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9 febrero, 2023

Category: Avenida Juárez

De los cimientos a nuestros días

viernes, 26 julio 2019 por juaritosliterario

Ignacio Esparza Marín no nació en Ciudad Juárez; sin embargo, desde su llegada en los años treinta, sintió un gran cariño y afecto por la frontera, por la manera hospitalaria en que fue recibido, la misma historia biográfica de muchas personas que llegan en busca de mejores oportunidades y ya no regresan a su lugar de origen. Juaritos adopta con premura. Así lo narra el autor en el “Preámbulo”. La Monografía histórica de Ciudad Juárez, publicada por la imprenta Lux, ubicada en la Calzada Hermanos Escobar y Honduras, se conforma por dos tomos; el primero, del que aquí me ocupo, apareció en 1986; y el segundo, cinco años después. Esparza Marín, cronista de la ciudad, nos invita a conocer la raíces de Juárez, todos aquellos sucesos históricos que le llevaron a ser el espacio que habitamos en la actualidad.185 Imprenta Lux Escobar.jpg

En orden cronológico, relata la vida de los primeros moradores, indígenas nómadas de los que resulta difícil rastrear las huellas de su cultura; las primeras expediciones de conquista que se realizaron por el área septentrional de la Nueva España, dirigidas por Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan de Oñate, Antonio de Espejo, entre algunos otros; así como el establecimiento de los primeros asentamientos en El Paso del Norte; la presencia del presidente Benito Juárez y su gabinete en 1865; y distintos sucesos relacionados con la Revolución mexicana. Así que el lector podrá localizar en la Monografía información sobre temas diversos: conquista, evangelización, rebeliones de los indios-pueblo, minería (fiebre del oro), ferrocarril, costumbres antiguas, servicios públicos como transporte, electrificación y teléfonos, la depresión económica y varios datos de amplia valía para el acervo histórico de la ciudad.

185 Esparza - Monografía histórica Juárez I.jpg

Lee aquí la Monografía

El centro de la ciudad (y también sus alrededores) es un lugar en el que encontramos vestigios de la historia, como el monumento a Benito Juárez, considerado una joya arquitectónica que data del año 1910, o la Misión de Guadalupe, fundada en 1659 por Fray García de San Francisco. El historiador también nos cuenta los problemas que hubo en Estados Unidos a causa de los irreprimibles deseos de nuestros vecinos que iban más allá de los límites morales, acudiendo a cantinas, casas de juego clandestinas y de asignación. La prohibición en Estados Unidos causó que todas esas actividades se movieran a este lado de la frontera. Así es como empezó a ganar popularidad la avenida Juárez y parte de la 16 de Septiembre, destacando lugares como el cabaret La linterna verde, el Kentucky Bar o el Keno, casa de juego ubicada en la Lerdo. Otro de los espacios que menciona la Monografía es El Chamizal, el cual fue causa de una nutrida controversia entre ambas naciones pues no acordaban a quién pertenecía este territorio, debido a las frecuentes crecientes del Río Bravo, frontera natural y antes movediza. Fue el mismo Benito Juárez quien tomó la iniciativa de reclamar esas tierras, concedidas a México hasta junio de 1962. Actualmente El Chami es el lugar de encuentro de muchas familias, quienes aprovechan los parques para organizar reuniones o festejar algún cumpleaños. El exhipódromo, nos cuenta Esparza Marín, cerró a causa de una orden del Gobierno Federal, que prohibía establecimientos que estuvieran relacionados con las apuestas. El mercado Cuauhtémoc, por su parte, tuvo gran dinámica en la depresión americana pues se vendían artículos de alfarería para los turistas estadounidenses.185 Bazar del Monu.jpg

Actualmente, la plaza Benito Juárez es un espacio que ha sido aprovechado por los ciudadanos como punto de reunión de diferentes expresiones culturales a través de eventos que se realizan cada fin de semana. “La primera piedra fue colocada a la cinco de la tarde del día 15 de octubre de 1909, por el General Porfirio Díaz, quien había llegado a esta población para tener una entrevista con el entonces presidente de los Estados Unidos, Mr. William H. Taft.” El Bazar del Monu es conocido por ofrecer, todos los domingos, artículos de diferente índole que tienen algún significado histórico, desde libros, discos, pinturas, artesanías, etc. La historia de Ciudad Juárez ha sobrevivido a pesar de los malos tiempos, nos da identidad y nos recuerda cómo es que surgió todo lo que conocemos hoy en día. Al caminar por las calles del centro o entrar en un bar siempre encontraremos personas dispuestas a contarnos la historia de aquellos lugares. A pesar del paso de los años (y de los incidentes que han ocurrido en su interior), el mercado Cuauhtémoc, ubicado en el cruce de las calles Vicente Guerrero y Mariscal, sigue en funcionamiento ofreciendo a sus clientes una variedad de productos herbolarios, artesanales, ropa, discos pirata, etc. Muchos de los que vivimos en esta frontera hemos comprado algún platillo en los puestos de comida. Gracias a estos espacios es posible conservar la memoria de tiempos lejanos en los que se establecieron los cimientos de la ciudad.

Daniel Malaquías

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Introspección en manada

jueves, 28 febrero 2019 por juaritosliterario

“¡Hay novelas que impactan hondo!”, grité a mitad del callejón. No obtuve respuesta y a nadie convencí, pero insisto y lo confirmo ahora que escribo la misma sentencia en silencio. Quizá el impacto sea incuestionable para el autor, sobre todo cuando explora el género autobiográfico, lugar idóneo para modelar, componer y ensayar versiones de un “yo” que coincide y se desdobla en el narrador protagonista, portavoz de la materia prima de su propio ser ficticio. La novela del estrafalario y polémico abogado chicano Óscar Zeta Acosta viene a cuento y sirve de ejemplo. Sobra decir que La autobiografía de un búfalo prieto, publicada originalmente en inglés en 1972, me gustó sobremanera; podría extenderme en palabras y horas para que todos la lean. Así que en estas líneas me ciño a la agenda de nuestro proyecto y de paso ofrezco unas notas en torno de la obra. ¿Cómo se construye la espacialidad juarense y qué funciones cumple en el entramado narrativo?

