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5 julio, 2022

Category: Frontera

Santa Claus en la frontera

viernes, 15 junio 2018 por juaritosliterario

Existe un personaje que marcó la infancia de muchos y, aunque con el tiempo nos dimos cuenta de su falsedad, se convirtió en un símbolo de tradición navideña: ese regordete ser enfundado en traje (casi siempre en) rojo. Sobre este típico personaje, el escritor e ilustrador de libros infantiles, Xavier Garza, se basó para crear un excelente relato bilingüe: Charro Claus and the Tejas Kid (2008). El libro-álbum fue creado e impreso en la editorial Cinco Puntos Press, sello independiente ubicado con los primos de enfrente (en El Paso). Charro Claus and the Tejas Kid cuenta como personajes principales a un niño llamado Vicente quien pasa la navidad con su tío Pancho y por supuesto a Santa. En este relato, el tío Pancho es pariente de Santa, quien va a su encuentro para pedirle un favor: que reparta regalos por toda la frontera del Río Grande. Así que el tío Pancho se disfraza, colocándose su antiguo traje de mariachi y su vieja guitarra; con algo de magia, Santa lo trasforma en “Charro Claus”, haciendo lo propio con su carreta y los burros (a los cuales les pone máscaras de luchadores) para que puedan volar y que cumplan el cometido. “Yo también quiero ir”, piensa Vicente. El tío descubre a su sobrino escondido en el saco, por lo que contará con un ayudante para la repartición de regalos a los niños que viven a lo largo de la frontera. Vicente asume una identidad: “Tejas Kid”, quien porta una máscara, capa, sombrero y guitarra, como debía de ser.

150 Garza - Charro Claus kid

Lee aquí el libro-álbum

La obra infantil se desarrolla a lo largo y ancho de la franja fronteriza, aunque no se ubica en un espacio específico de la ciudad. Ahora bien, ¿por qué situarla en la frontera y por qué transformar al emblemático personaje a un “estilo” mexicano? Las respuestas a estas dudas las encontré en una pequeña historia autobiográfica con la que el autor cierra el libro. En ella narra que en Rio Grande City, en el sur de Texas, se encontraba el “primo mexicano” de Santa Claus, alguien tan presente en la comunidad que hasta tenía su propia canción, pues hacía prácticamente lo mismo que el Santa real pero solo para los niños locales. Charro Claus and the Tejas Kid se trata, entonces, de los recuerdos que nos llevamos de nuestro lugar natal a donde sea que tengamos que emigrar, y el protagonista representa a todas las familias que tienen un primo, un tío, un hermano o cualquier ser querido que ha dejado todo en su país para buscar una vida mejor.

150 imagen

Xavier Garza, autor e ilustrador, creció en la frontera dentro de una familia mexicana-estadounidense. Simpatizante de la lucha libre y el folklore, utilizó estos y otros elementos como inspiración para crear sus personajes, pues, aunque no nació ni vivió en México, quedó fascinado con la cultura que sus padres le mostraron. Una historia que se repite en cientos de familias, cuya única opción al verse obligadas a abandonar todo lo que conocen por una vida mejor, es tratar de inculcar sus viejas costumbres a sus hijos, para que lo bello de sus raíces continúen en la memoria. Las ilustraciones del libro proyectan justo eso, pues la vestimenta que utilizan los personajes, los colores y algunos símbolos como la guitarra y el sombrero charro, logran transmitir parte de nuestra cultura, de México para el mundo.

150 Garza frontera

Andrea Yareli Salazar

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  • Publicado en Ciudad, El Paso, Frontera
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Destino de errabundos

viernes, 11 mayo 2018 por juaritosliterario

Diego Pérez de Luján escribió una relación sobre la expedición al mando de Antonio de Espejo a Nuevo México, en la que sirvió junto con otros militares y un sacerdote. Dicha narración permaneció guardada por un par de decenios; hasta 1602 fue encontrada por Martín de Pedroza, escribano real. Sin embargo, la obra no se publicó, y fue hasta 1929, cuando se tradujo al inglés, que pudo darse a conocer. Luján nos deja un diario de viaje en el que nos relata el día a día de la empresa de Antonio de Espejo en la búsqueda de la expedición de Francisco Sánchez Chamuscado, quien había salido el año anterior (1581). Espejo financió su propia expedición y, con licencia de Juan de Ibarra, gobernador de la Nueva Vizcaya, partió del valle de San Gregorio en noviembre de 1582. Su camino siguió por los ríos Conchos y Grande con dirección norte; el encuentro con los pobladores originarios fue constante, así como con vestigios dejados por expediciones anteriores, al igual que con riquezas naturales de la región que satisficieron las fatigadas ansias. Sorprende que el territorio no aparezca hostil; su paso por nuestra hoy frontera no fue tan penoso para Espejo y compañía como lo fue para Chamuscado.

147 Luxan-1582-cover

Lee aquí la transcripción de la relación

El camino que recorrió la expedición de Antonio de Espejo estuvo constantemente acompañado de nativos, quienes les servían de guías, traductores y avisaban a sus vecinos del avance de los viajeros. Contrario a lo que Pérez de Luján describe, el tenso recibimiento de los indígenas durante su travesía es notable y parece que su hospitalidad llevaba la esperanza de verlos marcharse pronto o al menos evitar la ira de los forasteros. Así, su avance desde el rio Conchos hasta el Grande los llevaría a encontrarse con el futuro Paso del Norte en donde hallaron a los moradores que serían, años más tarde, sometidos por Juan de Oñate. El cronista describe a unos indígenas denominados tanpachoas de la provincia de los Patarabueyes. Gran parte de su encuentro con los naturales fue pacífico; sin embargo, tuvieron algunos enfrentamientos con ellos, como en su llegada al pueblo de Puala en donde habían sido asesinados los frailes de la expedición de Francisco Sánchez de Chamuscado. A pesar de esos eventos, la expedición no sufrió grandes pérdidas y continúo su avance en el que Antonio de Espejo, movido por la ambición de todo explorador en tierras vírgenes, dejo atrás a algunos de sus acompañantes y salió en búsqueda de riquezas; no obstante, sus esperanzas murieron pronto y, reuniéndose con el resto de sus aliados, regresó a San Bartolomé en 1583.

