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Publicaciones de la categoría: Odonimus

Paseo por el barrio de los dioses

13 Miércoles Ene 2021

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Tláloc, deidad de la lluvia, es uno de los dioses más antiguos de Mesoamérica. Su nombre deriva de las palabras en náhuatl “tlalli”, que significa “tierra”, y “octli”, que quiere decir “néctar”; es decir, “el néctar de la tierra”. Los pueblos del México antiguo lo idolatraban para que fortaleciera las nubes y dejara caer la lluvia sobre sus tierras y cosechas. Se cree que su origen viene desde la fundación de Teotihuacan, debido a que se encontraron vestigios del dios de las lluvias en figuras y estatuillas, además de un templo en su honor. Los antiguos pobladores de esta zona mesoamericana realizaban oraciones y sacrificios para que enviara a uno de sus hijos o ayudantes, llamados Tlaloques, a derramar su vasija llena de agua sobre sus tierras; asimismo, dedicaban estas ceremonias para mantener contenta a la divinidad y que fuera misericordioso y no dejara caer tormentas o granizo sobre sus pueblos. Por lo general, los templos dedicados a honrarlo se encuentran en lo más alto de las pirámides o montañas; tal es el caso del Templo Mayor de Tenochtitlan, ubicado al lado del de Huitzilopochtli, dios de la guerra. Podemos encontrar adoratorios dedicados a él en el monte Tláloc, en Uxmal, así como en la Pirámide de Teopanzolco, en Cuernavaca.

En el Códice Aubin (1576), un texto que trata de sobre la fundación de México-Tenochtitlan, se dice que Tláloc fue uno de los dioses que ayudó a los aztecas a encontrar el sitio donde edificaron la gran ciudad. Por otra parte, Leyendas del agua en México (2006), de Andrés González Pagés, recopila diferentes relatos sobre los distintos dioses del agua; a continuación, me detengo en: “El Tlalocan, o Paraíso de Tláloc”. Este relato nos describe el hogar de Tláloc, un lugar lleno de maravillas, donde habitan todos aquellos fallecidos a causa de un rayo, ahogamiento, o por una enfermedad que produjera heridas o ampollas con líquido. Sitio, además, donde todos gozan de felicidad, cuidando de una hermosa y extensa cosecha; a la vez que practican el juego de la pelota o la serpiente de agua. El orden se rompe cuando un guerrero, destinado a ir con Quetzalcóatl, muere ahogado por salvar a una mujer. El dios de la vida quiso intervenir, pero Tláloc no le permitió llevarse al hombre, ya que podría alterar el orden del universo. Al principio, el guerrero se sentía triste y decepcionado pero luego, al ver el recibimiento por parte de sus compañeros, comenzó a sentirse feliz de estar ahí. En el relato se muestra a un dios misericordioso y preocupado por el bienestar de todos sus seguidores.

Lee aquí el libro

La calle que lleva por nombre Tláloc se encuentra dentro del fraccionamiento Del Real, entre las avenidas Morelia y Montes Urales (mejor conocida como Jilotepec). Dentro de esa misma colonia, hay otras calles con odónimos de dioses o personajes prehispánicos como Cacamatzin, Popocatépetl, Tonatzin, Ixcóatl, Amozoc, entre otros. Desconozco el motivo o el tiempo que tiene la Tláloc llamándose así la calle; incluso pregunté a un vecino sin tener éxito, pero me parece una excelente idea que muchas de estas calles sean nombradas siguiendo esta relación temática. Por encontrarse cerca de la Panamericana, una de las avenidas más transitadas de nuestra frontera, se puede escuchar el bullicio de los automóviles que por ahí transitan. Por último, quiero agregar que a una cuadra de la Tláloc, en la Cacamatzin, existe un buen lugar de tacos para comer tacos.

Karla Nayeli Jurado Sandoval.

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Las Meninas de Velázquez y El Cristo de Unamuno en Ciudad Juárez

18 Viernes Dic 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, mejor conocido como Diego Velázquez, nació en Sevilla en 1599 y murió en Madrid en 1660. Fue un pintor barroco español y es considerado uno de los más grandes artistas, no solo de España sino de todo el mundo. A los once años, Diego ingresó en el taller del pintor sevillano Francisco Pacheco, siendo este su primer maestro por un periodo de seis años e iniciando así su carrera artística. Sus primeras pinturas van desde la iconografía religiosa hasta escenas costumbristas. En 1623 fue llamado por el conde-duque de Olivares a la capital para retratar al rey Felipe IV; trabajo que lo convirtió en pintor de la corte, donde los encargos iban desde retratar a la familia real hasta pintar escenas bélicas de la historia de España.

Uno de sus últimos cuadros, y su obra más importante, es La familia de Felipe IV o Las Meninas (1656), donde se retrata a la infanta Margarita de Austria rodeada de sus sirvientes, además de otros personajes, así como el autorretrato del mismo pintor. Actualmente, los cuadros de Velázquez, que integran la colección real, son conservados por el Museo del Prado en Madrid.

