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Publicaciones de la categoría: El Paso

La infancia a DIARIO

10 Sábado Ago 2019

Posted by juaritosliterario in Ciudad, El Paso, Lenguaje, Vida cotidiana

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narrativa, siglo XXI

Julia asiste a la primaria en donde sus compañeras se burlan porque los diarios han pasado de moda: “eso es de viejitas o de señoras aburridas”. A ella poco le importa; escribe porque sí, bajo un solo pacto: “Yo, aquí en este diario, voy a decir la verdad y me voy a oponer a ella. He / di / cho.” A veces solo espera que se acabe la jornada para que, al caer la noche, anote lo acontecido. Pero a veces hay días sin interés, así que cuando abre el diario “creo que no hay de qué escribir y termino escribiendo más que nunca. Es que hay historias que no se planean, salen nomás, salen de tus dedos con energía de rayo y de pronto no puedes parar de escribir. Es como si alguien te dictara párrafos enteros de tu vida y tu escribequetescribe”. La historia contenida en la novela Todo eso es yo, en cambio, se encuentra bien meditada y apunta hacia diferentes niveles o instancias de tránsito: de la infancia a la adolescencia, en el caso de la protagonista, quien pregunta, duda, revienta de coraje, se encierra y experimenta el despertar sexual; de la convivencia en las calles, junto con los vecinos en la cuadra, al temor ciudadano en el que se sumergió (sumergieron) Ciudad Juárez hace apenas unos años; de la inocencia al pánico de heredar cierta dosis de maldad; de la residencia sin sobresaltos en este lado al refugio que algunos juarenses –solo unos pocos– hallaron en El Paso, lugar en donde termina la narración urdida por la escritora sonorense Sylvia Aguilar Zéleny.

186 AguilarZ - Todo eso es yo.jpg

Lee aquí la novela

Todo eso es yo recibió el Premio Nacional de Novela 2014, otorgado por el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes. En los prolegómenos, la autora, actual residente del otro lado de la frontera, en El Paso, agradece el apoyo del programa Creadores con Trayectoria otorgado por la Secretaría de Cultura Federal y el Instituto Sonorense de Cultura para poder escribir el texto. La lectura que más me convence y que le da sentido al libro entero es aquella que ubica al propio ejercicio creativo –es decir, a la redacción palabra tras palabra de un discurso que se dirige, en segunda persona, al “Querido diario”– en la médula de la composición literaria. Me parece que, en un contexto de exacerbada violencia, en donde la fatalidad se apila en nuestras calles, lo menos que uno puede hacer es cuestionarse sobre el alcance, respuesta y beneficio de lo que sea que uno haga… empleo, oficio u ocio. A esta simple labor, los narradores de Ciudad Juárez han suscrito novelas de alta complejidad, experimentales, no lineales ni en pos de una fábula secuenciada. Siembra de nubes de Oswaldo Zavala (2011), Los días y el polvo de Diego Ordaz (2011), Garabato de Willibaldo Delgadillo (2014) y El monstruo mundo de Azucena Hernández (2017) han hecho de la escritura –lo metaficcional– un pilar en sus composiciones, dudando de ella, poniéndola en crisis a la par de una realidad que se desmorona. Al inicio del tercer y último capítulo de Todo eso es yo, Julia ha extraviado su diario. “Un año entero perdido. Un año entero en páginas a la basura.” Su madre pensó que era peligroso, algún tipo de evidencia. “Y ahora empiezo esta libreta. Iba a escribirlo todo otra vez, todo lo que pasó. Lo de la colonia, lo de las elecciones [las del 2006]. Lo de Papá, claro, lo de Papá. Pero no tiene caso. No quiero volver a vivirlo. Porque escribir es volver a vivir, o eso decía mi maestra de quinto.”

186 AguilarZeleny.png

La novela corta también explora otros temas y técnicas, recurrentes en la prosa de Aguilar Zéleny, a partir del contacto entre la protagonista y su núcleo familiar y escolar. En la edición física, publicada por el gobierno de Tamaulipas a mediados de 2016, la tipografía se complementa con elementos gráficos –rayones, dibujos, una carta de tarot (la de la estrella) y hasta una fotografía– que ilustran con humor y frescura ciertos pasajes. Por otra parte, los personajes femeninos encarnan obsesiones y padecimientos: la mamá secunda a su marido, vive para él y le duele tanto lo ocurrido que se desentiende de sus hijos; la tía acalla y disimula, es buena con los suyos, pero su práctica del catolicismo coquetea con el fanatismo; la Bis pierde la memoria, sus capacidades disminuyen, día con día parece más una niña, al contrario de su bisnieta que no para de crecer, captar e interpelar a su enmarañado entorno: “¿Qué les hacen a las Muertas de Juárez para que queden sólo sus osamentas?” La relación con su hermano menor es entrañable; aunque ambos sienten miedo, ella no lo exterioriza. “No le digo nada. Acaricio la espalda de Willy y lo acomodo en mis brazos. A veces creo que yo soy su mamá.” La atracción por el mundo masculino queda bien reflejada a través de distintos personajes que le provocan inquietud y deseo: Pedro (amigo de la familia), el primo Jonas y Barry, el chico cool de Wiggs Middle School. La otra figura varonil es el padre de Julia, de quien se sabe poco e imaginamos mucho: “Mi Papá es un fantasma. Un fantasma que flota en la vida de mi Mamá. En la mía. En la de Willy.”

186 Casas abandonadas.jpg

Ciudad Juárez agoniza en Todo eso es yo, novela de crecimiento o iniciación que vapulea la infancia de una pequeña que lo va perdiendo todo. Aunque su campo de acción es, ciertamente limitado, ya que ocupa el interior de la casa y los espacios escolares, estos aparecen asediados por una fuerza exterior, similar a una bala perdida que silencia cualquier pulsión. Cuando su maestra fallece, “Nos dijeron como en todos lados dicen cuando matan a alguien: se murió. Sólo eso, se murió. En el frente de la escuela pusieron un gran moño negro, la verdad es que en muchos lugares de la ciudad hay moños negros, ¿quién hará esos moños negros? qué negociazo ha de ser.” De un día para otro los vecinos desaparecieron, no hicieron mudanza. “Ni pío hicieron”. Hasta dejaron al Califas, el gato que pronto se convirtió en la nueva mascota de Willy y Julia, hasta que ellos también tuvieron que dejarlo todo.