169 Oscar Zeta fotos.jpg

Lo primero a contextualizar es que estamos frente a una novela de viaje que ocurre específicamente a lo largo de la carretera (road novel). Inicio: San Francisco. Punto de llegada: El Paso/Ciudad Juárez. Motivo: hallar las raíces de la “pinche identidad”. Durante el trayecto, e incluso antes de que comience la travesía sobre el Plymouth verde modelo 65, Óscar va dejando al descubierto su personalidad, al grado de desnudarla por completo. Por medio de interlocuciones que sostiene consigo mismo, con un par de exóticas figuras que lo acompañan como sombras o con otros personajes, el Búfalo prieto da cuenta de su condición presente bajo el filtro de las circunstancias pretéritas. Pareciera que todo impulso a sus 33 años –tiempo de revelaciones y catarsis– fuera una reacción en cadena de sus primeros pasos en el Segundo Barrio, en El Paso, o de la transición de niño a adolescente vivida en Riverbank, California. “Con la cabeza llena de drogas estimulantes, el pene marchito y una lata en la mano, mis nudillos enrojecen a causa de la firmeza con la cual sostengo el volante mientras conduzco a toda prisa a través de las montañas y el desierto en busca de mi pasado…”.169 Plymouth 65 belvedere.jpg

Aún falta algo más para entender a este “indio salvaje que corre destruyendo frenéticamente todo lo que encuentra a su paso”. Los años 60’s, la década de la droga (dope decade) y sus ávidos consumidores: beatniks, hippies y snobs, a quienes nuestro bisonte remeda y desprecia. No así a los estupefacientes, o a cualquier tipo de sustancia que lo incite a continuar con el viaje, tanto el que se mide en millas como el que experimenta con anfetaminas y budweiser. De hecho, La autobiografía de un búfalo prieto vio la luz solo unos meses después que Miedo y asco en Las Vegas, del escritor Hunter S. Thompson, quien aparece como el personaje de King en la novela del chicano; mientras que la desaliñada figura de Óscar Zeta Acosta, con el alias del abogado Dr. Gonzo, recorre Las Vegas junto con el periodista Raoul Duke. Cuando la palabra escrita transmite el efecto o alcance de un psicotrópico debe afinar el punto de vista de quien cuenta, así como ajustar a detalle los referentes, ya que la correlación entre el significado y su imagen se desestabiliza y zarandea a merced del alucín. Todos los personajes secundarios en La autobiografía de un búfalo prieto sirven de retén y perspectiva para asimilar un mundo que se construye sobre sus propias referencias a medida que uno avanza en la lectura.

169 Acosta portada ingles

La versión al español, a cargo de Argelia Castillo Cano, apareció 22 años después del original, en la colección Paso del Norte, del sello editorial Grijalvo, la cual publicaba “libros representativos de una minoría étnica que busca una expresión propia… un lenguaje inédito, una forma de resistencia cultural a través de la literatura”. Existen otras traducciones al castellano que ahora cuentan con buena distribución en línea, pero con escaso tino al momento de las equivalencias de sentido. La editorial Traficante de sueños, por ejemplo, titula al libro como Autobiografía de un búfalo pardo. Esta selección sobre la paleta de color marrón deja fuera la etiqueta racial del brownie y, por tanto, el sentido crucial de la obra, el cual se evidencia cuando el protagonista cruza la frontera y entra a Ciudad Juárez. En cambio, ser prieto en México aún conserva el desprecio socarrón, cuando no la designación ofensiva.

169 Acosta - Autobiografia bufalo.jpg

Lee aquí la novela

Al final del camino, en el capítulo 16, Óscar llega en autobús a El Paso, “el lugar donde nací, para ver si podía encontrar ahí lo que estaba buscando. Aún quería saber quién era realmente yo”. Sale de la céntrica estación y deambula por una topografía emocional que apenas alcanza a distinguir. El viejo cine de barrio había cedido el predio para varios establecimientos de baratijas. Las calles Durango y San Francisco cambiaron su fisonomía. Tras contener el llanto frente a la casa donde alguna vez vivió, decide abordar el tranvía con destino a Ciudad Juárez. La experiencia del cruce es fenomenal, no sólo porque todos los sentidos del narrador se aguzan, sino por los nervios que experimenta al no traer papeles para entrar al país. Cuando el agente aduanal entra al vagón, supone lo peor: “me arrestaría… por el hecho de fingir ser mexicano. ¿Existía acaso ese cargo?” El uniformado pasa de largo. Ese 9 de enero de 1968, la populosa avenida Juárez recibió al Búfalo con los brazos abiertos. “Todas las caras eran oscuras. La gama iba desde la tez morena clara hasta la piel prieta”. Música, bellas mujeres en la zona roja, bares, proxenetas y hoteles. Sin embargo, el idilio del reencuentro concluye cuando se acaban las monedas, “justo cuando creía que me había vuelto mexicano en la cama de unas rameras”. Juaritos entonces, le da un duro revés. “La ciudad del pecado y de las luces multicolores” muestra otra faceta: cárcel, escarmiento y corrupción.