Han sido diversos los homenajes que otros artistas le han hecho a Velázquez, no solo de otros pintores a los que ha influido, sino también de escritores. El escritor español Miguel de Unamuno (1864-1936) publicó en 1920 un poema titulado El Cristo de Velázquez ,a partir de la pintura Cristo crucificado (1632), un cuadro cargado de un alto contenido religioso, emocional y espiritual; la cual fue encontrada inicialmente en el convento de las Bernardas Recoletas del Santísimo Sacramento de Madrid y, en 1960, adquirida por el Museo del Prado, donde se encuentra hoy en día. El poema de Unamuno está cargado de carácter religioso y se compone de 2540 versos endecasílabos blancos, dividido en ochenta y nueve secciones, agrupadas en cuatro partes. Está escrito en segunda persona, de manera que se aprecia, durante las tres primeras partes, cómo el poeta contempla de arriba abajo el cuadro de Velázquez para hablar constantemente de las cualidades o partes físicas de Cristo, además de imágenes simbólicas y episodios bíblicos; la última parte, “Oración final”, concluye con la muerte de Cristo, su promesa de resurrección y las ansias de vida eterna del poeta. No existe una continuidad estricta entre las secciones en las que se estructura el poema, por lo que se puede considerar a cada sección como poemas independientes que juntos conforman una composición mayor. El Cristo de Velázquez, de Unamuno, es considerado el más grande poema religioso de España desde el siglo XV.

Lee aquí la obra

La calle Diego Velázquez se encuentra ubicada en el fraccionamiento Parajes del sol, en Ciudad Juárez. Esta calle cruza con otras cuyos nombres son también de artistas españoles como la Damián Forment, un escultor de la época renacentista, la Bartolomé de Murillo y la Salvador Dalí, par de importantes pintores, aunque el primero del periodo Barroco y el segundo del vanguardismo. Al encontrarse en medio de un fraccionamiento, esta arteria está rodeada principalmente por los establecimientos contiguos: una pizzería, una ferretería, tiendas de conveniencia, la Escuela Secundaria Federal número 16 (que está al final de la calle), y los dos parques que recorre: el José Juárez, otro pintor igualmente del Barroco, pero nacido durante Virreinato de la Nueva España, y el Bartolomé de Murillo.

Como se indicó anteriormente, la calle de Velázquez se encuentra en armonía con las que la acompañan, pues la mayoría llevan el nombre de pintores, casi todos españoles. Este sector de la ciudad guarda la memoria de algunos grandes pintores y les rinde tributo como un conjunto, pues estos artistas marcaron pauta en la historia del arte, y resulta justo que sus nombres descansen en las placas de las calles, donde automovilistas, peatones y habitantes puedan interesarse por sus obras, si es que no las conocen.

 Mayra Fabiola Mendoza Muñiz

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Estebanico, explorador de calles

20 Martes Oct 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Estebanico fue un esclavo norteafricano, originario de Azamor, Marruecos, quien llegó a destacarse como explorador en expediciones españolas en América. Tras la invasión portuguesa a su lugar natal, se convirtió en propiedad de Andrés Dorantes de Carranza y viajó junto a él a La Española. En 1527 participó en la expedición dirigida por Pánfilo de Narváez, en la que Alvar Núñez Cabeza de Vaca estuvo comisionado como tesorero y cuyo objetivo era colonizar Florida. Después de naufragar en Santo Domingo, se dirigieron a Cuba y llegaron a Florida, actual bahía de Tampa, donde la enfermedad y el hambre causaron numerosas muertes a la tripulación. Decidieron abandonar el lugar y terminaron naufragando y arrastrados a la isla del Mal Hado. Entre los pocos sobrevivientes quedó Estebanico, quien, junto a los demás hombres de la embarcación, fue apresado por una tribu del lugar durante seis años. Luego de la dura situación que vivieron con los naturales, solamente sobrevivieron cuatro hombres: Estebanico, Cabeza de Vaca, Andrés Dorantes y Alonso del Castillo. Posteriormente, realizaron una larga travesía hacia el norte de la Nueva España, pasando por las mesetas áridas de lo que ahora conocemos como el estado de Chihuahua, incluso cruzan el Río Bravo a través de la Sierra Madre. Dos años después, fueron rescatados cerca de Culiacán por una patrulla española comandada por Melchor Díaz. Después de esta travesía, el Virrey Antonio compró a Estebanico y lo colocó como guía de una nueva expedición a Cíbola para buscar riquezas.

Estebanico, al ser un esclavo, no tuvo la oportunidad de aprender a leer ni escribir, por lo tanto, no encontramos ningún texto de su autoría; la única forma de conocer sobre su vida es por medio del testimonio de otros. Cabeza de Vaca lo incluyó en su crónica Naufragios, publicada en 1542, en la que narra sus vivencias atravesando el suroeste de lo que actualmente es Estados Unidos y el norte de México. También Antonio de Mendoza, Virrey de Nueva España, se refiere a su persona cuando en una instrucción girada a fray Marcos de Niza, el Virrey se lo otorga como guía. Lo anterior, se puede verificar en El descubrimiento de las siete ciudades, donde el fray escribe sobre la búsqueda que hizo de fabulosas ciudades. Asimismo, habla un poco más sobre “Estebanico, el negro”, quien en su recorrido por Culiacán, hacia abril de 1539, tenía la indicación de obedecer al prelado en todo lo que mandara. Se encargaba de ir hacia la vía del norte para verificar si había algo excepcional, digno de ser visto por De Niza. En caso de encontrar algo razonable, debía enviar una cruz blanca de un palmo; si la cosa era grande, la cruz mediría dos palmos; mas si resultaba un descubrimiento excepcional, mandaría una de gran tamaño. Estebanico envió una de estas últimas, dando pie a seguir en la búsqueda de ciudades con grandiosas riquezas. A lo largo de la travesía, le sirvió al fraile como mensajero, pues adelantándose en el camino le hacía saber si debía continuar o no por tal rumbo. La aparición de Estebanico, en la obra de Marcos de Niza, termina cuando lo da por muerto en alguna de las maravillosas ciudades.

