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Publicaciones de la categoría: música

Intertextos en Puño de whiskey de Edgar Rincón

26 Miércoles Feb 2020

Posted by juaritosliterario in Ciudad, música, Sin categoría

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poesía, siglo XXI

I. Subgéneros, Friends y Supertramp

Edgar Rincón Luna nació en este desierto, y además de poeta también es diseñador gráfico. Ambos oficios se agradecen al conocer la versión personal de su Puño de whiskey (2005), poemario, cuya segunda edición apareció el año pasado, del que me ocuparé en este texto a partir de la teoría desarrollada por Gerald Genette. Según Elena Beristain, cuando se trata de intertextualidad, las mejores calas se realizan tomando como apoyo a Genette en Palimpsestos (1989), debido a la versatilidad con que trata los distintos fenómenos de “referencias”, muchas veces imbricados en la obra literaria. Las referencias siempre llaman la atención en cualquier pieza de arte: queremos descubrir cuál es la obra inserta en el libro, la película o canción; por qué está puesta ahí y con qué intención: cómo sucede el diálogo con el texto que se señala y recomienda. En Puño de whiskey, la intertextualidad aparece como uno de los rasgos principales. Por ello, en esta primera entrega sobre el texto de Rincón Luna me ocuparé de las modalidades transtextuales presentes en los poemas “Despedida con playa”, “FRIENDS”, “The logical song (Supertramp)” y “Some guys have all the luck (Rod Stewart)”.

67 Rincon - Puño

Lee aquí el poemario

El poema que abre la primera parte, titulada “Yo soy el que saca las postales del fuego”, contiene una visión nostálgica de recuerdos que se queman y, no obstante, se metaforizan a través de imágenes costeras y marítimas: “Por qué nos hace llorar esa ceniza perdiéndose entre las piedras // el corazón del mundo se derrama […] / y en sus picos los adioses no son más que peces muertos”. El nombre del texto, “Despedida con playa”, señala una serie de consideraciones referentes al subgénero de la elegía; es decir, se encuentra una architextualidad porque, según apunta Genette, “articula una mención paratextual (títulos, como en Poesías, Ensayos […], o más generalmente subtítulos: Novela, Relato, Poema, etc.)  [y] la determinación del estatuto genérico de un texto no es asunto suyo, sino del lector, del crítico, del público, que están en su derecho de rechazar el estatuto reivindicado por vía paratextual”.

200 Alex Briseño Despues de la Lluvia.jpg

Foto de Alex Briseño

Genette define en Palimpestos el significado de paratextualidad de la siguiente manera: “está constituido por la relación, generalmente menos explícita […]  que el texto guarda con su paratexto: título, subtítulo, intertítulos, prefacios, epílogos […], etc.”. Respecto a esto, el poema que me interesa se titula “FRIENDS”, alusión a una famosa serie televisiva estadounidense. A través de un rasgo paratextual (el título) se hace referencia a otro rasgo paratextual de una obra ajena (el programa de televisión). Dicha alusión se afianza en el campo semántico de los versos, que remite a un recuerdo de la amistad infantil: “veo las mañanas en el cine después del catecismo / el parecido infantil que nos hermanaba / […] / recuerdo el río, las bicicletas”; y a la desilusión del presente adulto: “El pequeño julio que le disparó a un ladrón / no tuvo más remedio que convertirse en policía / Vicente el tartamudo / feo como una moneda vieja / fue el primero en casarse”. Al mismo tiempo, se sugiere el contraste entre el lugar que describe la voz poética y el sitio donde se desarrolla la historia de Friends: “nunca estaremos juntos nuevamente / jamás sobre una calle de Nueva York / nunca veremos las luces de esa ciudad desconocida / nunca desde el mismo cielo / nunca desde este infierno”. Asimismo, encontramos aquí una hipertextualidad, pues existe una relación entre un texto presente (el poema) con uno anterior (la serie).

31 Parte 1

En la segunda parte del poemario, una de las más interesantes, “91.9 F.M. Canciones de la primera infancia”, todos los títulos resultan nombres de canciones. A través de este rasgo paratextual del título encontramos distintos tipos de referencias. En el poema “The logical song (Supertramp)” hay intertextualidad, la cual Genette define como “la presencia efectiva de un texto en otro. Su forma más explícita y literal es la práctica de la cita (con comillas, con o sin referencia precisa); en una forma menos explícita y menos canónica, el plagio, […]; en forma todavía menos declarada y menos literal, la alusión, es decir, un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de su relación con otro enunciado al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones, no perceptible de otro modo”. La canción de Supertramp se presenta como alusión en el poema de Rincón Luna, y su incidencia no puede obviarse. Los versos de Rincón Luna describen la siguiente imagen: “cuando eras niño escuchabas canciones country / eras pequeño y todo era maravilloso”. Po su parte, la letra de la melodía de Supertramp comienza así: “When I was young, it seemed that life was so wonderful / a miracle, oh, it was beautiful, magical”. Luego, el poeta juarense señala que “todo dependía de los demás / eras cínico y descarado”, es decir, describe actitudes comunes en los niños, como seres inconscientes de los problemas que se dedican a observar y ser mirados por las aves. Un cuadro que también aparece con el grupo británico: “And all the birds in the trees, well, they’d be singing so happily / Oh, joyfully, oh, playfully watching me”. Después, en los dos textos, viene la ruptura de un pasado idílico: “ahora / le debes dinero a mucha gente / ya no eres divertido / en tu vientre se acumulan tus preocupaciones”; “But then they sent me away to teach me how to be sensible / logical, oh, responsable, practical”. En ambos casos, se muestra el término de la etapa en que estamos a cargo de alguien más, cuando debemos afrontar la realidad práctica del mundo y pagar las cuenta. Rincón Luna culmina su pieza con una interrogación: “si lo único que preguntas / con tus muebles fuera de casa y una llanta desinflada / es ¿quién diablos soy?”. Supertramp, en cambio, la utiliza como estribillo: “I know it sounds absurd / please tell me who I am”.

