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5 julio, 2022

Category: Centro

Salomón en la cárcel de piedra

lunes, 01 octubre 2018 por juaritosliterario

Hace un par de años, la Sociedad de Escritores de Ciudad Juárez, A.C. presentó un libro más a todos los lectores de esta ciudad fronteriza. Letras al Margen. Antología VII  (2016) conglomera creaciones de diferentes voces con el objeto de deleitar, entretener y hacer viajar a través del tiempo. En esta sazón, Emilio Gutiérrez de Alba colabora con un texto que provee de los condimentos necesarios para despegar al mundo de la imaginación de tiempos ya ocurridos, emprender un viaje a un pasado no tan remoto y deambular a través de uno de los lugares más asistidos por la comunidad juarense. “Voceador”, título de la narración del periodista actualmente jubilado, de forma breve y concisa, recuenta la experiencia del pequeño Salomón como jefe múltiple policiaco por un día, premio que obtuvo debido a su dedicación como papelerito. La historia inicia con la mención de la crónica publicada por El Fronterizo sobre el homenaje que se le realizó a los Voceadores de la Prensa en abril de 1957, evento que liberó el terminado de las instalaciones del Estadio de Béisbol Infantil, localizado en el Parque Borunda. No obstante, el relato también se detiene en aspectos que la publicación dejaba fuera: la felicidad del niño Ismael Esparza Montañez al ejercer su papel de jefe policiaco por un día al estilo salomónico y liberar a un antiguo ferrocarrilero que había matado a su esposa y amante (situación que ocasionó una gran venta de periódicos).

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Lee aquí el relato

Si algo distingue la literatura de Gutiérrez de Alba es su pasión por Ciudad Juárez y sus habitantes que lo recibieron con gran amabilidad cuando emigró desde Torreón. En “Voceador” el autor hila la experiencia del pequeño Salomón en un espacio determinado de Juárez: la Comandancia Policial, también llamada Cárcel de piedra, a la cual llegó Ismael, de 12 años de edad, no como un presunto delincuente acusado por robo, homicidio, tráfico de drogas o violación, sino como el nuevo jefe policial. Es decir, la Cárcel de piedra, ubicada en la esquina de la avenida 16 de septiembre y la calle Oro, fue el espacio que el Gutiérrez de Alba construyó para que el protagonista se desenvolviera y se transformara en lo que toda su vida soñó, cargo que implicaba atender a la gente que llegara a quejarse o a pedir ayuda para sus familiares, así como de ordenar y liberar a presos según su criterio.

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El pasaje a la Cárcel de piedra me incita a pensar en el protagonismo que tuvo dicho lugar, no solo en este cuento sino en muchas otras historias reales, de “carne y hueso”, en experiencias que fueron vividas por cientos de personas y que hacen que el corazón bombee rápidamente al escucharlas. Si duda, este sitio resguarda un sinfín de anécdotas que logran la empatía en el receptor, pues invitan a la reflexión al contar las transgresiones de un contraventor, la estancia de muchos juarenses ahí, el dolor de padres, esposas e hijos que sufren el encarcelamiento de sus familiares, la pérdida de un ser querido, las injusticias cometidas por los empleados, o la manera en que un infante hizo realidad su sueño de ser policía. El relato de Gutiérrez de Alba forma parte de esos textos que contribuyen a recrear, crudamente, lo que fue Ciudad Juárez.

Ximena Guadián Salas

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en 16 de Septiembre, Centro, Ciudad
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Juárez fantástico

lunes, 17 septiembre 2018 por juaritosliterario

Nacido en León, Guanajuato, Eduardo Antonio Parra es un autor mexicano mayormente conocido por sus cuentos, muchos de los cuales han sido publicados como colaboraciones en antologías. Lo relevante sobre su escritura, al menos para mí porque fue la manera en que lo descubrí, llegó en el año del 2000 cuando ganó el Premio Internacional de cuento Juan Rulfo con Nadie los vio salir. Dicho relato (o noveleta) trata sobre una sexoservidora durante una noche de trabajo cualquiera, o eso parece. La narración nos adentra en “los barrios bajos” de nuestra ciudad, mientras nos describe un día cualquiera dentro de una cantina donde el amor se vende barato. Su tema, en general, puede aparentemente ser eso mismo, lo que me llevó en un primer momento a encasillarla como una novelle cercana al thriller, pero lo cierto es que, conforme se desarrolla la trama, uno se da cuenta que pertenece por completo al género fantástico. Como lo leen, ¡fantástico! ¿Quién decía que Ciudad Juárez no podía contener algo sobrenatural? Pues Eduardo Antonio Parra lo recrea con diferentes imágenes cotidianas para los fronterizos, con esos sitios emblemáticos de los que todos hablan pero que pocos se atreven a visitar. Así, de la mano de esta prostituta cuyo nombre jamás queda claro, conocemos el bajo mundo de los congales juarenses.