Lee aquí la obra de fray Marcos de Niza

En la colonia Panamericana, a un lado de Soriana Híper, encontramos una gran calle, algo escondida y no muy transitada, la Estebanico. Atravesándola está la De Estebanico, lo que resulta curioso, pues prácticamente ambas vías están enganchadas y llevan el mismo nombre, con la única diferencia de la preposición “de”. Dos cuadras después se encuentra la avenida Fray Marcos de Niza, lo que tiene lógica si consideramos los párrafos anteriores, pues el esclavo mensajero estuvo bajo las órdenes del religioso.

Las arterias contiguas también llevan por nombre el de algún fraile. Llama la atención, que en esta configuración, el explorador se encuentre a la par de los curas, amén de la igualdad. El contraste entre las casas de esta calle resulta evidente, ya que mientras algunas están deshabitadas y deterioradas, otras conservan su colorido y vida. Por ello, habría que seguirle la pista a esta calle que lleva por nombre el del marroquí buscador de maravillas, o mejor, creer que cuando envió aquella cruz grande lo hizo porque en la arena del paisaje desértico encontró la ciudad aurea que tanto buscaba.

Karen Torres Hernández

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Vulcano: el divino artesano

12 Miércoles Ago 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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En la cultura romana se le conoce como Vulcano al dios del fuego terrestre y de los metales. A través del tiempo, sufrió un proceso de identificación con la deidad griega Hefesto. Según la mitología, es hijo de Júpiter y Juno; su madre, al estar avergonzada de dar a luz un hijo deforme y no querer mostrarlo a los demás dioses, lo arrojó desde lo alto del Olimpo. De este modo llegó al océano, donde fue recogido por Tetis y Euríniome, quienes lo salvaron y lo llevaron a su gruta submarina para cuidar de él. En el transcurso de los nueve años que estuvo bajo su protección, se formó en el arte de la metalurgia, el fuego y la forja. De acuerdo con las descripciones de algunos poetas griegos, su taller se encontraba en la boca del volcán de la isla de Lemnos, donde realizaba sus trabajos, de entre los cuales sobresalen la armadura de Hércules, el cetro de Agamenón, el escudo de Aquiles y los rayos de Júpiter. Esta deidad es también conocida por el uso de sus habilidades para la venganza o el despecho, siendo dos las historias que se suelen destacar. La primera es la fabricación de un hermoso trono de oro en el cual quedaría atrapado quien se sentara, lo hizo para su madre Juno como castigo por su desprecio. El segundo invento fue en contra de Venus, a quien Júpiter le dio por esposa, y quien le fue infiel con Marte, el dios de la guerra. Vulcano, al enterarse, creó una red invisible y con esta envolvió a los amantes, luego llamó a los demás dioses para que presenciaran el espectáculo.

33 Velázquez La fragua de Vulcano

Existen dos trabajos literarios representativos de la época antigua que se han conservado hasta nuestros días: la Ilíada y la Odisea. Ambas obras se le atribuyen al célebre autor clásico Homero, quien retoma la imagen del dios en estos textos.  Aquí nos enfocaremos en la Odisea. Esta obra es un poema épico griego con un origen que se remonta al tiempo de los aedos, quienes lo transmitían por vía oral durante varias décadas, e incluso siglos, era natural, que en algunas ocasiones, le introdujeran cambios al poema. Se cree que con la aparición del alfabeto griego se consiguió registrarlo por escrito en el siglo VIII a.C., y su escritura original es lo que se ha denominado dialecto homérico. La obra consta de veinticuatro libros o rapsodias que narran la travesía de Odiseo para regresar a su hogar, Ítaca. Se le suele dividir en tres partes representativas: telemaquia, la cual describe la situación de Ítaca con la ausencia del rey, al igual que el sufrimiento de Telémaco y Penélope debido a los pretendientes; el regreso de Odiseo, donde el héroe llega ante el rey Alcínoo y narra todas sus experiencias desde que salió de Troya; y por último, la venganza de Odiseo, donde se refiere su regreso y el castigo a los pretendientes, así como la recuperación de su reino. En la Odisea, Hefesto/Vulcano aparece con el epíteto del “ínclito cojo”, y en la trama, exhibe sus habilidades artesanas para ayudar y beneficiar a los mortales e instruyéndolos en toda clase de artes.

33 Homero - Odisea.jpg

Lee aquí la obra

Probablemente el lector se preguntará qué relación tiene este dios griego con Ciudad Juárez. Los nombres de personajes mitológicos sirven de inspiración para un sinfín de cosas en nuestra sociedad actual y este caso no es la excepción. Al norte de esta ciudad fronteriza, allá por la transitada Avenida de la Raza y Avenida del Charro, se encuentra la calle en honor a Vulcano. Sus vías aledañas son de la misma naturaleza, con otros nombres igual de conocidos: Heracles, Atenea, Zeus y demás seres del Olimpo. Este sector funciona como fraccionamiento, donde algo muy común para sus habitantes es encerrarse entre rejas de metal para aislar o intentar apartar la violencia de sus casas y vecindarios con la esperanza de vivir un poco más seguros. Los habitantes de esta zona podrán no estar interesados en la deidad que dio nombre a su pequeña calle, pero, de alguna forma, le rinden homenaje al encontrarse rodeados por metales.
33 Vulcano reja

