tiene su pureza, su no falta, no culpa. Es sólo la confirmación del bien perdido («la dicha que gocé»), su «presencia» (su eco) ahora en los versos, no en la vida real, no en la cotidianidad del amor y el erotismo carnal que fue compartido.

[3] En fin, yo no sé si quise
O si fui correspondido
Me dicen que fui querido
Si fue cierto no se dice…                                  [Cuadro 33:B]

Es una estrofa mutilada, pude obtener sólo de ella, cuatro versos. La voz poética declara un momento de frustración o mejor, de confusión. La duda por lo ya vivido: ¿ocurrió así como ahora lo recuerdo? O ¿es todo una fantasía instalada en la memoria?

[4] Lo bien conozco que fui
Con adorarte cielo [   ] Pero si no te ofendí
Que ley ingrata has hallado
Para hacer burla de mí.                                      [Cuadro 33:B]

En esta hay un reclamo a la amada. Él la sigue amando, ella con sus desdenes, se burla de él (o así lo siente la voz poética), es la retórica del despecho.

[5] No niegas la consecuencia
¿Qué pruebas con despreciarme
Pues es más clara evidencia
Que no más para engañarme
Solo has tenido licencia [?]                               [Cuadro 33:B]

Sigue el tono la estrofa anterior; un agregado: la acusación del engaño que es en grado superior al simple desdén.

[6] Tarde mi discurso advierte
Dais lisonjas al daño
[que] me hizo ya el desengaño.
En el umbral de la muerte
Por ti en él crucé más fuerte,
Hoy cielos, llego a mirarme,
Y […] que a escaparme
De esta angustia no es posible,
[ser] hechizo apetecible
Llega, llega a consolarme.                                [Cuadro 34:B]

Esta es una de las estrofas más completas. Ahora, es el extremo del amor desdichado, quien habla (la personificación del poeta) llama a la muerte y al mismo tiempo a Ella, y ambas (¡oh ambigüedad barroca!) serán en su existencia un consuelo.

[7] Que sea o no sea con razón
Articularán las voces
Cuando por cierta opinión
No hubo menester los dioses
Para tenerte afición
Supe me dabas la muerte
Por pena de tu apatía
Pero por satisfacerte
Supo amor, que te quería
Aun antes de conocerte.                                    [Cuadro 35:A]

Otra Décima completa. Este poema tiene una variación temática. A pesar de las advertencias (las voces de los demás) él la ama; a pesar de primer desdén, él ya sabía que la amaba, aun antes de conocerla realmente. Es un poema que puede referirse a una vida predestinada a amar a una persona o puede ser simplemente el amor a la figura que después, con la cercanía, de verdad la conocerá. El ser, la vida, el poeta, sobre todo el poeta, gira en torno a un sólo sentimiento que pareciera eterno.

[8] Mi bien, pues que sabe el cielo
Lo que padezco en tu ausencia
Pues ya no tengo paciencia
Quién pudiera dar consuelo.                            [Cuadro 35:A]

La ambigüedad termina: el cielo no puede darle la paz, sólo la realización del deseo, del amor, puede darle estabilidad (‘paciencia’, ‘consuelo’).

[9] Vivo con tanta lealtad
En tu ausencia, prenda mía
Que mi mayor compañía
Es mi mayor soledad.                                         [Cuadro 35:B]

Esta estrofa, como en otras más, habla de la lealtad, del no engaño. Él cumple esta regla de oro del amor: ser fiel a lo que no está, a lo que no es, a lo que no ha sido todavía, la presencia amada.

[10] Ausente de tu beldad
Sólo me acompaña el llanto
Esto es mi bien la verdad
Pues como te quiero tanto
Vivo con tanta lealtad.                                      [Cuadro 35:B]

Es una prolongación del tema de la estrofa anterior.

[11] Escúchenme plantas y yerbas
Aves, peces y animales,
Pajarillos de estas selvas
Oíd que son tantas mis penas
Tanta mi infelicidad
De la gente la impiedad
Se convierte en tiranía
Huye de mi compañía
[Y de ] questa soledad.                                     [Cuadro 38:A]

De esta estrofa pude rescatar 9 versos. Es mi preferida. Tiene relación con la Estrofa 7, las personas que el poeta conoce no lo comprenden, no sienten piedad por el dolor (la nostalgia del enamorado), son crueles (‘tiranos’), por eso prefiere comunicarse con la naturaleza, hablar con los árboles, los animales. Tiene también que ver esta estrofa, con los motivos temáticos de la portada: aves y plantas.