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En el poema “Some guys have all the luck (Rod Stewart)” se encuentra una hipertextualidad, ahora a través de una transposición, es decir, una “transformación de una obra en otra con reducción, aumento o sustitución de cualquier componente o aspecto semántico”. Mientras que en la canción de Rod Stewart, el yo lírico se lamenta de no tener una mujer a su lado: “The guy next to me has a girl in his arms, my arms are empty / how does it feel when the girl next to you says she loves you? / It seems so unfair when there’s love everywhere but there’s none for me”; en el poema, la muerte resulta el deseo imperante: “un joven compra un carro que al llegar a su casa explota / otro que se ha rasguñado el dedo gordo mientras columpiaba a su hijo / muere de tétanos siete días después”. Ambas piezas rematan cada estrofa con el verso que las titula, el cual funciona también como intertextualidad en forma de una cita traducida de la canción del músico británico: “algunos tipos tienen toda la suerte”.

31 Puño whiskey 3

Los poemas de Edgar Rincón Luna pueden leerse de forma independiente al texto al que se relacionan; sin embargo, su lectura se enriquece si consideramos el subgénero literario, la serie televisiva o los clásicos del rock en inglés que están imbricados en su composición. También, por ejemplo, los textos de la segunda sección los podríamos leer al mismo tiempo que escuchamos las canciones a las que se refieren. Así, en nuestra cabeza aparecería la imagen de “un hombre sin voz / [que] revive viejas canciones / o cicatrices / o historias” que se parecen a las nuestras.

II. Postales

Arriba señalé algunas de las modalidades transtextuales que Genette clasifica en Palimpsestos (1989). Ahora, sigo con los conceptos del teórico francés para hablar sobre “Seis, Yo soy el que saca las postales del fuego” (de la parte “IV. Funerales”), “Ciudad Juárez Unplugged” y algunos poemas de la parte “V. Conozco esta ciudad, no es como en los diarios”. Para aproximarse a “Seis, Yo soy el que saca las postales del fuego”, tomo en cuenta la relación existente entre dos textos del mismo poemario: por un lado, el título es idéntico al de la sección inicial de todo el libro; y, por otro, en el cuarto apartado, se menciona a Jacob Ibsen Lambert, quien “es viejo y es jardinero / […] / entonces recuerda que está casado / […] / y cuando llega su esposa / le dispara dos veces en la cara”. El poema en cuestión, precisa de la lectura interconectada de piezas previas, ya que funciona como continuación y liquidación de un personaje que “toma un trago de whiskey y se para frente al espejo / […] / se lleva la pistola a la boca // no alcanza a ver nada”.

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El título de la última parte, “V. Conozco esta ciudad, no es como en los diarios”, es una cita de la canción “No soy un extraño” de Charly García, en la que el sujeto lírico regresa a una íntima ciudad, que no es como la pinta la opinión pública foránea: “Acabo de llegar, no soy un extraño / conozco esta ciudad no es como en los diarios, desde allá”; sin embargo, se encuentra desconcertado y pretende pasar desapercibido: “Dos tipos en un bar, se toman las manos.  / Prenden un grabador y bailan un tango, de verdad. / Y yo los miro sin querer mirar, / enciendo un faso para despistar”, pero pronto se reconoce en la urbe y con sus habitantes: “Y siento un aroma poco familiar / alguien se acerca y comienza a hablar”. Una reflexión sobre no ser capturado de nuevo por alguien concluye la composición: “los carceleros de la humanidad / no me atraparán, / dos veces con la misma red”. Acorde a la canción, en los poemas de Rincón Luna domina la descripción y reflexión en torno al espacio citadino que se encuentra en decadencia. El yo lírico lo conoce bien: “en las vértebras de la ciudad, / la palabra ceniza ya no existe / […] en nuestro aliento se dibuja / la ciudad / llamándose por su nombre”; en “Primera plana”: “toda ciudad es un rescoldo del infierno / desde aquí se abraza a la tiniebla”; en “Parte del aire”, se dice que “en cada casa de esta ciudad hay un asesino”. “Strangers in paradise” pregona que “esta ciudad, así a solas me gusta”.

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Por último, “Ciudad Juárez Unplugged” confirma que “en esta lluvia que en silencio / cae de nuestros ojos / agradecemos esa luz que nos permite ver las ruinas de una ciudad”. En este último poema, resalta un alegato contra la penumbra y apoteosis de la luz del relámpago: “que la constancia de la lluvia / la persistencia de la oscuridad / no borra el rostro ni los nombres / de los amigos muertos”. Quizá el poema aluda a la canción “Quedándote o yéndote” de Luis Alberto Spinetta, la cual, también encierra luminosidad: “el sol empuja con su luz / el cielo brilla renovando la vida / […] / de ti saldrá la luz”. El estribillo “la lluvia borra la maldad / y lava todas las heridas de tu alma” se contrapone al sujeto lírico de “Ciudad Juárez Unplugged”: la precipitación no se lleva las heridas de su alma, ni ayuda a olvidar a los amigos muertos.

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Las relaciones que guardan los poemas contenidos en Puño de whiskey con otras composiciones trazan caminos de interpretación y recorridos musicales, a veces explícitos como en “II. 91.9 F.M. Canciones de la primera infancia” Otras veces las pistas se ocultan silenciosas, dando pie a la reminiscencia de nuestras propias lecturas. Interconexiones hipotéticas. También ocurre que los textos del poemario dialogan entre sí; “Seis, Yo soy el que saca las postales del fuego” entabla distintas relaciones con poemas anteriores. Queda claro que el yo lírico se sirve y enriquece de otros discursos. Puño de Whiskey no solo es un palimpsesto en su sentido referencial, sino también como registro de sucesos de variada índole en esta (y en cualquier otra) ciudad… desde una despedida, hasta el rayo que suscita la tormenta.

Gibrán Lucero

 

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Desnudista de una sola pierna

09 Domingo Dic 2018

Posted by juaritosliterario in La Mariscal, música

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poesía, siglo XXI

El riesgo de cualquier antología que cite a más de una decena de voces recae siempre en la disparidad de escrituras, en el compromiso y tiempo que cada implicado haya tenido para fijar su voz y adecuarla a la del resto. Asumido este riesgo –incluso dando por hecho la imposibilidad de sortearlo– el examen de este tipo de creaciones colectivas se dirige a la línea temática, capaz de convocar, conjugar miradas y alojar notas de disidencia sin romper una lectura orgánica. En estas líneas me detengo en la antología Querido: homenaje a Juan Gabriel, publicada bajo el sello editorial Mantarraya en junio de 2010, es decir, cuando el Divo de Juárez aún cantaba entre nosotros. La idea original del libro y la selección de textos corrió a cargo de Luis Felipe Fabre, Inti García Santamaría y Karen Plata; mientras que la edición, del promotor cultural Antonio Calera-Grobet. Veintidós poetas rinden homenaje, no siempre en verso, a la figura y trayectoria del ídolo y cantautor.