147 Antonio Espejo Lea

Las expediciones al norte tuvieron éxito de forma paulatina y la población de esta área prosperó poco a poco. La frontera ha sido un lugar de encuentro entre culturas y, a pesar del paso del tiempo, continuamos aquí, ya sea para asentarnos o para transitar brevemente por una ciudad que mantiene sus puertas abiertas al viajero. A más de cuatrocientos años de las primeras expediciones, la geografía de la región luce distinta, pero aún conserva algunas de las características descritas por Diego Pérez de Luján y tantos otros expedicionarios y cronistas. Por desgracia, las riquezas naturales de la región cada vez son más escasas, incluso algunas aparecen ya solo como un recuerdo de la belleza antigua de esta tierra, en la que el Río Grande proveía de vida al Paso del Norte. La urbanización desmedida, la explotación de la caza y el descuido del campo han empobrecido la imagen de la región, donde varias especies de plantas y animales están desapareciendo. El recuerdo de esta zona se va desfigurando y quedando atrás, mientras la mancha urbana y el desinterés crecen; de ahí la importancia de textos como el de Luján, pues nos ayudan a imaginar el esplendor natural que tuvo esta tierra.

Sasha Montelongo Castro

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Fuentes de ciertos Mares

lunes, 30 abril 2018 por juaritosliterario

Hay escritores que se niegan a ajustarse a la agenda de Juaritos Literario por más que nos empeñemos en hablar de ellos. Así que cuando aparece una ligera pista de la figura de un autor o de su obra en relación con Ciudad Juárez, la explotamos a discreción. La casa de Jesús Gardea en la calle Camelias le vino de maravilla al proyecto Odonimus; para Juárez di-verso, una iniciativa en conjunto con Órbita 106.7 FM, grabamos un poema de Aurora Reyes, aprovechando la ambigüedad de una “ciudad esbelta transparente de azules” (Estancias en el desierto, 1952). Toca el turno a otra pluma chihuahuense distante del trajín de la frontera: José Fuentes Mares. ¿Bajo qué pretexto? Hay para escoger, aunque solo me detendré en dos, por ser los más relevantes. Primero, un par de vagas alusiones a nuestra ciudad contenidas en Las mil y una noches mexicanas; y segundo, el Premio Nacional de Literatura, al que le da título (150 mil pesos y una medalla a quien se lo lleve). De este galardón, que actualmente va en su emisión número 33, reflexiono sobre algunos elementos que tristemente se han perdido. Otros motivos de menor valía por ser anecdóticos y que, por tanto, pasaré por alto son: la colección especial José Fuentes Mares, perteneciente al fondo reservado de la Biblioteca Carlos Montemayor, imposible de consultar al no tener un catálogo individual; mi primer acercamiento a su obra a través del teatro, ya sea por la genial puesta en escena de Su alteza serenísima, a cargo de Telón de Arena, o por una tesis de maestría que tuve el agrado de dirigir sobre teatro infantil, en donde Malú estudió a detalle La amada Patidifusa; y, finalmente, una desangelada invitación a la Fiesta de los libros para conmemorar el centenario del natalicio del escritor, de quien admiro el arreglo del bigote.

146 Fuentes Mares retrato

Fuentes Mares nació en la capital de Chihuahua el 15 de septiembre de 1919 y falleció en la misma ciudad el 9 de abril de 1986. Fue abogado y doctor en filosofía por la UNAM (1944). Desde 1950 dedicó sus horas a la escritura, sobre todo a la historiográfica, que le ha dado renombre a nivel nacional. So obra es vasta y ha sido analizada a fondo en sus diferentes sendas: historia (Luis Aboites Aguilar) y filosofía (Jorge Ordóñez Burgos). Sin embargo, sus textos de ficción llevan poco tiempo en la mira de círculos académicos (algunos artículos de quien lleva ad æternum la organización del premio y unas cuantas tesis de posgrado). En la licenciatura de la UACJ, nadie lo lee debido a que el programa no cuenta con una materia monográfica sobre literatura regional. Llegará el día en que los relatos reunidos en Las mil y una noches mexicanas sean famosos en las aulas y convoquen a cuantiosos lectores. Precisamente en esta colección, publicada en dos volúmenes (entre el 83 y el año siguiente), aparece Ciudad Juárez, no como espacio protagónico, pero sí como zona íntegra al devenir de Chihuahua, tal como ocurre en “La emboscada”, donde se cuenta el asesinato de Pancho Villa, ocurrido en Parral, “a medio camino entre Chihuahua y Torreón, apenas comunicada por el tren mixto de carga y pasajeros a ciudad Jiménez, entronque sobre la línea férrea de México a Ciudad Juárez. Las llanuras semidesérticas entre Torreón y la frontera norte, oh gran Señor eminentísimo, fueron como sabes teatro de relevantes episodios revolucionarios”.

