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Publicaciones de la categoría: Catedral

El pachuco que camelló para sus carnales

29 Viernes Sep 2017

Posted by juaritosliterario in Catedral, Ciudad, Plaza de Armas

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narrativa, siglo XX

Pese a la temprana edad en la que se encontraba Alejandro Páez Varela cuando se publicó Tin Tan, la historia de un genio sin lámpara (1990), presenta una tesis en estado germinal que aún sigue trabajando en sus obras de madurez. La idea de un “país-de-en-medio” da cabida al desarrollo del mítico arquetipo del pachuco: la franja fronteriza, punto de encuentro y “cuna de la cultura que no es totalmente mexicana, y mucho menos norteamericana”. De tal suerte que la visión descentralizadora, característica del trabajo del autor, se cristaliza como un hilo que amalgama sus publicaciones. Este hecho es comprobable en su última novela, Oriundo Laredo (2016), donde se plasma una visión multicultural que constituye esa zona intermedia y que busca explicitar la vastedad de grupos raciales/sociales que coexisten en un mismo espacio.

119 Tin-tan centro

Según me parece, lo notable en la historia de un genio sin lámpara, además del esfuerzo que supone esbozar la imagen paradigmática de un personaje fronterizo a través de anécdotas, es el retrato de una Ciudad Juárez de época, donde los espacios se fusionan con la memoria, creando una imagen con tintes melancólicos: “todavía se recuerda las alas de las palomas aplaudiéndole a la Banda Municipal, cuando tocaba en el kiosco frente a la Catedral. Las palomas volaban del suelo a las dos torres y de las dos torres al techo del desaparecido kiosco”. La obra se compone de ocho capítulos y uno último que dedica a la urbe y a su gente. El trabajo documental homenajea a “un auténtico valor hecho en Ciudad Juárez; un arquitecto de grandezas”, como se lee en el prólogo.

119 PáezV - Tintan genio

Lee aquí la obra

“La intención no es biográfica”, advierte Páez Varela. Una observación que nos permite reconocer la auto-conciencia sobre las limitantes de su escrito, al tiempo que se aleja de la deseable objetividad en un texto con nociones biográficas, ya que atiborra el libro de constantes (y algunos verdaderamente innecesarios) enaltecimientos que dejan la sensación de estar leyendo al presidente del club de fans de Tin Tan. Por otra parte, la edición del libro por el H. Ayuntamiento del Municipio de Juárez deja qué desear, sobre todo, cuando se tiene que desandar lo andado porque los signos de puntuación alteran involuntariamente el sentido de las oraciones. Sin embargo, pasando por alto la verborrea y la incómoda distribución de los párrafos (que en realidad corresponden a una oración cada punto y aparte), el acercamiento a la vida del comediante gira en torno a lo sustancial de su figura: su trabajo y el legado que aun figura, no solo dentro del medio artístico, sino del ambiente fronterizo en la vecindad México-Estados Unidos. Hacia el noveno capítulo, la mirada se concentra enteramente en el espacio y quienes lo habitan; el eje central se localiza en monumentos y personajes, revelando la innegable realidad que, latente, conforma la identidad citadina. El armado de algunos pasajes tilda en lo poético sin llegar a lo exacerbado y es que, a fin de cuentas, la propuesta radica en algo más allá de los alcances de una semblanza: “Se intenta tocar, sentir y entender en un respiro, un corazón que palpitó 58 años ininterrumpidos de acción, de alegría, de hartas cosas”.

119 José Luis González - Desfile

Foto de José Luis González 

Un acierto innegable en la estructura del libro es su construcción a partir de anécdotas, rasgo que convierte la lectura en una conversación familiar gracias a la misma fluidez narrativa que ahora se puede leer en sus novelas. A la par que se retrata la personalidad del Pachuco de oro, funciona también como una memoria que reconstruye la infraestructura juarense de 1930-40 y da cuenta de lugares que ya no existen. Un ejemplo de ellos es el restaurante “La gota de leche” que se encontraba en la calle Vicente Guerrero. La anécdota que se refiere en el texto sitúa a Tin Tan como quien invita a comer a sus amigos, independientemente si tiene o no para pagar la comida, de ahí que, en alguna ocasión, se encontró con un niño de la calle y lo invitó a dicho local. Al finalizar los alimentos, Germán Valdés pretextó que el dinero estaba en el carro y debía ir por él; sin embargo, se retiró del lugar sin pagar.