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Lee aquí la antología

El poeta Fabre confiesa que “una tertulia y una rocola detonaron este proyecto editorial”, entendido como “un acto de justicia” que presume el objetivo de “difuminar las fronteras entre el espectáculo y la poesía; entre el arte y el diálogo culto”. La Academia Sueca, encargada de otorgar el Premio Nobel de Literatura, ya lo demostró hace un par de años con la nominación de Bob Dylan, quien también le ha cantado a esta frontera. En Querido: homenaje a Juan Gabriel, los textos incorporan el título de las canciones del Divo, desde sus grandes hits hasta otras menos sonadas: “El Noa Noa” de Dolores Dorantes, “El corazón del norte (Querida)”, “He venido a pedirte perdón” de Ulises Nazareno, “F word. Balada rítmica (La frontera)” de Julián Herbert, “Si quieres” de Ofelia Pérez-Sepúlveda, “Glamour eterno (Amor eterno)”, entre otros temas. Por mi parte, destaco y recomiendo cinco o seis composiciones –no más–, justo las que acabo de nombrar, así como el “Postfacio” de Erik Castillo, quien indaga en la figura del homenajeado, dejando de lado “el tesoro de la pura reivindicación de lo marginal… o el gesto ejemplar que nos hereda quien sí pudo compensar los estigmas existenciales y sociales”. El tributo se centra en la catarsis prodigada por el canto que cimbra los lugares interiores. Tal efecto se desborda “desde el inconsciente canción tras canción al abrigo de la versificación directa, urgida y, cuando más perfecta, devastadora”.

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“Juan Gabriel se llama una estrella, me lo dijo mi madre / JG es una estrella escrita por una máquina que escribe estrellas” (Yaxkin Melchy). Fue en quien primero pensamos al momento de diseñar nuestra última caminata, Luminarias. Aunque detrás de una celebridad existe una producción cultural respaldada por potentes medios de comunicación que promueven la figura/estilo/voz de una individualidad, para que el artista alcance la aceptación popular más allá de una coordenada específica debe existir una incidencia social, así como una emotividad que impacte de lleno en el sentir de las personas. Diversas lecturas y apropiaciones giran en torno a la entrañable efigie del Divo de Juárez, desde las que culminan con la publicación de una antología poética hasta el repentino nombramiento de la Gran Plaza Juan Gabriel, inaugurada a finales de septiembre del 2016, a tan solo un mes del sensible fallecimiento. La rehabilitación de la calle Mariscal, frente al Gimnasio Neri Santos, a un costado del Museo de Tin Tán, incluyó la pavimentación de arterias aledañas, murales monumentales, iluminación, juegos infantiles, cruces peatonales, sombras y bancas para pasar el rato, así como una desafortunada escultura en bronce del hijo predilecto de la ciudad. A pesar de que el día de la ruta tuvimos que realizar la parada unos metros más adelante debido al concierto de una banda local liderada por una joven cantante, nos da gusto que la reactivación de la plaza incluya la expresión musical.

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Urani Montiel

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Julio Cortázar, casi esquina con la Mejía

01 Miércoles Mar 2017

Posted by juaritosliterario in Ciudad, La Mariscal, música, Migración / llegada, Vida cotidiana

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siglo XX, teatro

El Mago Septién afirmaba que “el boxeo es toda la vida retacada en apenas tres minutos”. Una nota en La Jornada de julio del 2009, uno de los años más violentos en Juárez, daba noticia de que el campeón mundial de boxeo, el Mantequilla Nápoles, residía en esta frontera y que tenía un gimnasio en la calle Ignacio Mejía, en donde ahí y en los alrededores empezaban a escasear los jóvenes. En esa misma entrevista el púgil comentaba con dejo de nostalgia: “Yo ya no existo… Yo ya no soy nadie”. Ese reportaje se convirtió en hallazgo ante los ojos del director y dramaturgo Jorge A. Vargas, quien fue armando un proyecto colectivo para que su compañía de teatro, Línea de Sombra, vinera a la ciudad a documentar el destino y el estado del atleta cubano, desde la perspectiva del hombre que era en ese entonces porque sólo desde el ahora es posible construir la historia. Esa búsqueda encaminada hacia un viejo boxeador dio un viraje y se dirigió, de forma introspectiva, hacia cada uno de los actores, quienes hicieron una residencia en Juárez.

Baños Roma from Teatro Linea de Sombra on Vimeo.

El Mantequilla Nápoles llegó a la capital mexicana a sus 21 años y se hospedó cerca de Salto del Agua en un antiguo Hotel, el Virreyes. Hay críticos deportivos que rankean a la “pantera negra” entre los 10 mejores de toda la historia. Para sus vecinos de la Costa Rica, él es el número uno. Tras vapulear a Curtis Coke en junio de 1969, y obtener el título mundial en peso welter, el presidente Gustavo Díaz Ordaz lo felicitó y le dijo que pidiera lo que quisiera. Y el Mantequilla obtuvo su mayor anhelo: la nacionalidad mexicana, con lo se ganó la fama y el aprecio popular mucho más allá del ring. Incluso grabó La venganza de la Llorona, junto a El enmascarado de plata. El boxeador vino a Ciudad Juárez invitado por el Canal 44 para entrenar a la Cobra Soto, un peleador local, y decidió quedarse. Le gusta tomarse fotos y fumar puros con todo y el celofán (según los actores).

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Hace más de 40 años, en 1974, el cubano enfrentó al argentino Carlos Monzón en París. A ese encuentro, en donde el Mantequilla Nápoles perdió el desafío por el campeonato mundial de pesos medios, asistieron famosas figuras, amantes del boxeo, como los actores Alain Delon (quien además montó el espectáculo en su calidad de promotor) y la despampanante Brigitte Bardot. Pero hubo otro espectador al filo de su butaca, un escritor compatriota del vencedor, Julio Cortazar, quien nos relata la pelea en “La noche de Mantequilla” (publicado en Alguien que anda por ahí, libro prohibido durante la dictadura argentina hacia finales de los 70’s). El cuento, alabado por Gabriel García Márquez, utiliza las gradas como un punto seguro para que dos mafiosos argentinos intercambien un maletín lleno de dinero sin llamar la atención. Uno de ellos, Estévez, no puede evitar ver la pelea y entusiasmarse por la victoria de Monzón. Pero el otro, extrañamente, le iba al Mantequilla. Algo andaba mal. La operación falló. Estévez entregó el dinero a un policía encubierto y tendrá que pagar. Un ajuste de cuentas… Julio Cortázar… París… Ciudad Juárez… Baños Roma… el excampeón.