169 Tranvia 1961.jpg

Tras la faena para regresar a su país de origen, Óscar, bajo una letal pesadumbre, recurre a su hermano y le confiesa su fracaso: “un hijo de puta afirmó que yo no era mexicano, mientras que otro dijo que tampoco era norteamericano… por tanto, no tengo raíces en ninguna parte”. Durante esa llamada telefónica, en el vestíbulo el Grand Hotel del centro de El Paso, escuchó hablar del Brown Power, del poder mestizo de La Raza en East L.A., su próximo destino. “La bomba explota en mi cabeza”. Epifanía. Óscar Acosta está a punto de convertirse en Zeta, “el abogado chicano más famoso del mundo que había contribuido a dar inicio a la última revolución”, de la cual, por cierto, hay novela: La revuelta del pueblo cucaracha. El búfalo “es el animal que todo el mundo ha masacrado. Tanto los vaqueros como los indios”. El examen dentro del foro interno de la conciencia ha arrojado resultados: “me doy cuenta de que no soy mexicano ni norteamericano. Ni católico ni protestante. Soy chicano por estirpe y Búfalo Prieto por elección”. El narrador entonces, hace un llamado: “Esto es, damas y caballeros, lo que quería plantearles. A menos que permanezcamos unidos, los búfalos prietos nos extinguiremos”. Y ahora sí, a temer a las manadas.

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Carlos Urani Montiel

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Juárez fantástico

lunes, 17 septiembre 2018 por juaritosliterario

Nacido en León, Guanajuato, Eduardo Antonio Parra es un autor mexicano mayormente conocido por sus cuentos, muchos de los cuales han sido publicados como colaboraciones en antologías. Lo relevante sobre su escritura, al menos para mí porque fue la manera en que lo descubrí, llegó en el año del 2000 cuando ganó el Premio Internacional de cuento Juan Rulfo con Nadie los vio salir. Dicho relato (o noveleta) trata sobre una sexoservidora durante una noche de trabajo cualquiera, o eso parece. La narración nos adentra en “los barrios bajos” de nuestra ciudad, mientras nos describe un día cualquiera dentro de una cantina donde el amor se vende barato. Su tema, en general, puede aparentemente ser eso mismo, lo que me llevó en un primer momento a encasillarla como una novelle cercana al thriller, pero lo cierto es que, conforme se desarrolla la trama, uno se da cuenta que pertenece por completo al género fantástico. Como lo leen, ¡fantástico! ¿Quién decía que Ciudad Juárez no podía contener algo sobrenatural? Pues Eduardo Antonio Parra lo recrea con diferentes imágenes cotidianas para los fronterizos, con esos sitios emblemáticos de los que todos hablan pero que pocos se atreven a visitar. Así, de la mano de esta prostituta cuyo nombre jamás queda claro, conocemos el bajo mundo de los congales juarenses.

157 Parra Nadie los vio

Lee aquí el relato

Si bien algunos aspectos mencionados por la narradora pueden ocurrir en cualquier ciudad, su parecido con la imagen de Juárez vuelve casi imposible que se trate de una simple coincidencia. El lector puede imaginar fácilmente, por ejemplo, a los trabajadores de las maquilas saliendo en tropel hacia los camiones que los llevarán a sus casas un viernes por la tarde, a pocas horas de que se oculte el sol ardiente sobre sus cabezas. No se necesita avanzar demasiado para vislumbrar el panorama. Unas cuantas páginas son suficientes para plasmar el entorno aludido: ese congal, una cantina de mala muerte con humos espesos de cigarros extintos y olor a cerveza rancia por el paso de los días. Parra no menciona, en ningún momento, el sitio concreto, pero todo aquel que conoció o escuchó algo sobre la Mariscal, tiene una idea de cómo era el interior. El establecimiento en el que la protagonista y sus conocidos se encuentran puede ser cualquier bar o cantina; por ello, los personajes y sus diálogos se vuelven fundamentales, pues son el factor que da el “efecto Juárez” a la noveleta.

157 Diana Ginez Bikinis

Al releer el libro (en un viaje hacia el Centro), me vi en la necesidad de regresar a la calle, pues aunque no se mencione de forma textual, la imagen descrita por Parra posee ese aire misterioso y lleno de morbo que provocaba en el instinto materno alejar rápidamente a sus hijos de la zona y así evitar que hicieran contacto visual con quienes ahí laboraban. Lo que queda de la antigua Mariscal aún resalta por sus paredes gastadas que encierran humos y secretos, y contiene esa magia que Nadie los vio salir muestra. Todavía en la Juárez resulta sencillo ver a un par de extraños, unos “gringos”, entrar y salir por las mórbidas puertas en busca de diversión momentánea y cervezas baratas. El ambiente es el mismo pese a que los años han pasado. Sin importar las reestructuraciones que el gobierno haga a la zona, siempre estará poblada de cantinas, bares y calles en las que tropezamos al mínimo descuido. Este espacio, el cual se ha configurado como un emblema de la ciudad, no dejará en ningún momento de ser parte de nuestras vidas, de los recuerdos que tenemos del centro histórico, y de ese imaginario que, sobre todo en autores foráneos, continúa permeando la idea de un Juárez fantástico.

Zaira Selene Montes Guzmán

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Juaritos Blues, la epístola

lunes, 02 julio 2018 por juaritosliterario

Juaritos Blues es una alegoría pintada de nostalgias; es una canción plagada de matices localistas que posiblemente fuera de esta mancha urbana no se podría comprender si no se ha vivido la metamorfosis de una ciudad furiosa, ni siquiera camaleónica, porque los camaleones solo cambian la piel, pero las condiciones somatomorfas siguen atendiendo a la naturaleza de su concepto figurativo. La ciudad se canjeó casi de ipso facto, desde sus vestiduras, esqueleto y hasta su perfume; antes era aroma a gobernadoras, ahora hiede a muerte… “ya nada es igual, en nuestra ciudad hoy teñidas de rojo las calles de Juárez están”. En tan solo 30 años la urbe duplicó su población y se colmó de animadores que aplaudían por trabajo y sustento para sus familias, otros tantos que se atoraron en el cedazo de “la migra” y no lograron el american dream; los 500 mil ciudadanos de 1990 se hicieron 1 millón 300 mil, que le han dado forma a la mancha urbana de una incomprensible pintura cubista. Nuevas locaciones y personajes escriben la historia en colonias que se asentaron como salpicadas, que se perciben tan distantes, tanto así que hacen ver a la Vía Láctea menos dispersa y más ordenada.