146 FuentesM - Mil y una noches

Lee aquí el primer volumen

Así como Scheherezada frente al sultán, un cuenta cuentos se dirige a un gran señor innominado con una triple intención: conservar la vida, distraerlo “con algunos cuentos de mi lejano país”, y volver a “mis llanos y serranías… En ese medio me desenvuelvo, vegeto, vivo al mismo al mismo tiempo. Hablo tanto a solas, conmigo mismo, que termino por cultivar orquídeas en el desierto”. Las mil y una noches mexicanas despojan de la H mayúscula a la historia oficial para entregarnos 40 amenas historias con h minúscula. El ejercicio de reinvención trae consigo altas dosis de escepticismo, humor y una ironía que se torna trágica al percatarnos de que la sorpresa del relato no es parte del artificio literario, sino del pasado nacional. Así ocurre en “Las cabelleras”, que lleva por subtítulo lo cruento del pasaje: “Donde se cuenta cómo los aguerridos chihuahuenses, después de acabar con la próspera industria de matar indios bravos para cobrar por sus cabelleras, se dedicaron a oficios menos redituables. También se deja bien sentado que los indios nunca admitieron de buena gana que les tomaran el pelo”. El protagonista de este episodio, ubicado a mediados del siglo XIX, es Joaquín Terrazas, “gran caudillo cuyas hazañas resultan inseparables del exterminio de la apachería”. La zozobra se adueñó del Paso del Norte cuando empezó a sonar el nombre de Victorio, “hombre blanco, según la conseja popular, robado cuando niño por los apaches y educado al modo de su raza”. Solo a traición pudo ser vencido en Tres Castillo, dando fin a las llamadas guerras indias. Este cuento, confiesa el narrador, es “la historia de mis abuelos, cazadores de cabelleras. Por ella verás cómo, para vivir ellos entonces, ahora nosotros, tuvieron que desaparecer los antiguos dueños del llano”.

146 Apache flores

Lee aquí el relato

 El Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares se instauró el mismo año de la muerte del escritor: 1986. Ese dato me sorprendió debido a la premura burocrática. Buscando las fechas exactas, me fui de espaldas cuando encontré que el 9 de abril murió el escritor, mientras que el 24 del mismo mes, Federico Ferro Gay le entregó al galardón –no sin titubeos y en representación del presidente del jurado, Carlos Montemayor, que fumaba pipa al otro extremo de la mesa–, a Jesús Gardea (quien, según la conseja popular, lo rechazó días después tras una afrenta). Si bien es cierto que la muerte propicia los honores, una quincena sigue siendo una locura para organizar un concurso a nivel nacional. ¿Cómo explicarlo? Ysla Campbell nos recuerda, en Iba a decir que oscurece, que Fuentes Mares llevaba años conversando con maestros y funcionarios de la UACJ con el objeto de impulsar el proyecto. Así que, seguramente, para conmemorar el sentido deceso del historiador, se aprovechó la organización del Primer Encuentro de Escritores de la Frontera Norte para que sirviera de marco a la instauración del premio. Es una pena que ese evento, al que acudía la vanguardia del norte y algunos colados (ver video en el 24:40), haya dejado de existir y solo conservemos la presea.

146 Premio Fuentes Mares

Ve aquí la ceremonia de entrega

Para la segunda emisión del premio, en mayo de 1987, el Rector seguía siendo el Ing. Alfredo Cervantes García. Gardea, ahora como presidente del jurado, avaló el empate entre Sergio Galindo y Jaime Labastida. El Segundo Encuentro de Escritores de la Frontera Norte, coordinado por Juan Holguín, reunió la modesta cantidad de 61 creadores. Al final de la ceremonia se invitó a la distinguida audiencia a develar una placa, en la av. de Las Américas, que le daría un nuevo nombre a la calle de El Malecón: José Fuentes Mares. Así fue. ¿Alguien lo recuerda? ¿Se habrán fijado las placas en las esquinas del Rivereño? Jesús Chávez Marín, en “Chulas fronteras del norte”, reconstruye con picardía el suceso. Pronto le dedicaré un post a esta crónica porque bien lo vale. Para 1988, el reconocimiento incluyó la modalidad en letras chicanas, en virtud de la condición fronteriza. Al día de hoy el Fuentes Mares solo es para mexicanos. Muchas pérdidas: un encuentro, una calle, una tradición literaria que se observa desde los edificios de la UACJ. Por último, repito las palabras de Jesús Gardea en 1986: “Voy a ser breve porque estas cosas me asustan… Yo agradezco a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez la distinción que hoy me han hecho. El premio José Fuentes Mares de literatura es una cosa buena, pero a mí me hizo falta don José, nos hizo falta a todos y… gracias. Es todo”.

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Carlos Urani Montiel

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La Quimera norteña de la Corona

viernes, 27 abril 2018 por juaritosliterario

¿Qué motivaría a un veinteañero solicitarle al Rey el permiso de aventurarse en una expedición con rumbo hacia lo desconocido, lo inhóspito, lo inexplorado? Lo que llevaría a Álvar Núñez Cabeza de Vaca a sumarse a la expedición de Pánfilo Narváez no es algo difícil de dilucidar. Porque, claro, ha surgido un nuevo mundo, y se ha dicho que reboza en oro, joyas y grandes tesoros que a cualquier hombre resultaría una riqueza inimaginable. Sin embargo, una vez adentrado en la aventura –narrada por su protagonista años después– podemos ver cómo va cambiando esa pretensión original a punta de naufragios y pérdidas a lo largo del derrotero, hasta que se reforma su ideología, tras ocho años vagando por la parte sur del actual Estados Unidos, para llegar de nuevo a “tierra de cristianos” en la Ciudad de México. Grandes desventuras, detrimentos, muerte siempre al costado, desgaste y desolación, hambre e incluso canibalismo son las provisiones que encontraremos dentro de las páginas de Los naufragios. Esta crónica, editada por Enrique Pupo Walker, viene aderezada de una introducción que ofrece a detalle el contexto con el que habrá de abordarse la lectura. Hablo aquí de la primera obra literaria –así se puede leer–, escrita en un continente inimaginado por los hispanos.

