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Publicaciones de la categoría: arma

Puestos en las tablas, colgados en los puentes

11 Miércoles Dic 2019

Posted by juaritosliterario in arma, Ciudad, Muerte, Viaje

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narrativa, siglo XX

Originaria de Villa Ocampo, Durango, Nellie Campobello fue una escritora y bailarina, mayormente conocida por su narración testimonial de la Revolución Mexicana en Cartucho: relatos de la lucha en el Norte de México. Además de esta obra seminal en la literatura del norte, escribió Las manos de mamá y Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa. Sin duda, la estancia en Hidalgo del Parral en su niñez marcó su vida y carrera literaria. La escritura de Campobello es relevante en diversos sentidos: figura como la única mujer en el corpus de la novela de Revolución; retrató el conflicto bélico desde lo vivencial y lo plasmó con innovadoras formas narrativas. La crítica literaria ha hablado de Cartucho como un precedente de Pedro Páramo. Hay incluso quienes dicen que la novela de Juan Rulfo no hubiera existido sin las viñetas de Nellie, así como tampoco Cien años de soledad, heredera directa de Pedro Páramo.

195 Nellie campobello 1930.jpg

Cartucho se conforma por una serie de relatos breves, rápidos, poéticos y crueles; se divide en tres partes: “Hombres del norte”, con siete textos, “Fusilados”, con 28, y “En el fuego”, con 21 cuadros. Existen diferentes ediciones del libro que varían en el número de viñetas (solo 33 en la primera de 1931, frente a 56 de la de 1940) y un prólogo que aparece en la prínceps. Además, también se incluye en Mis libros, de 1960, donde la autora compila su obra en prosa y verso. Las historias de Cartucho se entrelazan por diversas situaciones y personajes. La unidad está dada por la temática recurrente de la guerra, la muerte y por ciertos personajes, como Francisco Villa, la madre de la narradora y la misma protagonista. Sin embargo, no hay figuras protagónicas, sino una serie de personas que padecen un destino bélico. Este trance caótico se complementa por una visión infantil del conflicto; Cartucho es violenta e inocente al mismo tiempo.

195 Cartucho 1931.jpg

Nellie Campobello recorre gran parte de Chihuahua a lo largo de los relatos: la capital, Parral, Villa Ahumada y, por supuesto, Ciudad Juárez. Describe perfectamente el movimiento revolucionario a raíz de la cotidianidad. No hay engrandecimiento, mistificación o dramatismo en los cuadros narrados. Villa aparece como el jefe revolucionario que va de aquí para allá con su gente, fusilando a sus enemigos a cada paso. La ciudad fronteriza figura en diferentes episodios. En “La muerte de Felipe Ángeles”, hay un diálogo entre el general y sus captores: “¿Y llama usted labor pacifica andar saqueando casas y quemando pueblos como lo hicieron en Ciudad Juárez?, dijo el hombre de las polainas, creo que era Escobar. Ángeles negó; el de las polainas, con voz gruesa, gritó: Yo mismo los combatí”.

195 Campobello Cartucho 18.jpg

Lee aquí el cuentario

También se menciona en “La camisa gris”: “Tomás Ornelas iba de Juárez a Chihuahua, y cerca de Villa Ahumada, en la Estación Laguna, el tren fue asaltado por el general Villa y su gente”. Luego, en “La sonrisa de José”: “Después lo mandaron a Ciudad Juárez, allá lo iban a curar, pero no llegó vivo, en el camino unos rancheros americanos lo remataron”. Juárez aparece, pues, como punto de llegada. Dentro de la obra se configura como destino de un viaje al que no todos sobreviven. Junto con las menciones de otras poblaciones, ilustra la realidad territorial de la Revolución. En Chihuahua se libró una gran parte de la agitación civil; en la lejanía, Juárez se destaca como otra ciudad devastada por la guerra, pero, al mismo tiempo, simboliza el paso hacia otra dimensión. Quizá sea posible asociar la revuelta revolucionaria con otro movimiento armado: la llamada guerra contra el narco. Matanzas, sediciones y corridos guardan ecos centenarios, excepto que los villistas, carrancistas, orozquistas luchaban por un propósito colectivo con la intención de ser totalitarios e incluyentes (bien que mal) y no solo en favor de un bando o un capo. En “La sonrisa de José”, se describe una imagen citadina aún vigente. Son diferentes tiempos, distintos escenarios y, sin embargo, el sentimiento de los agresores y del pueblo son los mismos: “En unas tablas los expusieron para que todo el pueblo de Ciudad Juárez los viera”.

195 Mangan colgado.png

El 7 de noviembre de 2008, el cuerpo decapitado de un individuo “apareció colgado del puente Rotario, mientras su cabeza fue abandonada en la Plaza del Periodista” (La Jornada). Si los paralelismos entre la Revolución y el narcotráfico no son ideológicos, por lo menos sí circunstanciales. Los juarenses no sólo presenciábamos la toma de nuestras calles, sino que revivimos el trauma del cuerpo expuesto. Con la misma intención de incentivar el miedo y bajo el mismo riesgo de existir en medio de una guerra de plazas, asumimos el papel pasivo al acecho de una bala perdida. En Cartucho también se configura en el texto la violencia cotidiana, inscrita a unos pasos del hogar, de la mirada pueril e inocente sostenida en el marco de la ventana.

195 Jose Luis Gonzalez Ecco.jpg

Aldair Meza

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¿Otra simple historia de narcos?