152 Lenchos Song

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Por tales motivos el Juárez de “antes” mereció un sublime blues que retrata los pasajes y aventuras de aquellos que fueron adolescentes y que ahora son padres, profesionistas, poetas y músicos a la vez. Este blues no rebasa las notas desesperadas de John Mayal, ni tampoco emula a Robert Johnson; no obstante, tiene ingredientes endógenos del área: un bajo que figurea mientras una guitarra doliente llora quedito, sin aspavientos, en tanto que la voz narra los años 90’s en color sepia… “vienen cosas a mi mente para recordar”, pareciera que hubieran pasado cien años.

152 Quintana Cine Premier

Aquello que provoca un chispazo con la psique retrotrae a personajes como El Güero Mustang, el señor que tocaba la liga sostenida con la boca y una mano, la Camelia (señora con esquizofrenia que cruzaba al Paso sin papeles), al mutilado de sus piernas que pedía “buena ayudita, mi navidad”, pero luego se le miraba en los tugurios bebiéndose el saldo de lo recolectado. Personajes que ocupaban la zona cero donde todos convergían en un punto central para hacer el mandado; era normal acudir en rutera o camión y salivar el ojo con aquellas luminarias de la calle. Para entonces los centros comerciales no estaban de moda y el punto neurálgico de la diversión era la avenida Juárez; por tal motivo, la canción inquiere con una pregunta energúmena: ¿En dónde quedó el Noa Noa Bar, y las calles tranquilas del centro para caminar? La respuesta es lacónica, sucinta y determinante: se acabó.

152 Quintana Traje

Juaritos Blues nos evoca ese pasado, no tan lejano pero muy disímbolo de lo que hoy es la ciudad… no hay parangón. La canción de Los Lenchos rememora desde las toponimias geográficas de colonias que dejaron de ser las más populares para ser las más viejas. Es un rompecabezas que hay que ir hilvanando con personajes como Niko Liko, y lugares como El Chamizal o el metamorfeado Parque Borunda, al candor narrativo del cantor que también refiere cuando uno podía entretenerse  jugando futbol en la calle, y al “primer amor”, al que hace apenas 30 años aún se le podía llevar serenata. “Ya nada es igual en nuestra ciudad”. Se acabó, no más, la ciudad es un muerto viviente que camina arrastrando su pasado.

152 Quintana Plaza

“…una muerte más, una muerte más…”.

 

Ramón Quintana Woodstock

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Núñez in love

lunes, 12 marzo 2018 por juaritosliterario

Historias de bares, ¿quién no tiene una que contar? Sea o no suya, pero, más importante, ¿a quién no le gustan? Entretienen y sabemos que en algún momento vamos a reírnos de esas tonterías de borrachos tan acordes con estos lugares. Sin embargo, no todas las historias son cómicas, como en el caso del cuento de Rubén Moreno Valenzuela titulado “Ciertas luces”, el cual se incluye en Rio Bravo Blues (2003). El relato, en un ambiente serio, nos muestra a un agente Núñez, enamorado de una jovencita bailarina del bar que frecuentaba. El suceso lo cuenta un tercero en algún bar de Ciudad Juárez. Nos advierte, o a aquel a quien le cuenta la historia, que no es el mismo Núñez sino uno anterior (de 1973): “Un Núñez sagaz, intuitivo, astuto, que exhibe sin prepotencia su autoridad”, uno más joven. Qué maravilla, un relato de cantina que incluye a un periodista y a un policía judicial del estado “adscrito a la Comandancia de Juárez. Homicidios y Lesiones”. ¿Qué pasa con esta “chavalita media loca que era bailarina del Lux”? ¿Por qué trabaja en ese bar? ¿Por qué está con Núñez? Y más importante aún, ¿por qué vale la pena oír Núñez in love, llamada así la anécdota por quien la cuenta? ¿Y por qué lo investigan?

94 MorenoV - Rio Bravo blues

Lee aquí el cuento

La historia del cuento descubre, poco a poco, una ciudad donde la “leyenda negra” aún se dejaba ver, allá por 1973. El bar Lux aparece, según las palabras del narrador Figuerola, como un lugar de esplendor y siempre atiborrado de clientes. Popularidad que puede explicarse gracias a su ubicación: justo en la esquina que forman la Avenida Juárez y la calle Tlaxcala, a unos pasos del puente internacional, lugar donde hoy se encuentra el Mariachi Bar Restaurant, a un lado del famoso Open Bar. Luzina, la joven bailarina, entrevé, casi a tropiezos y bajo la lluvia, un gran tramo del centro de antaño, pues corre desde la antigua cárcel municipal en la calle Libertad hasta una vecindad de la colonia Bellavista. El relato de Rubén Moreno, siendo el tramado urbano su inspiración, transporta a sus lectores –transeúntes o conductores–  a un espacio que ya solo existe en la memoria de los más viejos, como el mismo Figuerola lo nota; donde el blues acompañaba historias de amor entre bailarinas y agentes de la policía.