01 Nunez - Naufragios pupo

Lee aquí la crónica

Al observar la tinta impresa sobre un papel a manera de símbolos, esas letras que componen el libro, o las celdas electrónicas que por medio de algoritmos matemáticos generan una imagen en la pantalla para leer las aventuras de Cabeza de Vaca, nos situarnos en un punto conocido por muchos, pero, en algunas ocasiones, inexplorado por quienes en él habitan: la frontera. Ciudad Juárez, a lo largo de la historia, ha sido un punto central. Cuando los expedicionarios “cruzaron el gran rio que venia del norte” se encontraron con la zona que se convertiría en un punto clave para la evolución y construcción del actual Estado mexicano: un río que se tiñe constantemente de rojo –sobre todo en las últimas décadas– y que añoran aquellos que dejaron atrás su tierra por la búsqueda de una mejor vida. Esta historia poco se distingue de penosa travesía que realizan los llamados dreamers, quienes hacen hasta lo imposible por su familia. El sentimiento capaz de mover el espíritu y dotar de fuerza a aquellos aventurados (o desventurados) que cruzan el gran río siempre ha sido el mismo:  la esperanza de encontrar su hogar o mejorar el que ya tienen. Así, Cabeza de Vaca, en su desvarió por el septentrión inexplorado, tiene que moverse y continuar a pesar de los límites para alcanzar su sueño.

145 Gissel Medina Alvar

Esta hazaña, realizada hace poco más de cuatro siglos, se repite, día a día, cientos de veces por quienes cruzan la frontera ¿Qué juarense o paseño se jacta de no haber pisado el otro lado del río? Las razones para hacerlo son tan variadas como la misma población que habita la zona. La diferencia radica en que Cabeza de Vaca no se encontró con una barrera, con un alto, con un oficial que le solicitase sus papers o su visa. Hoy, una persona sin escrúpulos planea hacer impenetrable ese bordo que durante tantos años fue libre; aprehender la libertad que se encuentra implícita en el barro bajo el agua y la tierra perteneciente a las personas que la trabajan. Pero la libertad no se exige, se conquista y, como aquel fuerte expedicionario, haremos frente a la adversidad.

145 Trump puente

 Carlos Andrés Núñez Varela

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Ciudad Juárez: personaje de Revueltas en Los días terrenales

martes, 20 marzo 2018 por juaritosliterario

“Este debía ser el distrito comercial de Tijuana, se dijo Jack. Una ciudad desconocida del todo para él. Tiendas, farmacias, cantinas, al estilo Far West, que daban la impresión de no tener nada por atrás, en efecto como los escenarios de una película del Oeste”.

José Revueltas, Los motivos de Caín.

A partir de un documental llamado “Evocación de José Revueltas”, sabemos que durante sus viajes como militante, el escritor nacido en Santiago Papasquiaro, Durango, conoció casi todo el país, con algunas excepciones como el estado de Chiapas. En sus biografías tampoco hay registros de estancias en Ciudad Juárez; sin embargo, para el autor de El Apando, la frontera tuvo un lugar muy especial en su novela más polémica: Los días terrenales. Veamos el retrato del hombre fronterizo que idealizó Revueltas en esta novela publicada en 1949: “—Era un antiguo obrero metalúrgico de la Fundición de Peñoles, en Chihuahua, nacido en Ciudad Juárez —de ahí su sobrenombre—, cuyo aspecto enfermizo y débil complexión parecían acentuarse con la elevada estatura. Había venido a la capital como delegado a un congreso, pero después, por un cúmulo de circunstancias, ya no le fue posible regresar a su punto de origen y desde entonces vivía con Julia y Fidel en aquella casa”.

139 Revueltas - Dias terrenales

Lee aquí la novela

Resulta bastante acertado que para Revueltas el personaje haya sido el delegado de un Congreso, ya que por aquellos años, en Ciudad Juárez se organizaba el Partido Comunista Mexicano. Es muy probable que el autor visitara la ciudad por ese motivo, tal como se sugiere en declaraciones citadas anteriormente. En la siguiente descripción se evidencia el conocimiento que este escritor tenía de la ciudad respecto a los valores morales con los que construye al personaje, pues en ese momento, la ciudad ya era dueña de una fama de cantinas y burdeles. Leamos los trazos con los que Revueltas muestra al personaje que habita la novela comentada:

Después de haber entrado, Ciudad Juárez permaneció en la mitad del cuarto, de pie, balanceándose a un lado y otro, mientras sonreía con vergüenza y humildad y mostraba, a guisa de disculpa y argumento de absolución, en la mano derecha, una botella de tequila a medio consumir y en la izquierda un marchito ramo de zempaxúchitl , flor mexicana de los muertos. 

139 Penoles

Los días terrenales causó gran impacto en el público pues se editó en una fecha decisiva para nuestra nación que pasa por el recuento de los daños con posterioridad a la Revolución Mexicana. La novela fue criticada arteramente por Pablo Neruda, a tal punto que por decisión del autor se sacó de circulación. Esta obra ha dejado una huella indeleble en la historia de México y a Ciudad Juárez le pertenece un pedazo de la memoria recreada en este breve espacio por nuestro querido Revueltas. El siguiente fragmento es una bellísima estampa llena de poesía y nostalgia donde abriga el amor a la vida con que Revueltas retrató la figura fronteriza:

Lo miró a los ojos con un impulso elocuente y significativo. Aquello era cierto, y comprendiéndolo así, Julia prorrumpió en llanto por primera vez desde la muerte de Bandera, sin poderse contener. Ciudad Juárez tomó una mano de Julia y le hizo empuñar el ramo del amarillo cempaxúchitl. Miró luego hacia donde estaba el cuerpo de Bandera. —¡Pónselos junto! —dijo con suavidad—. Los traje para la pobrecita. ¿Si no para quién? 

Así termina el segundo capítulo de esta maravillosa novela de José Revueltas, para quien la frontera ocupaba un espacio importante, pues en este personaje se muestra, desde un aspecto sociológico, ese lugar del mundo real llamado Ciudad Juárez.

139 Revueltas - PCM

Carlos Macías Esparza

 

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El corazón de los árboles

jueves, 08 marzo 2018 por juaritosliterario

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Konstantinos Kavafis, “Ítaca”.