29 Lunes May 2017

Posted by juaritosliterario in arma, Avenida Juárez, Bar, Narcotráfico

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siglo XX, teatro

Coctel margarita de Antonio Zúñiga aparece en la antología Cinco dramaturgos Chihuahuenses, compilada por Guadalupe de la Mora en el 2005. En la obra el autor remite a una Ciudad Equis, que si no fuera porque el texto lo escribió en 1994 bien podríamos pensar que su nombre ficticio fue en honor a la gran X roja que se ubica al norte de Ciudad Juárez. La trama se desarrolla entre un hotel de paso y un bar en el centro de dicha urbe. Este último, casualmente se llama igual que el establecimiento ubicado sobre la Avenida Juárez y que en la entrada, antes de la remodelación de las fachadas de la zona, ostentaba el dibujo de un Gato Félix, aquel famoso personaje animado del cine mudo. Aquí, según el drama de Zúñiga, se sirven las mejores margaritas del mundo, hechas por su propio inventor, un hombre gordo con mal del pinto al que apodan Batman y que no se cansa de decir, cada vez que los prepara, que él es el padre de estos tragos.

14 Cinco dramaturgos

Lee aquí la obra

Lo interesante de esta obra radica en la forma en la que Zúñiga cuenta una simple historia de traición entre narcos, ya que, tal como lo afirma De la Mora en la introducción de su compilación, “su mayor atractivo está en la alteración del orden cronológico, de otra manera no sería más que la historia de un célebre narco perseguido…” Esta alteración temporal se ha vuelto un recurso sumamente utilizado en el cine; sin embargo, en teatro significa un reto para el director, tal vez por eso Coctel margarita no se ha representado nunca.  La obra se basa en un suceso central: Rubén traiciona a su jefe el Cuaco. El primero trabaja como guarura del segundo, el traficante de droga más buscado de la zona. Para desarrollar la trama, el dramaturgo oriundo de Parral la estructura a partir de distintas perspectivas, es decir, desenvuelve un mismo acontecimiento desde diferentes ángulos.
99 Don Felix Bar2

Otro aspecto que llama la atención reside en la composición de los personajes, pues a pesar de que se sacan de la vida cotidiana, las características que el autor les da los aleja del estereotipo común de las historias de violencia y narcotráfico.  Nos encontramos, por ejemplo, a un narco, rudo y peligroso, recitando poemas del persa Omar Khayyan y que se distingue por ser “un hombre sensible, un ser humano que se estremece a la primera”. Está también la bailarina, host o prostituta del bar, quien lejos de representar al prototipo de la chica de barra, aparece a manera de esperpento; por eso le llaman la Chueca, ya que tiene todas sus extremidades torcidas y se antoja escuálida, flaca y fea, con risa burda y escandalosa.  Blanca y Rosa, por su parte, son amantes de los sicarios; mujeres “buenotas” que desempeñan faenas rudas como llenar de cocaína las llantas de una camioneta, pero ataviadas con minifalda y tacones, y cuyas preocupaciones recaen en que sus medias de marca no se manchen o que sus zapatos caros no se raspen. Ambas intentan huir de sus hombres, traicionarlos y robarles la mercancía.
99 Don Felix Bar Aunque el tema del narco se ha convertido en una constante en la literatura del norte, la concepción del tiempo y la caracterización de los protagonistas hacen de Coctel margarita una obra interesante. No obstante, a pesar de lo atípico de los personajes, en ocasiones Zúñiga cae en diálogos largos y repetitivos, además de utilizar frases trilladas y sentimentaloides, que rompen con la estética del texto. Lo rescatable, como afirma De la Mora, se encuentra en la novedosa forma en la que el autor juega con el tiempo y las perspectivas de un hecho que se ha vuelto cotidiano en esta parte del país.

Patricia Arellano

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Muertas y enterradas

30 Domingo Oct 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Feminicidios, Muerte

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siglo XXI, teatro

Estrellas enterradas apareció en el primer volumen de la colección Teatro de la Gruta en el 2001 y fue estrenada dos años después en la muestra teatral “Ciudad Juárez, ¡A Escena!”, en la Ciudad de México. Es una de las 11 obras que forman parte de la antología Hotel Juárez: dramaturgia de feminicidios, publicada en el 2008. En ella, Antonio Zúñiga, reconocido autor chihuahuense y reciente ganador del premio nacional José Fuentes Mares, aborda uno de los conflictos más terribles de nuestra ciudad: el asesinato de mujeres. Los personajes principales de la obra son Teófilo y Obed, una pareja de electricistas que deben solucionar un apagón. La personalidad del primero es violenta y siempre busca menospreciar al segundo, quien al final de la representación nos proporcionará información sobre el parentesco entre ambos.

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Lee aquí la obra

Obed es un hombre atormentado; sospecha que Teófilo violó a su hermana de diez años y sabe, además, que le ha hecho lo mismo a otras mujeres. En medio del desierto aparece Bety, una de las tantas mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y era, como muchas de ellas, una chica pobre que trabajaba en la maquila:

Es cosa de los días, de mis días… a las cinco de la mañana me levanto. Antes de que salga el sol, antes que nadie. Tomo la ruta para no amontonarme en la esquina. Es lo que más detesto; levantarme tan temprano y cuando más a gusto estoy en mi cama. […] También trabajo ¿sabes? 14 de agosto del 96. Fecha de ingreso inmediato, por la vía rápida. Sin requisito: Tu firma o tu huella del dedo, en un solo día. Chamba instantánea, como el cofimeit.