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Lee aquí el cuento

El proyecto teatral de Línea de Sombra consistió en documentarse, en intercambiar palabras alrededor de las calles del gimnasio, remodelar el inmueble, entrevistarse con los allegados del entrenador (como con su esposa, Berta) y acercarse a la experiencia del mundo del boxeo. Para los promotores del deporte, el que usa los guantes es solo la masa corporal y de ahí la importancia a la ceremonia del pesaje. Todo su gramaje se vuelve patente al acercarse violento a la lona. En este “espectáculo del desplome” la carrera (o más bien, la caída) del boxeador inicia desde el primer round y hasta su retiro, siempre pegado contra las cuerdas. Como si la vida fuera, opina mi amigo Marlon Martínez, “un constante pleito contra un contrincante del que se conoce apenas su peso pero no sus fortalezas ni debilidades y mucho menos la sospecha de una dimensión humana detrás”.

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El espectáculo multimedia de Jorge A. Vargas también escenifica la experiencia de la compañía durante su residencia en Juárez: noches de bares por la Guerrero y la Juárez, experiencias personales y uno que otro incidente con la policía. El montaje reflexiona sobre el fenómeno ocurrido en la Mariscal: su derrumbe sin rehabilitación, un proyecto urbano trazado, como lo hace una actriz, con las patas. Con la pérdida del espacio público, con las banquetas desoladas, varias cantinas fueron cerrando y la música fue paulatinamente perdiendo su volumen. Los habitantes se guardaban el saludo, evitaban las calles y trasladaron la fiesta a sus casas, de lleno hacia lo privado, “pero en el espacio íntimo floreció el canto”. Prueba de ello es el karaoke, tan de moda en este norte, como también lo es el teatro que no ha bajado la guardia ni el telón. El mejor testigo fue el montaje de Baños Roma que aplaudí en el Teatro experimental Octavio Trías en el 2013. Hay un sinfín de contrafuerzas, como la de quienes en esta esquina hacen su propia lucha.

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Urani Montiel

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Del Güero Mustang y otros rostros juarenses

31 Martes Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Ciudad, La Chaveña, música, Vida cotidiana

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poesía, siglo XXI

La construcción de la identidad regional implica, entre otras cosas, la cimentación de una historia y una memoria que confieran cierta estabilidad a la autodefinición de aquello que son y comparten. Para lograrlo, existen varias estrategias (según Jöel Candau); la que aquí nos interesa es la literatura y en este caso, las composiciones musicales. Julio Cortázar aseguraba en uno de sus ensayos que los escritores leídos más apasionadamente son aquellos que se empeñan en “hacer frente a la cuestión de la identidad cultural de sus pueblos y contribuir con las armas de la invención y la imaginación a volverla cada vez más honda y más completa.” Hace poco tiempo me topé con uno de esos autores que te obligan a reconocerte como miembro de una comunidad: Alejandro García, alias El Alejandro Chaveñero.

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La primera vez que escuché una canción de El Alejandro fue en el montaje de la obra Lights de Pilo Galindo. “El chaveñero” remite inmediatamente a una de las colonias más conocidas de Juárez, además de destacar otros espacios y elementos característicos de la región: “Puro Juaritos chaveñero, / como burritos, soy caguamero.” Aquí, el cantautor no se inclina por el lado negativo o positivo de la ciudad sino que al hablar desde su experiencia ambos aspectos se encuentran presentes: “En este Juárez ingrato, / se le arranca a cualesquiera, / el que no muere en el río / lo matan en la Pedrera. / Pero si llegas tranquilo / no te asustes soy tu hermano.” La imagen de la vida cotidiana en la frontera trae consigo aventuras, emociones y situaciones de toda índole. El Alejandro nos presenta su perspectiva, quizá desde su propia historia personal; no niega que Juárez sea un lugar peligroso, ingrato; sin embargo, para él (igual que para muchos de nosotros) en la ciudad persiste –sobre todo en los barrios más antiguos– un sentimiento de hermandad, de comunidad, a veces sostenido solo por la nostalgia de lo que un día fue: “Ese es mi Juárez viejito / y ahí no bajan bandera.”

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Ahora bien, un aspecto imprescindible de sus composiciones es que representan certeramente una de esas estrategias utilizadas como resguardo de la memoria colectiva, a partir de una apropiación (tanto del espacio, tiempo y personajes característicos de la urbe) individual. La temática del recuerdo y el olvido están presentantes en cada una de ellas. No por nada su cuñado, Ricardo Vigueras, lo califica como uno de aquellos guardianes de “la leche de la creación que es siempre recreación”; es decir, un poeta que crea a parir de la tradición pero también de su experiencia vital. El “Blues del Güero Mustang” lo ejemplifica bien. Le canta a un personaje icónico, a una leyenda de Juárez, que si bien muchos de nosotros no tuvimos la oportunidad de verlo deambular con su volante por las calles, al menos conocemos a alguien que sí la tuvo. La canción gira en torno a la nostalgia de estos últimos sobre la pérdida de ciertos espacios y personas: “Regreso a la esquina / de la Primavera, / ya no hay Güero Mustang, / ya no hay Club Palacios”. El autor sabe que lo único que queda son los recuerdos y la manera para evitar que se desvanezcan es plasmándolos en sus letras; así, aunque ya no haya Güero Mustang, este permanece en nuestra memoria: “Sigue el vagabundo / por el universo / repartiendo sueños / en su Mustang azul”.