157 Parra Nadie los vio

Lee aquí el relato

Si bien algunos aspectos mencionados por la narradora pueden ocurrir en cualquier ciudad, su parecido con la imagen de Juárez vuelve casi imposible que se trate de una simple coincidencia. El lector puede imaginar fácilmente, por ejemplo, a los trabajadores de las maquilas saliendo en tropel hacia los camiones que los llevarán a sus casas un viernes por la tarde, a pocas horas de que se oculte el sol ardiente sobre sus cabezas. No se necesita avanzar demasiado para vislumbrar el panorama. Unas cuantas páginas son suficientes para plasmar el entorno aludido: ese congal, una cantina de mala muerte con humos espesos de cigarros extintos y olor a cerveza rancia por el paso de los días. Parra no menciona, en ningún momento, el sitio concreto, pero todo aquel que conoció o escuchó algo sobre la Mariscal, tiene una idea de cómo era el interior. El establecimiento en el que la protagonista y sus conocidos se encuentran puede ser cualquier bar o cantina; por ello, los personajes y sus diálogos se vuelven fundamentales, pues son el factor que da el “efecto Juárez” a la noveleta.

157 Diana Ginez Bikinis

Al releer el libro (en un viaje hacia el Centro), me vi en la necesidad de regresar a la calle, pues aunque no se mencione de forma textual, la imagen descrita por Parra posee ese aire misterioso y lleno de morbo que provocaba en el instinto materno alejar rápidamente a sus hijos de la zona y así evitar que hicieran contacto visual con quienes ahí laboraban. Lo que queda de la antigua Mariscal aún resalta por sus paredes gastadas que encierran humos y secretos, y contiene esa magia que Nadie los vio salir muestra. Todavía en la Juárez resulta sencillo ver a un par de extraños, unos “gringos”, entrar y salir por las mórbidas puertas en busca de diversión momentánea y cervezas baratas. El ambiente es el mismo pese a que los años han pasado. Sin importar las reestructuraciones que el gobierno haga a la zona, siempre estará poblada de cantinas, bares y calles en las que tropezamos al mínimo descuido. Este espacio, el cual se ha configurado como un emblema de la ciudad, no dejará en ningún momento de ser parte de nuestras vidas, de los recuerdos que tenemos del centro histórico, y de ese imaginario que, sobre todo en autores foráneos, continúa permeando la idea de un Juárez fantástico.

Zaira Selene Montes Guzmán

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en Avenida Juárez, Bar, Centro, La Mariscal
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Núñez in love

lunes, 12 marzo 2018 por juaritosliterario

Historias de bares, ¿quién no tiene una que contar? Sea o no suya, pero, más importante, ¿a quién no le gustan? Entretienen y sabemos que en algún momento vamos a reírnos de esas tonterías de borrachos tan acordes con estos lugares. Sin embargo, no todas las historias son cómicas, como en el caso del cuento de Rubén Moreno Valenzuela titulado “Ciertas luces”, el cual se incluye en Rio Bravo Blues (2003). El relato, en un ambiente serio, nos muestra a un agente Núñez, enamorado de una jovencita bailarina del bar que frecuentaba. El suceso lo cuenta un tercero en algún bar de Ciudad Juárez. Nos advierte, o a aquel a quien le cuenta la historia, que no es el mismo Núñez sino uno anterior (de 1973): “Un Núñez sagaz, intuitivo, astuto, que exhibe sin prepotencia su autoridad”, uno más joven. Qué maravilla, un relato de cantina que incluye a un periodista y a un policía judicial del estado “adscrito a la Comandancia de Juárez. Homicidios y Lesiones”. ¿Qué pasa con esta “chavalita media loca que era bailarina del Lux”? ¿Por qué trabaja en ese bar? ¿Por qué está con Núñez? Y más importante aún, ¿por qué vale la pena oír Núñez in love, llamada así la anécdota por quien la cuenta? ¿Y por qué lo investigan?

94 MorenoV - Rio Bravo blues

Lee aquí el cuento

La historia del cuento descubre, poco a poco, una ciudad donde la “leyenda negra” aún se dejaba ver, allá por 1973. El bar Lux aparece, según las palabras del narrador Figuerola, como un lugar de esplendor y siempre atiborrado de clientes. Popularidad que puede explicarse gracias a su ubicación: justo en la esquina que forman la Avenida Juárez y la calle Tlaxcala, a unos pasos del puente internacional, lugar donde hoy se encuentra el Mariachi Bar Restaurant, a un lado del famoso Open Bar. Luzina, la joven bailarina, entrevé, casi a tropiezos y bajo la lluvia, un gran tramo del centro de antaño, pues corre desde la antigua cárcel municipal en la calle Libertad hasta una vecindad de la colonia Bellavista. El relato de Rubén Moreno, siendo el tramado urbano su inspiración, transporta a sus lectores –transeúntes o conductores–  a un espacio que ya solo existe en la memoria de los más viejos, como el mismo Figuerola lo nota; donde el blues acompañaba historias de amor entre bailarinas y agentes de la policía.