186 Califas.jpgUrani Montiel

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Una misión hacia El Chuco

21 Viernes Jun 2019

Posted by juaritosliterario in Cruce, El Paso, Frontera, La línea, Migración / llegada, Narcotráfico, Strip-club

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narrativa, siglo XXI

Bordeños es una novela corta escrita por Francisco Serratos en 2014, publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro. El texto retrata la historia de dos amigos: Faco y Polo (el primero, estudiante de arte; el segundo, un delincuente) que, después de estar muy unidos en su infancia, cada uno toma caminos diferentes, hasta que la vida los separa por completo. Una noche fría, muchos años después, los dos jóvenes se reencuentran. Polo, que se había convertido en todo un criminal (ayudaba a inmigrantes a cruzar ilegalmente a Estados Unidos), reconoce a su viejo amigo, que ahora era un estudiante de arte con mucha visión. Inmediato al reencuentro, terminan pasando la noche en un hotel con dos mujeres. A la mañana siguiente, se revela el conflicto central de la novela: Polo es amenazado por hombres armados que le exigen dinero que, según él, su jefe había robado; Faco conoce a Isamar, una chica colombiana que llegó a la frontera “de pasada” mientras juntaba dinero para cruzar al otro lado; Polo decide viajar a Seattle para huir de sus deudores, así que les pide ayuda a la improvisada pareja para encontrar un automóvil y escapar; después, Faco regresará a su vida normal e Isamar irá en busca de su prima en Estados Unidos.

182 Serratos bordenos.jpg

Lee aquí la novela

La novela tiene lugar en las ciudades vecinas: Juárez y El Paso. Como es costumbre, este tipo de relatos que ocurren entre estos dos espacios siempre incluyen a personajes que cumplen con el estereotipo del inmigrante que llega a Juárez “de pasada” mientras busca cómo cruzar la frontera. También aparece esa  otra cualidad muy visitada en la literatura fronteriza: el cruce ilegal de personas hacia Estados Unidos. En este caso, Polo encarna el papel del “pollero” que tiene contactos en todas partes y, a cambio de una no tan módica cantidad de dinero, puede cruzar personas sin ningún tipo de problema; Isamar, por su parte, adquiere el papel del inmigrante que, debido a su falta de documentos legales, tiene que trabajar en algún bar o haciendo cualquier tipo de actividad lucrativa, no siempre tan lícita, mientras consigue el dinero suficiente para embarcarse de lleno en el american dream. Desde luego, no siempre estos inmigrantes consiguen lo que quieren, al menos no tan fácil como Isamar, quien, finalmente, al ayudar a Polo, termina por beneficiarse a sí misma, aunque estuvo casi dos años trabajando en Juárez, embriagando clientes, “más si son gringos”.

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Bordeños es una novela corta y disfrutable, aunque no deja de contener rasgos estereotípicos de la literatura sobre Ciudad Juárez, la cual, casi como canon, siempre cae en dos tópicos: el narcotráfico y el cruce ilegal a Estados Unidos. Como la mayoría de los habitantes de esta ciudad, he cruzado a El Paso (legalmente, claro) desde muy temprana edad, y en más de una ocasión me ha tocado ver que retengan a alguna persona por no llevar documentos, o que salvajemente alguien irrumpa corriendo, intentando sortear a los oficiales de inmigración. Por ello, quizá la novela resulta tan cliché, porque es la realidad que se vive día a día en la frontera. También estoy seguro de que historias como las de Faco y Polo hay muchas, algunas menos exitosas que otras, pero dignas de ser plasmadas en papel por alguien que simplemente esté dispuesto a escuchar y a encontrar la literariedad en la vida real.

Armando Góngora Moreno
mayo, 2017

 

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Introspección en manada

28 Jueves Feb 2019

Posted by juaritosliterario in Avenida Juárez, carro, Cruce, El Paso, Frontera, Viaje

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narrativa, siglo XX

“¡Hay novelas que impactan hondo!”, grité a mitad del callejón. No obtuve respuesta y a nadie convencí, pero insisto y lo confirmo ahora que escribo la misma sentencia en silencio. Quizá el impacto sea incuestionable para el autor, sobre todo cuando explora el género autobiográfico, lugar idóneo para modelar, componer y ensayar versiones de un “yo” que coincide y se desdobla en el narrador protagonista, portavoz de la materia prima de su propio ser ficticio. La novela del estrafalario y polémico abogado chicano Óscar Zeta Acosta viene a cuento y sirve de ejemplo. Sobra decir que La autobiografía de un búfalo prieto, publicada originalmente en inglés en 1972, me gustó sobremanera; podría extenderme en palabras y horas para que todos la lean. Así que en estas líneas me ciño a la agenda de nuestro proyecto y de paso ofrezco unas notas en torno de la obra. ¿Cómo se construye la espacialidad juarense y qué funciones cumple en el entramado narrativo?