El ambiente se intensifica; no es sólo la aparición de una mujer muerta que busca el otro zapato que le falta para poder regresar a casa, sino la brutalidad de los hechos narrados y su necesidad de justicia, una justicia que parece venganza, que solo busca la muerte de sus asesinos.

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El texto propone como espacio un escenario lleno de arena blanca y en medio un poste de electricidad, que, con ayuda de la iluminación, fijará una sombra en forma de cruz. Aunque son pocos los elementos que aparecen en escena, la magnitud de su simbolismo es suficiente para recrear un escenario fronterizo. Así, Zúñiga propone como subtítulo de su drama: Obra de teatro en cinco postes y un prólogo. Y cómo no recordar las cruces negras sobre un fondo rosa que cientos de madres de mujeres desaparecidas colocaron en los postes de nuestra ciudad. No se precisa con exactitud cuál es el lugar representado; ¿será Lomas de Poleo, Anapra o el Lote Bravo? Solo se puede apreciar que las comunidades se encuentran lejos y que siempre hay mucho qué recorrer:

Yo me fui caminando hasta la estación de Bomberos. El aire chiflaba y calaba hasta el alma. Esperé un ratote y nada, ni un bus, ni nada. Unos muchachos se pararon y me empezaron a decir cosas. Me hice la disimulada y los ignoré, pero siguieron. Uno güero, con mal de pinto, me empezó a sacar la lengua y me dio miedo. Me crucé para despistarlos, pero no, ahí se quedaron hasta que llegó el carro azul.57-cruz-pintada

Las cifras nunca son claras; dicen que ya van 600 mujeres asesinadas en Juárez, otros opinan que son más de 3000; sin embargo, las cifras no importan porque parece que la justicia no se hizo para las mujeres de esta región. Antonio Zúñiga prohibió la representación de Estrellas enterradas porque consideró que lo mejor era guardar silencio; no obstante, durante su conferencia “La dramaturgia para jóvenes como generadora de nuevos públicos y de una nueva realidad comunitaria” (dictada el viernes pasado en la UACJ) precisó que, a raíz de las recientes desapariciones, era necesario volver a elevar la voz y con ello la necesidad de representar nuevamente Estrellas enterradas.

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“Te gustan las estrellas, ¿verdad? A mí no. Siempre están allí, enterradas en la noche”.

Karla Diego

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Secuestro en el Papillon

27 Jueves Oct 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Bar, Bar Papillon

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siglo XX, teatro

El Diputado, del juarense Edeberto “Pilo” Galindo, fue la obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia en 2005 otorgado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde también se publicó. Desde su estreno, bajo la dirección del mismo dramaturgo en 2006 en el Auditorio Cívico Benito Juárez, ha sido representada en varias ciudades del país, como en Querétaro por la compañía teatral Avatares en el 2014.

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La obra en un acto escenifica las consecuencias de la descomposición social, lo “injusta” que a veces es la vida con los más pobres y cómo la desesperación, la ignorancia y el hambre pueden orillar a los más jodidos a hacer lo impensable, como secuestrar a un licenciado que dejaba 500 pesos de propina a la cajera de un bar sin imaginar que se trataba de un diputado federal. En El Diputado, Galindo nos presenta al Chuky, un pobre diablo que sobrevive de chambitas y que un día se ve desairado por el “licenciado” cuando éste le avienta unas monedas al piso junto con un escupitajo como pago por el lavado de su Mercedes.

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Lee aquí la obra

Conocemos a Nora, la cajera nalgona que coqueteaba con el “licenciado” a cambio de la jugosa propina y cenas en buenos restaurantes después de cerrar el local. En la obra también aparecen Iván y el Flaco, empleadores eventuales del Chuky; el primero en el Bar Papillon, y el segundo en una bodega, quién además ayuda al Chuky a vengarse del cliente. Y por supuesto, tenemos al “licenciado”, un diputado federal, plurinominal por cualquier partido que usted guste y mande –total, “pinches diputados de mierda, del partido que sean… ¡el pueblo les vale pura madre!” El Diputado es quizá una historia cotidiana que puede suceder en cualquier parte de México. El Chuky, Nora e Iván trabajan en el Papillon, uno de los bares más conocidos en Juárez, ubicado a un costado del Parque Borunda y escenario, como uno de tantos en la Ciudad, de crímenes y actos delictivos.

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Con más de medio siglo de existencia, el Bar Papillon ha sido el protagonista en algunos textos literarios como el poemario del mismo nombre de Jorge Humberto Chávez. Y en esta ocasión con un tono nada poético y varios años después, Pilo Galindo vuelve al espacio idílico del poeta. Es interesante cómo la misma coordenada espacial se construye de distintas formas. Antes del cambio de siglo, época oscura para Juárez, la referencia del bar tenía otro significado: un lugar donde el escritor descansaba y se entregaba a los placeres dionisiacos, como en la poesía del mismo Chávez o en la de Edgar Rincón Luna, entre otros. En la literatura juarense del nuevo siglo, el espacio del bar se resignifica en un lugar donde se fraguan los más hostiles crímenes, un punto de encuentro secreto entre informantes y policías o periodistas. O como lo vemos en El Diputado, un sitio donde un desafortunado hombre de la clase política es víctima de su misma prepotencia y un hombre de la clase más baja de la sociedad vislumbra una oportunidad para salir de sus carencias.