138 Bar Lux

Al recorrer a través de la lectura las calles y avenidas de aquel Juárez de antaño, la ciudad que nunca duerme, desearía que no se hubiera terminado su esplendor. Un deseo avivado por los múltiples comentarios de personas conocidas que aún recuerdan con alegría aquellos bares, antros, cabarets, casinos, restaurantes, salones de baile y hoteles donde la noche cobraba vida (¿»Vampiros todos que veneran a su Madre La Noche»?). No obstante, para mí esta sigue siendo una localidad llena de sitios por conocer, los cuales muestran su gran riqueza cultural. Por lo pronto, cuentos como este en los que la memoria apremia, sirven para situarme, siguiendo las palabras del mismo autor, “en la mitad del puente entre la realidad y la irrealidad. Una zona que permite a los textos múltiples lecturas. Un ámbito que comparten el Sueño y la Historia, el Mito y el Hombre.”

138 agente

Crédito de fotografía: José Luis González Palacios

Luis Alonso Gómez García

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La noche de los delincuentos

jueves, 20 julio 2017 por juaritosliterario

La obra de Arminé Arjona refleja a la perfección todo lo bueno y curioso (por no escribir “malo”) de nuestra humilde literatura juarense, englobando también a la crítica académica e informal y al fenómeno editorial. Por una parte, su voz poética, rica en juegos verbales e imágenes desoladoras ha contagiado hasta las paredes. Poesía que es una con la ciudad que describe. Por otra, están sus cuentos, que analizaré en los siguientes párrafos. Y finalmente está la obra que presumen las solapas de sus libros y que jamás se publica. Libros de poemas “próximos a publicarse”, una novela “inédita” e incluso una obra de teatro. Creo que solo en Juárez suceden estas cosas. Casi forma parte del hábitat literario juarense: publicaciones, autopublicaciones y promesas (que nunca se cumplen porque no hay dónde o cómo). Pero estas obras existen y rondan. Tanto así que Rocío Mejía dedica gran parte su ensayo “Crimen y castigo en Ciudad Juárez. Apuntes para una aproximación a la poética narrativa de Arminé Arjona” (2013) a un libro que Arminé le mandó por correo. O por Facebook. No conozco del todo el chisme. Ahora que está de moda comunicarse por la red, parece más atractivo mandarle un inbox a tal autor y que el susodicho nos envíe sus textos. “Inéditos”, la palabra clave, la palabra suculenta. Resulta también muy atractivo preparar una ponencia o un ensayo académico en donde estudiamos esta literatura desde nuestro enfoque teórico favorito (con citas, muchas citas, citas para llevar o ir comiendo), comprobando sorprendentemente que son pieza clave para comprender el mundo en que vivimos. Al cabo no se puede contradecir esta verdad porque nadie ha leído esas obras salvo nosotros.

108 Cruz - Vida, muerte resistencia

Lee aquí el artículo 

Afortunadamente hoy escribiré sobre Delincuentos: historias del narcotráfico, que sí se publicó en 2005 por Al Límite Editores y se reeditó en 2009 por el Instituto Chihuahuense de la Cultura. Este libro reúne dieciséis relatos cortos que tratan, en lo general, sobre cómo las drogas (especialmente la marihuana) se han introducido en la vida de los habitantes de la ciudad. El conflicto en la gran mayoría de los cuentos se concentra en el cruce ilegal de dichas sustancias; los personajes están inmersos, como ya he mencionado, en este ambiente: son drogadictos o traficantes. Los protagonistas de estos “delincuentos” son en general mujeres de clase baja, aunque no faltan los campesinos, los inmigrantes y, por supuesto, el narcotraficante. Para Juan Carlos Martínez Prado en “La apuesta”, que funge como “noticia” a la edición de Al Límite, la narrativa de Arminé Arjona surge después de lo que él denomina “los funerales de las ideologías”. Con lo cual indicaría que esta narrativa es un ejemplo de una manera nueva de escritura fronteriza. No obstante, lo último resulta debatible porque precisamente su obra respeta siempre la estructura de una fórmula “clásica”. Lo mismo ocurre en su poesía: métrica estable y rima asonante en versos pares. En Delincuentos noto una exploración del relato en su forma más tradicional: introducción, desarrollo, nudo y desenlace sorpresivo. Todos sus textos utilizan esta fórmula y a la larga el libro se vuelve repetitivo y predecible. Quizá lo “novedoso” que encuentra Martínez Prado está en los temas (dentro del contexto de publicación, claro), pues el eje central será “la participación de la mujer en asuntos del trasiego de la droga”.

108 Arjona - Delincuentos dibujo

Lee aquí el cuentario

Desde la portada del libro en su primera edición, la presencia del puente y la línea se imponen como lugar insignia. En esta ubicación algunos relatos encuentran su momento climático. El objetivo será cruzar la droga a Estados Unidos y recibir un pago a cambio, como ocurre en “American, Sir” que Fabiola Román ha analizado anteriormente en Juaritos. O, mejor escrito, el objetivo será cruzar, estar del otro lado. Y finalmente, regresar con una recompensa: dinero, respeto. Un método de supervivencia. Para llegar a él, el narrador de estos relatos cambia los papeles de sus personajes en busca de un efecto inesperado.