169 Oscar Zeta fotos.jpg

Lo primero a contextualizar es que estamos frente a una novela de viaje que ocurre específicamente a lo largo de la carretera (road novel). Inicio: San Francisco. Punto de llegada: El Paso/Ciudad Juárez. Motivo: hallar las raíces de la “pinche identidad”. Durante el trayecto, e incluso antes de que comience la travesía sobre el Plymouth verde modelo 65, Óscar va dejando al descubierto su personalidad, al grado de desnudarla por completo. Por medio de interlocuciones que sostiene consigo mismo, con un par de exóticas figuras que lo acompañan como sombras o con otros personajes, el Búfalo prieto da cuenta de su condición presente bajo el filtro de las circunstancias pretéritas. Pareciera que todo impulso a sus 33 años –tiempo de revelaciones y catarsis– fuera una reacción en cadena de sus primeros pasos en el Segundo Barrio, en El Paso, o de la transición de niño a adolescente vivida en Riverbank, California. “Con la cabeza llena de drogas estimulantes, el pene marchito y una lata en la mano, mis nudillos enrojecen a causa de la firmeza con la cual sostengo el volante mientras conduzco a toda prisa a través de las montañas y el desierto en busca de mi pasado…”.169 Plymouth 65 belvedere.jpg

Aún falta algo más para entender a este “indio salvaje que corre destruyendo frenéticamente todo lo que encuentra a su paso”. Los años 60’s, la década de la droga (dope decade) y sus ávidos consumidores: beatniks, hippies y snobs, a quienes nuestro bisonte remeda y desprecia. No así a los estupefacientes, o a cualquier tipo de sustancia que lo incite a continuar con el viaje, tanto el que se mide en millas como el que experimenta con anfetaminas y budweiser. De hecho, La autobiografía de un búfalo prieto vio la luz solo unos meses después que Miedo y asco en Las Vegas, del escritor Hunter S. Thompson, quien aparece como el personaje de King en la novela del chicano; mientras que la desaliñada figura de Óscar Zeta Acosta, con el alias del abogado Dr. Gonzo, recorre Las Vegas junto con el periodista Raoul Duke. Cuando la palabra escrita transmite el efecto o alcance de un psicotrópico debe afinar el punto de vista de quien cuenta, así como ajustar a detalle los referentes, ya que la correlación entre el significado y su imagen se desestabiliza y zarandea a merced del alucín. Todos los personajes secundarios en La autobiografía de un búfalo prieto sirven de retén y perspectiva para asimilar un mundo que se construye sobre sus propias referencias a medida que uno avanza en la lectura.

169 Acosta portada ingles

La versión al español, a cargo de Argelia Castillo Cano, apareció 22 años después del original, en la colección Paso del Norte, del sello editorial Grijalvo, la cual publicaba “libros representativos de una minoría étnica que busca una expresión propia… un lenguaje inédito, una forma de resistencia cultural a través de la literatura”. Existen otras traducciones al castellano que ahora cuentan con buena distribución en línea, pero con escaso tino al momento de las equivalencias de sentido. La editorial Traficante de sueños, por ejemplo, titula al libro como Autobiografía de un búfalo pardo. Esta selección sobre la paleta de color marrón deja fuera la etiqueta racial del brownie y, por tanto, el sentido crucial de la obra, el cual se evidencia cuando el protagonista cruza la frontera y entra a Ciudad Juárez. En cambio, ser prieto en México aún conserva el desprecio socarrón, cuando no la designación ofensiva.

169 Acosta - Autobiografia bufalo.jpg

Lee aquí la novela

Al final del camino, en el capítulo 16, Óscar llega en autobús a El Paso, “el lugar donde nací, para ver si podía encontrar ahí lo que estaba buscando. Aún quería saber quién era realmente yo”. Sale de la céntrica estación y deambula por una topografía emocional que apenas alcanza a distinguir. El viejo cine de barrio había cedido el predio para varios establecimientos de baratijas. Las calles Durango y San Francisco cambiaron su fisonomía. Tras contener el llanto frente a la casa donde alguna vez vivió, decide abordar el tranvía con destino a Ciudad Juárez. La experiencia del cruce es fenomenal, no sólo porque todos los sentidos del narrador se aguzan, sino por los nervios que experimenta al no traer papeles para entrar al país. Cuando el agente aduanal entra al vagón, supone lo peor: “me arrestaría… por el hecho de fingir ser mexicano. ¿Existía acaso ese cargo?” El uniformado pasa de largo. Ese 9 de enero de 1968, la populosa avenida Juárez recibió al Búfalo con los brazos abiertos. “Todas las caras eran oscuras. La gama iba desde la tez morena clara hasta la piel prieta”. Música, bellas mujeres en la zona roja, bares, proxenetas y hoteles. Sin embargo, el idilio del reencuentro concluye cuando se acaban las monedas, “justo cuando creía que me había vuelto mexicano en la cama de unas rameras”. Juaritos entonces, le da un duro revés. “La ciudad del pecado y de las luces multicolores” muestra otra faceta: cárcel, escarmiento y corrupción.

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Tras la faena para regresar a su país de origen, Óscar, bajo una letal pesadumbre, recurre a su hermano y le confiesa su fracaso: “un hijo de puta afirmó que yo no era mexicano, mientras que otro dijo que tampoco era norteamericano… por tanto, no tengo raíces en ninguna parte”. Durante esa llamada telefónica, en el vestíbulo el Grand Hotel del centro de El Paso, escuchó hablar del Brown Power, del poder mestizo de La Raza en East L.A., su próximo destino. “La bomba explota en mi cabeza”. Epifanía. Óscar Acosta está a punto de convertirse en Zeta, “el abogado chicano más famoso del mundo que había contribuido a dar inicio a la última revolución”, de la cual, por cierto, hay novela: La revuelta del pueblo cucaracha. El búfalo “es el animal que todo el mundo ha masacrado. Tanto los vaqueros como los indios”. El examen dentro del foro interno de la conciencia ha arrojado resultados: “me doy cuenta de que no soy mexicano ni norteamericano. Ni católico ni protestante. Soy chicano por estirpe y Búfalo Prieto por elección”. El narrador entonces, hace un llamado: “Esto es, damas y caballeros, lo que quería plantearles. A menos que permanezcamos unidos, los búfalos prietos nos extinguiremos”. Y ahora sí, a temer a las manadas.

