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30 marzo, 2023

Category: Vida cotidiana

A las dunas

martes, 16 enero 2018 por juaritosliterario

En 1994, Ediciones del Azar publicó Callejón Sucre y otros relatos, una serie de textos que abordan la realidad de la vida en Ciudad Juárez. El libro, escrito por Rosario Sanmiguel, quien también ha ejercido como traductora, editora, docente y directora de talleres literarios y de revistas, actualmente se encuentra en la colección Paso del Norte, bajo el sello de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Ediciones Eón, el Colegio de la Frontera Norte y Center for Latin American Studies. En el 2008 apareció su edición en inglés, a cargo de John Pluecker, con el título Under the bridge: stories from the border.  La autora nació en el pueblo Manuel Benavides, Chihuahua; no obstante, desde pequeña vivió en la frontera, donde la actividad nocturna forma parte de la cotidianidad de su gente, tal como se muestra en “Un silencio muy largo”. En este cuento los bares representan el escenario principal, y desde ellos se narra la historia de Francis, una chica que decide terminar su larga relación con Alberto. Así, Las Dunas y el Coco-Drilo aparecen como aquellos lugares que siempre tienen algo que contar.

132 Bar Dunas

El relato gira en torno a un bar, sitio que en muchas ocasiones llega a verse de manera negativa. En lo personal se me dificultó imaginar que este lugar fuera la fuente de inspiración para muchos escritores juarenses, entre ellos Sanmiguel. No obstante, la autora toma de esta ciudad un espacio común y sencillo –ese en donde las personas pueden olvidar su día a día o simplemente matar el tiempo– y lo convierte en el escenario idóneo para desarrollar sus personajes y anécdotas, tal como ella misma lo señala en una entrevista: “la frontera es, en mi escritura, una condición inseparable de la vida que imagino para mis personajes […] Me considero una escritora realista, una que se nutre de la realidad verdadera para construir otra, que aunque ficticia no es menos real que la que palpita más allá de las páginas que escribo.” Las Dunas y el Coco-Drilo, por ejemplo, concentran el espíritu que por muchos años predominó en Ciudad Juárez, tanto en hombres como en mujeres.

126 fb

Lee aquí la traducción de cuento

Quizá el ambiente nocturno en esta frontera haya tomado algunos giros respecto a la última década del siglo pasado; sin embargo, las salidas a bares y cantinas continúan siendo comunes no solo para los juarenses, sino para gente de todas partes que busca pasar el rato. Si bien en un principio me extrañó que el bar se erigiera como punto principal del relato, su uso resulta bastante evidente y eficiente en cuanto a la empatía que el lector pueda lograr con los personajes. Esto debido a que los momentos que pasamos en estos sitios suelen enmarcarse en la idea de olvidar lo que está afuera, de sentir que te desconectas del mundo, aunque sea solo por unas horas y se sepa que tarde o temprano hay que regresar de Las Dunas y plantarse de nuevo en la realidad.

132 Av Juarez

Mayra Fabiola Mendoza Muñiz

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  • Publicado en Bar, Cantina, Centro, Vida cotidiana
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Cielo color durazno

domingo, 26 noviembre 2017 por juaritosliterario

¿Cuándo fue la última vez que recorrí las calles de mi vecindario o colonia simplemente para escuchar mis pensamientos? Durante mis primeros días en Ciudad Juárez las referencias sobre el viejo centro no fueron muy agradables, así que cuando comencé a leer el cuento “Paisaje en verano” la sensación fue de confidencia hacia Cecilia, la protagonista, pues me emocionaba seguir de cerca sus sentimientos y cavilaciones al caminar por esta área de la urbe. Rosario Sanmiguel es autora del libro de ensayos – aún inédito– De la historia a la ficción, la novela Árboles o apuntes de viaje (2007) y el cuentario Callejón Sucre y otros relatos (1994), en donde encontramos una relación de historias que permiten vislumbrar aspectos de la vida en la frontera. En el 2008 se publicó una edición en inglés de este último a cargo de John Pluecker, con el título Under the bridge: stories from the border. En el caso que aquí me ocupa –del que ya se ha escrito anteriormente–, la escritora narra la historia de una estudiante de secundaria con ideales, preocupaciones y una personalidad específicas: “su actitud hacia las autoridades de la escuela cambió. Si no eran capaces de escuchar no merecían respeto”. Bajo esta nueva forma de ser, un buen día Cecilia decidió salirse de la escuela para recorrer una de las zonas que probablemente todo juarense conoce, mientras imaginaba sus propios relatos que iba desarrollando conforme avanzaba por las calles citadinas.

126 fb

Lee aquí la traducción del cuento

Una de las calles que más me gusta es la 16 de Septiembre, incluso un día se me ocurrió preguntar si era tan antigua como yo pensaba, pues las fachadas de algunos de sus edificios me llamaban mucho la atención. Y sí. Esta avenida en algún momento se llamó calle del Comercio, hasta que Benito Juárez propuso que se cambiara su nombre por el que ahora lleva. Aquí encontramos la Secundaria Federal No. 1, “esa construcción ocrácea sitiada por la espesa fronda de álamos añosos” que funciona como el espacio narrativo principal de “Paisaje en verano”, pues funciona como el punto de enlace hacia otros sitios fundamentales como la zona céntrica. Sin duda, la lectura de este cuento provoca las ganas de recorrer de nuevo ese trayecto que seguramente todo juarense ha recorrido, pero esta vez consientes de la imaginación que se puede desprender de él al transitar por calles que son indispensables para conectar a la ciudad, como la avenida Insurgentes y la 5 de Mayo; el relato de Sanmiguel y las historias de Cecilia dan prueba de ello.