Andrea Yareli Salazar Castro

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Pascual Orozco: distinguido revolucionario

25 Jueves Jun 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Pascual Orozco Vázquez fue un general revolucionario nacido el 28 de enero de 1882 en San Isidro, Chihuahua. En 1909, Abraham González lo reclutó a él y a Francisco Villa para la causa revolucionaria, en la que siempre demostró una gran capacidad militar. Participó tanto en la Toma de Ciudad Juárez, como en la firma del Pacto de la Empacadora del 25 de marzo de 1912, en oposición a Francisco I. Madero por incumplir las reformas agrarias prometidas. El 7 de marzo del año siguiente, Orozco se reunió con Victoriano Huerta para llegar a un acuerdo en el que sus tropas pasaran a formar parte de las cuadrillas huertistas. Ese mismo año dirigió un grupo hacia Morelos para negociar con Emiliano Zapata, pero falló, y su padre, quien era prisionero de Zapata, fue fusilado. Asimismo, combatió un par de ocasiones contra los villistas, siendo derrotado en la Batalla de Ojinaga. Al renunciar Huerta, se revela contra las fuerzas federales de Francisco Carbajal, empresa en la cual también fracasa; por lo cual, posteriormente, huye a los Estados Unidos. Las circunstancias de su muerte no son claras: una versión apunta que fue abatido en las montañas Van Horn, cuando huía del rancho de Dick Love; otra menciona que Dick Love lo asesina al resistirse a un robo. De cualquier manera, su muerte fue registrada el 30 de agosto de 1915 en el Condado de Culberson, en El Paso, Texas.

En la novela Se llevaron el cañón para Bachimba, del célebre escritor chihuahuense Rafael F. Muñoz, se relatan las andanzas de un joven en las fuerzas orozquistas en diversos lugares del estado de Chihuahua. De igual manera, se refiere la batalla de Bachimba, donde el ejército de Orozco es fulminado. Además de descripciones de ofensivas (que más bien parecen escaramuzas), también se retratan los enormes paisajes del desierto chihuahuense con sus cadenas montañosas y serranías. Esta novela destaca por el amplio despliegue en la psicología, tanto del protagonista como de los personajes secundarios, otorgando al lector una visión más realista e íntima de lo que fue la Revolución Mexicana, con batallas que se prolongaban días sin tregua, ni cambio alguno. Esta lucha armada dejaba a su paso un rastro de desolación en las poblaciones norteñas.

Lee aquí la novela

La calle que lleva el nombre de Pascual Orozco, en la colonia División del Norte, colinda con otras arterias que llevan el mote de personalidades de la misma gesta armada: Felipe Ángeles, Francisco Villa, Francisco I. Madero, Rodolfo Fierro y Pino Suárez. Como personajes relevantes, en uno de los episodios más importantes de la historia de México, no es de extrañar que calles y avenidas lleven el nombre de estos revolucionarios, ya sea en Ciudad Juárez, Chihuahua capital o la Ciudad de México. ¿Qué recuerda (o debería recordar) el nombre de Pascual Orozco? Quizá, la memoria de un hombre que, siendo muy humilde la mayor parte de su vida, se interesó, influido por los hermanos Flores Magón, en derrocar a un gobierno despótico comandado por Porfirio Díaz; para posteriormente actuar en contra del sucesor de aquel, por no haber cumplido las promesas de campaña. Así como también la memoria de un hombre que murió asesinado como un don nadie, pero cuya participación en la historia sería decisiva para las primeras victorias que anunciaban un cambio anhelado hacía mucho y para muchos. La memoria de un hombre al que no se le ha otorgado un justo merecimiento.

Osiel Adolfo Montiel Maldonado

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Grandeza novohispana

15 Miércoles Abr 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Bernardo de Balbuena nació en Valdepeñas, España, en 1562, y murió en San Juan Bautista, Puerto Rico, en 1627. Dejó su tierra natal cuando era joven para emprender su viaje hacia la Nueva España, donde se encontró con su padre en la Nueva Galicia, lugar en que este último poseía territorios. En esta región estudió teología para instituirse como hombre eclesiástico. Es mayormente reconocido por su obra titulada Grandeza mexicana, una de las más importantes del periodo novohispano. Este libro, publicado en 1604, es una exaltación de la Ciudad de México. Años más tarde, su fascinación por la ahora capital mexicana lo llevaría a escribir la novela pastoril Siglo de oro en las selvas de Erífile. Fue nombrado abad en Jamaica y recibió el título de obispo en Puerto Rico, sitio al que llegó en 1626, poco tiempo antes de su muerte.