I. Eve Gil cuenta en su blog que, según cierto amigo, hay gente que viaja a Ciudad Juárez para preguntar si Rosario Sanmiguel existe. Algunas veces me he planteado la misma cuestión, a pesar de vivir en la misma ciudad y con la misma gente. Quizá habría que imaginar a dos Rosarios: la escritora y el personaje mítico, de ficción. La verdad, una vez escarbada, descubre a una mujer importante, aunque discreta, en el ambiente cultural juarense: direcciones editoriales, revistas literarias (Levrel), talleres (“Rosario Castellanos”, una respuesta al machismo imperante en la escena literaria local de principios de los noventa) y crítica literaria (La representación histórica en Noticias del imperio de Fernando del Paso). Aunque su existencia queda confirmada con este inventario, aún siento que escribo de alguien a quien nunca he visto, a quien imagino como a uno de sus personajes: Andrea, de su impresionante novela Árboles o Apuntes de viaje (2007).

137 Revista Levrel

Rosario Sanmiguel es la protagonista de Juaritos literario. Esta entrada será otra más en la colección de reflexiones en torno a su obra, aunque la primera sobre su novela. Lo anterior debido a una tramposa premisa: Juárez no aparece en ella. Si en Callejón Sucre y otros relatos nuestra ciudad era el escenario protagónico e hilo estructural del cuentario, en Árboles el retrato de la urbe me resulta inquietante debido a su ausencia. Sin embargo, la idea misma del viaje contornea una geografía (imaginaria y real) que vale la pena explorar: del Big Bend, Texas, hasta el pueblo desolado de Malavid (que remite a Manuel Benavides, Chihuahua, de donde es oriunda Sanmiguel) y, finalmente, El Paso-Ciudad Juárez. Asimismo, existe otro viaje de carácter intertextual: la construcción ficcional de Malavid y la dialéctica que ejerce con el emblemático Comala de Juan Rulfo.

137 Sanmiguel - Arboles

Lee aquí la novela

II. El viaje desemboca en apropiación del espacio y también de memoria. Como en el poema de Kavafis, Ítaca fue solo el destino, el punto de llegada, el hogar. Todo lo demás, lo que en verdad importa, son las situaciones y peripecias para realizar ese viaje: las experiencias y los conflictos, la memoria y el olvido que se desprenden de la vivencia. En el caso de Árboles, Andrea, por medio de la realización del trayecto y el acto de nombrar (y no hacerlo, como ocurre con Juárez) los lugares visitados, busca apropiarse no solo de los espacios sino de su identidad. Al final de la novela esto concluye en escritura, apuntes de viaje, “retazos de una historia a la que trataba de dar sentido a fuerza de memoria e imaginación”.

137 Chirico Retorno Ulises

Página aparte, pero con relación a la escritura, Gérard Genette en Palimpsestos señala los niveles representativos del intertexto. Uno de ellos, el paratexto, entendido como lo que está fuera del texto (como epígrafes o la fecha y lugar de composición) cumple una función tanto estructural como simbólica. “Alpine – Ciudad Juárez, 2001”, por ejemplo, es la fecha de composición de Árboles. El epígrafe de Gastón Bachelard en la novela, perteneciente a La tierra y los ensueños de la voluntad, resulta significativo porque se une a las palabras finales de Amanda, la madre de Andrea, y que asimismo desarrollan el inicio del viaje intertextual (en dos sentidos, Bachelard y Rulfo). Amanda se dirige así a su hija: “Tú también recuerda esto. Que una tarde de San Juan, o una tarde de viento, o una tarde cualquiera amarré el corazón al corazón de un árbol”. En efecto, la alusión a Bachelard y Rulfo comprenden un nivel interpretativo complejo donde puedo indicar semas que conectan tanto al intertexto como al carácter simbólico de la obra, ya que las palabras finales de Amanda desembocan en el final de la novela y, por lo tanto, del viaje de la lectura.

137 Bachelard poetica

La cita remite de cierta forma a Pedro Páramo a través de dos líneas interpretativas: 1) La referencia a San Juan alude, además de la evidente lectura religiosa, al amor de Pedro Páramo por Susana San Juan, quien, como Amanda, representa la memoria de Comala (y por lo tanto su olvido), así como su concluyente desaparición; 2) La primera indicación de Dolores Preciado a su hijo que desencadena el viaje y su perdición en el trayecto de la vida a la muerte. La última referencia aparece más clara cuando, antes de morir, la madre de Preciado le dice: “El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro”. Ambos personajes (Amanda y Juan) viajan para reclamar justicia a sus recuerdos.

137 Rulfo Arbol

Otro intertexto aludido se refiere a la composición del destino, es decir, los espacios imaginarios: Malavid y Comala. La atmósfera de desolación se contrasta, en ambas espacialidades, con la presencia del árbol que, si bien remite a los mismos personajes en Sanmiguel, también representa la idealización de la memoria: el pasado como asentamiento de una identidad por recuperarse. En Pedro Páramo Dolores Preciado compara a los árboles de Comala con la disposición de sus recuerdos: “Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y de hojas como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos”. De una forma similar, en la novela de Sanmiguel, cuando Galindo muere, Andrea piensa en los árboles de Malavid: “Recordé la arboleda perdida en la memoria de Amanda, que yo guardaba en mi memoria”. La idea del árbol atañe tanto a la espacialidad como a la memoria. A fin de cuentas, el texto literario recibe este nombre.