126 Federal 1

Otro de los lugares que construyen el espacio narrativo es el Parque Borunda, inaugurado el 28 de febrero de 1941; ese lugar lleno de familias los domingos, donde se aprecian las nubes del cielo que se pintan de color durazno cuando comienza el atardecer, mientras los niños hacen línea para subirse a los juegos y los adultos esperan que les despachen un elote o un hot-dog. Rosario Sanmiguel tomó este sitio y sus calles aledañas para entregar un cuento que transmite ese anhelo de salir a pasear durante la hora dorada de la tarde para sentir la vida en la ciudad y ver cómo “El sol incendiaba el follaje de los árboles, quemaba los techos de las casas a la orilla del camino”.

126 Parque Borunda

Sabina Victoria Díaz Salvador

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  • Publicado en 16 de Septiembre, Centro, Parque Borunda, Vida cotidiana
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Cuentos únicos y secundarios: nota primera

viernes, 20 octubre 2017 por juaritosliterario

Al igual que ciertos autores, hay lectores que piensan sobre el proceso de interpretación y apropiación de lo escrito. Cuando leo por gusto, como ahora, soy esa clase de lector. En mi imaginario, lectura y viaje son sinónimos, de ahí que, como los que viajan e insisten en visitar lugares que podrían conocer a través de las referencias al alcance (mapas, libros, estadísticas fotografías y documentales) yo me aferré a la experiencia de lectura. La relación subjetiva entre el texto y el lector, más allá de la descripción o la crítica, da como resultado lo que una visita en persona, una colección de impresiones particulares, que, aunque intransferibles, son dignas de ser comentadas, porque solo a través de ellas puede expresarse efectivamente lo que ha dejado la lectura: la vivencia de lo escrito en una primera persona que no es la del autor o la de la voz poética. Esta es la relación que he querido mantener con los textos y en este sentido, mi comentario sobre Cuentos únicos y secundarios (2017) no aspira a la reseña, sino a la narración de una experiencia lectora, una crónica de viaje.

121 Cuentos únicos y secundarios

Lee aquí el libro

El cuentario, editado por la UACJ tras haber merecido el premio Voces al sol, propone una colección de historias que reflexionan sobre los motivos y el proceso de la escritura a través de un ejercicio metatextual donde, de manera más evidente que en otras obras, el lector, que analiza las relaciones presentes en cada historia, las interpreta y ajusta a su contexto; es también creador y, por lo tanto, documentará en su lectura una ruta distinta. En las primeras páginas, Graciano escribe una nota con tres advertencias:

  1. El libro es una antología de cuentos. La primera parte, como el subtítulo adelanta, está compuesta por textos únicos de autores fallecidos antes de poder escribir otra cosa. La segunda la conforman textos de autores vivos que, por alguna razón, no volverán a escribir. En este apartado se incluye un texto de César Graciano.
  2. Todos los autores son ficticios. Las correspondencias con la realidad, si las hubiera, están al servicio de la ficción.
  3. La selección de cuentos no pretende reflejar la realidad de su tiempo, sino únicamente hacer disfrutar, en la medida de lo posible.

Hechas estas previsiones, el lector encuentra al inicio de cada relato una ficha biográfica de quien lo escribió. El origen de los autores-personajes es diverso; hay entre ellos una estudiante extranjera (Mónica Jáuregui), un indocumentado mexicano (Braudel Castro) y un poeta judío estadounidense (Ezra Eldar), todos asesinados en Ciudad Juárez. De igual manera se dibujan distintos perfiles profesionales: un periodista (Ilán Ruvalcaba), quien es, posiblemente, el alter ego de César Graciano en el cuentario; un bolero que antes fue maquinista de trenes (Camilo Eusebio Carranza) y un actor de cine Hollywoodense (Michel Cera), entre otros.

121 César Graciano

César Graciano nació en noviembre de 1994. Su texto asume, de manera natural (aunque no intencional, como él mismo aclara) las características de su tiempo, hecho que lo convierte en una de las primeras representaciones literarias del Juárez posterior a la guerra contra el narcotráfico (2006-2011) desde la perspectiva de un autor cuya infancia transcurrió en los años del conflicto. La visión del momento es interesante porque determina una percepción cinematográfica, estetizada de la violencia y un imaginario donde son frecuentes las sensaciones de confinamiento, espera, desolación e indiferencia. El viaje que emprende el lector a través de la lectura de estas páginas es hacia una ciudad globalizada con ánimo de posguerra. Así en el cuento “Humo”, un personaje de nombre Jack, con ascendencia norteamericana y asentado en Juárez por mal azar del destino, descubre la ciudad como: “la parte más agotadora del camino, un monstruo dentro del que se vive”. Porque según sabemos a través del narrador: “El desierto le ha comido las esperanzas y le ha quemado la piel. Eso nos ha pasado a todos pero estamos acostumbrados al pasar del tiempo lento y terroso, con tolvaneras que se llevan las ganas de estar aquí y se llevan las ganas de no estar aquí, dejándonos indiferentes”.