119 Luis Antonio Rivera

Ilustración de Luis Antonio Rivera

La leyenda de este pintoresco personaje no solo se nutrió por su contribución a la época de oro del cine mexicano, sino también por la extrañeza que generaba, misma que fue atrayendo las miradas hacia la estrafalaria figura del pachuco. Para mantener fidelidad a los testimonios que recoge, Páez Varela conserva los registros lingüísticos fronterizos tal cual, por ello, palabras como parquear o guachar solidifican la idea de una personalidad labrada a la orilla del Río Bravo. Para dejar abierta la posibilidad de lectura a cualquier persona, el libro incluye un “pequeño diccionario” de la lengua fronteriza. El conjunto de estos elementos hace de Tin tan, la historia de un genio sin lámpara un texto que ayuda a entender la particularidad del icónico Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo y, además, la de los pachucos de hoy, seres fronterizos “que no solo eran unos desorientados, sino seres con una particularidad: la de ser ellos”.

119 Pachucos mercado

Laura Sarahí Robledo

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¿Qué desató la furia de los Mansos?

23 Miércoles Ago 2017

Posted by juaritosliterario in Catedral, Fundación, Misión de Guadalupe

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siglo XXI, teatro

Dentro del imaginario novohispano, el septentrión prometía grandes riquezas. La leyenda medieval de las siete ciudades se mezcló con la tradición oral prehispánica y los expedicionarios se dirigieron hacia esa región del virreinato en busca de las míticas ciudades de Cíbola y Quivira, abundantes en minas y ricas en oro y turquesas. Lejos de localizar tales maravillas, quienes se aventuraron hacia el norte, soldados, inversionistas y frailes franciscanos (cuya misión consistía en la evangelización de los naturales), hallaron un territorio árido, un río bravo y se encontraron de frente con los grupos que habitaban la región: zumanos, apaches, piros, janos, mansos, entre otros. En La furia de los Mansos, obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda del 2007 y publicada al siguiente año por el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, el juarense Edeberto “Pilo” Galindo recrea, a partir de documentos históricos,  el encuentro, la convivencia, la problemática de la evangelización y la rebelión de los indios mansos en contra de los españoles en la región del Paso del Norte.

113 Galindo - Furia mansos

Lee aquí la obra

La pieza se encuentra estructurada en un acto dividido en trece escenas, las cuales están distribuidas en dos periodos: antes y después de la construcción de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos. En ella, el dramaturgo realiza una reelaboración histórica de lo que sucedió en la región tomando momentos y acontecimientos específicos. Las primeras siete escenas abordan algunos pasajes sobre la desafortunada expedición de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, antesala de múltiples entradas al norte desde 1535 y de la toma posesión de la provincia de Nuevo México a finales del siglo XVI.

113 Ayala Arellano - Alvar

A partir de la escena VIII y hasta el final de la obra, la acción tiene como escenario de fondo la Misión (desde su fundación en 1659). En este segundo periodo, Pilo Galindo sitúa el conflicto del texto dramático y expone con crudeza la violencia con la que los indios mansos fueron sometidos por soldados y frailes, para trabajar o ser convertidos. La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos lleva este nombre porque fueron los miembros de esa etnia quienes la construyeron. En la obra, mientras los indios acarrean material para la construcción, un solado le pega a un niño. Los militares son sumamente crueles con los mansos; golpean a infantes y adultos por igual: con varas en la cara, latigazos en la espalda y puntapiés por no acatar alguna orden e incluso llegan a matarlos a golpes por robar un par de mazorcas. Aunque la acción más atroz que se propone para la escena son las “perradas”, en las que mastines persiguen, aterrorizan y matan a los indios solo para divertir al ejército. La muerte de un pequeño que es destrozado por los animales será parte del detonante de la rebelión por venir.