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Carlos Urani Montiel

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El (re)corrido de Dante

15 Jueves Nov 2018

Posted by juaritosliterario in El Paso, Frontera, Migración / llegada

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narrativa, siglo XXI

Eduardo González Viaña es un escritor, periodista y catedrático de origen peruano, defensor de los derechos del migrante hispano en Estados Unidos. El corrido de Dante ha sido galardonada con el premio latino internacional 2007 de EE. UU. La novela relata la historia de Dante Celestino, un migrante de origen mexicano que vive con su hija Emma en un pequeño pueblo del estado de Oregón llamado Mount Angel. Luego de la muerte de su esposa, Dante se tornará un padre insoportablemente sobreprotector con su hija, hasta que ella decide escapar de su lado durante su fiesta de quince años con un grupo de jóvenes que, sobre sus motocicletas, irrumpen durante la celebración tan extravagante que su padre ha organizado. Dante está decidido a recuperar a su hija, de modo que emprende una búsqueda incansable al lado de su burro Virgilio con quien viajará por gran parte de los Estados Unidos, y se encontrará con una serie de curiosos personajes, de los cuales algunos lo ayudan en su misión, y otros lo intentan desviar. Estos curiosos encuentros reflejarán en un nivel didáctico la realidad del modus vivendi de los migrantes hispanos en un territorio que no siempre los acepta.

160 GonzalezV - Corrido Dante.jpg

Lee aquí la novela

Los protagonistas de la novela recorren una inmensa cantidad de espacios a lo largo del país americano, de Oregón hasta Las Vegas y más arriba; sin embargo, la geografía mexicana también aparece a través de los recuerdos de Dante. Él mismo relata los trágicos y difíciles momentos que vivió para lograr cruzar por primera vez la frontera, así como el rudo trayecto que anduvo desde su natal Michoacán hasta El Paso. Aunque estos momentos en los que el lector se introduce en la memoria de Dante son esporádicos y aleatorios, dejan una clara idea de los distintos paisajes por donde el personaje ha pasado. El contexto que más sobresale abarca las calles y barrios de Estados Unidos; por ello, los puntos destacables de la obra de Gonzales Viña son la descripción del ambiente entre las altas y las bajas clases económicas del país, las constantes luchas y desacuerdos generacionales y las distintas ideas culturales que convergen dentro de un solo lugar.

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Ahora bien, ¿cómo se relaciona el espacio de Ciudad Juárez con la historia de El corrido de Dante? La respuesta resulta bastante sencilla, pues esta frontera siempre ha sido un lugar de paso para miles de migrantes, tanto del sur de México como de Latinoamérica; es decir, representa la unión con una de las naciones más poderosas del mundo. Por tal motivo en nuestro territorio se pueden encontrar muchas historias parecidas a las de la obra, donde la ciudad se menciona momentáneamente, pero conlleva una gran de importancia para todos aquellos que buscan el sueño americano. En realidad, si lo pensamos bien, historias semejantes a las de Dante ocurren casi a diario por la calles de Juárez, aunque pasen desapercibidas.

160 Cruce frontera 1922.jpg

Merlina Isabel Franco

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Santa Claus en la frontera

15 Viernes Jun 2018

Posted by juaritosliterario in Ciudad, El Paso, Frontera

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narrativa, siglo XXI

Existe un personaje que marcó la infancia de muchos y, aunque con el tiempo nos dimos cuenta de su falsedad, se convirtió en un símbolo de tradición navideña: ese regordete ser enfundado en traje (casi siempre en) rojo. Sobre este típico personaje, el escritor e ilustrador de libros infantiles, Xavier Garza, se basó para crear un excelente relato bilingüe: Charro Claus and the Tejas Kid (2008). El libro-álbum fue creado e impreso en la editorial Cinco Puntos Press, sello independiente ubicado con los primos de enfrente (en El Paso). Charro Claus and the Tejas Kid cuenta como personajes principales a un niño llamado Vicente quien pasa la navidad con su tío Pancho y por supuesto a Santa. En este relato, el tío Pancho es pariente de Santa, quien va a su encuentro para pedirle un favor: que reparta regalos por toda la frontera del Río Grande. Así que el tío Pancho se disfraza, colocándose su antiguo traje de mariachi y su vieja guitarra; con algo de magia, Santa lo trasforma en “Charro Claus”, haciendo lo propio con su carreta y los burros (a los cuales les pone máscaras de luchadores) para que puedan volar y que cumplan el cometido. “Yo también quiero ir”, piensa Vicente. El tío descubre a su sobrino escondido en el saco, por lo que contará con un ayudante para la repartición de regalos a los niños que viven a lo largo de la frontera. Vicente asume una identidad: “Tejas Kid”, quien porta una máscara, capa, sombrero y guitarra, como debía de ser.

150 Garza - Charro Claus kid

Lee aquí el libro-álbum

La obra infantil se desarrolla a lo largo y ancho de la franja fronteriza, aunque no se ubica en un espacio específico de la ciudad. Ahora bien, ¿por qué situarla en la frontera y por qué transformar al emblemático personaje a un “estilo” mexicano? Las respuestas a estas dudas las encontré en una pequeña historia autobiográfica con la que el autor cierra el libro. En ella narra que en Rio Grande City, en el sur de Texas, se encontraba el “primo mexicano” de Santa Claus, alguien tan presente en la comunidad que hasta tenía su propia canción, pues hacía prácticamente lo mismo que el Santa real pero solo para los niños locales. Charro Claus and the Tejas Kid se trata, entonces, de los recuerdos que nos llevamos de nuestro lugar natal a donde sea que tengamos que emigrar, y el protagonista representa a todas las familias que tienen un primo, un tío, un hermano o cualquier ser querido que ha dejado todo en su país para buscar una vida mejor.

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Xavier Garza, autor e ilustrador, creció en la frontera dentro de una familia mexicana-estadounidense. Simpatizante de la lucha libre y el folklore, utilizó estos y otros elementos como inspiración para crear sus personajes, pues, aunque no nació ni vivió en México, quedó fascinado con la cultura que sus padres le mostraron. Una historia que se repite en cientos de familias, cuya única opción al verse obligadas a abandonar todo lo que conocen por una vida mejor, es tratar de inculcar sus viejas costumbres a sus hijos, para que lo bello de sus raíces continúen en la memoria. Las ilustraciones del libro proyectan justo eso, pues la vestimenta que utilizan los personajes, los colores y algunos símbolos como la guitarra y el sombrero charro, logran transmitir parte de nuestra cultura, de México para el mundo.