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Patricia Arellano

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Lights: ciudad sin luz

23 Domingo Oct 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Muerte, Narcotráfico

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siglo XXI, teatro

Lights es la obra más reciente de Edeberto, “Pilo” Galindo y formó parte de la cartelera del 34○ Festival de Teatro de la Ciudad durante julio del presente año. En estos días se presenta antes de la hora de la comida en el Teatro Experimental Octavio Trías por la compañía La Última Butaca, bajo la dirección de Jissel Arrollo y las actuaciones de Sandra Castañeda y Benjamín Duarte.

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El espectáculo despliega el tema de la violencia en Ciudad Juárez, cuyo núcleo principal es el de una sociedad enferma como consecuencia de un mal común: el dinero, que convive en un espacio donde se ha perdido la noción de verdad y el asombro, y donde el amor es solo una trampa. La acción ocurre en dos espacios principales: la cárcel, donde se encuentra el criminal, y la casa de la abogada cuyo nombre no es revelado hasta que el acusado lo enuncia en la escena final. Ambos nombres protagónicos se mantienen ocultos para el espectador, quien en la representación no los escucha; mientras que el lector en el texto dramático solo encuentra los pronombres Él y Ella. Estos espacios se vinculan a través de referencias (proyecciones) a calles iluminadas por luces artificiales de automóviles y envueltas en ruido de sirenas, los cuales sintetizan el ámbito violento y cotidiano que se entrelazan en una telaraña de corrupción. Se mezclan –como en la escena de la violación– en irónica unión en la que la ilegalidad es parte de la vida diaria. Dicha mezcla se materializa en la puesta en escena en la que el espectador asiste al mismo tiempo a dos espacios y contempla a dos personajes –Diana y Giovanni– distanciados de manera simultánea.

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Lee aquí la obra

Se indica en la acotación: “Dos espacios. Celda y casa. Ella descorchando una botella de vino tinto. Él recostado boca-arriba en el camastro de su celda”. El hecho de violencia es tal que, aunque se trate de personas diferentes en sitios distintos, la escena de un tiroteo parece una acción infinitamente repetible que adquiere carácter de cifra.

“Él. Alguien tuvo que organizar a los taxistas para que la hicieran de ‘halcones’ y conseguir al comandante en turno de la policía federal y de los militares para pagarles el favor de dejar el área ‘limpia’ de tal hora a tal hora, para que llegara la horda de sicarios e hicieran una masacre en Salvarcar! Eso es logística!”

Se trata de una referencia a las constantes masacres cometidas en la ciudad. Bien puede aludir a los crímenes en esa misma zona durante el 2010 o a las constantes irrupciones a las viviendas durante el 2016.

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Con solo unos pocos trazos el dramaturgo sitúa al lector/espectador ante unos espacios que bajo el velo de la masacre se tornan oscuramente iguales. En la obra se sintetiza la ciudad como un espacio donde sus calles y lugares son siempre un campo de batalla en busca de intereses desconocidos para la mayoría. Verdad, justicia y ética son convenciones que sustentan una sociedad. Todo lo cual es acertadamente propuesto y representado en la obra dramática mediante los diálogos y el movimiento escénico. El espacio y el individuo se vuelven uno: victima/victimario se reflejan en una celda reducida, pobre y gris. Al ser todos culpables –e inocentes– como parte de una misma red de hechos, la ciudad se minimiza, convirtiéndose en una celda, un pequeño cubículo en el infierno. En este sentido, la imagen literaria coincide con una realidad en la que los valores son tergiversados y las normas indefinidas, en la cual la vida privada es constantemente violentada por el crimen.

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Lisset Cárdenas Talamantes

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Psycho Killer: las alas de Otilia

10 Sábado Sep 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Maquila, Migración / llegada, Muerte

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narrativa, siglo XXI

La canción más célebre de los indómitos Talking Heads versa sobre una persona en apariencia “normal” que, sin embargo, no puede soportar sus constantes cambios de ánimo: “I’m tense and nervous and I can’t relax”. La explosión en el coro, imagino, es la voz de los testigos-perseguidos quienes contemplan con temor la liberación del psicópata. Las series de televisión, por otra parte, han tratado de reflejar esa doble apariencia de sus personajes con tendencias psicópatas. El más claro ejemplo: Walter White. Otro más reciente es la construcción imaginaria de Pablo Escobar en Narcos. En su aparente cotidianeidad, resguardan el placer por el mal; cumplen sus deseos sin importar qué o quién obstaculice. Lo terrible, y quizá sumamente humano, es la empatía secreta que sentimos por este tipo de figuras que exploran y confirman la complejidad del ser, quien no guarda extremos a la hora de abrazar tanto el bien como el mal. Nuestro juicio sobre estos dos conceptos es una construcción ideológica. Tanto en Breaking Bad como en Narcos contemplamos ese otro perfil, más íntimo: el de la familia. El espectador los conoce a profundidad. Así pues, al club de Heisenberg y Escobar se suma Dafni Otilia (sin ese trasfondo familiar complejo), protagonista de “El laurel del sol” de Ricardo Vigueras, cuento incluido en A vuelta de rueda tras la muerte (65-90) y también en Manufractura de sueños con el título “La princesa de Arbolillo”.