121 Briseno - Despues tormenta

Crédito fotográfico: Alex Briseño

Sintomática de la aldea global es también la intención de diversidad sobre la que se articula el conjunto y que se deja advertir en las preferencias y la forma de experimentar la sexualidad. En “Algo parecido al amor”, por citar un ejemplo, aparece un personaje bisexual que intenta llenar a través de las relaciones físicas y sentimentales un viejo vacío emotivo. También hay una pareja heterosexual conformada por dos dramaturgos: Carola Lavín y Luis Carlos Mendoza, quienes sostienen una relación tóxica que desencadena en la muerte de él y en el internamiento de ella en un centro psiquiátrico. Otro de los cuentos narra la historia de un joven homosexual de 17 años que, tras ser echado de su casa, se dedica a la prostitución y a la pornografía. Las edades y experiencias de los personajes, sus preocupaciones e intereses varían drásticamente, pero lo que es un hecho, es que cada uno resulta de una detallada construcción psicológica. En un principio me costó imaginar cómo logró descripciones verosímiles de personajes tan distintos. La respuesta, pienso, estuvo en la decisión de entablar un diálogo entre la biografía de los autores ficticios y sus respectivos cuentos. De esta manera, la variedad de voces que resuena en el libro es posible gracias a esa estructura que echa mano, por momentos, del registro lingüístico del periodismo. Así, el cuentario alberga una doble investigación: la del reportero en busca de historias que contar y la del escritor que intenta tender puentes entre las experiencias emotivas de sus personajes y la propia vivencia.

121 Pepe - Christian Torres

Crédito fotográfico: José Luis González 

Entre los temas que se abordan figuran algunos cercanos a la realidad de Ciudad Juárez, urbe a la que, de una u otra manera se vinculan todos los cuentos. Se habla por ejemplo de la migración, el narcotráfico y el feminicidio. Y en cuanto a lo universal, se tocan de manera breve aunque efectiva el miedo de morir y el tedio de estar vivo, el reconocimiento del fracaso y la sensación de vértigo ante la plenitud, la empatía y el perdón, los celos hacia el amigo, el amor que muta en odio y locura. Temas tratados a veces con limpieza impecable, como en “Humo” o desde la convergencia entre una estética cercana al gore y una belleza pictórica, en “Ver nevar”, pero nunca con superficialidad. El cautiverio, la ansiedad y la violencia que resulta de ellos son descritos por Graciano en medio de paisaje blanco, cubierto por la nieve, que en el imaginario convencional remitirían a sensaciones distintas: “En aquel tiempo, así como hoy, todo era blanco. Se veía caer la nieve por días. Llegaba un momento en el cual el encierro ofuscaba las mentes. Fue en una de esas nevadas que se conoció el caso de la mujer que mató a su esposo y descuartizó el cuerpo, miembro a miembro, hasta hacerlo entrar en una bolsa negra de plástico. Cuando le preguntaron por qué lo hizo sólo contestó: «Estaba harta de estar encerrada»”.

121 Nieve capilla

Alguna vez, durante un debate sobre el proceso creativo escuché a César Graciano defender la opinión de que para escribir es necesaria, en primera instancia, una decisión formal, esto es, saber cómo ha de expresarse una idea, incluso antes de su nacimiento, a través de la escritura. También había quienes pensaban lo opuesto: que para escribir era necesario, primero, algo por decir. Yo estuve de acuerdo con esta segunda opinión, sin que dejara de parecerme interesante el comentario de Graciano y, sobre todo, la seguridad con la que sostenía su argumento. Me pregunté, sin embargo, cómo sería posible más allá del discurso. Cómo, en términos concretos, se podría determinar una forma para una materia poética inexistente. Los días pasaron y seguí dudando. Lo único que estaba claro es que existían dos tipos de procesos creativos: los que se gestaban a partir de un cómo, y los que se avenían a un qué. Ahora que he leído su primer libro, creo entender su intención. En este sentido, Cuentos únicos y secundarios puede leerse como un manifiesto en que la estructura es una previsión, una forma de disponer el espacio para una experiencia todavía incomunicada, antes que esta trastoque, por fuerza de su irrupción, el orden. Por eso creo que Graciano, o al menos el autor ficcional, nos ha mentido en su introducción, que el suyo no será un libro de cuentos secundario, ni esta su única nota.

Nabil Valles Dena

 

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Presión de la Post Guerra

jueves, 12 octubre 2017 por juaritosliterario

Es de saberse que un veterano de guerra, es decir, aquella persona que fue partícipe de un ejército armado y que combatió en el campo de batalla, tendrá cierto tipo de traumas, delirios o un comportamiento propio de alguien que asesinó personas a nombre ajeno o que cometió actos éticamente erróneos. Este es el caso mostrado en “Benito”, relato escrito por el juarense Rubén Moreno Valenzuela (1956), quien lanzó esta obra en el 2003 en Rio Bravo Blues junto con dos relatos más, bajo el sello editorial de Rancho las voces, de la cual él mismo es fundador. En el cuento, de corte policial, dos compañeros de combate atraviesan por una cruda etapa en la que el suicidio se perfila como una opción, camino que uno de ellos, el cabo Benito de la guarnición de la plaza, sí decide tomar, y, aunque Germán iba por el mismo sendero, por cuestiones de suerte finalmente no se inmola. Supongo que para quitarse la vida se debe estar pasando por una crisis severa, una gran depresión o experimentando un pesado remordimiento.