 

Hay que aceptar, por otro lado, que en bastantes ocasiones preferiríamos que algunos recuerdos se desvanecieran (olvidar al padre mentiroso, los malos amores o todas esas muertes que han asediado a la ciudad por muchos años). Sin embargo, este tipo de situaciones forman parte de nuestra existencia y entorno; por lo tanto, desecharlas o evadirlas sería como negar una porción de nuestra identidad, además, como lo señala el mismo Ale, pase lo que pase, aunque aseguremos el olvido, “las penas retoñan / y los recuerdos me enferman.” ¿La solución?: “Mis penas chaveñeras / yo las curo con unos fumes / y un buen pomito de ron” o crear un Colectivo Orgasmo como se lo propusó Arminé Arjona al escribir “La rola del orgasmo”.

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Alejandro García compone a partir de su experiencia en esta ciudad pero también recrea y participa en obras de otros artistas juarenses. Por ejemplo, interpreta la canción “Moriré en el río” del conocido Beto Lozano, acompañado del saxofón de Fortunato Pérez, dándole un enfoque en torno a todas las muertes ocurridas violentamente en Juárez y a nuestro deber de no olvidarlas (el video ayuda mucho para esto): “A ti no te lloraré / porque en mí has vivido, / y aunque no estés en el mundo / lo nuestro sigue en el río”.

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En lo personal, las composiciones e interpretaciones de este autor, las cuales te llevan de la mano hacia otros personajes importantes de Juárez –pasados y presentes– como Beto Lozano, Fortunato Pérez, Pilo Galindo, Arminé Arjona, el Güero Mustang y las incontables anécdotas provocadas por este “viejo, güero, loco”, me han ayudado a reconstruir e identificar parte de toda esa historia, memoria, espacios, ambientes, sentimientos y personas que constituyen un elemento imprescindible para la identidad juarense. Ahora sé bien quién es el “güero del volante”.

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Amalia Rodríguez

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Juárez es the number one

28 Sábado Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Avenida Juárez, Ciudad, Frontera, música

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poesía, siglo XX, siglo XXI

I. No hay día que no se hable de Juan Gabriel en los programas de chisme que ve mi mamádesde que el 28 de agosto se anunció la noticia de su muerte. Antes dedicábamos las mañanas a la contemplación de sus videos gracias al descubrimiento de youtube. Y antes, cuando estaba preparándome para ir a la secundaria, ese lugar en el tiempo (el de mis recuerdos) era ocupado por los discos, los mismos discos: Chente, José Alfredo, Juanga… No fue sino hasta superar mi etapa de wanna be a rock n roll star cuando estas canciones que escuchaba desde la cotidianeidad del que oye como quien oye llover empezaron a comunicarme algo: versos que sin saberlo conocía, melodías que tarareaba por accidente… De ahí que el 28 de agosto del año pasado haya pronunciado sin arrepentimiento que una parte de Ciudad Juárez haya muerto junto con Juan Gabriel. No sé si algún día la gente saldrá a las calles para despedir con ese fervor carnavalesco a una persona en su transición a mito. En Juaritos nos interesa el rescate de la memoria y sus diversas manifestaciones, desde las instituciones hasta lo popular. Es inevitable pues elidir la visión de Ciudad Juárez en las letras del divo.

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II. Quiero discutir dos perspectivas encontradas sobre la construcción de Ciudad Juárez en el imaginario lírico. Por un lado, cosa que he atestiguado como lector de las últimas entradas de este blog, está la perspectiva social-histórica. Al yo poético le interesa retratar situaciones realistas, en muchos casos trágicas, poderosas. Son ya tropos de un repertorio común la violencia, el narco, las desapariciones, el cruce legal e ilegal, las drogas, etcétera. Se busca, a fin de cuentas, reflejar un hecho de gran actualidad o ya de plano explorar las heridas del inconsciente urbano para combatir el olvido. He ahí que esta visión se contraponga con la perspectiva de Juan Gabriel, que prefiere elidir estas situaciones: es un punto de vista anclado en el optimismo.

Juanga no pretende describir la espacialidad construida, física y visual, sino atmósferas y sentimientos: será en cierta forma ideal. Juárez, en algunas de sus canciones, es el destino, el punto de llegada, el hogar; todo lo demás son situaciones para realizar ese viaje. En su canción “Denme un ride” el deseo se expresa en un futuro a donde se llega, en una necesidad ontológica: “Soy un vagabundo y necesito un ride, / voy a Ciudad Juárez, quiero pronto llegar”. Otra característica que he escuchado sobre esta visión popular es su retrato de la gente, como él mismo lo describe en otra de sus canciones ya emblemáticas, “La frontera”: “La gente es más sencilla y más sincera, / me gusta cómo se divierten, cómo llevan / la vida alegre, positiva y sin problemas”. La gente fuera de la frontera es distinta, incluso hostil: “Nadie de mí se apiada, no me dan un aventón”, canta en “Denme un ride”.

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En el caso de “El Noa Noa”, no hay una exploración espacial vinculada, he dicho, a lo visual. “Este es un lugar de ambiente” creo que se relaciona mejor a los aspectos auditivos del bar, así como al tacto: un lugar para divertirse, bailar y cantar. El coro comprueba mi hipótesis inicial: “Vamos al Noa Noa”. El yo poético prefiere compartir una experiencia acerca del destino antes que realizar una construcción precisa de un espacio real, incluso mítico gracias al propio Juan Gabriel.

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Ese minimalismo intimista permaneció hasta su última composición sobre la ciudad cuando hace un año escribió “A Ciudad Juárez”, dedicada al Papa Francisco antes de su polémica visita a la ciudad. Su idealización sobre la gente y el espacio no cambia, pero me gusta que al menos en el primer verso existe una posibilidad de recorrido, de andar por la metrópolis: “Si usted camina por esas calles de Ciudad Juárez”. Quizá esta última composición haya sido concebida como un capricho entre deber político y mediático, pero su esencia de Juárez como destino sigue ahí, en el caminar. El viajero desea recorrer “la frontera más fabulosa y bella del mundo”, donde pese a las circunstancias terribles que suceden todos los días las personas siguen superando el miedo de la realidad. Hay un deseo por salir adelante, algo que los mueve. Se trata de un rostro, que en lo personal no identifico aún: me gusta creer en su posibilidad.