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Lee aquí el cuento

La narración se construye a partir de contrastes. Existen varios puntos de vista para construir la historia de un personaje más bien silencioso, arrastrado por las acciones descritas: Otilia es imaginada primero por un narrador seco, duro; luego, recordada con ternura y amor por el taxista Blasillo a través de un diálogo. La tercera persona balzaciana y la memoria de Blasillo se intercalan estimuladas por un mismo motivo: una nota del PM. A los psicópatas los hermana el placer por la violencia. El narrador de “El gato negro” lo describe mejor: “Hacer el mal por amor al mal”. En el cuento de Vigueras esto queda claro desde un inicio, al describir la preferencia por el nombre salvaje en contraste con el otro, más dulce. Luego viene el gusto por hombres duros. Ese extraño amor violento, sadomasoquista, que sentirá y realizará por un juarense la llevará a la frontera, cuyo espacio corrompido por un aura trágica la enamorará. Después llegará el abandono de su amante, el miedo, la soledad y la condena a recoger condones usados en una cama que antes abrazaba su cuerpo desnudo. Terrible cosa el destino: este es el primer desplome de Otilia, quien ve esfumarse su sueño de convertirse en una asesina al lado de Aníbal, los natural born killers de la frontera.

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Otilia habita espacios íntimos relacionados, más bien, a su apariencia exterior, a su lado Dafni. Curiosamente estos lugares, como el baño de la maquila, las habitaciones del motel, el cuarto del otro son violentados por acciones que ella misma desemboca. Su otro yo, su perfil psicópata, degusta de marcarlos con sangre y asesinato. La ciudad aquí imaginada lleva este estigma: ni siquiera los espacios tranquilos tienen su salvación. Por ello el abandono, la soledad; edificios, barrios, casas y negocios se levantan en el más injusto olvido: “El olor a miedo y a muerte que rondaba por Juárez y levitaba sobre sus barrios y negocios abandonados la excitaba”.

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Otilia, al igual que Walter White y Escobar, cree haber alcanzado, en algún punto de su existencia, la más grande cumbre. Al lado de su amante, después de haber satisfecho el placer más grande de su vida (desmembrar a un hombre), sufre un destino terrible e irónico. Aquí el narrador, quien antes había descrito espacios renombrados, como el motel Las once mil vírgenes (seudónimo muy de Apollinaire) o la maquila Forward Input, aventura dos referencias espaciales localizables. Primero, aparecen las dos cabezas de “Los amantes decapitados” en “un departamento del fraccionamiento Rosario”; y luego, los cuerpos que “habían aparecido dos días antes dentro de una zanja en las cercanías de Plaza Misiones, a escasos metros del consulado de Estados Unidos y de los más lujosos hoteles de la ciudad”. El destino de Otilia se reduce a la más insignificante y amarillista primera plana del PM. Se le niega además ese lado salvaje y poderoso: “una tal Dafni Martínez, oriunda de Arbolillo”. Al igual que Medusa, su cuerpo fue separado de su cabeza en una representación del horror al que los juarenses abrazaban con cierta “cotidianeidad”. Justo cuando Otilia alcanzaba la libertad en el más jugoso de los placeres, el sol derrite sus alas con la misma hoja.

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Antonio Rubio

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TERAPIA PARA LOS DESAFORTUNADOS

18 Jueves Ago 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Muerte, Narcotráfico, Sin categoría

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narrativa, siglo XXI

¿Cómo conciliar el estigma propio de la ciudad más peligrosa del mundo con el deseo de sus habitantes por aventajar la situación? Alejandro Páez Varela logra configurar un plano donde coexisten el amor y la violencia, un corazón como arma. Para construir su obra, el autor expone un escenario que retrata fielmente las circunstancias de Ciudad Juárez a principios de los años 90. Eso, y las historias de tres mujeres cuyas calamitosas experiencias en la novela no se alejaron mucho de su realidad. Los nombres de estas musas titulan los tres capítulos que constituyen el texto donde se relatan sucesos cuyos vínculos intrínsecos se revelan conforme avanza la novela. El Corazón de Kaláshnikov toma su nombre del diseñador ruso del fusil de asalto mejor conocido como AK-47, el top trending de los años 2008-13 para cometer asesinatos. La narración pertenece a una trilogía compuesta además por El reino de las moscas y Música para perros, cuyos escenarios son un norte muy específico conformado por gente que consigue independizarse del perfil de sociedad problemática para asumirse como humanos que aman, dejan de amar, perdonan… resisten. El autor se aleja del tema de violencia sensacionalista –tan amado por los autores de narcoliteratura– sin dejar de lado la innegable situación hostil de la región, para encarnar el contexto mediante personajes que se ven afectados por actos violentos.

34 PaezV - Corazon Kalashnikov

Lee aquí la novela

A pesar de asignar a cada personaje un funesto destino, el autor destaca la capacidad de amar como una vía para enlazar individuos, un ejercicio no olvidado ni siquiera entre los matones. Esta disposición brilla dentro de la novela: la determinación en los personajes para sentir, aun cuando reconocen que “el amor conduce a las despedidas” y que “uno se vuelve ciego frente al amor”. En este sentido, la idea de centralizar las imágenes de la novela en figuras femeninas no sólo remite a los feminicidios, comienza a ser una colección de vidas. Páez Varela erige una alegoría que sitúa a la mujer como un péndulo oscilante entre la violencia y el amor, una severa resistencia llevada hasta la última consecuencia. Parte del encanto de esta obra reside en el hecho de haber sido escrita por un periodista; es comprensible entonces que los personajes conservan tintes de realidad. Juanita ciertamente existió, fue la regenta de un burdel. Su cuerpo fue disuelto en ácido y se le identificó gracias a sus implantes de silicón. Violeta era cercana al autor; fue pareja de un narcotraficante y Jessica una periodista a la que asesinaron.