31 Bernardo de Balbuena.jpg

La ya mencionada obra cumbre de Bernardo de Balbuena se escribió en tercetos encadenados y recurre al uso de personajes de la mitología griega como Midas y Apolo, así como a la religión cristiana, la cual resulta imprescindible debido a la condición clerical del poeta. La dedicatoria de la obra recayó en fray García de Mendoza y Zúñiga, arzobispo de México, consejero del virrey. Nuestro autor quiso retratar en Grandeza mexicana lo que vio en la ciudad capitalina a mediados de 1603. Además, hace saber al lector que escribió con un lenguaje entendible a cualquiera, pues sería aburrido si solamente los letrados supieran acerca del lugar que describe; así, tiñó la lengua de un florido lenguaje coloquial. El autor valdepeñero describió a las personas que habitan la zona capitalina, aquellas que son originarias de esa tierra y poseen brunas cabelleras, las cuales se mantienen sueltas; estos pobladores van armados con arco y flecha para la actividad de la cacería. También refirió la disposición de las calles en la ciudad: una cuadrícula muy marcada que la hace lucir como un tablero de ajedrez (damero), cualidad todavía apreciable en la Ciudad de México, cuando menos en el Centro histórico. Con el juicio que acompañaba su época, Balbuena mencionó que las piezas del juego están conformadas por las mismas personas que habitaban el lugar; es decir, las figuras blancas corresponderían a los españoles y las negras a los nativos. Asimismo, alude el mito fundacional mexica, según el cual, por órdenes de Huitzilopochtli, la ciudad debía levantarse ahí donde el águila devorara a la serpiente sobre un nopal.

31 Grandeza mexicana.jpg

Lee aquí la obra

No hay gran relación entre la calle designada con el nombre de Bernardo de Balbuena y el de la colonia en que se encuentra, ya que esta última lleva el apelativo del Che Guevara, quien fuera uno de los participantes más afamados de la Revolución Cubana. Bernardo de Balbuena, además de visitar Nueva España, también trabajó en Jamaica y Puerto Rico, pero no se tiene registro de ninguna visita en suelo cubano. Tampoco se encuentran vínculos importantes entre las calles contiguas con dirección al bulevar Oscar Flores, pues son nombradas conforme a los municipios del estado de Chihuahua. Sin embargo, en dirección a la Valentín Fuentes, colinda con calles que llevan los nombres de María Enriqueta, José Mancisidor y José Peón y Contreras, quienes fueron autores mexicanos, ligándose así, en el oficio de la escritura. Nosotros, como habitantes de Ciudad Juárez, nos relacionamos con la arteria Bernardo de Balbuena al recorrerla; y como lectores de su Grandeza Mexicana, nos transportamos hasta el periodo en el que nuestro país no era México, sino Nueva España, imaginando cómo era la capital vista por un español que se había mudado al Nuevo Mundo para conocerlo y recorrerlo verso a verso.31 Bernardo de Balbuena.jpg

Lilian Idaly Vigil Corrujedo

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Rodolfo Fierro: el Carnicero

25 Miércoles Mar 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Rodolfo Fierro fue un general revolucionario nacido en La Fuente, Sinaloa, en 1880. Ingresó a las filas armadas en 1913 como pagador. Tiempo después fue ascendiendo en sus rangos militares: primero lo nombraron comandante del Cuerpo de Guías; luego, su desatacada participación en la batalla de Tierra Blanca, que le dio a Villa el mando de Ciudad Juárez, le valió el cargo de general, además de convertirlo en la mano derecha del Centauro del Norte, a quien le tenía una enorme lealtad. Le apodaban el Carnicero y se destacaba por ser intrépido. A él se le encomendaba la tarea de fusilar a los prisioneros o desertores. Además de la ya mencionada campaña de Torre Blanca, combatió en las tomas de Torreón y Zacatecas. Sin embargo, su actuación en la lucha contra Carranza falló, siendo derrotado en Guadalajara. En la batalla de León intentó tomar el Cerro de la Cruz sin la orden de su superior, lo que generó pérdidas humanas a Los Dorados. El Centauro lo manda a capturar y fusilar, pero se salva al ser enviado como prisionero a Chihuahua. Cuando se recuperó volvió al ejercito villista ganando batallas en Celaya y León, pero perdiendo, nuevamente, en Salvatierra y Valle de Santiago. Murió ahogado el 13 o 14 de octubre de 1915 al intentar cruzar la laguna artificial de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.

30 Rodolfo Fierro.jpg

El cuento “Oro, caballo y hombre” de Rafael F. Muñoz apareció publicado por primera vez en Si me han de matar mañana…, cuentario de 1933 que contiene textos esenciales para comprender la narrativa revolucionaria. En dicho relato se detalla la muerte del villista en aquella laguna. Su modo tosco y grosero queda bien dibujado en esta historia. A pesar de que el retrato está en el terreno de lo ficticio, ofrece un fiel acercamiento a la actitud del caudillo. Otro cuento en que aparece como personaje es en “La fiesta de las balas” del autor Martín Luis Guzmán. Aquí se narra cómo el caudillo libera a 300 hombres en un llano ofreciéndoles la oportunidad de salvarse; mientras huyen, el general dispara sin piedad y advierte al encargado de darle los cartuchos, que si uno de los prisioneros escapa, lo asesinará también a él.

30 Munoz - Si me han de matar.jpg

Lee aquí el cuentario

Además de que su muerte ha sido documentada por Rubén Osorio en su libro La familia secreta de Pancho Villa, en una entrevista, Osorio refiere que descubrió la tumba del sinaloense por un acta que le mostró el dueño de un panteón en Chihuahua. Posteriormente, cenando con colegas de una universidad de Texas, les dice que encontró la tumba del Carnicero; sorprendidos por el hallazgo, donan cinco dólares cada uno para ponerle una placa a la tumba. La inscripción se colocó y con el dinero restante (treinta pesos) Rubén Osorio compró un ramo de flores para coronar la lápida.