III. Ayer caminé por la Juárez para tomar fotografías. En el pasado, Amalia habló de aquellos espacios que desaparecen: se construyen cosas nuevas o la ciudad deja que la herrumbre consuma sus recuerdos. Cuando llegué a lo que quedó del Noa Noa, habíase borrado ya el ambiente, la diferencia y el baile: un estacionamiento, un lugar para no estar. Afuera estaba la placa con las manos de Juanga, que hace unos meses intentaron robar: ayer solo vi el vestigio. Alguien, desde el estacionamiento Noa Noa, me grita. Quizá no se me permitía tomar fotografías. Quizá esté prohibida la permanencia de la imagen: la memoria. Mientras me alejo para capturar la última foto, pienso en los ciclos del espacio, tan parecidos a las personas que contiene. Alberto Aguilera Valadez, Adán Luna, Juan Gabriel, las cenizas de Juanga. Avenida 4 siglos-Avenida Juan Pablo II, Jilotepec-Manuel J. Clouthier, Eje norte-sur, Eje vial Juan Gabriel. Se hace la noche y el ambiente está en otro lugar que no visito.

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Antonio Rubio

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Dancing on corpses’ ashes

25 Miércoles Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Ciudad, Feminicidios, música, Muerte

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poesía, siglo XXI

 

Un personaje-tipo en la literatura es el equivalente a un estereotipo social; es decir, una representación mental de un conjunto de características de uno o varios individuos que pertenecen a grupos específicos. Son repositorios de información lista para ser activada desde la enunciación o escritura de su apelativo que hace de una cualidad o adjetivo una etiqueta parecida al nombre propio. El Héroe, el Mago o Hechicero y la Dama en apuros son solo unos cuantos ítems de una larga, pero limitada, lista. Cuando el lector identifica a una de estas figuras, ancladas a modelos estables y comportamientos previamente delineados, espera que haya cierta novedad que las guíe hacia la diferencia y que genere tensión entre lo establecido y su voltereta, entre la denuncia y la promoción, entre la crítica y la afrenta, entre el retrato de costumbres de una determinada localidad y su tradición escrita. ¿Serán las Muertas de Juárez un personaje-tipo? Aclaro que lo que aquí escribo se limita exclusivamente a la ficción literaria y producción artística, a los mundos y caracteres que cobran vida a través de las palabras. La realidad fue escalofriante y sigue quitando el aliento.

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La psicología social se ha detenido en la formación de estereotipos y detalla tres principios que guían su estudio. El primero explica que ayudan a que una situación tenga sentido; su creación es una instancia del proceso cognitivo de clasificar. El siguiente los define como un mecanismo que reduce energía. Si un individuo considera a varias personas como miembros de un solo grupo, entonces ahorra tiempo y esfuerzo, ya que logra disminuir la diversidad social. El tercer principio implica que estas imágenes se forman según puntos de vista o normas aceptadas por una comunidad, es decir, por consenso. Estos procedimientos contemplan que la capacidad individual de almacenamiento y procesamiento de información es limitada, pero que sabe adaptarse a un ecosistema cultural complejo (y a veces inexplicable), tomar atajos, reducir el exceso de detalle y optar por el conocimiento previo; lo cual tiene sus riesgos, ya que es el camino a percepciones erróneas, a prejuicios o a categorías de fácil uso y explotación. La literatura incorpora estos resultados ya que tanto los estereotipos sociales como los personajes-tipo son construcciones mentales que generan en la imaginación una colección de creencias compartidas y juicios subjetivos sobre una agrupación determinada. La ventaja es que cada poeta o compositor goza de libertad para manipular a sus personajes.

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Entonces sí. La mujer asesinada –las Muertas de Ciudad Juárez en plural– es un personaje tipo y colectivo que ronda y colma las páginas de la literatura del norte de México. ¿Pero cuándo apareció por vez primera? ¿En qué momento las cruces rosas fueron la parte por el todo de nuestra metrópolis? No deja de sorprenderme que el boom creativo (tal vez editorial) y académico de los feminicidios se dio 10 años después de los primeros hallazgos. Enero de 1993 es el punto de arranque, aunque pudo haber más decesos mucho antes. A partir de esa fecha, cadáveres, fosas y desapariciones marcaron una secuencia que a cuenta gotas se hizo cotidiana. ¿Y la protesta? ¿Y el arte? Hubo un tiempo en donde no había redes sociales en estos medios. Quizá la ciudad estaba en estado de shock o tal vez no le importó. De verdad me gustaría escuchar respuestas. Lo cierto es que hasta 1999, seis años después, la literatura tuvo algo que decir por medio de proyectos colectivos. Uno fue El silencio que la voz de todas quiebra (del cual en breve nos ocuparemos), registro periodístico que incorpora ficciones para dar sentido a tanta ausencia. Y “Mujeres de la brisa”, poemario de José Joaquín Cosío incluido en Cíbola: cinco poetas del norte. Años más tarde, bien entrados en los dos miles, el feminicidio, flamante incorporación al lenguaje jurídico, se volvió un lugar común, trayendo consigo un aluvión de huesos en el desierto, Antígonas, elegías, estrellas enterradas y 2660 y tantas obras.

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Como en algún punto tengo que llegar a una obra y aprovechando la semana –que ya van dos– dedicada a las canciones, me ocupo, por último, de un grupo paseño, At the Drive-in, banda emblemática para todos aquellos que creíamos que el punk-rock era la respuesta. La primera vez que los escuché poco me importó que fueran de El Paso; eran gabachos (aunque de raíces boricuas), hacían ruido y le daban con todo. Pronto pasaron a las filas del “modelo a seguir” de mi grupo. En marzo del 2000 lanzaron el álbum Relationship of Command, que incluye “Invalid Litter Dept.” Toda la energía de los texanos se concentra en esta canción que delata a un Departamento de basura inservible, operado del lado mexicano de la frontera por políticos, policía y prensa. La danza sobre la ceniza de los cuerpos se vuelve explícita en el video, grabado por completo en locaciones juarenses. Lo sombrío de las imágenes viene acompañado de subtítulos que relatan la historia que bien conocemos. Así como la periodista Diana Washington Valdez (de quien aparece una noticia en el video), At the Drive-in alzó la voz desde fuera de Ciudad Juárez y en cada punto de su gira. La mirada internacional volcó su atención sobre estos homicidios, caracterizados por lo común de las víctimas (pronto convertidas en estereotipo), y fue entonces que valió la pena la denuncia.