34 El Millón

En “Jessica” se resalta el perfil de miseria que posee el Valle de Juárez, justo cuando “la maquiladora se come los campos” y donde el progreso necesariamente va ligado a actividades ilícitas. La imagen de que “el valle no tiene caso” se refuerza mediante la idealización de la Ciudad por parte de personajes –como Juan, el Solitario– que viven en zonas rurales: El Millón. La llegada de mujeres como Juanita Quintero o Concepción Valles a Ciudad Juárez en búsqueda de un trabajo ilustra esta abstracción que proyecta el paisaje urbano desde una visión utilitarista. El Club Paraguay (¿versión literaria del Panamá en la Santos Degollado?) se muestra como un pseudo-hogar en cuyo lecho residen anhelos de progreso, de forma que la prostitución funciona como una equivalencia de narcotráfico para los personajes masculinos. La red del narco ancla todo estrato social: Violeta, la caza recompensas, se ubica en el más alto, seguida de Juanita y sus inconfundibles implantes de silicón y por último, la inoportuna Jessica. Todos funcionando como entes separados, pero innegablemente ligados a una misma estructura que se repite en forma de fractal a distintas escalas. El lector se enfrenta a un texto que, si bien exalta el carácter desafortunado de quienes habitan esta urbe fronteriza (como Jessica en su departamento frente al Parque Borunda), no olvida evidenciar su capacidad de percepción que trasgrede las etiquetas del bien y el mal. La literatura le sirvió a Páez Varela para trabajar en un plano aparentemente ficticio lo que recabó como reportero y “no dejarse ganar por esa debilidad que dobla a los hombres: el olvido”; es decir, preservar la denuncia de quienes no se quisieron acostumbrar a la muerte diaria.

34 Parque Borunda

Sarahí Robledo

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Romanceando en Juárez

19 Martes Jul 2016

Posted by juaritosliterario in Aduana, arma, Cruce, Frontera, La línea, puente, Río

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narrativa, siglo XX

¿Qué espacios ofrece la ciudad para salir con aquel o aquella a quien queremos más cerca? ¿Cuál es la variedad de lugares en donde la plática importa más que el sonido ambiente (o estridente)? Sin duda, la atmósfera citadina en asuntos íntimos determina si la salida concluye en un espacio más privado o si habrá, al menos, una nueva oportunidad. Olvidemos, por favor, los centros comerciales y supongamos que a todos nos gusta el café o cualquier tipo de alcohol. La primera vez que salí en Juárez a pasar la noche fue al Fred’s. Ahí me llevó una dizque amiga quien me presentó a otra verdadera con quien guardo el recuerdo de una linda embriaguez, de esas que amanecen desveladas. De ahí en adelante, como buen foráneo, me dejé conducir sin propuesta ni rumbo alguno y fue así como conocí otros tantos sitios asociados desde entonces a quien me abría la puerta: el Open, la Bodeguita, el Camelot e incluso el Pata de perro. Cada uno también me decía algo de quien me invitaba; pero además, en cada uno de ellos me rodeaba de otros que como yo hacían su propia lucha… un esfuerzo simultáneo (para que el de enfrente se hiciera cotidiano) en un espacio por todos compartido. Así construí y fui llenando los huecos de esta ciudad. El Incurable de David Huerta decía que “El Sí Mismo hurga en la escritura, en la escena, el texto de sus errancias; quiere fundar una ciudad”, o un disfraz “que lo instale en el siempre labial de sus proclamaciones”.

26 El Freds

Parte de esta misma cita sirve de epígrafe a La virgen del Barrio Árabe. El acierto de esta breve novela, publicada originalmente en 1997, radica en el engarce y sostenimiento de incógnitas: desde la identidad de quien porta el título hasta el misterio de la bicicleta de Windesfalt, el cual vale la lectura y hasta un cómic. Otro mérito, más acorde con el blog, es que las sensaciones de los personajes cimientan espacios de ficción construidos a partir de las experiencias de quienes los habitan. El ser y el estar son intercambiables en cuestiones de ambientación.

26 Bicicleta Windesfalt

Hay algunas pistas con las que Willivaldo Delgadillo guiña el ojo para que el lector identifique el Barrio Árabe con Ciudad Juárez y Alturas Poniente con El Paso: el largo puente que las comunica, el río, la aduana y los oficiales de inmigración. Si extendemos este ejercicio (con riesgo a forzarlo), la librería del Subterráneo en donde el pintor Asintrop descubre por segunda ocasión a la Virgen del Abrigo bien podría ser la versión futura del Pasaje Correo de la Lerdo (aunque también me recuerda a Pino Suárez). El artista “se entregaba al vertiginoso mundo de las aceras del Barrio Árabe, boyantes y coloridas”; dueño de su tiempo, “Las tardes las pasaba enteras en los bares de la Avenida Escénica”, como el Nomus. ¿A qué calle nos recuerda? Por el contrario, la fisonomía de Alturas Poniente, “lugar propicio para cultivar la desmemoria” (25), corre paralela con la vida sosa de Windes, con el enigma que le propició la muerte y con la decisión de Daffy por cambiar de ciudad (¿y sexo?): “Cuando por fin pudo caminar por las calles, disfrutó como nunca el bullicio y la anarquía de su mundo adoptivo”. Esta urbe desordenada es el escenario para el encuentro entre una mesera y el protagonista.