138 Bar Lux

Al recorrer a través de la lectura las calles y avenidas de aquel Juárez de antaño, la ciudad que nunca duerme, desearía que no se hubiera terminado su esplendor. Un deseo avivado por los múltiples comentarios de personas conocidas que aún recuerdan con alegría aquellos bares, antros, cabarets, casinos, restaurantes, salones de baile y hoteles donde la noche cobraba vida (¿»Vampiros todos que veneran a su Madre La Noche»?). No obstante, para mí esta sigue siendo una localidad llena de sitios por conocer, los cuales muestran su gran riqueza cultural. Por lo pronto, cuentos como este en los que la memoria apremia, sirven para situarme, siguiendo las palabras del mismo autor, “en la mitad del puente entre la realidad y la irrealidad. Una zona que permite a los textos múltiples lecturas. Un ámbito que comparten el Sueño y la Historia, el Mito y el Hombre.”

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Crédito de fotografía: José Luis González Palacios

Luis Alonso Gómez García

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en Avenida Juárez, Bar, Bellavista, Centro
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A las dunas

martes, 16 enero 2018 por juaritosliterario

En 1994, Ediciones del Azar publicó Callejón Sucre y otros relatos, una serie de textos que abordan la realidad de la vida en Ciudad Juárez. El libro, escrito por Rosario Sanmiguel, quien también ha ejercido como traductora, editora, docente y directora de talleres literarios y de revistas, actualmente se encuentra en la colección Paso del Norte, bajo el sello de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Ediciones Eón, el Colegio de la Frontera Norte y Center for Latin American Studies. En el 2008 apareció su edición en inglés, a cargo de John Pluecker, con el título Under the bridge: stories from the border.  La autora nació en el pueblo Manuel Benavides, Chihuahua; no obstante, desde pequeña vivió en la frontera, donde la actividad nocturna forma parte de la cotidianidad de su gente, tal como se muestra en “Un silencio muy largo”. En este cuento los bares representan el escenario principal, y desde ellos se narra la historia de Francis, una chica que decide terminar su larga relación con Alberto. Así, Las Dunas y el Coco-Drilo aparecen como aquellos lugares que siempre tienen algo que contar.

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El relato gira en torno a un bar, sitio que en muchas ocasiones llega a verse de manera negativa. En lo personal se me dificultó imaginar que este lugar fuera la fuente de inspiración para muchos escritores juarenses, entre ellos Sanmiguel. No obstante, la autora toma de esta ciudad un espacio común y sencillo –ese en donde las personas pueden olvidar su día a día o simplemente matar el tiempo– y lo convierte en el escenario idóneo para desarrollar sus personajes y anécdotas, tal como ella misma lo señala en una entrevista: “la frontera es, en mi escritura, una condición inseparable de la vida que imagino para mis personajes […] Me considero una escritora realista, una que se nutre de la realidad verdadera para construir otra, que aunque ficticia no es menos real que la que palpita más allá de las páginas que escribo.” Las Dunas y el Coco-Drilo, por ejemplo, concentran el espíritu que por muchos años predominó en Ciudad Juárez, tanto en hombres como en mujeres.

126 fb

Lee aquí la traducción de cuento

Quizá el ambiente nocturno en esta frontera haya tomado algunos giros respecto a la última década del siglo pasado; sin embargo, las salidas a bares y cantinas continúan siendo comunes no solo para los juarenses, sino para gente de todas partes que busca pasar el rato. Si bien en un principio me extrañó que el bar se erigiera como punto principal del relato, su uso resulta bastante evidente y eficiente en cuanto a la empatía que el lector pueda lograr con los personajes. Esto debido a que los momentos que pasamos en estos sitios suelen enmarcarse en la idea de olvidar lo que está afuera, de sentir que te desconectas del mundo, aunque sea solo por unas horas y se sepa que tarde o temprano hay que regresar de Las Dunas y plantarse de nuevo en la realidad.

132 Av Juarez

Mayra Fabiola Mendoza Muñiz

narrativasiglo XX
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Cielo color durazno