Carlos Urani Montiel

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Polémico corrido fronterizo

22 Domingo Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Ciudad, Feminicidios, música

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poesía, siglo XXI

En las últimas décadas la frontera de Ciudad Juárez se ha dado a conocer mundialmente por los feminicidios. Un fenómeno transnacional que se dio a raíz de la implementación de las maquiladoras por el tratado NAFTA (Tratado de Libre Comercio de Norte América) en ciudades colindantes entre México y Estados Unidos. Mujeres desaparecidas y “huesos en el desierto” fue un suceso polémico que inició en 1993 y debido a que las investigaciones de las autoridades no resolvieron nada se convirtió en una injusticia hacia los derechos humanos. Al ser la mayoría de ellas operadoras de la maquila, la justicia ante la resolución de los sucedido fue un problema que se asilenció con mentiras ya que las ganancias de las empresas extranjeras estaban de por medio.78-mural-mujer

En el 2004 la banda norteña Los Tigres del Norte, formada por los hermanos Hernández, utilizó una vez más el corrido (balada) como herramienta de denuncia en voz de las madres y familiares de las desaparecidas. La difusión del “reclamo del pueblo” en busca de una solución para las “varias miles de muertas en panteones clandestinos” conllevó al grupo a cantar por las mujeres juarenses. Con el título “Las mujeres de Juárez”, el corrido escrito por Paulino Vargas llegó a colocarse en el primer lugar de ventas en México y Estados Unidos. El álbum Pacto de sangre, compuesto por 14 canciones sobre temas de denuncia y mensajes de esperanza y alegría, se hizo galardón del Disco de Oro.

“Las mujeres de Juárez”, vocalizada por Jorge Hernández, narra con un tono de protesta y denuncia social el asesinato de muchas mujeres trabajadoras. Al mismo tiempo, presenta un cuestionamiento del porqué la mujer es la víctima de dichos actos de violencia y la incapacidad  de encontrar y castigar a los culpables. El corrido fronterizo se cantó en México, Estados Unidos y otros países del mundo revelando una temática que para las autoridades tenía que ser censurada. “La cruda verdad”, como se dice en el corrido, sembró la duda sobre quiénes estaban involucrados en los feminicidios de Ciudad Juárez. El llamado de atención hace hincapié en el hecho de que “las muertas de Juárez son vergüenza nacional” y en la manera en que la ley no actúa pero da justificaciones machistas, donde el pueblo es quien debe luchar ante la violencia de género presente en la frontera.

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A pesar de haber sido un corrido con la intensión de ayudar, como lo mencionó el líder del grupo norteño, futuros proyectos relacionados al tema tuvieron que ser cancelados por incomodidades de las autoridades y supuestas quejas de algunas madres de las víctimas. Ante todo el mundo los versos del corrido se convirtieron en elementos representativos de Ciudad Juárez y la presentaron como la ciudad más peligrosa para las mujeres. La nueva fama de la frontera comenzó a darse a conocer y, por lo mismo, a ausentarse el turismo. Sin embargo, “Las mujeres de Juárez” llegó a oídos de asociaciones de los derechos de la mujer y, tal como era el propósito principal de la creación de este corrido, se abrió un diálogo necesario para proteger a las mujeres de la frontera entre las autoridades, la población fronteriza y las asociaciones de derechos humanos.

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Sylvia Fernández Quintanilla

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Flor del Río Bravo

20 Viernes Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Ciudad, música, Migración / llegada

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poesía, siglo XXI

Chihuahua es la entidad que inspira la producción discográfica Luna Paquimé, del grupo Bandula, que desde 1996 se dedica a crear canciones para niños, con diversos ritmos que conjugan danza, música y poesía. Con el apoyo del ICHICULT y del programa Alas y Raíces, en el 2007 se llevaron a cabo el lanzamiento y la promoción de este disco con diez temas que recuperan diversas leyendas del estado, con el propósito de difundir la historia y cultura chihuahuenses. Dentro de los temas destaca el dedicado específicamente a Ciudad Juárez. Con una peculiar mezcla de ritmos se presenta “Flor de río”, una canción cuyo contenido principal son los deseos y aspiraciones de una niña de diez años que nació en dicha urbe. La leyenda de fondo confiere identidad a nuestro personaje, pues se trata de la historia de una original Flor de río, una niña que con valor salvó a su aldea, tierra en la que mucho tiempo después se fundaría Ciudad Juárez, y en honor a la que muchos otros años más, los padres de nuestra protagonista le darían nombre.

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https://juaritosliterario.files.wordpress.com/2017/01/77-bandula-flor-de-rc3ado.mp3

Las breves pistas que sobre la leyenda arroja la canción fueron rápidamente identificables para un papá (casi) norteño, y proveedor personal de relatos, a quien la historia le resultó muy familiar. Y es que existe una fuerte relación entre la antigua Flor de río que menciona Bandula y La-muy-sola, personaje principal del libro La leyenda de la flor “el conejo”, una antigua historia oral de Texas recontada e ilustrada por Tomie DePaola en 1983, editada en español diez años después. Aunque con una breve discordancia geográfica que bien puede deberse a la temporalidad política, es muy probable que la canción “Flor de río” y La leyenda de la “flor de conejo” nos hablen de una misma niña, y de paso encontramos a una más –a una comanche–, ambas bien descritas por un cambio de nombre presente en la leyenda original “La-que-amaba-mucho-a-su-pueblo”, porque nuestra actual Flor de río también vive orgullosa de sus raíces y tiene además grandes expectativas y un compromiso con su mundo.

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Lee aquí la leyenda

Ambas producciones literarias están cargadas de una fuerza que mueve el ánimo de quienes las leen o escuchan: lo mismo en Ixtla, la menor de mis hijas también natural de Juárez, que en su hermana mayor de Nezahualcóyotl, en el Estado de México. La Flor de río del presente, tan humana como su homónima y como cualquier niña de nuestro tiempo, comparte con la leyenda, además del origen, sus cualidades: es sabia por la visión que tiene del mundo en el que vive, uno enriquecido por las características propias de la frontera, y valiente porque en coro hace fuerte su demanda. Una conjunción de voces que se ha convertido en bandera de lucha para madres, hermanas, tías y abuelas, una lucha por la igualdad que lamentablemente aún no ganamos.