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Quizá por ello, y a manera de contraste, la única mención a la geografía juarense atañe al agua y al cruce fronterizo. Al inicio de Árboles leo: “Del Big Bend a tierras ejidales, en una barca agujereada al mando de un niño, por un cuarto de dólar crucé el río Bravo”. A través de esta primera referencia espacial, se puede trazar imaginariamente el viaje de Andrea:  Inicia desde el parque nacional Big Bend, en Texas; después viaja a través del río Bravo hasta llegar a Lajitas; emprende luego el camino en dirección al sur y llega a Malavid (Manuel Benavides). El regreso a casa lo realiza en camión con Galindo y Jacinta. Arriban a Ojinaga, donde Galindo fallece. Quedan solas Andrea y Jacinta. En este momento, Andrea revela que lo mejor hubiese sido jamás emprender el viaje: haber dejado las cosas como estaba, “ustedes en Malavid y yo en El Paso”. Aquí concluye, en el texto, su viaje. Sin embargo, a través de un proceso de imaginación, quiero reconstruir el trayecto de Andrea hasta El Paso. Aquí no solo se reencontrará con la soledad de su árbol genealógico, sino también con la frontera que divide, gracias a las aguas ausentes del río Bravo, a Estados Unidos de México. Tendrá que cruzar por Ciudad Juárez si quiere entrar a El Paso. Regresar, al fin, a su casa y enterrarle un cuchillo en el corazón al árbol.

137 Lancha Juarez

Antonio Rubio

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Juaritos commuters

lunes, 05 febrero 2018 por juaritosliterario

El prefijo trans sirve a la perfección para estudiar el “a través” de todo lo que cruza en ida y vuelta la frontera, de tal forma que la integración regional puede ser alcanzada por medio de individuos pasaporteados que literalmente viven en ambos países, sosteniendo, de pasada en pasada, su economía. Los fenómenos transfronterizos (cross-border, también llamados) contemplan la continua interacción de actores e instituciones en torno a dos o más núcleos de asentamientos colindantes a un límite internacional. La mirada bifronteriza desacredita toda visión que respete las jurisdicciones, que omita la porosidad entre municipios y condados, y que intente dar cuenta de una problemática desde su propio lado de la frontera, sin atravesarla. La franja ampliada atiende características y procesos particulares en contextos en donde la interrelación trasnacional, la diplomacia y la negociación reducen su escala de análisis, para hacer de la materia civil su objeto de estudio.

131 El Paso Juarez twins

No obstante, la asimetría de poder también es una variable que refleja las diferencias entre dos sistemas económicos. La legibilidad de los contrastes sienta las bases para que una región transfronteriza supere obstáculos ideológicos convencionales: “invasión subrepticia”, “reconquista silenciosa” o “bomba demográfica”. La eventual correlación de las fuerzas de mercado genera una dinámica trans, que a nivel de migración y economía induce evoluciones, solidaridades y convergencias tales, que se crea un espacio de transición entre ambos o, mejor dicho, sobre ambos lados de la frontera. El movimiento pendular de los commuters (gente que duerme en una ciudad distinta de donde trabaja o estudia) resulta un caso ejemplar.

131 Crossing - Katie Orlinsky

El esfuerzo cruzado promueve cambio y riqueza sobre una extensión territorial que fertiliza una identidad cultural heterogénea. El escritor juarense Alejandro Páez Varela así entiende la región Chihuahua-Texas: un todo orgánico con la disposición y vigor de ser núcleo, eje y nodo central para el negocio, el cruce y reingreso de poblaciones, el juego lingüístico, las compañías hermanas, el interés académico, la división de clases y el establecimiento de conflictos culturales. La novela Oriundo Laredo (2016) recrea este escenario por el que circulan habitantes y trabajadores temporales, migran tenacidades y una que otra tragedia, así como un cúmulo de historias interconectadas por el arraigo a la tierra desde antes que fuera frontera. Las continuas referencias al Camino Real de Tierra Adentro, al Ferrocarril Central Mexicano y a la Revolución patentan la tradición del cruce de una zona permeable durante más de cinco siglos.

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Anteriormente, en su trilogía Los libros del desencanto, Páez Varela ya había prefigurado la dinámica del mismo espacio. Liborio Labrada, protagonista de El reino de las moscas (2012), experimenta en el cuerpo de su pareja, Ana, este territorio: “Le desabroché la camisa y me dejó ver, desde la montaña Franklin, que el valle de Nuevo México es el mismo que el de Chihuahua, hasta Palomas y Columbus; que se funden, que tienen las mismas nubes, las mismas depresiones a las que sólo pega el sol de mediodía”. Curiosamente, en Corazón de Kaláshnikov (2009), que inicia la trilogía, el narrador dejó fuera un pequeño texto sobre otra experiencia orgánica: la de comer. Para el 2014, una vez publicadas las tres novelas, Alfaguara reedita la primera y compila al final, con título propio, cuatro pasajes inéditos. Una nota a pie aclara que “Scrap es un término muy común en la maquiladora; se refiere a desechos industriales. Así decidió el autor llamar a los siguientes textos, piezas aisladas que se quedaron –por decisión suya– fuera de la primera edición de Corazón de Kaláshnikov”.

131 PaezV - Corazon 2a

Lee aquí los textos

Entiendo a la perfección por qué Páez Varela desechó estos cuatro fragmentos en la versión original. No añaden nada a la trama central, ni abonan para la construcción de los protagonistas. “Así era en esos años” quizá tenga mayor valor debido a las noticias sobre los orígenes de El Sheik. Además, afirmar que “Juárez es una ciudad de desechos. Desechos se viste, desechos se come: se es un desecho”, seguro podría alejar simpatías y desviar la imagen que delinea sobre su ciudad natal. Así que una vez leída la trilogía y con el prefijo trans a cuento, bien vale la pena leer “Colitas de pavo”, primer texto añadido que rememora los orígenes y la receta de este peculiar lonche (aún me cuesta no decirle torta), a finales de los 70 “En la esquina de Ramón Corona y Galeana, en el centro de la ciudad”. Las “colas del cócono en la salmuera que sobra de las latas de los chiles curtidos” ejemplifican a la perfección una dinámica transfronteriza que hace de los entresijos (a peni o a daime la libra) un manjar en tierras juarenses. Lo mismo ocurre con los neumáticos que cimientan casas en los barrancos, la ropa de las segundas, los “cerrajeros”, “enmendadores profesionales de la chatarra”, o con los pasajes inéditos de una injustificada segunda edición.