30 Tumba Fierro.jpg

La calle General Rodolfo Fierro, en la colonia Pancho Villa, está rodeada de otras cuyos nombres también son personajes revolucionarios: Felipe Ángeles, Pascual Orozco o la que lleva el nombre del mismo Villa. Resulta curioso que el apelativo de un revolucionario con tal reputación haya servido para designar a una calle, pero quizá su sentido venga de la configuración que hace en conjunto con las otras. Como se ha dicho, Felipe Ángeles y Francisco Villa son sus colindantes. Recuérdese que Fierro y Ángeles eran las armas principales y más poderosas de Villa, jefe máximo de los Dorados. Colocar a estos tres personajes realza la idea de las diferentes facciones de un mismo fenómeno: la estrategia de Ángeles, la astucia de Villa y la fuerza de Fierro. Los tres pertenecieron al mismo bando, cada uno aportó lo suyo. Mientras tanto, al transeúnte que recorra estas calles no dejará de parecerle insólito que la Rodolfo Fierro, la Felipe Ángeles y la Francisco Villa parezcan encerrarlo estratégicamente y, que si logra escapar, quizá sea perseguido por el Carnicero.

30 Gral. Rodolfo Fierro.jpg

Osiel Adolfo Montiel Maldonado

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Elegía por Amado Nervo

10 Martes Mar 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus, Sin categoría

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Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz decidió llamarse Amado Nervo porque, según él, ese nombre sonaba más inmediato y adecuado para un poeta. Precursor del movimiento Modernista en México, nació en Tepic, Nayarit, creció en Jalisco y cursó sus primeros estudios en el Seminario de Zamora, en Michoacán. Sin embargo, los problemas económicos de su familia le obligaron a abandonar su formación eclesiástica; aunque no por eso dejaría de lado en su producción lírica, la espiritualidad y el misticismo. La primera poesía del autor se caracterizó por abordar temas relacionados a la existencia humana como el dilema de la vida y la muerte, tópico que se repite a lo largo de su obra. Una nueva etapa del poeta inició al ejercer como periodista, camino que le abrió buenas oportunidades, la más significativa en 1900, cuando viaja a París como corresponsal en la Exposición Universal. Vivió dos años en Europa, donde se relacionó con los movimientos literarios y escritores de la época, especialmente con Rubén Darío. También en París conoció a su gran amor, Ana Cecilia Luisa Dailliez. El viaje al viejo mundo le cambiaría la vida; no obstante, la muerte le atormentó y persiguió siempre. Primero falleció su padre, lo cual, además del dolor, lo enfrentó a grandes problemas económicos; luego, lo conmocionó el suicidio de su hermano Luis; y por último, la muerte de Ana Cecilia, quien murió de tifoidea en 1912, suceso que lo inspiró a escribir La amada inmóvil. 29 Nervo

La amada inmóvil, texto publicado de forma póstuma en 1922, presenta una serie de cuadros en donde el poeta lamenta la pérdida de la amada y habla sobre la muerte desde lo religioso y lo metafísico. Antes del poemario, Nervo escribió un prefacio donde relata los pretéritos y últimos sucesos de la vida de Ana Cecilia. Este apartado adquiere naturaleza de confesionario, pues el autor no sólo desahoga todas sus penas, sino que también habla sobre las incertidumbres existenciales y espirituales que suscitó el fallecimiento de la fémina: “Si debe creerse que nuestra existencia es una expiación de yerros anteriores, sabe Dios que yo expié en esas horas muchas faltas de otras vidas, o de esta mi pobre vida incoherente y mediocre, en la que ni siquiera ha habido un gran pecado, porque su magnitud no rimaba con mi alma, tipo aun de evoluciones intermedias”. Sin duda, nos encontramos ante el trabajo más personal e íntimo del autor por la carga autobiográfica que tiene. En cuanto a su estructura, la obra se divide en diez secciones y cada apartado contiene alrededor de diez poemas. Los textos que lo integran fueron escritos en distintos momentos, por lo que tiene sentido que el libro fuera publicado póstumamente. El primer poema fechado, “Más que yo mismo”, data de febrero de 1912 y el último, “No lo sé”, del 28 de enero de 1918, de manera que encontramos un avance diacrónico en el texto. La forma métrica de todo el volumen es bastante irregular: oscila entre diferentes tipos de estrofas, los quintetos y cuartetos son las más abundantes, aunque también hay versos de arte menor. Algunos de los tópicos más destacables son: el pasar del tiempo, como en “Tres meses”, “Seis meses”; la espiritualidad, en “Gratia plena” o en las quintetas en que compara a la querida con la Virgen María; y lo elegiaco, que se manifiesta en una lamentación no sólo por el fallecimiento de la amada, sino también por la vida, el tiempo y la ilusión.