45 Arjona - Delincuentos Allímite

Así, en “El acecho” el hostigador gringo que busca seducir a la solitaria mujer en realidad fue acechado por ella. Cazador cazado, como en Animal Planet: “Ándele, déjeme invitarle un trago —dice el cazador nocturno acechando a la joven mujer”. La atmósfera imaginada es la de un bar ruidoso “que exuda música norteña, sudor y baile”. En seguida se revela su ubicación: la Avenida Juárez. El nombre del bar permanecerá oculto. Lo importante, insisto, será el cruce. La mujer, después de insinuarle una posibilidad, indica: “Mira, la mera verdad me gustas mucho pero yo no quiero nada en Juárez”. Así el escape para ella y la suerte para el “güerito”. Que Juárez quede atrás. Solo una condición: él manejará el auto de ella. Al fin, ocurre: “Tras la larga fila nocturna cruzan el puente hacia El Paso sin contratiempos”. Puedo imaginar con cierta facilidad la ubicación espacial referida aquí. El puente Santa Fe. No tiene pierde. Ya en los United, frente a la farmacia de Fox Plaza, se monta el teatro. Aparece el supuesto (como diría un periodista de El Diario) cuñado de la mujer y le suelta unas cachetadas, para luego amenazar con un arma al gringo. El tipo asustado se olvida de sus técnicas de don Juan y huye del lugar. En su ausencia, el show se desmonta. Nora y el “enloquecido vaquero” logran engañar no solo al gringo sino al lector: “qué tal pasó el carro bien cargadote con todos los kilos”. El cruce fue fácil, pues era un güerito al que no iban a revisar. Y regresamos al mismo tema. La supervivencia. El cruce de las drogas a toda costa. Y que Juaritos quede atrás, con toda su porquería. Aunque las lágrimas de Nora sigan resbalando por culpa de los golpes del vaquero. Nadie es del todo feliz. Así es el negocio.108 Fox Plaza ELP

Antonio Rubio

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Caminhando pela Juárez

jueves, 15 junio 2017 por juaritosliterario

É impressionante o quão longe nossa mente pode nos levar durante uma longa caminhada. A canção “Caminando por la Juárez”, escrita e interpretada pelo cantor Miguel Balboa, constitui um belo exemplo de algumas das poucas caminhadas que tive a sorte de realizar pela Avenida Juárez e por algumas outras ruas do centro histórico de Ciudad Juárez. Embora o videoclipe exiba alguns flashes das ruas adjacentes à Juárez, a canção não se propõe a descrever ou mencionar aspectos da paisagem local, levando-nos ao melancólico trajeto de um amante desiludido. Ao som do violão, Balboa nos brinda com uma história de amor que poderíamos considerar frustrada pela geografia. Dois amantes separados por uma fronteira que, mesmo em tempos de uma globalização que promete um mundo plenamente integrado, é capaz de barrar uma série de fluxos e trocas. O título da canção parece se referir ao mesmo tempo a uma condição e a um desejo do eu lírico. Nos primeiros versos, temos a impressão de que se encontra caminhando rumo ao norte, com a certeza de que não será capaz de ultrapassar o limite que o divide de seu amor. Nos refrões, o repetido clamor por uma caminhada, ainda que curta, pela Juárez nos deixa claro o anseio do poeta pelo reencontro.

101 Balboa – Caminando Juárez

Na história contada pela música, alguns aspectos gerais da fronteira são sinalizados. Um deles é a seletividade de sua permeabilidade: enquanto as cartas vindas do Norte são admitidas, a travessia do autor em direção a seu amor é barrada por sua condição de ilegal. Além disso, as referências a componentes da paisagem como ‘el puente’ ou ‘el muro’, que são inicialmente contrastantes, uma vez que, via de regra, o primeiro costuma conectar e o último separar, tendem a aproximá-los: neste caso, ambos são impeditivos do reencontro entre os amantes. As metáforas se mantêm no campo das generalidades, sem referências aos aspectos particulares à Avenida Juárez ou à zona centro, o que nos leva a reforçar a ideia de que a condição deste eu lírico é a de andarilho que, ao longo de sua jornada é levado por seus pensamentos a lugares ‘más allá’ de onde pisam seus pés. Mas não tão longe. A poesia nos leva e nos traz repetidamente, sem muita regularidade, para onde o poeta está e para onde este gostaria de estar, um movimento que faz todo sentido se pensarmos nas vezes que praticamos o envolvente e dialético exercício de pensar-caminhando/caminhar-pensando.

101 Puente Diana Riva

Créditos: Diana de la Riva

O poeta brasileiro Paulo Leminski, nascido no estado sulista de Curitiba, também costumava tecer pensamentos a partir de suas andanças pelo mundo. É sua a frase: “Andar e pensar um pouco, que só sei pensar andando. Três passos e minhas pernas já estão pensando”. Os temas destes pensamentos, no caso de Leminski, foram dos mais variados e seguramente ultrapassaram os lugares onde seus pés pisavam, mas dificilmente deixaram de contemplá-los em alguma medida. Nossos pensamentos têm a capacidade incrível de voar longe durante uma caminhada qualquer, porém são dificilmente capazes se descolar inteiramente de nosso trajeto. Enquanto caminhamos e pensamos, a paisagem grita, especialmente quando estamos longe de casa, passando por terras que não conhecemos bem, que não nos pertencem. “Caminando por la Juárez” é um convite a olhar para esta porção da fronteira desde uma experiência completamente dinâmica que, no fluxo de pensamentos do andarilho lírico, constrói uma paisagem onde a passagem redentora do amante em direção a seu amor é vetada. O convite é feito por um ‘foráneo’ que, assim como eu, parece ter experimentado caminhar-pensar pela emblemática Avenida Juárez e se deixar inspirar por uma paisagem que já presenciou muitos encontros e desencontros.

101 Facebook Por la Juarez

Larissa Santos

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¿Otra simple historia de narcos?

lunes, 29 mayo 2017 por juaritosliterario

Coctel margarita de Antonio Zúñiga aparece en la antología Cinco dramaturgos Chihuahuenses, compilada por Guadalupe de la Mora en el 2005. En la obra el autor remite a una Ciudad Equis, que si no fuera porque el texto lo escribió en 1994 bien podríamos pensar que su nombre ficticio fue en honor a la gran X roja que se ubica al norte de Ciudad Juárez. La trama se desarrolla entre un hotel de paso y un bar en el centro de dicha urbe. Este último, casualmente se llama igual que el establecimiento ubicado sobre la Avenida Juárez y que en la entrada, antes de la remodelación de las fachadas de la zona, ostentaba el dibujo de un Gato Félix, aquel famoso personaje animado del cine mudo. Aquí, según el drama de Zúñiga, se sirven las mejores margaritas del mundo, hechas por su propio inventor, un hombre gordo con mal del pinto al que apodan Batman y que no se cansa de decir, cada vez que los prepara, que él es el padre de estos tragos.