131 Lonche

Carlos Urani Montiel

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Rompiendo el cristal

miércoles, 24 enero 2018 por juaritosliterario

En 1995, Alfaguara publicó una novela conformada por nueve cuentos, La frontera de cristal, del celebre escritor, intelectual y diplomático Carlos Fuentes. El autor de novelas como Aura y Terra Nostra nació en Panamá (de padres mexicanos),y fue criado en diferentes lugares de América como Santiago de Chile y Buenos Aires. Más tarde, a la edad de 16 años, llegaría a la Cuidad de México donde haría gran parte de su vida y carrera hasta su fallecimiento en 2012. La frontera de cristal, traducida al inglés, francés y hasta al polaco, tiene como personajes principales a Michelina Laborde, una muchacha acostumbrada a la buena vida y a realizar cualquier cosa por mantenerla, a don Leonardo Barroso, padrino de Michelina a la que quiere emparentar con su hijo Marianito, el futuro heredero. Es don Leonardo el encargado de mover el negocio en la frontera, lo que le ha generado una gran fortuna que comparte con su esposa doña Lucila Barroso, dedica, en exclusivo, a despilfarrar el dinero en lujos y placeres. En esta familia, que ha sabido hacer un imperio sobre las incidencias fronterizas, se centra la gran parte del entramado narrativo, ya que conforme las historias siguen su curso vemos cómo nuevos personajes se vinculan con el magnate. No obstante, en el relato final, “Río grande, río Bravo”, existe un trasfondo histórico, y diferenciado en cursivas, que goza de cierta autonomía. Las historias que lo integran dan cuenta de una personalidad única: la espacial, demarcada por la línea divisoria entre países pero conectada por el devenir de varios siglos.

133 Fuentes Frontera alambrada

Lee aquí «Río grande, río Bravo»

En este cuento en específico, el espacio donde confluyen las anécdotas centrales se sitúa en el puente fronterizo, en la zona desértica en donde colindan las dos ciudades (Juárez y El Paso) y a lo largo del cauce del Río Grande, río Bravo por donde fluyen sueños y esperanzas. Se omiten las localizaciones específicas más allá de la frontera, pero cada una de las diferentes historias termina o logra cruzar la franja. El narrador no menciona el nombre de algún puente o su ubicación exacta, pero sí recalca el papel fundamental que ejerce en los personajes que van apareciendo, ya que cada uno intenta franquearlo por las buenas o de forma ilegal. La meta sigue siendo la misma… pasar al otro lado en donde parece que se pueden cumplir los sueños. Desde cierta distancia, este escenario resulta atractivo y hasta místico; pronto fue materia prima para la literatura, ya que siendo un borde atravesado por cientos y cientos de personas con múltiples aflicciones, alguien supo escucharlas para convertirlas en relatos de ficción.

133 Carlos Fuentes libros

La atmósfera que construye Carlos Fuentes no está muy alejada a la realidad de nuestros días, y aunque la novela fue publicada hace más de 20 años refleja la vitalidad que confluye a ambos lados del río. Vivir en la frontera en medio del trajín de personas yendo y viniendo es algo normal para nosotros; de alguna manera todos estamos conectados con ese vaivén; tenemos familiares viviendo en El Paso, ejerciendo algún empleo; o simplemente cruzamos con fines de ocio o buscando las rebajas. Un sinfín de personas sobre sus carros esperan horas en la línea sin importar las inclemencias del clima… un rito de paso que llega a su clímax bajo la mirada y cuestionamiento del agente aduanal. De igual forma, los que atraviesan ese tramo a pie a veces corren con suerte y esperan apenas unos minutos, aunque lo normal es controlar el ansia de una larga fila para que al final revisen los papeles y pertenencias. Caminamos por la calles, ya sean de Juárez o de El Paso, aledañas a los puentes fronterizos y observamos a lo lejos gente acarreando cosas de aquí a allá, un negocio interminable de intercambio que ni la noche lo detiene. A la cotidianidad de la frontera también se le unen otros aspectos que desconocen su dinamismo: discriminación, xenofobia y el proyecto de un dichoso muro. Si este se levantara, ¿de qué lado quedaría el Río Grande, río Bravo?

133 Puente Paso norte

Andrea Yareli Salazar Castro

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La frontera, un viaje sin regreso

viernes, 10 noviembre 2017 por juaritosliterario

Nadia Villafuerte nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 18 de agosto de 1978. Con estudios en periodismo y música, obtuvo la beca del FONCA en el programa Jóvenes Creadores 2003 y tres años después la de la Fundación para las Letras Mexicanas. Dentro de su producción literaria podemos encontrar títulos como Preludio (2002), Barcos en Houston (2005), ¿Te gusta el látex, cielo? (2008), Palabras mayores. Nuevas Narrativas Mexicana (2015), Presidente, por favor (2005) y la novela Por el lado salvaje. Uno de sus intereses temáticos recae en la cuestión del género, perspectiva que se refleja en “Botas Texanas”, relato compilado por Antonio Moreno en Road to Ciudad Juárez (2014). Aquí la autora habla sobre la naturaleza de una ciudad fronteriza que funciona como el escenario perfecto para que una mujer triste, pesimista y melancólica encuentre, aparte de sus botas texanas, un montón de cosas más: un uniforme de mesera, una peluca azul, un libro y un viaje que lo cambiará todo.