94 MorenoV - Rio Bravo blues

Lee aquí el cuento

Esta narración sucede a mediados de los 70’s en un departamento de una vecindad, donde habitan además otras personas con deberes u ocupaciones muy familiares al entorno de la colonia Bellavista, ubicada en la zona el centro de nuestro Juárez. En lo personal me lleva a pensar en que dentro de cada habitación o departamento existe un mundo o una historia totalmente distinta. En esos espacios tan íntimos se pueden incluso llevar a cabo diversos crímenes o atrocidades, torturas o violaciones, sin que el mundo que está fuera de esas paredes pueda darse cuenta y que, sin duda, son casos que se trascienden las ficciones. Así fue la gran sorpresa que se llevó el soldado Germán, al ver a su compañero Benito, colgado muerto de la regadera, sin que nadie de la vecindad se hubiese enterado. Ahora bien, se sabe que la literatura puede surgir de cualquier lugar, o más bien, ser inspirada por casi cualquier cosa, y este relato no es la excepción, pues se basa en la conversación que tiene un hombre con su compañero ya sin vida.

120 Bellavista - Segura Saavedra

La forma de vivir en una vecindad es la de un pequeño mundo donde todos los residentes de ese lugar conocen la vida o lo que ocurre en la habitación contigua, como suele ocurrir entre las comadres y los imprescindibles chismes, y que bien se demuestra en “Benito”: “El primer cuarto es el de doña Panchita, luego sigue el mío… El tercero corresponde a Mague, la amasia de Benito, enseguida está el del viejo que todas las noches sale a la Avenida Juárez vestido con un traje de pachuco… El otro cuarto es de Yola, la maquiladora, y del huevón que mantiene; y el último pertenece a la maestra jubilada”. La disposición del inmueble muestra que en una vecindad todo es del dominio público. Personalmente, cuando transito las calles del centro y observo los edificios viejos y abandonados, que por cierto abundan en esa zona, me es inevitable pensar que dentro de esas instalaciones ocurre algo que el mundo exterior ignora por completo; quizá esté ahí uno o varios cuerpos que en vida tuvieron malas decisiones y pagaron por esos actos, justamente como el Cabo Benito, quien además de formar parte de masacres en el ejército, tenía en su corazón una vecindad en la que cabía más de una persona.

120 Noche triste 70s

Tomás Saucedo

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A través de los pies y la imaginación

domingo, 10 septiembre 2017 por juaritosliterario

En esta ocasión me centraré en dos actividades paralelas que conjugan la esencia de nuestras rutas literarias. Sabemos que a veces necesitamos salir a tomar aire para destrabar nuestra mente. La idea de que caminar nos hace pensar mejor o de forma diferente se encuentra profundamente arraigada desde hace muchos años; son incontables las personas (filósofos, científicos y artistas) que han practicado esta costumbre o estrategia para llevar a buen fin sus proyectos o ideas. Ahí tenemos la escuela peripatética de Aristóteles, cuyo método de enseñanza partía de paseos alrededor del Liceo en las afueras de Atenas; o a Baudelaire, el mayor representante del flâneur, aquel paseante burgués de las calles de París en el siglo XIX, la figura esencial, en palabras de Benjamin, del espectador moderno: “Su ojo abierto, su oído preparado, buscan otra cosa distinta a la que la muchedumbre viene a ver”; o a Rosario Sanmiguel en esta frontera.

115 Notas secundaria

Los siete textos que conforman Callejón Sucre y otros relatos (1994) de la escritora juarense tienen la particularidad de provocar que el lector entre en el interior de los personajes –en su mayoría femeninos– y recorra junto a ellos nuestra ciudad. “Paisaje en verano” contiene y concretiza a la perfección esta idea; no hay mejor ejemplo para mostrar cómo al caminar la mente y el cuerpo trabajan en conjunto, por lo que el pensamiento se vuelve un acto casi físico, rítmico.

72 Sanmiguel - Callejon Sucre

Lee aquí el cuentario

El cuento comienza un momento antes de que Cecilia y la Gorda Molinar emprendan el camino de la Secundaria Federal No. 1 hacia sus casas, a la colonia Burócratas y Las Palmas, respectivamente, cruzando el parque Borunda con dirección hacia la Insurgentes. Una vez sola, Cecilia “ajena al ruidoso tráfico de carros y caminantes, la solitaria caminata se transformaba en una travesía imaginaria”. Así, con un cambio tipográfico, Sanmiguel introduce, en cursivas, fragmentos de las historias imaginadas por la niña; relatos con un alto grado significativo sobre los cambios (físicos y emocionales) que todo adolescente experimenta. Caminar, entonces, también sirve para escapar de nuestra realidad por momentos; es una forma de liberación. Cecilia pasaba por esa época tan turbulenta de la vida –el cuento gira en torno a la llegada de su menstruación–  en la que uno quiere agotar, dice Sanmiguel, “el mundo en un día”, en la que se busca, a través de lo que sea, la comprensión “de la vida… de sus leyes y su razón de ser”. Así, con cada paso que daba, ella descubría nuevas situaciones, sensaciones y sentimientos, unos positivos y otros no.

115 Secundaria Federal

La actitud de Cecilia también cambia. Un día, tras hacerse responsable de una broma a la maestra, la expulsan del salón. En lugar de esperar la próxima clase decide ir a recorrer las calles del centro, aquel lugar “donde el mundo, según su joven percepción, no estaba regido por ley o autoridad alguna que le impidiera sentirse libre”. Recorrió toda la 16 de Septiembre y a medida que avanzaba se sentía más libre; cuando cruzó la Cinco de Mayo –calle que divide a la ciudad en oriente y poniente– se concibió completamente dueña de sus pasos, tanto así que se animó a entrar al El Norteño, un viejo restaurant-bar ubicado en una callejuela próxima al puente, en donde “se entregó a la algazara de los gachupines que jugaban dominó, a la voracidad de los hombres, a la mirada oblicua de los trasnochados, a la mano extendida de los mendicantes que se acercaban hasta las mesas, a la desesperanza de los deportados”. Este tipo de paseos o caminatas también sirven para conocer y apropiarnos de la ciudad que habitamos; para descubrir esas cosas que a veces, por las prisas, pasan desapercibidas. Al final del relato, Cecilia vuelve a dar un paseo, ahora en bicicleta, lo cual siempre le proporcionaba una sensación liberadora… y fue justo ahí cuando, al ver a una perra parir, “sintió que de golpe develaba un misterio”.