14 Cinco dramaturgos

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Lo interesante de esta obra radica en la forma en la que Zúñiga cuenta una simple historia de traición entre narcos, ya que, tal como lo afirma De la Mora en la introducción de su compilación, “su mayor atractivo está en la alteración del orden cronológico, de otra manera no sería más que la historia de un célebre narco perseguido…” Esta alteración temporal se ha vuelto un recurso sumamente utilizado en el cine; sin embargo, en teatro significa un reto para el director, tal vez por eso Coctel margarita no se ha representado nunca.  La obra se basa en un suceso central: Rubén traiciona a su jefe el Cuaco. El primero trabaja como guarura del segundo, el traficante de droga más buscado de la zona. Para desarrollar la trama, el dramaturgo oriundo de Parral la estructura a partir de distintas perspectivas, es decir, desenvuelve un mismo acontecimiento desde diferentes ángulos.
99 Don Felix Bar2

Otro aspecto que llama la atención reside en la composición de los personajes, pues a pesar de que se sacan de la vida cotidiana, las características que el autor les da los aleja del estereotipo común de las historias de violencia y narcotráfico.  Nos encontramos, por ejemplo, a un narco, rudo y peligroso, recitando poemas del persa Omar Khayyan y que se distingue por ser “un hombre sensible, un ser humano que se estremece a la primera”. Está también la bailarina, host o prostituta del bar, quien lejos de representar al prototipo de la chica de barra, aparece a manera de esperpento; por eso le llaman la Chueca, ya que tiene todas sus extremidades torcidas y se antoja escuálida, flaca y fea, con risa burda y escandalosa.  Blanca y Rosa, por su parte, son amantes de los sicarios; mujeres “buenotas” que desempeñan faenas rudas como llenar de cocaína las llantas de una camioneta, pero ataviadas con minifalda y tacones, y cuyas preocupaciones recaen en que sus medias de marca no se manchen o que sus zapatos caros no se raspen. Ambas intentan huir de sus hombres, traicionarlos y robarles la mercancía.
99 Don Felix Bar Aunque el tema del narco se ha convertido en una constante en la literatura del norte, la concepción del tiempo y la caracterización de los protagonistas hacen de Coctel margarita una obra interesante. No obstante, a pesar de lo atípico de los personajes, en ocasiones Zúñiga cae en diálogos largos y repetitivos, además de utilizar frases trilladas y sentimentaloides, que rompen con la estética del texto. Lo rescatable, como afirma De la Mora, se encuentra en la novedosa forma en la que el autor juega con el tiempo y las perspectivas de un hecho que se ha vuelto cotidiano en esta parte del país.

Patricia Arellano

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Magia al neón de la medianoche

martes, 25 abril 2017 por juaritosliterario

I. Imagino que todos tenemos una anécdota de magos relacionada con los bares. Yo tengo una que sucedió hace unos cinco años aquí en El Open. Mi mejor amigo tocaba la batería en Tetas Lazzer y nos invitó a un toquín. Era la primera vez que errábamos por el centro. Tardamos cerca de una hora en encontrar el bar. Primer acto de magia: A veces los espacios se mueven o desaparecen y se ocultan también. Una vez ahí, sin dinero, pero con muchas ganas de escuchar a las bandas, nos abandonamos a la noche. Segundo acto de magia: Hace aparición un hombre borracho a más no poder. Alegre, se encargaba de aplaudir y elogiar a los guitarristas de cada una de las bandas que tocaban aquella vez y cuyo nombre no puedo recordar. Tercer acto de magia: Seducido por su éxtasis alcohólico, el hombre empieza a pichar las caguamas. Aquella noche en El Open solo dos personas terminaron sobrios: el baterista amigo y tal vez el cantinero, quien fue cómplice del último acto de magia. Nadie supo quién rayos era ese feliz borracho, ni cuándo se fue ni hacia dónde en esa velada por la Juárez. Tampoco supimos si pagó la cuenta.

95 Open

II. El escritor Enrique Cortazar participa en Road to Ciudad Juárez, un libro de crónicas del que en Juaritos Literario ya se ha escrito. Destacan en este conjunto los temas vinculados al recuerdo y, pese a que uno de los objetivos era ofrecer crónicas en las que la violencia no se tratara, lo cierto es que en varios de los textos esta protagoniza o se entromete en las palabras del escritor. Hecho que sucede en la primera parte de “Sucedió en un baldío” donde un cholito “filerea” a un sujeto que le hacía bullying años atrás para luego enterrarlo en un lote abandonado.

50 Moreno - Road1

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Quisiera, sin embargo, enfocar este texto en “Nada por aquí, nada por allá (Bar Virginia’s, por la Mariscal)” segunda historia de la crónica. Cortazar describe aquí la figura de un cantinero, don Lalo, experto en desaparecer y aparecer cosas. La destreza con la que ejecutaba sus actos de magia hizo del cantinero una de las principales atracciones de la cantina para ebrios nihilistas. Porque don Lalo, además, conocía desde el silencio más sabio las historias personales de la gente que acudía al bar a embriagarse. Ahí el vato vaguillo que nada más daba el rol por la ciudad, el hombre que se casó sin saber ni cómo, pobrecito, el otro casado que nomás no se aliviana, otro que da el rol pero no rola el chivo, chinga’o, aquel cabrón que golpea a su mujer por puros celos y sigue pistiando, imaginando fantasmas, el que se pone bien locote y ya anda viendo a los elefantes rosas de la película de Dumbo, cuánto trauma de la niñez. Finalmente, el que llega y grita: “¡Don Lalo! Aparézcame a mi vieja que hace tres días que me dejó”.