29 Nervo Amada-Inmovil

Lee aquí el texto

A la par del poema elegiaco, y como lo sufriera Amado Nervo, la muerte ha perseguido constantemente a los juarenses. Asimismo, existe otro vínculo del poeta con la calle que lleva su nombre en la colonia Manuel Valdez: paralelamente a esta, corre la de Rubén Darío, padre del modernismo y amigo de Nervo. Sin embargo, ¿qué puede ser más relevante del poeta para los habitantes de esta zona? ¿De qué manera podrían identificarse o construir un significado valiéndose de la vida u obra del autor? Si en La amada inmóvil Nervo nos habla sobre la pérdida de la mujer amada, refiriéndonos el sentimiento de la eterna ausencia de un ser querido, en Ciudad Juárez la ola de violencia ha dejado muchos vacíos entre las juarenses, incluidos los habitantes de este barrio. Amado Nervo sufrió el perseguimiento de la muerte y, simbólicamente, sigue atormentándolo en este espacio. “Fallece hombre aplastado por una losa”, “Intentan a ejecutar a uno en la Manuel Valdez”, “Fallece hombre baleado en la Manuel Valdez”, “Asesinan a empresario duranguense en la Manuel Valdez”, “Encuentran cadáver en la colonia Manuel Valdez”, “Acribillan y matan a hombre en la colonia Manuel Valdez”, son algunos de los títulos que han encabezan los periódicos y noticieros de la ciudad en los últimos años respecto a este vecindario. Mas así como está presente la muerte, también lo está la vida; si Nervo pudo expulsar sus penas a través de la poesía, quizá los vecinos de esta zona podrían hacerlo también en la lectura de los versos del poeta, por ejemplo, en el siguiente fragmento de “Eternidad”:

¡LA MUERTE! Allí se agota todo esfuerzo,
allí sucumbe toda voluntad.

¡La Muerte! ¡Lo que ayer fue nuestro Todo
hoy sólo es nuestra Nada!… ¡Eternidad!
¡Silencio!… El máximo silencio
que es posible encontrar.
¡Silencio!… ¡Ultrasilencio,
y no más! ¡Oh, no más!
¡Ni una voz en la noche
que nos pueda guiar!

Aldair Meza

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Carlos Darwin en Juárez

13 Jueves Feb 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus

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Charles Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra en 1809 y desde temprana edad se acercó a la ciencia debido a que su padre y abuelo paterno fueron importantes médicos en el poblado donde residían. Durante su infancia comenzó a mostrar un interés por la ciencia natural, pues coleccionaba objetos como conchas o minerales. Para continuar con la tradición familiar ingresó a la facultad de Medicina en la Universidad de Edimburgo en 1825.  Sin embargo, su estadía en la universidad no rindió los frutos esperados, ya que Charles no tenía un interés real en esa área; la historia se repitió tres años después cuando ingresó al Chrit’s College de Cambridge para obtener un título como pastor anglicano. Su verdadera pasión se encontraba en el estudio de la biología y pronto quedaría demostrado. En 1831 participó en la expedición del Beagle, cuya misión consistía en medir corrientes oceánicas y cartografiar la costa de América. En la travesía, Charles Darwin se dedicó a recopilar ejemplares y realizar investigaciones geológicas, lo cual le consiguió la fama una vez que regresaron a Inglaterra y le permitió dedicarse con más tiempo al estudio de las muestras y, de esta manera, hacer conjeturas sobre lo que había encontrado en su viaje. Por desgracia, su salud comenzó a decaer cuando regresó a su país; no obstante, continúo con su labor incansable de explicar sus observaciones. Murió en 1882 y le fue realizado un funeral de Estado en la Abadía de Westminster.

28 Retrato Darwin.jpg

Charles Darwin escribió numerosos ensayos donde expuso, explicó y justificó sus teorías. Su obra fundamental, El origen de las especies por medio de la selección natural, la cual se publicó el 24 de noviembre de 1859, plantea y acredita la idea de la evolución biológica a través de la selección natural. Las pruebas recabadas durante su expedición en el Beagle le permitieron sostener la teoría de que la diversidad de la naturaleza se debe a modificaciones acumuladas debido a la evolución. Gracias a esta hipótesis publicada en su famoso libro, comenzó un debate científico, filosófico y religioso. En cuanto a esto último, por ejemplo, la Biblia proponía que todos los animales habían sido diseñados por Dios y que no guardaban relación alguna con el hombre; por su parte, las propuestas del inglés demostraban lo contrario, por lo que, paulatinamente, fueron aceptadas por la comunidad científica y después por el resto de la sociedad.

28 Origen Especies.jpg

El libro-álbum Darwin, un viaje al fin del mundo (2008), de Ana María Pavez y Olaya Sinfuentes, narra las aventuras a bordo de la embarcación Beagle que originaron el planteamiento de teorías que cambiarían la visión de la biología. La historia del texto dirigido a un público infanto-juvenil se concentra en el sustrato histórico que enmarcó la expedición, lo cual permite acercase y entender un poco más el funcionamiento y la importancia de las excursiones científicas cuyos descubrimientos forjaron las bases del mundo moderno. Gracias a un lenguaje simple y un glosario anexado al final, el joven lector participará del asombro con el que los europeos -incluido Charles- descubrían a América como una tierra llena de misterios, pero también de respuestas.

28 Pavez - Darwin viaje Mundo.jpg

Lee aquí el libro-álbum

Existe una calle en nuestra localidad que lleva por el nombre del naturista; aunque cabe aclarar que el nombre original se traslada al español como Carlos Darwin. La arteria, la cual en realidad es un pequeño callejón, se ubica en la colonia Del Futuro y hace cruce con la avenida Isaac Newton, de la misma manera en que los restos de ambos ilustres personajes se encuentran sepulcros en la Abadía de Westminster. La longitud y anchura limitada de la calle no hacen honor a la importancia del avance científico que supusieron las teorías de Darwin, pues solo abarca dos cuadras e incluso no hay placas que señalen su título, solo queda la marca en la esquina de una casa de que alguna vez ahí estuvo. Sola, la calle no resulta importante para los transeúntes, pero en conjunto la colonia mantiene la memoria de grandes figuras cuya trascendencia no se limitó a sus ciudades, sino que tuvieron un eco mundial. El fruto del trabajo de inventores y teóricos como Isaac Newton, Johannes Gutemberg, Albert Einstein y Alejandro Bell se mantiene en las calles de nuestra frontera, para así podemos recordar día a día a todos esos hombres que marcaron un hito en la ciencia.