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La narración de Sanmiguel abarca situaciones que cualquiera de nosotros ha experimentado. En lo personal, su lectura me transportó a mis años preparatorianos, pues igual que Cecilia prefería caminar –quizá no en pleno verano– desde la Prepa Central hasta mi casa en una época, claro, llena de trastabilleos, dudas y rebeldía. Sin duda, la cadencia al caminar genera un tipo de ritmo del pensar. Los paisajes transitados resuenan y estimulan nuestro pensamiento. “Paisaje en verano”, un grato recorrido que la autora nos transmite a través de los pies y la imaginación de Cecilia, comprueba que lo expuesto por Rebecca Solnit: “la mente es también una especie de paisaje y… el caminar es un modo de atravesarlo”.

Amalia Rodríguez

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Ciudad menor

miércoles, 02 agosto 2017 por juaritosliterario

Blas García Flores es gestor cultural y escritor “born and raised” en Ciudad Juárez; su participación en la antología preparada por Antonio Moreno no es incidental, pues la urbe fronteriza sirve de escenario y personaje recurrente en su obra literaria, como en Carta del apóstol san Blas a los parralenses (2010), cuentario que incluye una versión del texto que aquí me ocupa. Supongo que su producción que no ha pasado por la imprenta se comparte y tallerea en el Colectivo Zurdo Mendieta. En la crónica ficcional “La ciudad chicle y sus héroes menores”, el paseante y trota-calle construye en una caminata por el centro, un Juárez que en los 80’s aún no estaba bajo el estigma de la violencia, y si lo estaba, el niño que toma la mano de su madre mientras van “por la calle Hidalgo, hacia la escuela Jesús Urueta” lo ignora o no le importa. Justamente esa es la premisa de la compilación: dar cuenta de el “avistamiento determinado por referentes y referencias personales o inmediatos… en el que muchos lectores verán la celebración de un Juárez en flagrante contradicción con la Nota Roja”.

110 Primaria Jesus Urueta

Para hablar de la ciudad, el narrador-personaje primero dibuja a la gente que la habita, que puebla las zonas más sombrías, y a quienes (al no ser funcionales para el sistema) son minimizados en una urbe que tiene su propio itinerario y donde lo que el autor llama “héroes menores” no tiene cabida.  Estas figuras no se acercan a Agamenón de Troya, ni a James Bond en Londres o Batman en Ciudad Gótica, y pareciera que esta desdeñada y empequeñecida ciudad está condenada al héroe del abandono, al de “la fuerza mínima”, al amputado, al ignorado y al que se “mea encima como chico” (así, igual a lo que ya decía Fito Páez en “Al lado del camino”).

50 Moreno - Road1

Lee aquí la crónica

El primer héroe, Duraflex, es el centinela que vigila los bancos del centro, las materias primas, la esquina entre Mariscal y Morelos y la Plaza de Armas y que, “mientras observaba el piso buscando como halcón, repasaba mentalmente las melodías del programa del día” y así prepara su espectáculo. Pareciera que el infante es el único testigo de la batalla que libra este héroe menor y que tiene como némesis al Cine Reforma pues, como dice el personaje “nunca le dejan entrar”. Este recinto, frontera para el Duraflex, ha mutado en los recuerdos de los niños como el que narra la misma crónica. En Juárez, quienes iban a la escuela en el centro reconstruyen el espacio de los cines Reforma, Premier, Coliseo y Alameda, ahora convertidos en escombros y de los que se dice con nostalgia, eran un lugar donde se veían dos películas el mismo día por el precio de una (matiné), donde el sabor de las palomitas se mezclaba con el de los chocolates derretidos por el calor, y las películas tenían un intermedio para que los proyeccionistas pudieran cambiar los rollos. Otras veces, el recuerdo es un chiste, pues en el mismo lugar que por las tardes era para familias, en las noches proyectaba películas queer y pornografía para adultos.110 Cine reforma

El segundo héroe menor, Guanayudita, es el Caronte que vigila la calle Guerrero (el nombre es pura coincidencia) y que por una módica cantidad (en dólares, obviamente) permitía a los “gringochos” de El Paso y Las Cruces pasear frente a la iglesia donde tenía permiso de la máxima autoridad moral, es decir el Sacristán, para mendigar. Acostumbrado a beber caguamas y bailar con las mujeres en cantinas, Guanayudita también se convierte en todos los hombres del centro que, como él, pagan de 5 a 10 pesos por un baile con las ficheras, que seleccionan en las rockolas canciones de Juan Gabriel y que se orinan o desmayan en las calles del centro por la fatiga, el calor y la cerveza. La Misión de Guadalupe, la Plaza de Armas y la Catedral no podrían ser retratadas por otro que no recordara a la imagen de Diego Rivera. Situado bajo los arcos de la Plaza de Armas, el pintor reflejaba los únicos lugares que estaban en paz en una ciudad llena de ruido y estruendo, donde la avenencia le es dada solo a los fieles y quienes compran las pinturas de quien no usa sus manos para trabajar. El Pintor es el héroe extinto pues ya no hay nadie para pintar estos lugares, tampoco hay quien se detenga y los observe.110 Plaza Misión