domingo, 26 noviembre 2017 por juaritosliterario

¿Cuándo fue la última vez que recorrí las calles de mi vecindario o colonia simplemente para escuchar mis pensamientos? Durante mis primeros días en Ciudad Juárez las referencias sobre el viejo centro no fueron muy agradables, así que cuando comencé a leer el cuento “Paisaje en verano” la sensación fue de confidencia hacia Cecilia, la protagonista, pues me emocionaba seguir de cerca sus sentimientos y cavilaciones al caminar por esta área de la urbe. Rosario Sanmiguel es autora del libro de ensayos – aún inédito– De la historia a la ficción, la novela Árboles o apuntes de viaje (2007) y el cuentario Callejón Sucre y otros relatos (1994), en donde encontramos una relación de historias que permiten vislumbrar aspectos de la vida en la frontera. En el 2008 se publicó una edición en inglés de este último a cargo de John Pluecker, con el título Under the bridge: stories from the border. En el caso que aquí me ocupa –del que ya se ha escrito anteriormente–, la escritora narra la historia de una estudiante de secundaria con ideales, preocupaciones y una personalidad específicas: “su actitud hacia las autoridades de la escuela cambió. Si no eran capaces de escuchar no merecían respeto”. Bajo esta nueva forma de ser, un buen día Cecilia decidió salirse de la escuela para recorrer una de las zonas que probablemente todo juarense conoce, mientras imaginaba sus propios relatos que iba desarrollando conforme avanzaba por las calles citadinas.

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Lee aquí la traducción del cuento

Una de las calles que más me gusta es la 16 de Septiembre, incluso un día se me ocurrió preguntar si era tan antigua como yo pensaba, pues las fachadas de algunos de sus edificios me llamaban mucho la atención. Y sí. Esta avenida en algún momento se llamó calle del Comercio, hasta que Benito Juárez propuso que se cambiara su nombre por el que ahora lleva. Aquí encontramos la Secundaria Federal No. 1, “esa construcción ocrácea sitiada por la espesa fronda de álamos añosos” que funciona como el espacio narrativo principal de “Paisaje en verano”, pues funciona como el punto de enlace hacia otros sitios fundamentales como la zona céntrica. Sin duda, la lectura de este cuento provoca las ganas de recorrer de nuevo ese trayecto que seguramente todo juarense ha recorrido, pero esta vez consientes de la imaginación que se puede desprender de él al transitar por calles que son indispensables para conectar a la ciudad, como la avenida Insurgentes y la 5 de Mayo; el relato de Sanmiguel y las historias de Cecilia dan prueba de ello.

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Otro de los lugares que construyen el espacio narrativo es el Parque Borunda, inaugurado el 28 de febrero de 1941; ese lugar lleno de familias los domingos, donde se aprecian las nubes del cielo que se pintan de color durazno cuando comienza el atardecer, mientras los niños hacen línea para subirse a los juegos y los adultos esperan que les despachen un elote o un hot-dog. Rosario Sanmiguel tomó este sitio y sus calles aledañas para entregar un cuento que transmite ese anhelo de salir a pasear durante la hora dorada de la tarde para sentir la vida en la ciudad y ver cómo “El sol incendiaba el follaje de los árboles, quemaba los techos de las casas a la orilla del camino”.

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Sabina Victoria Díaz Salvador

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La frontera, un viaje sin regreso

viernes, 10 noviembre 2017 por juaritosliterario

Nadia Villafuerte nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 18 de agosto de 1978. Con estudios en periodismo y música, obtuvo la beca del FONCA en el programa Jóvenes Creadores 2003 y tres años después la de la Fundación para las Letras Mexicanas. Dentro de su producción literaria podemos encontrar títulos como Preludio (2002), Barcos en Houston (2005), ¿Te gusta el látex, cielo? (2008), Palabras mayores. Nuevas Narrativas Mexicana (2015), Presidente, por favor (2005) y la novela Por el lado salvaje. Uno de sus intereses temáticos recae en la cuestión del género, perspectiva que se refleja en “Botas Texanas”, relato compilado por Antonio Moreno en Road to Ciudad Juárez (2014). Aquí la autora habla sobre la naturaleza de una ciudad fronteriza que funciona como el escenario perfecto para que una mujer triste, pesimista y melancólica encuentre, aparte de sus botas texanas, un montón de cosas más: un uniforme de mesera, una peluca azul, un libro y un viaje que lo cambiará todo.

103 Villafuerte - Botas texanas

Lee aquí el relato

Villafuerte muestra una urbe “capaz de recibirte amorosamente y clavarte un cuchillo al dar la espalda”; es decir, el espacio que reconstruye se visualiza bajo una naturaleza dinámica, siempre en movimiento, pero con un aliento trágico insoslayable: “y de hecho, toda Juárez se me había revelado como una barranca en cuyos bordes florecían los buitres de carroña”. La protagonista se traslada por la zona céntrica, pasando por mercados, plazas y tiendas de segunda mano para comprar algunos artículos de interés a precios de oportunidad, entre ellos, el libro Cómo viajar sin mucha plata. Por la mañana, con sus olores, la ciudad se atesta de vida; sin embargo, con el comienzo de la obscuridad llegan sombras palpables de inseguridad, depravación y muerte. Todo esto propicia el escenario para que la protagonista, envuelta en sentimientos de soledad, aburrimiento y monotonía, encuentre el detonante perfecto para tropezar ¿accidentalmente? con su deceso. Irónicamente, la ciudad le ofrece un boleto para viajar de una forma en la que no necesitará plata ni equipaje.