150 Garza frontera

Andrea Yareli Salazar

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El corazón de los árboles

08 Jueves Mar 2018

Posted by juaritosliterario in El Paso, Frontera, Río Bravo, Viaje

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narrativa, siglo XXI

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Konstantinos Kavafis, “Ítaca”.

I. Eve Gil cuenta en su blog que, según cierto amigo, hay gente que viaja a Ciudad Juárez para preguntar si Rosario Sanmiguel existe. Algunas veces me he planteado la misma cuestión, a pesar de vivir en la misma ciudad y con la misma gente. Quizá habría que imaginar a dos Rosarios: la escritora y el personaje mítico, de ficción. La verdad, una vez escarbada, descubre a una mujer importante, aunque discreta, en el ambiente cultural juarense: direcciones editoriales, revistas literarias (Levrel), talleres (“Rosario Castellanos”, una respuesta al machismo imperante en la escena literaria local de principios de los noventa) y crítica literaria (La representación histórica en Noticias del imperio de Fernando del Paso). Aunque su existencia queda confirmada con este inventario, aún siento que escribo de alguien a quien nunca he visto, a quien imagino como a uno de sus personajes: Andrea, de su impresionante novela Árboles o Apuntes de viaje (2007).

137 Revista Levrel

Rosario Sanmiguel es la protagonista de Juaritos literario. Esta entrada será otra más en la colección de reflexiones en torno a su obra, aunque la primera sobre su novela. Lo anterior debido a una tramposa premisa: Juárez no aparece en ella. Si en Callejón Sucre y otros relatos nuestra ciudad era el escenario protagónico e hilo estructural del cuentario, en Árboles el retrato de la urbe me resulta inquietante debido a su ausencia. Sin embargo, la idea misma del viaje contornea una geografía (imaginaria y real) que vale la pena explorar: del Big Bend, Texas, hasta el pueblo desolado de Malavid (que remite a Manuel Benavides, Chihuahua, de donde es oriunda Sanmiguel) y, finalmente, El Paso-Ciudad Juárez. Asimismo, existe otro viaje de carácter intertextual: la construcción ficcional de Malavid y la dialéctica que ejerce con el emblemático Comala de Juan Rulfo.

137 Sanmiguel - Arboles

Lee aquí la novela

II. El viaje desemboca en apropiación del espacio y también de memoria. Como en el poema de Kavafis, Ítaca fue solo el destino, el punto de llegada, el hogar. Todo lo demás, lo que en verdad importa, son las situaciones y peripecias para realizar ese viaje: las experiencias y los conflictos, la memoria y el olvido que se desprenden de la vivencia. En el caso de Árboles, Andrea, por medio de la realización del trayecto y el acto de nombrar (y no hacerlo, como ocurre con Juárez) los lugares visitados, busca apropiarse no solo de los espacios sino de su identidad. Al final de la novela esto concluye en escritura, apuntes de viaje, “retazos de una historia a la que trataba de dar sentido a fuerza de memoria e imaginación”.

137 Chirico Retorno Ulises

Página aparte, pero con relación a la escritura, Gérard Genette en Palimpsestos señala los niveles representativos del intertexto. Uno de ellos, el paratexto, entendido como lo que está fuera del texto (como epígrafes o la fecha y lugar de composición) cumple una función tanto estructural como simbólica. “Alpine – Ciudad Juárez, 2001”, por ejemplo, es la fecha de composición de Árboles. El epígrafe de Gastón Bachelard en la novela, perteneciente a La tierra y los ensueños de la voluntad, resulta significativo porque se une a las palabras finales de Amanda, la madre de Andrea, y que asimismo desarrollan el inicio del viaje intertextual (en dos sentidos, Bachelard y Rulfo). Amanda se dirige así a su hija: “Tú también recuerda esto. Que una tarde de San Juan, o una tarde de viento, o una tarde cualquiera amarré el corazón al corazón de un árbol”. En efecto, la alusión a Bachelard y Rulfo comprenden un nivel interpretativo complejo donde puedo indicar semas que conectan tanto al intertexto como al carácter simbólico de la obra, ya que las palabras finales de Amanda desembocan en el final de la novela y, por lo tanto, del viaje de la lectura.

137 Bachelard poetica

La cita remite de cierta forma a Pedro Páramo a través de dos líneas interpretativas: 1) La referencia a San Juan alude, además de la evidente lectura religiosa, al amor de Pedro Páramo por Susana San Juan, quien, como Amanda, representa la memoria de Comala (y por lo tanto su olvido), así como su concluyente desaparición; 2) La primera indicación de Dolores Preciado a su hijo que desencadena el viaje y su perdición en el trayecto de la vida a la muerte. La última referencia aparece más clara cuando, antes de morir, la madre de Preciado le dice: “El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro”. Ambos personajes (Amanda y Juan) viajan para reclamar justicia a sus recuerdos.

137 Rulfo Arbol

Otro intertexto aludido se refiere a la composición del destino, es decir, los espacios imaginarios: Malavid y Comala. La atmósfera de desolación se contrasta, en ambas espacialidades, con la presencia del árbol que, si bien remite a los mismos personajes en Sanmiguel, también representa la idealización de la memoria: el pasado como asentamiento de una identidad por recuperarse. En Pedro Páramo Dolores Preciado compara a los árboles de Comala con la disposición de sus recuerdos: “Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos”. De una forma similar, en la novela de Sanmiguel, cuando Galindo muere, Andrea piensa en los árboles de Malavid: “Recordé la arboleda perdida en la memoria de Amanda, que yo guardaba en mi memoria”. La idea del árbol atañe tanto a la espacialidad como a la memoria. A fin de cuentas, el texto literario recibe este nombre.