La tesis que presenta Blas García es que cualquiera puede tener rostro de héroe y formar una resistencia hacia la urbanización que devora a quien no puede detenerse a observar el detalle en el paisaje. Estos hombres comunes y corrientes se quedan cortos y no alcanzan a ser los héroes anunciados pues no logran sobrevivir a Juárez y tampoco son capaces de salvar nada, ni siquiera a ellos mismos. Aun con la “benevolencia de niño” que se presume, los vicios y manchas de la sociedad penetraron la figura de estos personajes que fracasan en el intento que tenemos todos de rescatar lo positivo (o lo menos malo). Aun así, saltan varias preguntas: ¿Dónde está el antihéroe? ¿Qué es lo que Duraflex, Guanayudita y el Pintor rescatan entre la basura de las ligas, los dólares y las acuarelas? ¿Qué héroes mayores los retratan y a qué carencia ciudadana responden?

Fernanda Avendaño

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Ayes de dolor

sábado, 15 julio 2017 por juaritosliterario

“Juárez, Juaritos” es un cuento del escritor sinaloense Élmer Mendoza, reconocido como el principal expositor de la novela negra mexicana contemporánea; dicho texto, del cual ya se ha hablado en el blog, forma parte de una compilación de crónicas y relatos realizada por el académico Antonio Moreno. El cuento, bastante experimental, relata la historia de una pareja de almas errantes, que, a pesar de la inmaterialidad de sus cuerpos, viven una vida común, una como la de cualquier otro, con necesidades y gustos ordinarios. Tanto el narrador –de quien no se menciona el nombre–, como su esposa Leonor son entes que han coexistido entre ensoñaciones y los actos de represión que parecen inmemoriales: “Nos tirábamos al piso o entre la maleza cuando éramos niños. Nos tiramos en el 68, en el 72, en 1910 y en 1810. En el 48 y 1521. Ahora estábamos allí en medio de un feroz tiroteo.” En Ciudad Juárez estos personajes interactúan con otras entidades descarnadas. Temporalmente, la trama se fija en la primera década del nuevo siglo, durante los momentos en que el fuego cruzado era el pan nuestro de cada día.

107 Mendoza - Juarez Juaritos

Lee aquí el texto

El espacio literario coincide con la mancha urbana de la ciudad fronteriza. A través de la narración del protagonista, percibimos que desde la intimidad de su vivienda, sintoniza su radio para captar noticias locales sobre personajes tan icónicos como Juan Gabriel. A medida que el tiempo del relato pasa, también acontecen diversas situaciones en la urbe relacionadas con la nota roja, deportiva, sobre espectáculos y feminicidios, así como con las constantes balaceras a plena luz del día. ¡Vaya collage! Juárez, como objeto literario, sirve de lienzo a las acciones de protagonistas, sus contrarios y figuras anónimas que completan el escenario. La correlación existente entre el espacio geográfico y los hechos narrados es tan estrecha que incluso se duplica desde el título mismo del relato, centrado no en el lugar, sino en sus problemáticas.

107 Reez Juarez galactic

Afortunadamente, en la actualidad, la ciudad ya no se encuentra bajo el caos descrito en el relato. La reactivación del centro histórico ha sido un acertado paso en la reconstrucción de la ciudad. Ahora, a diferencia de lo que retrata Élmer Mendoza, se puede ir al cine sin que exista el riesgo de tirarse al piso para salvar la vida; sin embargo, siempre a donde se voltee, se podrá ver la silueta de las almas de todas esas jóvenes arrancadas de sus hogares, removidas del tiempo, o al menos sentir su energía que busca justicia a través de sus seres queridos. Ellas ya pertenecen a esa parte de la historia de Juárez, al vergonzoso e impotente legado que se transmitirá dentro y fuera de nuestras fronteras. Una parte del folklore local que debió haber sido un sueño.

107 Reez shapesDelia Márquez

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El Jardín de las granadas o la ciudad reflejada en un espejo roto

lunes, 12 junio 2017 por juaritosliterario

En junio de 2011 El Jardín de las granadas, de Guadalupe de la Mora, apareció en La persistencia de la memoria, libro que reúne los trabajos escritos durante un taller de dramaturgia hipertextual impartido por Enrique Mijares en Ciudad Juárez. Lo primero que llamó mi atención al llegar a esta pieza (y por lo que decidí escribir sobre ella) fue el tono intimista que desde los primeros diálogos consigue la autora al ubicar la acción dramática en un interior frente a un espejo. Soy lectora voyerista y el hecho de que la trama se desarrolle en un espacio cerrado me predispone a una confrontación íntima con la historia, aunque esa experiencia no se produzca en todas las obras que la insinúan. En El Jardín… este estado emocional es simbólico y literalmente un descenso a los infiernos. De la Mora se vale del lenguaje poético para contar la historia de varias generaciones de mujeres pertenecientes a una misma familia. Tal como ocurre en el mito de Core-Perséfone, ellas enfrentan un conflicto que involucra un cambio de destino y una transformación interna. De ahí la metáfora del jardín de granadas y la pertinencia de un espejo que refleja, a la par, la vida interior de los personajes y el tiempo-espacio que habitan.