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El escenario del texto se desenvuelve en la zona céntrica. No obstante, considero que la visión de este lugar va acorde con la depresión del personaje, es decir, solo se muestra lo peor de la ciudad. La autora resalta la imagen negativa de Ciudad Juárez (pero se queda un tanto corta con el ambiente real del centro, por ejemplo, no es cosa fácil encontrar pasteles de crema en la vía pública como sí lo sería la rebanada de flan con su fresa y adorno de crema batida enfrente de Catedral) y la complementa con el imaginario social que se ha creado en torno a ella para crear el escenario perfecto en el cual se desarrollará esta fatídica historia. La frontera se convierte, una vez más, en un espacio lleno de muerte y pesadillas, en donde el día de una chica que solo quiere pasar el tiempo y comprarse unas botas vaqueras puede terminar, de un momento a otro, en tragedia; o más bien, convertirse en un viaje sin regreso, como el de cientos de mujeres asesinadas en el desierto, hacia ese lugar en donde “cientos de fantasmas serpenteaban el Río Grande o el llano de Leteo o como se llamase”.

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José Ricardo Medina

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en Centro, Feminicidios, Frontera, Muerte
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Presión de la Post Guerra

jueves, 12 octubre 2017 por juaritosliterario

Es de saberse que un veterano de guerra, es decir, aquella persona que fue partícipe de un ejército armado y que combatió en el campo de batalla, tendrá cierto tipo de traumas, delirios o un comportamiento propio de alguien que asesinó personas a nombre ajeno o que cometió actos éticamente erróneos. Este es el caso mostrado en “Benito”, relato escrito por el juarense Rubén Moreno Valenzuela (1956), quien lanzó esta obra en el 2003 en Rio Bravo Blues junto con dos relatos más, bajo el sello editorial de Rancho las voces, de la cual él mismo es fundador. En el cuento, de corte policial, dos compañeros de combate atraviesan por una cruda etapa en la que el suicidio se perfila como una opción, camino que uno de ellos, el cabo Benito de la guarnición de la plaza, sí decide tomar, y, aunque Germán iba por el mismo sendero, por cuestiones de suerte finalmente no se inmola. Supongo que para quitarse la vida se debe estar pasando por una crisis severa, una gran depresión o experimentando un pesado remordimiento.

94 MorenoV - Rio Bravo blues

Lee aquí el cuento

Esta narración sucede a mediados de los 70’s en un departamento de una vecindad, donde habitan además otras personas con deberes u ocupaciones muy familiares al entorno de la colonia Bellavista, ubicada en la zona el centro de nuestro Juárez. En lo personal me lleva a pensar en que dentro de cada habitación o departamento existe un mundo o una historia totalmente distinta. En esos espacios tan íntimos se pueden incluso llevar a cabo diversos crímenes o atrocidades, torturas o violaciones, sin que el mundo que está fuera de esas paredes pueda darse cuenta y que, sin duda, son casos que se trascienden las ficciones. Así fue la gran sorpresa que se llevó el soldado Germán, al ver a su compañero Benito, colgado muerto de la regadera, sin que nadie de la vecindad se hubiese enterado. Ahora bien, se sabe que la literatura puede surgir de cualquier lugar, o más bien, ser inspirada por casi cualquier cosa, y este relato no es la excepción, pues se basa en la conversación que tiene un hombre con su compañero ya sin vida.

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La forma de vivir en una vecindad es la de un pequeño mundo donde todos los residentes de ese lugar conocen la vida o lo que ocurre en la habitación contigua, como suele ocurrir entre las comadres y los imprescindibles chismes, y que bien se demuestra en “Benito”: “El primer cuarto es el de doña Panchita, luego sigue el mío… El tercero corresponde a Mague, la amasia de Benito, enseguida está el del viejo que todas las noches sale a la Avenida Juárez vestido con un traje de pachuco… El otro cuarto es de Yola, la maquiladora, y del huevón que mantiene; y el último pertenece a la maestra jubilada”. La disposición del inmueble muestra que en una vecindad todo es del dominio público. Personalmente, cuando transito las calles del centro y observo los edificios viejos y abandonados, que por cierto abundan en esa zona, me es inevitable pensar que dentro de esas instalaciones ocurre algo que el mundo exterior ignora por completo; quizá esté ahí uno o varios cuerpos que en vida tuvieron malas decisiones y pagaron por esos actos, justamente como el Cabo Benito, quien además de formar parte de masacres en el ejército, tenía en su corazón una vecindad en la que cabía más de una persona.