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Susana Vázquez

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Días sin cuenta

12 Jueves Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Feminicidios, Maquila, música

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poesía

“Día 730” fue escrita en el año 2010 por Wilfran Castillo, pero alcanzó la fama al ser interpretada, en versión tejana-norteña, por el grupo Intocable, quienes la incluyeron en su disco Highway del año pasado. El tema de la canción llegó al compositor colombiano luego de que encontrara un periódico de México con una palabra desconocida para él: feminicidio. La letra busca concientizar sobre este hecho tan propio de Ciudad Juárez. Por tanto, la pieza no trata sobre “la frontera más fabulosa y bella del mundo”, sino que resalta los momentos en los que la ciudad era vista como un lugar inseguro para las mujeres (que en su mayoría eran las que sufrían y resentían las olas de violencia). El contenido de la canción pudo haber sido la historia de más de 600 mujeres que han salido de sus casas buscando oportunidades de trabajo, o bien la de aquellas sustraídas de sus hogares y familias con engaños y que han perdido la vida en esta frontera. Los datos oficiales de la fiscalía en Chihuahua sobre mujeres desaparecidas son, por lo general, inexactos y se extienden hasta nuestros días. “Día 730” es una canción muy cruda, pero refleja bien los momentos tan tormentosos por los que han pasado las madres de las víctimas.

Durante el periodo en el que Ciudad Juárez fue atacada por la violencia se dio a conocer mundialmente el fenómeno de los feminicidios. Las víctimas tenían una serie de características comunes: edad, aspecto físico y nivel socioeconómico. La gran mayoría laboraba en el sector industrial, en las maquiladoras de nuestra urbe, con extensas jornadas por poco más de 67 pesos diarios. Las maquilas sirvieron de foco de atracción a las mujeres de las zonas más pobres y poco pobladas de Juárez, así como de inmigrantes que se acercaban a la frontera con la esperanza de cruzar a Estados Unidos. Estas mujeres carecían de derechos laborales y de buenas condiciones de trabajo; por eso, cuando una mujer desaparecía no llamaba la atención de nadie, ya que era normal que hubiese podido abandonar el trabajo. Lo increíble es que a casi todas las empleadas de las maquiladoras les es familiar algún caso de una chica desaparecida.

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Si ponemos atención a la letra de la canción nos damos cuenta de que la necesidad y la falta de trabajo son las principales características de las mujeres desaparecidas y asesinadas, mujeres que salen a la calle a trabajar; hijas, hermanas y madres que se aventuran a buscar un mejor futuro para ellas y sus familias. El sector de la maquila es la principal fuente de trabajo para cientos de mujeres en nuestra ciudad, de las cuales la mayoría cumple con un horario de seis de la mañana a seis de la tarde, momentos en los que las calles se empiezan a despoblar.

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Priscila Nicole Ortega Torres

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Una perspectiva ibérica

10 Martes Ene 2017

Posted by juaritosliterario in Aeropuerto, música

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siglo XXI

Enrique Bunbury nació en Zaragoza, España, en el año 1967; el cantante y compositor fue conocido a nivel internacional gracias a su trabajo con el grupo de rock Héroes del Silencio, cuya primera etapa se prolongó hasta 1996. Flamingos, tercera producción como solista del zaragozano, fue lanzada al mercado en 2002. Considerado uno de los mejores en la historia del rock español, el disco incluye en la pista 10 el tema “Ciudad de bajas pasiones”. Dicha canción está ejecutada a 108 pulsaciones por minuto (andante moderato) y en división binaria. Los acordes mayores dan un aire alegre y desenfadado a la interpretación, que se entristece muy poco con el timbre barítono de Bunbury. Catalogada para el mercado como pop-rock, “Ciudad de bajas pasiones” es una fusión bastante intencionada de géneros, entre los que se aprecia la influencia del corrido, la música ranchera-norteña y el swing.

https://juaritosliterario.files.wordpress.com/2017/01/73-bunbury-e28093-ciudad-pasiones.mp3

La letra a modo de episodio autobiográfico refleja el ambiente festivo de lo vivido por el cantautor en Ciudad Juárez, durante la semana que estuvo en esta frontera debido a la presentación de su espectáculo el año 2000, enfocándose para ello en los minutos finales de aquella estancia. Los personajes presentados son él mismo, sus músicos y algunos incidentales como una oficial de aduanas y un extranjero oriental. La música es el eje transversal de la pieza, entendida desde las referencias directas a otros grupos musicales, a los narcocorridos y a fragmentos (alterados) de canciones de este género.

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[Lee aquí la letra]

Desde el primer verso se delimita el espacio geográfico; conforme avanza el texto, se van especificando los lugares: Carretera Panamericana, Aeropuerto Internacional Abraham González, Aduana. Enrique Bunbury y El Huracán Ambulante (sus músicos) transitan por la carretera rumbo al aeropuerto con la finalidad de abordar el avión que los llevará al entonces Distrito Federal y de allí a España. La madrugada avanza y por el camino cantan y tararean lo que se escucha en la región: narcocorridos como “Narices de a palmo” (“Narices de a gramo” del Grupo Exterminador). Así, llegan a su destino, un tanto alcoholizados; es cuando la oficial de aduanas advierte la oportunidad de sacar provecho mediante una “mordida”. Mientras la banda espera, a manera de burla cantan “Contrabando y traición”. Un ciudadano de China, acusado de estar ilegalmente en el país (tal vez otro pretexto para sacarle dinero) se une al feliz coro: “cargados de marihuana” (el corrido interpretado por Los Tigres del Norte dice “repletas de yerba mala”; sin embargo, la versión del grupo de rock La Lupita lo cambia a “repletas de marihuana”). Los lugares referenciados por el músico aragonés son claramente identificados y sirven no más que para ubicar con exactitud la anécdota, o tal vez sea mejor decir, el hecho.

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Aunque la Carretera Panamericana es un lugar común para un gran porcentaje de juarenses, el aeropuerto no lo es. La vía es una de las principales conexiones, arteria por la cual se mueven miles de automóviles y peatones diariamente; el aeropuerto, en cambio, es para uso de unos cuantos y la aduana era paso obligado para quienes tomaban un vuelo. Nada en la lírica de Bunbury está disfrazado, todo coincide con la realidad. El grueso de los viajantes que tomamos el Abraham González como punto de partida, difícilmente reflexionamos sobre la cantidad de sucesos interesantes que pudieron llevarse a cabo en el estacionamiento, la sala de espera, los hangares… pero historias, las hay.

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Joel Abraham Amparán Acosta

Bonus track desde otra perspectiva… una muy de acá.

https://juaritosliterario.files.wordpress.com/2017/01/73-mi-juaritos.mp3

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