95 Virginias

Hoy don Lalo y el bar han desaparecido. Desafortunadamente no por medio de un acto de magia. El Virginia’s estaba en la calle Santos Degollado, esquina con El Begonias, sobre la legendaria Mariscal. Ya conocemos esa historia. El gobierno decidió demoler la zona en un intento desesperado por contrarrestar la prostitución y el narcomenudeo. El Open, quien acogió por un tiempo los restos de El Virginia’s, durante la época de violencia, se cambió de lugar a la avenida Juárez, donde hoy sigue recibiendo a dioses del alcohol y guerreros shaolín. Don Lalo realizó su acto último de magia y se fue con la muerte: quién sabe cuántos tragos le habrá servido. Hoy no nos queda sino asumir que en un futuro los bares y espacios que visitamos de forma cotidiana tal vez desaparezcan y conformen este cementerio de cáscaras.

Antonio Rubio

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A buen Puerto

sábado, 25 marzo 2017 por juaritosliterario

“Es una posta a mitad de la nada, El Paso del Norte, condenada a remendarse perpetuamente las cicatrices del acoso de las tolvaneras”. Esta es la descripción de una ciudad que en algún momento se encontró entre la vida y la muerte y de la cual ahora solo quedan los vestigios de la desaparición. Bajo esta premisa, el escritor Yuri Herrera compone crónica publicada originalmente en junio de 2009 en El malpensante. “La alcurnia extraviada” de un Juárez que actualmente sólo existe en el pasado de dos paseños-mexicanos (“The law is the law is the law”) y en los recuerdos de una sociedad perdida entre el progreso y el estancamiento, entre lo que fue la vida nocturna de la Juárez y lo que es hoy en día su atmósfera diurna: espacios que se mueven en medio de los remolinos de polvo levantados por el viento y el olvido. Tal extravío surge como consecuencia de la conocida guerra del narcotráfico acontecida durante los años que transcurrieron entre 2008-11, sucesos a los que alude el escritor, doctor en Lengua y Literaturas Hispánicas, en varias de sus obras, como los Trabajos del reino, y por las cuales se le ha posicionado como luminaria dentro de la narco literatura mexicana contemporánea.

90 Yuri Road

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Yuri Herrera alude a la Juárez transitoria entre el progreso y el pasado en que el método más efectivo para la recuperación de la memoria es el alcohol (“Pistear en lunes. Los viernes son para los maricas”). Para ello el espacio se constituye como lugar de encuentro donde los bares y cantinas más representativos del centro fungen como depositarios de recuerdos de una época dorada e imaginada que se pierde frente a la consciencia de espacios casi ajenos al cronista. El Bombín no es más el “paradero de bato hebilludo” donde “servían carne asada y charros a la segunda copa”; El 15 sirve de punto de reunión para puros “ingenieros y licenciados”. Aunque el tiempo les ha cobrado factura (y a pesar de no estar segura si ese Bombín es el que frecuento), esos locales conservan sus barras y rockolas. En el Club 15 aún conviven en armonía la “estética de taller mecánico” con “El cantinero, un hombre que borda los sesenta y viste corbata”.

90 Cafe Bombin sobreros

Algunos elementos simbólicos en la Avenida Juárez parecen retar al caminante y apelar a la memoria de seres apartados violentamente de la vida: “rebasamos la instalación que recuerda a las mujeres muertas y que a mí, aunque la mire de lleno, siempre me hace sentir como si mirara hacia otra parte”. El cronista plantea una férrea oposición centrada en la configuración de ambientes a partir de su fachada y la experiencia al entrar en ellos. Así que por un lado, se inclina por “Los antros [que] afirman su carácter más claramente cuando no simulan esplendor y es posible verles el cansancio en las paredes y en las sucias luces entubadas y en su silencio”. El Yankees Bar, El puerto y El Buen tiempo encierran el secreto de un lejano abolengo y la confidencia entre el Bacardí terciado y unos sedientes labios; en tanto que, en el otro extremo, existen bares que apuestan por el anzuelo del maquillaje: “(¿Han ido al Kentucky? Perfume, teles con cable, cocteles caros. ¡Por Dios, quemen ese lugar!)”. Sin duda, cada cual ostenta “una pátina distinta frente a la inclemencia de los días”90 El buen tiempo

Tal como en “La alcurnia extraviada”, la Juárez diurna es el espacio donde se reúne la “Vieja Guardia” que bebe tanto de día como de noche; sin embargo, aun cuando en ella se concentra una sociedad del pasado, ahora también alberga a una juventud en búsqueda de reconectarse con su ciudad perdida, con espacios que acogen al verdadero corazón de la ciudad, sin importar que sea a inicios de semana, justo cuando “Los bares del centro en Ciudad Juárez se dejan ver mejor”. La imagen que plasma Herrera es la de un hombre nostálgico ante sociedad arrebatada por el viento, pero más que nada la de un recorrido marcado por los recuerdos y el olvido, el cual se encuentra entre la transitoriedad del pretérito y el presente y la añoranza de sucesos gloriosos. Para mí la Juárez es el lugar donde el alcohol evidencia que la compañía es la mejor evocación de tiempos remotos, pues aun cuando el espacio solo es el espectador de encuentros ocultos, amorosos y confidencias recónditas, estas duran lo que la noche y se pierden, de manera que los bares –por siempre ahí, sean renovados o remotos– ceden al alcohol un sitio privilegiado de placer momentáneo.

Diana Varela

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