[12] Amo, aborrezco y adoro
Y yo propio no me entiendo
Pues sé lo que estoy sintiendo:
Gloria, cantos y penas lloro.

A un tiempo aborrezco y quiero
Siempre estoy alegre y lloro,
No quiero querer y quiero,
Amo, aborrezco y adoro.                                  [Cuadro 39:B]

Son sólo fragmentos de una Décima, pero dan un certero ejemplo, del gusto barroco del poeta, su recurso de la contradicción sostenida, la ambigüedad permanente, la liminalidad en estado puro. Esa indecisión que consume los diversos periodos del amor. Para mí, es también volver a ese poema inmenso titulado «Definiendo el amor», de Quevedo.

[13] No te aflijas ni te mates
Con seguir a quien te deja
Si no procura olvidarla
Pues ella es quien te desprecia.
El tiempo todo lo acaba
Y todo es [por él] consumido
Así consumió el amor
Que entre uno y otro mediaba
Ahora sé lo que ignoraba
pues dudaba lo que sé
del amor los nuevos quilates
que ofreció el tiempo enemigo
pero si éste fue quien lo hizo
no te fatigues ni te mates.                                 [Cuadro 40:A]

Es uno de los poemas más interesantes de Blas Lorenzo. Descubrir que el amor es creación del tiempo, de que éste lo consume, lo aplaza, lo transforma, lo destruye y reconstruye. Curiosamente, esta estrofa no está en primera persona, es alguien más que se lo ha dicho. Es un poema que de alguna manera polemiza con el texto inicial: no es el amor el centro, es el tiempo. Todo quedaría perfectamente simétrico si fuese el último de los textos de El Libro de las Rosas, pero en el cuadernillo hay otros textos más (escritos en primera persona) que vuelven a centrar el ritmo de la vida y las cosas en torno al amor.

201 Firma.jpg

  1. Las Sátiras

En cuanto a las hijas de las Sátiras adjudicadas a Blas Lorenzo, como he dicho, son poemas sueltos integrados para el litigio contra el poeta. Blas Lorenzo aseguraba que fueron escritos por un cantante en la villa de Chiguagua, un tal Salvador. Sabemos por el El Libro de las Rosas, que el poeta fue poco apreciado por sus conocidos (a estos los llama ‘tiranos’), pero no llega al insulto sarcástico. En las Sátiras el autor o los autores (pues hay al menos tres tipos de letras diferentes) escribieron versos divertidamente ofensivos, por ejemplo, a don Manuel de Estrada, lo describen como un hombre de ‘cara de coño alquilado’, o bien: ‘cara de zorrillo peído’, etcétera. Ya imaginará el lector el enojo del señor Estrada. Se trata en todo caso de letras de cancioncillas entonadas en las tertulias de aquellas épocas.

  1. Conclusión

Una cosa es clara, el litigio hizo algo importante para Blas Lorenzo: preservó para nosotros su manuscrito, el poemario llamado por él (en una de sus cartas o argumentos de defensa) El libro de las Rosas. Al leer (en lo posible) este cuadernillo (hoy sería llamado plaquette o folleto), nos damos cuenta de que fue escrito por una persona versada en poesía, conocedor del formato popular de la décima, que se da el gusto de agregar algunas frases en latín y hacer referencias eruditas (ver por ejemplo, las citas en el cuadernillo dedicado a las Oraciones y Misterios). Por ello, sin duda, el joven Blas Lorenzo fue un hombre conocido por su poesía en Paso del Norte y la villa de Chiguagua. Así lo testiguan sus contendientes. Escribió décimas para sus cuadernillos y décimas para ser cantadas en las noches de tertulias. Perteneció a una familia acomodada e influyente (incluso, uno de los jueces comparte el parentesco Alderete). Sus versos nos han llegado gracias a sus enemigos, escritos en 1761 y descubiertos en el 2019, es decir, 258 años después de su creación. Quede Blas Lorenzo Alderete como el primer poeta del Paso del Norte. Doy fe.

José Manuel García
Profesor Emérito
New Mexico State University

Para mayor información, consultar la guía de la colección de microfilmes de UTEP:

 

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