28 Calle Carlos Darwin.jpg

Claudia Chacón Bustamante

P.D. Agradecemos a la familia Arenivas Cruz por permitirnos tomar la foto de la placa de su casa.

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El galardón a la muerte de Ignacio Zaragoza

29 Miércoles Ene 2020

Posted by juaritosliterario in Odonimus, Sin categoría

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Ignacio Zaragoza nació en 1829 en la Bahía del Espíritu Santo, antes de que los texanos ganaran la Guerra de Independencia de su estado y esta provincia dejara de formar parte de Coahuila para convertirse en la actual Goliad. Al consumarse el acto bélico, la familia Zaragoza decidió mudarse, primero a Matamoros y después a Monterrey. Luego de descubrir que no tenía vocación sacerdotal, Ignacio ingresó a las Guardias Nacionales. Su carrera militar despuntó en la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma y, finalmente, en la Segunda Intervención Francesa, donde estuvo a punto de recibir la bala de un soldado europeo infiltrado, de no ser porque se ocultó tras la escultura de un Cristo de madera. El presidente Benito Juárez lo nombró Benemérito de la Patria en grado heroico tras su brillante participación como jefe del Ejército de Oriente durante la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862. No obstante, a pesar del reconocimiento y triunfo militar, sus últimos días se enmarcaron en un ambiente trágico que oscilaba entre la muerte y la enfermedad. El mismo año del mayor triunfo en su belicosa trayectoria, aunque previo a la Batalla, su corto matrimonio culminó con el fallecimiento de Rafaela Padilla de la Garza, el 13 de enero, a causa de una pulmonía. De esta relación nacieron dos varones que murieron durante sus primeros años de vida y Rafaelita.27 Ignacio Zaragoza

Además del nombramiento recibido por Juárez, el presidente dispuso que el lugar donde ocurrió la famosa batalla se llamara Puebla de Zaragoza (ahora con un Heroica al inicio) en su honor. Así como esta ciudad representa la efigie reminiscente de la exitosa figura militar, el latifundio de Terrazas ubicado al poniente de Ciudad Juárez evoca los últimos momentos de héroe patrio. Hace 95 años, un grupo de campesinos oriundos de Temósachic solicitaron terrenos en San Miguel de Babícora para fundar una colonia. Les otorgaron 11,00hectáreas donde se construyó una zona ejidal ocho veces más grande: el actual municipio Ignacio Zaragoza. Justo ahí se desarrolla la historia de Max, Esperanza y Magdalena, personajes de la novela El reino de las moscas (2012) de Alejandro Páez Varela. Los espacios y circunstancias también hablan a través de sus habitantes, por ello resulta interesante la apuesta que el autor realiza por las voces de lo marginal. La visión estética del texto se construye a través del retrato de un clima inclemente: desde polvaredas a gélidas calles de tierra cubiertas de lodo y nieve. La realidad no aparece muy lejana. La descripción que el narrador realiza resulta implacable: “Zaragoza era el reino de las moscas. Sólo se iban en el instante de la tragedia; durante los diluvios o en las nevadas. Y un segundo después aparecían en cantidades groseras a reclamar lo que les pertenecía, a pararse en los labios de los niños y en las frentes de todos. Formaban nubes en torno a las letrinas, a las cocinas, a los gallineros y, de manera especial, junto a las marraneras”. El 8 de septiembre de 1862, a los treinta y tres años, Ignacio Zaragoza Seguin falleció a causa de tifus murino que contrajo por infestación de piojos, consecuencia del estado insalubre que padeció sus últimos días y que ni el Cristo de Bala pudo mitigar.

60 PaezV - Reino moscas.jpg

Lee aquí la novela

Pese a que la trayectoria de Ignacio se enmarca en coordenadas norteñas, no encontré registro alguno que diera cuenta de su paso por Juaritos. Así, la conmemoración funciona como testigo de la historia, lo que permite leer en el espacio los acontecimientos a través de las pruebas del pasado: nombres de calles, monumentos, edificios históricos, etc. Los campesinos encabezados por José María Flores y Simón Tena quizá no se imaginaron que su apología a Ignacio Zaragoza sería objeto de otra con carácter literario. Aunque las modalidades cotidianas del municipio homónimo se han modificado por la incidencia de la violencia, los lugares públicos aún se piensan como puntos de convivencia donde la experiencia individual confluye con el colectivo, según lo retrata Páez Varela: “En la plaza principal había un parque con cinco árboles y un quiosco deshecho en el que los jóvenes se reunían por las noches a fumar mariguana, a beber cerveza, a tocarse los callos de las manos, ganados en la pizca de algodón. Entre más callos, más cabrones eran”. Desde un lugar al margen de la urbe, los estragos de la inseguridad y la visión centralizada que aletargan el desarrollo han sido una plataforma impulsora del crecimiento de negocios ilícitos. De cualquier manera, la articulación de los elementos constitutivos de este municipio dialoga con habitantes y forasteros mediante la experiencia colectiva de habitar un mismo espacio.

27 Ruta Juarez Zaragoza.jpg

Laura Sarahí Robledo

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