26 Delgadillo - Virgen barrio arabe

Lee el texto aquí

El atentado en contra del Pirata Inglés es el preámbulo de su relación. Ambos se encontraban en el café cuando acribillaron al empresario. El miedo los paralizó y unió. Justo en el punto intermedio del relato, “Oguri caminó hacia el pintor, como hipnotizada, y lo besó. Se besaron apasionadamente. En la confusión de gendarmes y curiosos, sirenas y torretas, Asintrop arrancó las pantaletas de Oguri. Fueron detrás del mostador y siguieron acariciándose. Al penetrarla, Asintrop cerró los ojos. Vio cómo se alejaban sus amantes, su trabajo, la vida futura”. Todo el capítulo V detalla las virtudes amatorias de la mesera, una sensual artífice que pone en pausa el recuerdo de la Virgen del Abrigo. La ciudad entonces se transforma en una simple sala de espera hacia “un espacio pequeño ubicado en el décimo piso de un edificio de renta congelada”. En el frágil departamento, en donde cada detalle se dirige al placer del invitado, Oguri estimula y juega con su amante. Para Asintrop, ella no fue una mujer “sino una atmósfera, un complejo de sensaciones que lo acariciaba con una sutileza narcotizante. El roce de su cuerpo producía “la emoción que trae consigo la repentina llegada de la lluvia”. Sin embargo –y como siempre– toda exaltación carnal es transitoria y “Llegó el día en que las cinco de la tarde no trajeron como siempre a Oguri caminando por la acera del Parque Central”. Pero después del intenso romance, la historia continúa.

26 Gogy Farías El sol y la luna

Urani Montiel

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Por su propia mano

28 Sábado May 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Ciudad, El Diario, Feminicidios, Muerte, Zona Pronaf

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narrativa, siglo XXI

Rebeca Alcalá Ortiz es la autora de los crímenes cometidos en contra de varios violadores. El tiempo que le costó al policía Julio Pastrana –alias el Chaneque– descifrar la identidad de la asesina serial en La balada de los arcos dorados, lo echa a perder el inicio de esta entrada. Por eso mismo, no soy aficionado a la novela negra: me parece despreciable que la incógnita sea el estímulo de cada doblar de página. En resumidas cuentas (y no habrá costado esfuerzo la intuición), soy un pésimo lector del género detectivesco y estoy convencido que si el complot no es mongol, entonces es mejor detener la lectura. ¿Quién en su sano juicio leería Balas de plata si de antemano nos dijeran que el malogrado amor del Zurdo Mendieta, Goga, es la culpable de la muerte de Bruno Canizales? Los escritores, o en su defecto sus seguidores, argumentarán que no es el qué ni mucho menos el quién, sino el arte del cómo. Y seguramente tienen razón. Por lo pronto, veamos el dónde de la novela de César Silva Márquez publicada por la editorial Almadía en agosto del 2014.

15 SilvaM - arcos dorados

Lee aquí la novela

“Comienza la toma aérea de la ciudad en medio del desierto oscuro, donde las luces son como miles de ojos de liebres cargados de luz”. La Ciudad Juárez de La balada es un espacio referencial que parece haber sido calcado con papel carbón. No dudo que un extenso mapa haya servido de mantel durante las largas noches de creación. El eje espacial de la novela tiene su punto cardinal en la Zona Pronaf. Desde ese epicentro la acción se extiende hacia otros puntos que serán retratados siempre por su consecuencia, contigüidad o por dependencia. Ahí, en las oficinas de El Diario (Avenida Paseo Triunfo de la República 3505) trabaja nuestro protagonista, el periodista Kuriaki, de quien muy temprano (página 13) nos enteramos que lo han asesinado. Así que el spoiler no es ahora mi responsabilidad; él mismo lo confiesa: “Me llamo Luis, y un tipo presiona su pistola contra mi nuca”. El reportero de nota roja comparte junto con su amigo, el descabezado Samuel, el gusto por las Big Mac, papas y refresco grande, “no de Burger King, Wendy’s o Whataburger, nada de eso”, sino de la trasnacional con arcos dorados. Sí, un McDonald’s, el que hace esquina con la López Mateos y Triunfo. Así de evidente es la topografía urbana que transitan con temor y ansia los personajes de Silva Márquez. Justo en la calle Salvador Novo y la Pablo Neruda comienza la persecución hacia el final de la obra. Por la Tomás Fernández, antes de entrar en El Campestre el agente Pastrana interceptó al Ford Fiesta blanco (como el del pijo de los Hombres G). Y allí en “La calle desierta, las casas en silencio. El cerro Bola en la distancia, con su luz roja titilante”, el policía jarocho quedó tendido, recuperándose de la descarga. Rebeca “subió al auto y se perdió en la noche”.