137 Sanmiguel Arboles07

Quizá por ello, y a manera de contraste, la única mención a la geografía juarense atañe al agua y al cruce fronterizo. Al inicio de Árboles leo: “Del Big Bend a tierras ejidales, en una barca agujereada al mando de un niño, por un cuarto de dólar crucé el río Bravo”. A través de esta primera referencia espacial, se puede trazar imaginariamente el viaje de Andrea:  Inicia desde el parque nacional Big Bend, en Texas; después viaja a través del río Bravo hasta llegar a Lajitas; emprende luego el camino en dirección al sur y llega a Malavid (Manuel Benavides). El regreso a casa lo realiza en camión con Galindo y Jacinta. Arriban a Ojinaga, donde Galindo fallece. Quedan solas Andrea y Jacinta. En este momento, Andrea revela que lo mejor hubiese sido jamás emprender el viaje: haber dejado las cosas como estaba, “ustedes en Malavid y yo en El Paso”. Aquí concluye, en el texto, su viaje. Sin embargo, a través de un proceso de imaginación, quiero reconstruir el trayecto de Andrea hasta El Paso. Aquí no solo se reencontrará con la soledad de su árbol genealógico, sino también con la frontera que divide, gracias a las aguas ausentes del río Bravo, a Estados Unidos de México. Tendrá que cruzar por Ciudad Juárez si quiere entrar a El Paso. Regresar, al fin, a su casa y enterrarle un cuchillo en el corazón al árbol.

137 Lancha Juarez

Antonio Rubio

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De cierta expedición…

17 Viernes Nov 2017

Posted by juaritosliterario in El Paso, Fundación, Río, Río Bravo, Símbolos, Sin categoría

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narrativa, siglo XVI

Tras la muerte de don Pedro Moya de Contreras, antiguo arzobispo de México, Juan de Aranda encuentra, en un libro que queda en su poder, la relación de Hernán Gallegos que trata sobre la expedición realizada a inicios de la década de 1580, dirigida por el padre fray Agustín Rodríguez y el capitán Francisco Sánchez Chamuscado, hacia Nuevo México. El propósito principal de la empresa era llevar el evangelio a aquellas tierras no exploradas anteriormente y expandir los dominios de la corona de Castilla. Para ello, solicitaron un permiso al virrey Marqués de la Coruña, ya que se habían prohibido las irrupciones violentas, auspiciadas bajo un halo evangélico, por lo que se tenía especial cuidado con las entradas que se autorizaban. Partieron de Santa Bárbara tres religiosos y nueve soldados el 6 de junio de 1581, llevando a Hernán Gallegos como secretario y escribano, encargado de documentar el viaje a través de una crónica.

125 Gallegos - Relacion expedicion

Lee aquí la crónica del viaje

Anduvieron varias leguas sobre el Río Conchos, encontrando varios pueblos indígenas, quienes los recibían de buena gana ofreciendo regalos, pues querían evitar la guerra. Gallegos se dedica a describir las características de los naturales de cada pueblo y la disposición en que los encuentran, así como los acontecimientos importantes del viaje… un derrotero por llanuras a las que van nombrando, con poca modestia y mucha esperanza, como el “Valle de los Valientes”. Después de seguir el Conchos durante algunas leguas de viaje, hallaron su desembocadura en el Río del Norte. Al encontrar indios desnudos, quienes les informaron que había otros pueblos más adelante, siguieron el cauce del río, hasta llegar al lugar en el que tomarían posesión del territorio, el 21 de agosto de 1581, nombrándolo San Felipe del Nuevo México, y a la afluente que provenía del norte lo llamaron Guadalquivir –en memoria o nostalgia de su península– “por ser tan grande y caudaloso y muy ancho y con mucha furia”.

125 Anaya expedicion

Y aunque el objetivo era llevar la palabra “adonde dios nuestro señor se fue servido de encaminarles para que su santa fe sea predicada y su evangelio sea sembrado por toda la tierra” el convivio con los pobladores originales es más bien tenso. De repente, Chamuscado enfermó y murió durante el viaje de regreso al punto de partida, al cual se dirigían para informar de todo lo visto. Comenzó a haber una preocupación por parte de los franciscanos hacia sus compañeros que habían partido al Nuevo México, ya que fray Juan de Santa María había sido muerto por los nativos en aquella tierra. Fue enviada una nueva expedición, dirigida ahora por Antonio de Espejo, con el propósito de hallar a la primera (o a sus sobrevivientes). Durante esta travesía, el capitán Espejo pudo notar la riqueza mineral del territorio, y al dar cuenta de ello a la capital novohispana, se dio la orden de colonizar aquellas tierras. A pesar de que hubo quienes comenzaron a incursionar ilegalmente por aquella ruta (en la que El Paso le hacía honor a su actual nombre), la toma y ocupación formal de estas tierras quedó reservada a Juan de Oñate, pero esa es otra historia de otro siglo.

125 Mapa Chamuscado

Daniel Malaquías

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El delgado cristal que divide la frontera norte

27 Viernes Oct 2017

Posted by juaritosliterario in Cruce, El Paso, Frontera, La línea, Sin categoría

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narrativa, siglo XX

Una de las características de la vida de los fronterizos, además de su abundancia cultural, consiste en la ambivalencia de vivir entre el lado nacional y el norteamericano. No es motivo de sorpresa encontrar a mexicanos viviendo en Estados Unidos, en un lugar tan cercano como El Paso, Texas, que han adoptado costumbres ajenas y dicen haber perdido su identidad, negando sus raíces. Este es precisamente uno de los temas que Carlos Fuentes aborda en La frontera de cristal (1995), novela compuesta por nueve cuentos. Aquí abordaré “La capitalina” y “La raya del olvido”, dos textos que, aunque independientes, se encuentran unidos por sus personajes y lugar de desarrollo. Ambas historias giran alrededor de la familia Barroso, perteneciente a la aristocracia de la ciudad de Campazas (representación literaria de Ciudad Juárez) y cuyos integrantes viven atrapados entre las costumbres de los dos países, los cuales, a pesar de su cercanía, están separados por un abismo consolidado, según Fuentes, a lo largo de 200 años.