120 Noche triste 70s

Tomás Saucedo

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  • Publicado en Bellavista, Centro, Vida cotidiana
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La silueta en el Parque Borunda

jueves, 21 septiembre 2017 por juaritosliterario

Hay a mi parecer tres facetas creativas de la crítica en la literatura. La primera será la académica y, por tanto, la que menos impacto tiene puesto que quienes la leen son sus mismos miembros. Luego viene el comentario o ensayo de opinión con mayor alcance, pero circundado por el prejuicio, el compadrazgo y la mentira de los mismos reseñistas o “críticos” que, en general, cumplen con el propósito de vender el libro. Al final tenemos la crítica desde la ficción, a mi gusto la más efectiva. Como lector, uno deposita su confianza en la verdad de las palabras. Cuando un libro parodia, ironiza o desestabiliza un discurso literario imperante pone a prueba al mismo lenguaje. De esta manera uno puede darse cuenta si determinada manifestación artística sigue funcionando o no. Esta tarea que parece descomunal y compleja es la que se propone, de manera genial, Garabato (2014), la última y más ambiciosa novela de Willivaldo Delgadillo.

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Lee aquí la primera edición

Garabato no solo es la reconstrucción espacial, histórica y social de Ciudad Juárez, sino un retrato sobre su cultura, sobre las peripecias de su literatura y sobre el mismo discurso que la rodea. Esto lo encuentro en su estructura narrativa. La novela se divide en dos partes: las peripecias de Basilio Muñoz en un congreso de literatura celebrado en Berlín donde sobresale la ausencia del novelista juarense más reconocido, Billy Garabato. Sus tres novelas son la efigie de cierta escritura practicada con menos audacia en Ciudad Juárez. No me desengaño del todo y pienso que el autor juega con las discusiones tan efímeras, pero en boga, sobre la cuestión de la literatura del norte y más humildemente la juarense. El mismo nombre de Billy Garabato representa esta unión de dos puntos de vista. Por un lado, existe una escritura más hermética, simbólica si se quiere, ajena al contexto espacial de esta localidad en donde el más claro ejemplo es el mismo Willivaldo Delgadillo en sus novelas anteriores (Garabato será precisamente su primer retrato literario de Juárez). Por otro lado, despunta una producción más vinculada a la literatura del narcotráfico, que sufre este estigma de ser “menos literaria”, que carece de reflexión sobre sí misma, pero que está repleta de acción y otras virtudes más “perezosas”, artísticamente hablando (cuestión de gustos). Del último ejemplo, nuestra frontera puede ofrecer varios ejemplos desafortunados que me ahorro enumerar. Sin embargo, es por ello que el nombre del célebre novelista, Billy, los funde y el narrador se permite parodiar sus discursos. Nace así el “garabato”, fisión entre literatura y periodismo. Hay quien puede ver en el caos de un trazado irregular una suerte de belleza.

117 Escritura violenciaY sobre periodistas trata el primer ejercicio novelístico de Billy Garabato. “De alba roja” narra las desventuras de Pep, quien trabaja como fotógrafo para El diario de la frontera. Luego de una llamada que lo dirige hacia un cadáver en las afueras de Juárez, Pep toma una serie de fotografías que serán el spotlight del día siguiente: Muerte en las dunas. Después vendrá la mala suerte, ya que la policía señala que el cadáver ha “desaparecido”. Esto último traerá como consecuencia una segunda desaparición: la del propio protagonista, que sale de vacaciones (forzadas) y se encuentra a su regreso con la noticia de su desvanecimiento. No cuento más. Lo que pretende explorar Garabato en esta primera propuesta no es el elemento violento, sino una denuncia a ciertas prácticas del periodismo no solo local: el reportero se juega, además de la vida, su identidad. Asimismo, señala esta deshumanización en el quehacer periodístico, su falta de ética. Entonces, “De alba roja” describe a un hombre que contempla su propia desaparición: los medios mismos se encargan de “desaparecerlo”.

117 José Luis González - Walter GarcíaLa ciudad no le perdona a Pep su partida. Los conflictos involuntarios y azarosos lo llevarán a buscar un proceso de “abandono” de sí, pero también de deserción de “los territorios invisibles”. El inicio del capítulo 11 de la primera novela corta incluida en Garabato destaca por su melancolía, puesto que para desprenderse de sí, de su historia, del tiempo y espacio que lo contienen y lo han “desaparecido”, Pep debe trascender su pasado por medio de los recuerdos de la infancia. En su condición de fantasma, la ciudad le abruma con sus murmullos: “Anduvo por las aceras del centro escuchando las voces de las personas. Algunos se dirigían a él para ofrecerle algún servicio o vendimia. Los taxistas murmuraban los nombres de prostíbulos y casas de masaje”. Aquí las cosas han perdido ya su nombre. Tienen ese hálito de espectro, de anonimato, de soledad: “Escuchó la música que salía de tugurios, las risas de las mujeres que pasaban a su lado y las invitaciones de las pupilas a la puerta de los hoteles de mala muerte”. Entonces Pep sigue caminando. Y recuerda. Recuerda una caja que guarda su vida, sus primeros pasos, su día de bautismo, una tarde en el circo, la primera comunión, esa figura infantil en el Parque Borunda que sostiene un algodón de azúcar. Toda su infancia contenida en un libro amarillento. Todos los que fue él y ya no es. Salir de esta cárcel de papel amarillo y viejo es lo que busca Pep para encontrar una trascendencia esperanzadora que ya no será narrada.

