Una de las características de la vida de los fronterizos, además de su abundancia cultural, consiste en la ambivalencia de vivir entre el lado nacional y el norteamericano. No es motivo de sorpresa encontrar a mexicanos viviendo en Estados Unidos, en un lugar tan cercano como El Paso, Texas, que han adoptado costumbres ajenas y dicen haber perdido su identidad, negando sus raíces. Este es precisamente uno de los temas que Carlos Fuentes aborda en La frontera de cristal (1995), novela compuesta por nueve cuentos. Aquí abordaré “La capitalina” y “La raya del olvido”, dos textos que, aunque independientes, se encuentran unidos por sus personajes y lugar de desarrollo. Ambas historias giran alrededor de la familia Barroso, perteneciente a la aristocracia de la ciudad de Campazas (representación literaria de Ciudad Juárez) y cuyos integrantes viven atrapados entre las costumbres de los dos países, los cuales, a pesar de su cercanía, están separados por un abismo consolidado, según Fuentes, a lo largo de 200 años.
En “La capitalina”, Michelina Laborde, recién llegada a Campazas, describe la ciudad como humilde y austera; sin embargo, le sorprenden los mercados y la gran variedad de artículos que en ellos se oferta, pues no esperaba encontrar tanta abundancia en el desierto. La protagonista del cuento, perteneciente a una familia de linaje venida a menos, visita a su padrino, Leonardo Barroso, y al entrar a su casa se asombra por las enormes rejas que se necesitan para proteger a la familia de la delincuencia. Observa con incredulidad la pérdida de libertad de los fronterizos, los ve como prisioneros dentro de sus propias casas y se cuestiona si ser rico significa condenarse a vivir así, encerrado en enormes residencias con barrotes en las ventanas y con lujosos carros que no se pueden lucir en las calles debido al temor. No obstante, esta forma de vida se compensa con lo monetario. La capitalina conoce a las mujeres adineradas de Campazas, señoras que pretenden parecer “gringas” tiñéndose el cabello rubio y utilizando pupilentes azules y que representan a esa clase social que utiliza la abundancia económica (accediendo a artículos “de marca” y mayor sofisticación) para confundirse con lo que no es.
Por su parte, en “La raya del olvido” se habla de las carencias de identidad y de igualdad que pueden experimentarse en la frontera. A manera de monólogo, Emiliano Barroso adquiere poco a poco conciencia del porqué se encuentra ahí, varado justo en la línea que divide a los dos países. Después de quedar impedido de sus habilidades físicas y motrices, dependió de los cuidados de sus hijos, lo cuales renegaban constantemente de su padre y de sus raíces. Residentes en Estados Unidos y al igual que muchos otros mexicanos en condiciones similares, los descendientes de Emiliano habían perdido su identidad y menospreciaban a sus paisanos. Además, presumían de sus trabajos mediocres, a pesar de que no les eran suficientes para ayudar a su padre moribundo y continuar con sus vidas sumidas en el consumismo. Por ello, se ven obligados a pedir ayuda a su tío Leonardo, quien les niega el apoyo alegando que su hermano no es su responsabilidad. Finalmente, más preocupados por mantener su “estilo de vida fronterizo”, abandonan a Emiliano Barroso a su suerte en las calles de Campazas.
A través de los cuentos de Carlos Fuentes es posible analizar diferentes perspectivas de Ciudad Juárez: la de unos cuantos juarenses para quienes la frontera significa mayores oportunidades de educación, trabajo y calidad de vida en comparación con otros lugares del país; la de los foráneos sorprendidos ante la abundancia en el desierto; y la de los “mexicanos-americanos”, aquellos que han atravesado el delgado cristal de la frontera. Una parte de los mexicanos que residen en Estados Unidos se sienten enamorados de la cultura americana y buscan ser parte de ella, imitando sus costumbres consumistas y adoptando un amor excesivo por los bienes materiales. Algunos fronterizos huyen de la delincuencia y se refugian en el país del norte, pero en el transcurso dejan sus costumbres, raíces y tradiciones, olvidan su verdadera identidad y piensan que si imitan a los norteamericanos y niegan a los suyos alcanzarán la “falsa libertad” que tanto buscan.
Diana Ivethe Silva Castro
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