102 Mijares Persistencia memoria (2)

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La diferencia es que el descenso se produce lejos del campo mítico. Aquí, bajo las arenas del desierto, bajo las calles de concreto de la ciudad, la abuela Amada se resigna a un matrimonio y maternidad forzados; Marga, su amante, enfrenta el estigma del amor lésbico y el fracaso de la carrera religiosa; Esperanza e Iris ─hijas de Amada─ reflexionan sobre la pobreza, los favores sexuales a cambio de regalos y el aborto clandestino; por último, Amanda y Claudia, los frutos más jóvenes en el árbol genealógico, resienten el abandono de su madre y el peso de la historia familiar. En esta versión, tal vez preliminar de la que se puso en escena (al haberse publicado como ejercicio de taller, quizá el texto sufriera cambios luego de su primera publicación) De la Mora me conduce a un estado de reflexión más o menos grave y gana terreno, independientemente de las vaguedades que pudiera encontrar en su propuesta. Me interesa más, por ejemplo, la concepción de una urbe que no solo adquiere identidad a través de espacios públicos, o sea, calles, monumentos y parques (referentes comunes de la sociedad que la habita), sino también a través del espacio privado y de las formas de relación humana que, desde los interiores, constituyen un rasgo particular de la metrópolis.

102 Facebook TelonEjemplos de esto son los objetos familiares que subsisten a las épocas, ocupando un lugar en la casa de generación en generación, sin importar que sean funcionales o no. Curiosa característica de las provincias donde el significado patrimonial y a veces mágico de las cosas se antepone a su valor y a la tendencia a preferir lo desechable que se impone en las grandes ciudades. Tal es el caso del espejo, elemento problemático en sí mismo por considerarse un lugar común en la literatura de mujeres. Sin embargo, en el drama desempeña una función difícil de trasladar a otro objeto: la de reflejar la introspección de la protagonista, además de los fantasmas familiares que perviven en ella. También la forma en que el ecosistema y las condiciones climáticas establecen maneras de relación con el espacio aporta elementos a la construcción de la identidad de la urbe. Así, el polvo que recubre las superficies y objetos —el polvo de Juárez que lo invade todo— aparece como rasgo de la vida interior de la ciudad:

Claudia: No me gusta esta casa.
Amanda: A mí sí, su luz es maravillosa.
Claudia: El color me marea.
Amanda: Podemos pintarla, vas a tener tu propia recámara, ¿No te entusiasma? Si quieres, puedes abrir tus cajas primero.
Claudia: Hay polvo por todas partes.
Amanda: Eso que flota en los rayos de luz son las hadas.

En otro momento, Amada describe a su nieta cómo era la vida matrimonial, no en una casa, sino en un vagón abandonado del ferrocarril. Partiendo de la que es quizá la imagen poética mejor lograda de la pieza, De la Mora evoca un espacio urbano sin construcciones fijas: familias pobres que habitaban en las viejas vías del tren, sin luz eléctrica, ahí donde verano e invierno se dejan sentir en toda su potencia y la ciudad se conoce de verdad.

102 Granadas Cartel

Nabil Valles Dena

siglo XXIteatro
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  • Publicado en Ciudad, Desierto, polvo, Vida cotidiana
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Dalí en los Herrajeros

jueves, 18 mayo 2017 por juaritosliterario

Cuando se habla de literatura juarense uno de los primeros nombres que se menciona es el de Miguel Ángel Chávez Díaz de León, quien además de haber publicado poesía y recientemente una novela, también incursionó en la crónica literaria. En Road to Ciudad Juárez: crónicas y relatos de frontera, compilado por Antonio Moreno, puede leerse un ejemplo de lo último: un texto que raya entre la crónica urbana y el relato breve. “Salvador Dalí en Ciudad Juárez” nos cuenta cómo su narrador, fascinado por la obra del surrealista español, encuentra un par de litografías auténticas a un elevado costo en uno de los escenarios más pintorescos de la ciudad: los Herrajeros. Si bien la voz habla del caminante que recorre grandes distancias con el afán de conseguir un objeto deseado, máquinas de escribir en su caso, resulta más interesante que toque un tema tan extraño como lo es el “Mercado Negro de las Obras de Arte en Ciudad Juárez”.

97 Litografia-Salvador-Dali

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“Salvador Dalí en Ciudad Juárez” explora uno de los espacios más populares que se pueden encontrar en toda ciudad latinoamericana: los mercados de baratijas, el tianguis mejor conocido por aquí como “segundas”. Es difícil que un habitante de Ciudad Juárez no conozca algunas, puesto que prácticamente en cada sector te encuentras con una que abre solo por un día o toda la semana, como una tradición que se transmite entre las generaciones. De las más famosas en la urbe están las de la Ferrocarril, donde cantidades de comerciantes trabajan diariamente hasta las 11 de la noche; otro mercado segundero, el del bulevar Bernardo Norzagaray, funciona nada más los domingos por la mañana. No obstante, en su crónica Miguel Ángel Chávez ahonda en una de las segundas más célebres de Juárez: el mercado de “Los Herrajeros”. Ahí se puede encontrar cualquier cosa: desde ropa, zapatos, libros, juguetes hasta aparatos de alta tecnología, como celulares, televisiones y computadoras de dudosa procedencia. El narrador ubica a sus lectores en un espacio crucial para su relato, un lugar en el que puede adquirirse de todo, incluso el legítimo trabajo de Dalí. El mercado de “Los Herrajeros” es para el narrador un espacio donde tiene lugar su propia odisea, la búsqueda del objeto preciado, la carpeta de letras doradas con la firma del pintor… el vellocino dorado de Miguel Ángel.