117 José Luis González – Algodón

Crédito de fotografía: José Luis González 

Antonio Rubio

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en Centro, Ciudad, Narcotráfico, Parque Borunda
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Borunda: parque, historia y leyenda

viernes, 15 septiembre 2017 por juaritosliterario

Reflexionar sobre la identidad juarense implica hablar de lugares que todo miembro de la comunidad reconoce; el Parque Borunda es uno de ellos, pues con más de 70 años de antigüedad continúa albergando cientos de sonrisas a diario. Se inauguró en febrero de 1941 en honor al alcalde José Borunda Escorza, asesinado tres años antes. Y esta es la historia que Blas García Flores nos relata en el cuento “Parque Borunda”, el cual forma parte de Carta del Apóstol San Blas a los parralenses (2010). Aquí, el autor hace un recuento de todo lo sucedido la mañana de la explosión tomando como protagonista no al efímero Presidente Municipal (solo duró tres meses en el gobierno) sino a la otra víctima de este atentado, una, dirían ahora, colateral: el conserje y mensajero de la presidencia, Domingo Barraza.

116 GarciaF - Carta apostol Blas

Lee aquí el cuento

La narración se divide en tres secciones. La primera describe el paso a paso de la mañana de Barraza hasta el momento en que estalló la bomba en el despacho del alcalde aquel 1º de abril de 1938. De aquí destaco la aparición de su hija, Claudia Delfina, pues existe la leyenda –o al menos así lo cuenta Don Chendo en sus recorridos dominicales por la vieja presidencia– de que esta niña murió de tristeza tiempo después y aún toca la puerta del Centro Municipal de las Artes buscando a su padre, sin soltar la muñeca que este le había regalado por su cumpleaños. Debo confesar que tras leer las líneas iniciales del relato me emocionó pensar que por fin había encontrado esta historia en un registro textual… sin embargo, todo quedo ahí. La segunda parte es una descripción de las dificultades que tuvo el funerario al reconstruir los cuerpos de Borunda y Barraza: “Perches comentaba a sus amigos que Domingo Barraza tenía el funeral que seguramente no merecía, pero que le había tocado”, por aquello de las confusiones al armar de nuevo, pedazo por pedazo, a ambos individuos. Por último, se incluye la declaración de varias personas que vivieron de cerca el atentando y conocían de alguna manera a las víctimas.

116 Palacio Municipal 50s

Un aspecto interesante del cuento radica en que el autor va introduciendo, a través de la cotidianidad matutina del conserje y de los relatos de estos últimos personajes, datos específicos e históricos que contextualizan el ambiente –incluso político y nacional– en que se dio este terrible suceso (justo dos semanas antes Lázaro Cárdenas había declarado la expropiación petrolera). Sin embargo, a pesar de todo tipo de suposición política, el asesinato del presidente José Borunda –quien pertenecía al Bloque Izquierdista del Norte, que luego formó parte del Partido de la Revolución Mexicana– jamás se resolvió, o si se hizo nunca se compartió la información. Lo único que nos queda, y con esto termina el relato del García, “es un parque que lleva su nombre donde venden hot dogs y los mejores elotes de la ciudad.” Como se ve, el título del texto resulta un tanto engañoso, pues toda la acción ocurre en el centro de la ciudad y al espacio que aquí nos ocupa en realidad solo le dedica las últimas tres líneas; no obstante, eso que nos quedó representa uno de los lugares más importantes que como juarenses podemos presumir.

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Ahora bien, la verdad es que ya desde la administración de Borunda se estaba trabajando en la emancipación de algunos terrenos para construir un centro recreativo. Su sucesor Octavio Escobar se encargó de completar la tarea y en marzo de 1939 se indemnizó a los propietarios para la edificación del campo deportivo “José Borunda E.” (que inicio con una alberca olímpica) en honor al fallecido personaje y en reconocimiento por haber iniciado la obra. Fue el joven Teófilo Borunda quien lo inauguró oficialmente el 28 de febrero de 1941. Poco a poco los espacios aledaños se fueron construyendo: la Secundara Federal no. 1 se instaló, por ejemplo, en 1947, la Biblioteca Tolentino, la Estación de bomberos no. 2, el Auditorio Benito Juárez, el Jardín de Niños Agustín Melgar y los Burritos Tony, un par de años después. Sin duda, al igual que el Parque Central y el Chamizal, este centro de convivio y recreación constituye uno de los pulmones por los que respira Ciudad Juárez.