13 Fuentes frontera

Lee aquí la obra

 

En “La capitalina”, Michelina Laborde, recién llegada a Campazas, describe la ciudad como humilde y austera; sin embargo, le sorprenden los mercados y la gran variedad de artículos que en ellos se oferta, pues no esperaba encontrar tanta abundancia en el desierto. La protagonista del cuento, perteneciente a una familia de linaje venida a menos, visita a su padrino, Leonardo Barroso, y al entrar a su casa se asombra por las enormes rejas que se necesitan para proteger a la familia de la delincuencia. Observa con incredulidad la pérdida de libertad de los fronterizos, los ve como prisioneros dentro de sus propias casas y se cuestiona si ser rico significa condenarse a vivir así, encerrado en enormes residencias con barrotes en las ventanas y con lujosos carros que no se pueden lucir en las calles debido al temor. No obstante, esta forma de vida se compensa con lo monetario. La capitalina conoce a las mujeres adineradas de Campazas, señoras que pretenden parecer “gringas” tiñéndose el cabello rubio y utilizando pupilentes azules y que representan a esa clase social que utiliza la abundancia económica (accediendo a artículos “de marca” y mayor sofisticación) para confundirse con lo que no es.

122 maniquí-mexico

Por su parte, en “La raya del olvido” se habla de las carencias de identidad y de igualdad que pueden experimentarse en la frontera. A manera de monólogo, Emiliano Barroso adquiere poco a poco conciencia del porqué se encuentra ahí, varado justo en la línea que divide a los dos países. Después de quedar impedido de sus habilidades físicas y motrices, dependió de los cuidados de sus hijos, lo cuales renegaban constantemente de su padre y de sus raíces. Residentes en Estados Unidos y al igual que muchos otros mexicanos en condiciones similares, los descendientes de Emiliano habían perdido su identidad y menospreciaban a sus paisanos. Además, presumían de sus trabajos mediocres, a pesar de que no les eran suficientes para ayudar a su padre moribundo y continuar con sus vidas sumidas en el consumismo. Por ello, se ven obligados a pedir ayuda a su tío Leonardo, quien les niega el apoyo alegando que su hermano no es su responsabilidad. Finalmente, más preocupados por mantener su “estilo de vida fronterizo”, abandonan a Emiliano Barroso a su suerte en las calles de Campazas.

122 puente internacinal

A través de los cuentos de Carlos Fuentes es posible analizar diferentes perspectivas de Ciudad Juárez: la de unos cuantos juarenses para quienes la frontera significa mayores oportunidades de educación, trabajo y calidad de vida en comparación con otros lugares del país; la de los foráneos sorprendidos ante la abundancia en el desierto; y la de los “mexicanos-americanos”, aquellos que han atravesado el delgado cristal de la frontera. Una parte de los mexicanos que residen en Estados Unidos se sienten enamorados de la cultura americana y buscan ser parte de ella, imitando sus costumbres consumistas y adoptando un amor excesivo por los bienes materiales. Algunos fronterizos huyen de la delincuencia y se refugian en el país del norte, pero en el transcurso dejan sus costumbres, raíces y tradiciones, olvidan su verdadera identidad y piensan que si imitan a los norteamericanos y niegan a los suyos alcanzarán la “falsa libertad” que tanto buscan.

122 Mexico sin acento

Diana Ivethe Silva Castro

 

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La luna entre el nuberío

05 Jueves Oct 2017

Posted by juaritosliterario in Cruce, El Paso, Frontera, Segundo Barrio

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narrativa, siglo XX

En junio de 1994, Rosario Sanmiguel, doctora y especialista en novela histórica del siglo XX, publicó una recopilación de cuentos donde plantea la noción del sueño americano de una manera realista y completamente cercana a las vivencias de los inmigrantes dentro de Estados Unidos. En este cuentario se encuentra la obra de la que quiero hablar. “El reflejo de la luna” nos relata la historia de Nicole Campillo, una abogada con firmes principios que vive con su esposo Arturo, un hombre de carácter pasivo y cuya historia familiar se entrelaza con el trabajo de su cónyuge en un caso de intento de abuso hacia una indígena mexicana que buscaba el “sueño americano”, y quien, como muchos inmigrantes, lo que encuentra es el abuso y un terror constante por parte de sus patrones. Sin embargo, Nicole no solo tendrá que enfrentarse a lo antes dicho, sino también a una de las facetas femeninas más importantes, el embarazo. Rosario Sanmiguel nos regala la experiencia que conlleva ser mujer, profesionista e inmigrante dentro de un país que podría resultar amenazador.

118 Sanmiguel - Callejon sucre 1994

Lee aquí el cuento

“El reflejo de la luna” se ubica en un espacio urbano de diversidad cultural y socioeconómica. Rosario Sanmiguel nos sitúa en el espacio narrativo de El Paso y la frontera con Juárez, especificando algunos lugares como la calle Cooper, donde comienza la historia, la Mesa, el puente que hermana a las dos ciudades, varios puntos memorables del Segundo Barrio como la iglesia del Sacred Heart, donde la protagonista llevará a cabo su trabajo con la inmigrante mexicana a quien busca defender, y, sobre todo, el Memorial Park, que se menciona al inicio y en el desenlace del cuento; de hecho, este parque funciona como el eje de la historia. Estas calles nos traen a la memoria la clase media–baja y trabajadora que vive del otro lado. La iglesia del Sagrado Corazón, donde los inmigrantes encuentran refugio, se ubica en el centro de El Paso, y aun hoy, continúa en funciones. Juárez, dentro del cuento, opera como un mero puente hacia el país del norte, a donde se busca un mejor porvenir, tal como la madre de Nicole lo utilizó, aunque su futuro no coincide siempre con el añorado.