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Resulta difícil pensar en un juarense que no haya pisado “Los Herrajeros” o cuando menos escuchado hablar del lugar. Con frecuencia, entre conocidos y familiares, he escuchado que un punto clave para la compra de televisiones y accesorios de computadoras es dicho mercado: “cómpralo en los Herrajeros, te sale más barato”. Miguel Ángel busca, a través del recurso literario, ofrecer la cercanía a un espacio que resulta familiar, un entorno en el que la comunidad juarense ha visitado en algún momento de su historia, a través de la creación de imágenes llamativas pero ordinarias para la vista del transeúnte local, tales como una calle abarrotada de puestos de venta o una mesa repleta de “chácharas” viejas y curiosas. El texto recrea un espacio mítico de la ciudad, una zona anclada al colectivo imaginario de cada habitante. Juega también con la figura del misterioso comerciante que conoce cada artículo que vende. Miguel Ángel describe hábilmente calles harto conocidas por la comunidad y las convierte en imágenes poéticas, a través de las cuales quien lee puede visualizarse caminando por este mercado donde la Monalisa te sonríe en la esquina que no estás mirando.

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Rafael Leyva Rodríguez

narrativasiglo XXI
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  • Publicado en Los herrajeros, Vida cotidiana
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Hermes en el desierto

lunes, 20 marzo 2017 por juaritosliterario

Guillermo Prieto dedicó su vida, desde la infancia, a realizar las labores del mismísimo Hermes: ir y venir por todas partes para transmitir el mensaje confinado. En este caso, Prieto, gracias a las diferentes labores que realizaba como persona pública (secretario, redactor de diferentes diarios, integrante de la Academia de Letrán, inspector, diputado, senador, incluso, negociante para concluir la guerra de los Tres años), pudo transmitirnos su mensaje por medio de su poesía. Fue en 1864, cuando fungía como administrador de correos para el presidente Juárez, que llega a Chihuahua a causa de los conflictos que tienen al país en completo caos. Una vez que el poeta se establece en el estado grande, se dispone a compilar su Cancionero, el cual ha llegado hasta nosotros por ser parte de la colección “Clásicos mexicanos” de la Universidad Veracruzana (1995) y editado por la doctora (maestra de casi todos) Ysla Campbell. La mayor parte de la obra incluida en el Cancionero —conformado por 51 poemas— fue escrita durante la estancia en varios lugares del estado de Chihuahua, por lo cual hay que mencionar que su poesía está marcada por las características específicas de la región. Así pues, un desierto, el brindis por la noche entre amigos, la flora y fauna, un clima bastante extremo o simplemente una región en donde nada se conoce y todo se duda, se convierten en temas principales para el poeta y su creación.

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Lee aquí algunos poemas

Aunque no todos los poemas hablan de la frontera y su ciudad —en realidad solamente uno fue escrito en honor al Paso del Norte (“Romance 1”)—, sí se puede destacar que el tema principal es la región. “Silencio y paz” habla de un pobre marinero —el poeta quizá— que está lejos de su puerto remando cada vez más hacia la misteriosa mar: “Por qué buscas audaz otras regiones, / cuando en la playa Dios te dio contento”, se pregunta el poeta quizá al darse cuenta de lo mucho que se adentra en este mar de arena que rodea no solo al Paso del Norte, sino a todo Chihuahua. Por otro lado, en “Bendito clima” se puede observar cómo todo extranjero (cualquier persona que no pertenezca al estado) sufre por las dificultades, extremidades y locuras que se viven en el clima de cualquier día en el desierto: “Bendito mil veces sea / un clima que, en sus extremos /, es la propuesta perpetua / contra los términos medios; / clima de pasión abierta, / o es la gloria o el infierno”. En fin, un sol medio despierto o dormido siempre te quema igual; un aire amargo con olor a muerte siempre toca tus cabellos y, sobre todo, un frío que mata lentamente en el desierto te hace dar cuenta que aún estás vivo. Guillermo Prieto se percató de esto a sus pocos días de convivir con un desierto: aquí nada es a medias.

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Toda persona que pisa, aunque sea un poco esta ciudad, se da cuenta de lo hermosa que es por su diversidad. En Juárez hay zonas verdes para cultivar o lugares en donde solo se ve desierto en el horizonte. Escribe Prieto: “Por guardia tengo al desierto, / tengo por cerrojo el Bravo”. Dentro de la ciudad misma, Prieto descubre toda la variedad que existe por el simple hecho de ser una frontera. Un inesperado por aquello que puede ocurrir en un día con respecto al clima: “Si asoma el sol, estoy frito, / si hay hielo me agarrabato; / […] y cada gota es un charco / cuando pasajera nube / lanza la lluvia de tránsito”. Un lugar donde las diferentes culturas conviven todos los días. Están los extranjeros descansando para continuar su viaje, los que se quedan por poco o los que vivimos aquí, esperando cada sorpresa que brinda la ciudad. Guillermo Prieto probablemente se dio cuenta de la infinidad de cosas que se pueden hacer una vez que se está dentro de la ciudad, aunque no nos lo dice, quizá para que las hagamos nosotros mismos. Lo que sí hace es darnos indicios de lo que hay aquí: “Iba hablarte del invierno, / de la presa, del mercado, / de unos bailes primordiosos / en inglés y en castellano”.

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Marcos Carrillo

poesíasiglo XIX
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