116 Borunda quiosco

Amalia Rodríguez

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en Centro, Parque, Parque Borunda, Presidencia Municipal
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A través de los pies y la imaginación

domingo, 10 septiembre 2017 por juaritosliterario

En esta ocasión me centraré en dos actividades paralelas que conjugan la esencia de nuestras rutas literarias. Sabemos que a veces necesitamos salir a tomar aire para destrabar nuestra mente. La idea de que caminar nos hace pensar mejor o de forma diferente se encuentra profundamente arraigada desde hace muchos años; son incontables las personas (filósofos, científicos y artistas) que han practicado esta costumbre o estrategia para llevar a buen fin sus proyectos o ideas. Ahí tenemos la escuela peripatética de Aristóteles, cuyo método de enseñanza partía de paseos alrededor del Liceo en las afueras de Atenas; o a Baudelaire, el mayor representante del flâneur, aquel paseante burgués de las calles de París en el siglo XIX, la figura esencial, en palabras de Benjamin, del espectador moderno: “Su ojo abierto, su oído preparado, buscan otra cosa distinta a la que la muchedumbre viene a ver”; o a Rosario Sanmiguel en esta frontera.

115 Notas secundaria

Los siete textos que conforman Callejón Sucre y otros relatos (1994) de la escritora juarense tienen la particularidad de provocar que el lector entre en el interior de los personajes –en su mayoría femeninos– y recorra junto a ellos nuestra ciudad. “Paisaje en verano” contiene y concretiza a la perfección esta idea; no hay mejor ejemplo para mostrar cómo al caminar la mente y el cuerpo trabajan en conjunto, por lo que el pensamiento se vuelve un acto casi físico, rítmico.

72 Sanmiguel - Callejon Sucre

Lee aquí el cuentario

El cuento comienza un momento antes de que Cecilia y la Gorda Molinar emprendan el camino de la Secundaria Federal No. 1 hacia sus casas, a la colonia Burócratas y Las Palmas, respectivamente, cruzando el parque Borunda con dirección hacia la Insurgentes. Una vez sola, Cecilia “ajena al ruidoso tráfico de carros y caminantes, la solitaria caminata se transformaba en una travesía imaginaria”. Así, con un cambio tipográfico, Sanmiguel introduce, en cursivas, fragmentos de las historias imaginadas por la niña; relatos con un alto grado significativo sobre los cambios (físicos y emocionales) que todo adolescente experimenta. Caminar, entonces, también sirve para escapar de nuestra realidad por momentos; es una forma de liberación. Cecilia pasaba por esa época tan turbulenta de la vida –el cuento gira en torno a la llegada de su menstruación–  en la que uno quiere agotar, dice Sanmiguel, “el mundo en un día”, en la que se busca, a través de lo que sea, la comprensión “de la vida… de sus leyes y su razón de ser”. Así, con cada paso que daba, ella descubría nuevas situaciones, sensaciones y sentimientos, unos positivos y otros no.

115 Secundaria Federal

La actitud de Cecilia también cambia. Un día, tras hacerse responsable de una broma a la maestra, la expulsan del salón. En lugar de esperar la próxima clase decide ir a recorrer las calles del centro, aquel lugar “donde el mundo, según su joven percepción, no estaba regido por ley o autoridad alguna que le impidiera sentirse libre”. Recorrió toda la 16 de Septiembre y a medida que avanzaba se sentía más libre; cuando cruzó la Cinco de Mayo –calle que divide a la ciudad en oriente y poniente– se concibió completamente dueña de sus pasos, tanto así que se animó a entrar al El Norteño, un viejo restaurant-bar ubicado en una callejuela próxima al puente, en donde “se entregó a la algazara de los gachupines que jugaban dominó, a la voracidad de los hombres, a la mirada oblicua de los trasnochados, a la mano extendida de los mendicantes que se acercaban hasta las mesas, a la desesperanza de los deportados”. Este tipo de paseos o caminatas también sirven para conocer y apropiarnos de la ciudad que habitamos; para descubrir esas cosas que a veces, por las prisas, pasan desapercibidas. Al final del relato, Cecilia vuelve a dar un paseo, ahora en bicicleta, lo cual siempre le proporcionaba una sensación liberadora… y fue justo ahí cuando, al ver a una perra parir, “sintió que de golpe develaba un misterio”.

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La narración de Sanmiguel abarca situaciones que cualquiera de nosotros ha experimentado. En lo personal, su lectura me transportó a mis años preparatorianos, pues igual que Cecilia prefería caminar –quizá no en pleno verano– desde la Prepa Central hasta mi casa en una época, claro, llena de trastabilleos, dudas y rebeldía. Sin duda, la cadencia al caminar genera un tipo de ritmo del pensar. Los paisajes transitados resuenan y estimulan nuestro pensamiento. “Paisaje en verano”, un grato recorrido que la autora nos transmite a través de los pies y la imaginación de Cecilia, comprueba que lo expuesto por Rebecca Solnit: “la mente es también una especie de paisaje y… el caminar es un modo de atravesarlo”.

Amalia Rodríguez

narrativasiglo XX
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  • Publicado en 16 de Septiembre, Centro, Vida cotidiana
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