118 Chamizal Memorial

La imagen citadina con la que la autora maneja su texto, refleja un espacio de El Paso, Texas muy acertadamente, desde sus fachadas y las personas que lo habitan hasta la dinámica de la ciudad en su día a día. También queda retratado el papel de las iglesias y su apoyo a inmigrantes en busca de ayuda, además del desconocimiento e ignorancia de ellos mismos. Al caminar por las calles de la cuidad diariamente los transeúntes ven desde fuera los edificios ocupados por sus habitantes, con la diferencia de que dentro de su cotidianidad los más afortunados y mejor asentados dentro del norteño país no ven las situaciones y problemas ajenos. Sin duda, al pararse en la calle Cooper o en Memorial Park luego de leer este texto, no veremos solo calles, semáforos y autos; nos vendrá a la mente la imagen de Nicole caminando por esas zonas. De la misma forma, al pararse en la entrada del Sagrado Corazón veremos a Guadalupe sintiéndose aliviada porque regresará pronto a su tierra. Sin duda, el cuento de Rosario Sanmiguel rebasó mis expectativas como lectora y como juarense.

Sacred Heart Church seen from Fifth Avenue

Merlina Franco

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Fronteras y otros menesteres

09 Miércoles Ago 2017

Posted by juaritosliterario in Ciudad, El Paso, Frontera, Narcotráfico

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narrativa, siglo XXI

“Las fronteras de verdad son aquellas que mantienen a los pobres apartados del pastel”, dice Manuel Rivas en su novela El lápiz del carpintero. Cuánta razón hay en pocas palabras. En nuestra frontera, sin duda, algo hay de pastel y de pobreza. José Ángel Leyva, en su crónica “Entre el miedo y la esperanza”, a partir de su visita a Ciudad Juárez y el Paso, realiza una comparación que ya es común en muchos de los visitantes de estas dos ciudades. Resulta estimulante remarcar las dicotomías a las que muy comúnmente estamos acostumbrados y de las que nos valemos para entender el mundo: odio-amor, vida-muerte y, en el caso de Leyva, caos-orden. A partir de ellas, el autor crea un mapa simbólico donde se contraponen dos urbes distintas y, sin embargo, cercanas. No nos dice nada nuevo, pero al mismo tiempo sí, pues al realizar su lectura, va agregando a la frontera a ese cúmulo de perspectivas y focalizaciones que surgen de todos los que pisan este y el otro suelo (y que, al fin y al cabo, son la misma realidad).

99 Leyva - Miedo esperanza

Lee aquí la crónica

A partir de una breve experiencia (ya que fue invitado a un encuentro de escritores durante los años de la guerra contra el narco), el autor logra entrever algunos de los problemas más graves de Juárez: la violencia, la corrupción e incluso los desastres naturales. La esperanza no está aquí sino del otro lado del río, en la parte gringa; en el lado de acá tenemos tan sólo el miedo y la desolación. De este modo, Estados Unidos se convierte en el destino de la gloria hacia donde todos buscan dirigirse. Lo malo acá y lo bueno allá: Dios y el Diablo. Un asunto de suma importancia, desde mi parecer, que remarca Leyva es la lluvia. Todo elemento tiene su ying y su yang. La caída de agua toma dos formas: destruye y purifica. Hay que recordar para esto la lectura bíblica en donde un Dios cansado de sus errores borra las huellas con el agua: limpia y erradica. Para tratar este elemento hace mención del caso de la niña que cayó en un drenaje podrido y murió (olvidó contar la otra parte de la historia, la construcción del héroe que perdió la vida por ayudar al prójimo). En medio del terror de esta escena, busca la esperanza: “Pero la lluvia, pienso para borrar esta imagen terrible, hará florecer el desierto”. ¿Acaso será esto cierto?

111 Puente inundado

Pese a todas las observaciones del autor, es clara en su escritura su condición foránea, lo cual contribuye a dar una lectura distinta (y en absoluto no menos digna), pues encontramos respuestas que demuestran su falta de cercanía con los asuntos concernientes a Juárez. Por ejemplo, nuevamente retomando el tema de los temporales, justifica los enormes desastres en infraestructura con la simpleza de que, como casi no llueve, no cuidamos esa cuestión. Sin embargo, creo que no es sólo eso, sino la falta de interés, la corrupción y la irresponsabilidad más que nada. Pues la lluvia no es tanta, pero existe y año tras año. José Ángel Leyva contribuye de este modo a crear una interpretación de una tierra y su naturaleza, su caos y su espejo de Oesed (El Paso). Los límites (de la imagen de nuestra ciudad en el ensayo), carencias y riquezas surgen a partir de su conocimiento del contexto juarense y paseño (por ejemplo, en ningún momento afirma a Juárez como una tierra de migrantes como el Paso, aun cuando lo es).

111 Mapa Juarez Paso

Otro tema interesante que rescata el autor es el de la comparación de los juarenses con los texanos de origen mexicano; remarca que aunque la gente que vive allá es la misma que acá, allá se comporta de mejor manera: cumple la ley. Leyva culpa de esto a los encargados de la legalidad en México; sin embargo, creo que hay algo más. Pienso que tiene que ver con asuntos de pertenencia e identidad: un sentirse en casa ajena y las condiciones que esto impone. Finalmente, Leyva tiene la posibilidad de analizar una tierra que pasa por uno de sus peores momentos enfrentándola y comparándola con su vecina. Esas fronteras, aunque invisibles, son esenciales: existen a través del comportamiento simbólico de los individuos que las conforman. De este modo volvemos a las dualidades: electrones-protones. Aunque nunca hay que olvidar que siempre existirá el término medio: neutrones. Así que en Juárez cabe la posibilidad tanto de la esperanza como del terror. Nosotros (incluidos los del El Paso) vivimos entre ambas valencias. Al final de la novela de Rafael Bernal, El fin de la esperanza (título engañoso), el nacimiento de un infante vuelve a restaurar la fe perdida, pues aun en la peor de las miserias, mientras haya vida, habrá esperanza, aun con sus distintas y hostiles máscaras.

Graciela Solórzano Castillo

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