113 Tom Lea soldados

Aunque algunos frailes no ven con buenos ojos el maltrato infringido por los soldados, también tratan a los mansos como servidumbre. Siempre y cuando se convirtieran, los frailes les ofrecen alimento y trabajo;  mientras que aquellos que resisten la conversión son perseguidos y calificados de malos, salvajes, paganos y traidores. El proceso de evangelización que recrea Galindo es bastante cruel. En la escena XII, “La conversión de los mansos”, la acotación indica que en el escenario “un número bastante regular de indos mansos están colgados. Han sido pasados por la horca. Sus cuerpos se mecen pesados. Otra cantidad de mansos observan atónicos el dantesco espectáculo. Dos cabezas arrancadas de sus cuerpos se observan en picotas a la vista de todos”. Mientras que un fraile, sobre el templete de la orca, dice “¡Este es el juicio del mundo, el castigo de Dios para todos los infieles y para todos los hostiles que se niegan a abrazar y venerar la santa cruz! ¡Para todos los paganos y rebeldes que prefieren seguir la idolatría a Satanás!” (84).

113 Tom Lea Franciscan

A pesar de la situación, muchos indios resistieron la conversión. Galindo le otorga gran fuerza a un personaje, Chiquito, un indio manso que “apenas  aparece en las crónicas de aquellos años y [de quien] existen pocos datos”, pero quien, se dice, organizó la primera rebelión del norte contra la evangelización. Chiquito reniega de Dios, pero desea la paz y seguir cantando a Himama-pao, la luna. Sorpresivamente, los frailes aceptan. Más adelante, cuando una madre quiere recoger el cuerpo de su hijo que está entre los colgados y no la dejan, Chiquito se aparece, reclama y enfrenta a los frailes: “Dios tuyo malo… Dios tuyo no quiere manso… Dios tuyo mata manso… Manso mata Dios…”. También reclama la promesa de paz que los frailes habían hecho, evidenciando su falsedad e incongruencia. Chiquito no quiere besar la cruz porque los frailes han abusado demasiados de ellos: “Manso acá… manso allá… manso trai esto … manso ve … manso viene … manso levanta … manso deja … manso no come… y manso siempre hace y siempre deja… y levanta y lleva … manso siempre caso, siempre mico, siempre bueno … siempre manso” (88). El reclamo se extiende: “¡Y tú siempre pega manso … mata hija … hermano … mujer, mata niño!” (89), porque no es cierto que el dios de los frailes, ni los frailes mismos los quieran, porque los mansos están cansados de tanta servidumbre, de tanto abuso. En ese momento, “Los frailes se asustan e intentan replegarse en dirección de la Misión de Guadalupe… Chiquito extrae de su ropa un cuchillo de hoja grande de pedernal”. Chiquito degüella a uno de los frailes y tomando la cruz de palo, injuria: “Dios no quiere manso… manso no quiere Dios. Dios mata manso… (rompe con su pie la cruz de palo) manso mata Dios…!”. Esta violencia representa la furia de los mansos, nombre que, como apunta el autor, se volvería una contradicción.

113 Canfield - El encuentro

En la obra de Galindo, la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos es un lugar en proceso de construcción, levantado en un tiempo que nos parece lejano. Un espacio cargado de violencia, símbolo de muchas conquistas. La Historia nos cuenta que  la Misión se asentó en uno de los pasos estratégicos para los españoles del siglo XVII y creció hasta convertirse en una de las más importantes de toda la región. Se fundó en 1659; la construcción de la capilla finalizó en 1668. Es el templo más antiguo que existe en el norte de México y es la “piedra angular de lo que hoy es Ciudad Juárez”. Anexa al templo, se construyó la Catedral, consagrada hasta 1941.

113 Mision antiguo palacio

La furia de los mansos, como toda obra dramática, fue escrita para ser representada. Sin embargo presenta un reto para cualquier director que quiera montarla. Me encantaría ver cómo se resuelven algunas cuestiones técnicas, de escenografía y representación. Por ejemplo, marcar las diferentes épocas, el número tan alto de personajes que intervienen, las cabelleras escalpadas, animales devorados, carros de carga y caravanas, perros que destrozan a un pequeño, los cuerpos de los ahorcados,  la construcción de la Misión. En suma, es una obra  maravillosa, que sorprende por la agilidad con la que las escenas se suceden y van creando un panorama histórico en la mente del espectador; además de que explora un tema poco llevado al teatro que es la problemática de la evangelización en la zona norte de nuestro país.

Almendra Ochoa

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