15 Neruda Novo

A unos pasos de mi casa, cruzando la Avenida la Raza, se encuentra El Futuro… así de cerca. En esa colonia, a una cuadra de la Parroquia de la Sagrada Familia, Alejandra Salazar dirigía un grupo de ayuda para familiares víctimas de los feminicidios en la calle Neruda, al que asistía con regularidad Rebeca, aunque ella no experimentaba la muerte de alguna allegada. Fingía a una hija que no existía, pero su dolor “era tan real como una víscera o un pozo”. Frente a la asociación, en el parque, apareció la pista incriminatoria: el cuerpo de Adrián Soto Heredia, “Un raterillo que presumía tener muchas novias”, denunciado por violación. “Ahí estaba el pasamanos despintado, las llantas viejas donde los niños jugaban y la cancha de basquetbol con ambos tableros rotos”. Rebeca, paceña de 40 años, “Sonrió. Cruzó la pequeña calle y tocó el timbre de la vivienda marcada con el número diez”. El Chaneque unió los cabos y dio con la asesina de cuatro agresores sexuales: no eran zombies, ni vampiros; no había tigres sueltos, ni vengadores anónimos buenos para vender periódicos. La “mujer murciélago de Ciudad Juárez” es quien sea y vive donde sea; cerca de cualquier parque –juarense o no–, al final de cada calle se puede hacer justicia por propia mano: “Dejemos de ser cómplices… debemos ser la resistencia”.

15 Neruda parque (2)

Urani Montiel

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EL PABLOTE EN EL RECREO

24 Jueves Mar 2016

Posted by juaritosliterario in arma, Cantina, El Recreo, Hotel, música, Muerte, Narcotráfico

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narrativa, siglo XXI

Miguel Ángel Chávez Díaz de León nació en estas tierras en 1962. Policía de Ciudad Juárez (2012) es su primera incursión en la novela. La trama es simple (quizá demasiado): Pablo Faraón, el Pablote, un policía destituido de las calles y la acción, es el Comandante Amarillo de la Brigada Listón —eficaz en su trabajo de colocar antes que nadie la Cinta Amarilla—. Por otra parte Ruth, su pareja, es una mujer a quien la violencia le arrebató a su esposo y a su hija de cinco años. Luego del boom de la violencia en Ciudad Juárez, Pablo Faraón tendrá la desdicha de encontrarse en medio del fuego cruzado entre dos cárteles quienes deciden declararse la guerra, dejando a una ciudad desangrada y desesperanzada gracias a la presencia de la muerte y el miedo. Y solo Faraón tendrá la oportunidad de lograr un armisticio y quizá traer paz a la ciudad. La violencia expuesta en la novela es sin duda caricaturizada: incluso el narrador, para hiperbolizar sus comparaciones, hace analogías con las películas de Quentin Tarantino y Tomy y Daly.

Las Vegas night club

Lee aquí el libro

Así los pasajes de violencia, que son bastantes, también caricaturizan los espacios. Un ejemplo es sin duda el clímax de la novela donde luego de decidir escapar de Ciudad Juárez y renunciar a la policía, Pablo y Ruth escuchan el quejido de las sirenas desde el hotel Fiesta Inn. Rápidamente se movilizan y presencian el horror: “En menos de cinco minutos nos acercamos. Ambulancias, unidades de la Policía Federal y del Ejército impedían el paso, media docena de vans del SEMEFO y dos camiones de bomberos completaban la escena dantesca. El Recreo ardía” (144). El Recreo, punto de reunión que a lo largo de Policía de Ciudad Juárez se expone como un lugar pequeño y agradable, arde por la noche: pasa de ser un lugar ameno a ser un espacio violentado por las circunstancias de la ciudad. La escena se presenta como dantesca, donde el lugar en llamas es contaminado con la presencia del ruido policiaco, por el olor de los cuerpos “chamuscados” y por la eliminación total de aquellos que festejaban. Nadie de los que yacían dentro sobrevive. Un atentado con bombas y explosiones busca a toda costa erradicar al líder del cártel enemigo, el Atoto, quien escapó porque quería ir al baño, en contraste con Vincent Vega en Pulp Fiction quien no escapa por haber ido. El bar de inmediato se transforma en “un lugar ausente”: “Aquello no era el Recreo, mi cantina favorita, solo la pared de la contra barra estaba de pie. Mesas, sillas y cuerpos chamuscados estaban regados entre escombros, las llamas y el humo” (145). El Recreo se reinterpreta y su despojo es ahora una pared que sobrevive entre el humo y las llamas. Los muertos también se reinterpretan: de seres humanos pasan a ser cifras: “53 muertos y contando” (144). Los lugares dejan de ser espacios y las personas se deshumanizan.

recreo-exterior

Fundado en 1920, El Recreo fue de las pocas cantinas que soportaron la desolación en los años de la violencia en la ciudad; en la novela de Miguel Ángel Chávez, el narrador insiste en lo último. Ubicado en el cruce de 16 de septiembre y Francisco I. Madero, frente a la casa del Pablote, es un lugar que nace y vive de la leyenda y la Historia de la ciudad. Efigie de la bohemia y la poesía, la buena plática y el alcohol, se ha vuelto un espacio digno de culto en donde es común ver a pintores, periodistas, escritores, poetas y músicos: aquí bebieron Miguel Ángel Chávez y Joaquín Cosío, Susana Chávez y recientemente la banda de rock Tetas Lazzer. Sus mandamientos son inapelables. No hay mujeres detrás de la barra. Mariachi, rock, jazz, blues, Tin-Tan suelen escucharse en la Rockola más vieja de Juárez. Nunca se cierra después de la medianoche. Por fortuna, tampoco arde durante la madrugada.

Antonio Rubio

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