103 Villafuerte - Botas texanas

Lee aquí el relato

Villafuerte muestra una urbe “capaz de recibirte amorosamente y clavarte un cuchillo al dar la espalda”; es decir, el espacio que reconstruye se visualiza bajo una naturaleza dinámica, siempre en movimiento, pero con un aliento trágico insoslayable: “y de hecho, toda Juárez se me había revelado como una barranca en cuyos bordes florecían los buitres de carroña”. La protagonista se traslada por la zona céntrica, pasando por mercados, plazas y tiendas de segunda mano para comprar algunos artículos de interés a precios de oportunidad, entre ellos, el libro Cómo viajar sin mucha plata. Por la mañana, con sus olores, la ciudad se atesta de vida; sin embargo, con el comienzo de la obscuridad llegan sombras palpables de inseguridad, depravación y muerte. Todo esto propicia el escenario para que la protagonista, envuelta en sentimientos de soledad, aburrimiento y monotonía, encuentre el detonante perfecto para tropezar ¿accidentalmente? con su deceso. Irónicamente, la ciudad le ofrece un boleto para viajar de una forma en la que no necesitará plata ni equipaje.

124 Centro día

El escenario del texto se desenvuelve en la zona céntrica. No obstante, considero que la visión de este lugar va acorde con la depresión del personaje, es decir, solo se muestra lo peor de la ciudad. La autora resalta la imagen negativa de Ciudad Juárez (pero se queda un tanto corta con el ambiente real del centro, por ejemplo, no es cosa fácil encontrar pasteles de crema en la vía pública como sí lo sería la rebanada de flan con su fresa y adorno de crema batida enfrente de Catedral) y la complementa con el imaginario social que se ha creado en torno a ella para crear el escenario perfecto en el cual se desarrollará esta fatídica historia. La frontera se convierte, una vez más, en un espacio lleno de muerte y pesadillas, en donde el día de una chica que solo quiere pasar el tiempo y comprarse unas botas vaqueras puede terminar, de un momento a otro, en tragedia; o más bien, convertirse en un viaje sin regreso, como el de cientos de mujeres asesinadas en el desierto, hacia ese lugar en donde “cientos de fantasmas serpenteaban el Río Grande o el llano de Leteo o como se llamase”.

124 noche juarez

José Ricardo Medina

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Detrás de la cortina

jueves, 02 noviembre 2017 por juaritosliterario

Sergio González Rodríguez nació en la Ciudad de México en el año de 1950 y tiene apenas unos meses que falleció. El autor es reconocido por sus escritos acerca de los feminicidios en tierra juarense en la década de los 90. Al respecto, su obra principal es Huesos en el desierto, construida a partir de publicaciones en el periódico Reforma. Del libro, una crónica periodística con secuencias narrativas que van develando el proceso de una indagación, me llama la atención el segundo capítulo: “El mapa difícil”. Se dice que la figura patriarcal era la dominante en aquellos años por lo que a la mujer se le tomaba como una criatura dependiente a la cual proteger. Cuando la industria maquiladora comenzó su apogeo en la ciudad y las mujeres eran remuneradas por su trabajo, un rencor masculino surgió dando origen a la antítesis femenina. Ya no eran concebidas como las progenitoras, ni se percibía su estereotipo de pureza, lo que inició su identificación como un objeto que gusta del sexo, así como el desencadenamiento de la violencia en su contra. La imagen de Ciudad Juárez se presentaba en marquesina como la oferta de una vida mejor, pero detrás de esa cortina se desataba el contrabando, la violencia de género y la inmigración. Esta estampa fue pronto internacionalizada.

123 GonzalezR - Huesos desierto

Lee aquí los dos primeros capítulos

Ciudad Juárez, para los mismos ciudadanos, es una urbe con calles llenas de baches, terrenos baldíos, con zonas urbanas polarizadas: unas muy pobres y otras opulentas. Por otro lado, la gente que se encuentra fuera de la ciudad la ve como un enlace, un puente hacia el país. En el texto se habla acerca de los soldados de Fort Bliss, cuando cruzaban la frontera con destino a una zona de descanso y distracción del deber durante la Segunda Guerra Mundial. Más tarde se transformó esta zona en el espacio propicio para el intercambio de armas y venta de drogas, sostenido debido a la falta de empleo para la población joven quien buscaba su propio sustento económico. Esta gran frontera fue inspiración para González Rodríguez por todo lo ocurrido en estas tierras; la localidad se divide en distintas zonas que, a su vez, son controladas por diversas figuras dueñas de grandes extensiones y propiedades. A finales del siglo XX la violencia femenina constituía parte de la sociedad juarense, aunque también llegó a afectar a los hombres, sobre todo a la población infantil. La crueldad de estas acciones ha quedado impune, ya que, afirma el autor, las mismas autoridades se vieron envueltas con los criminales y cubrieron los delitos.

123 Virgen monu

Lo que se narra en este capítulo de Huesos en el desierto marca el comienzo de la época en la que aflora el crimen organizado en la ciudad. Vivir en el entrecruce de siglos implicó una preocupación siempre constante debido a la incertidumbre de amanecer al siguiente día. Ser mujer y formar parte de esta sociedad significa desconfiar de todos a tu alrededor pues no adviertes totalmente quién es una amenaza y quién no, una desventaja de género aún vigente en esta franja fronteriza. La existencia de personas provenientes de otras zonas del país, especialmente del sur, fue asociada a estos procesos ilegales. Francisco Javier Llera Pacheco fue citado en el texto como argumento que sustenta el punto anterior: “los problemas de aquella frontera no venían de procesos locales, «sino de fuerzas externas»”. Para poder coincidir plenamente con lo que Sergio González describe, hay que, por una parte, haber experimentado en carne propia el ambiente que retrata y, por otra, desconfiar de los medios de comunicación pues no son objetivos completamente, lo que afecta a los habitantes por la sensación de ser engañados y reprimidos por un temor que ojalá fuera pasajero.

123 Las calles son nuestras

Lilian Idaly Vigil

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