Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza nació en el año 1580 o uno después. No se sabe a ciencia cierta si el lugar donde vio la luz por primera vez fue la actual Ciudad de México o Taxco. En España dicen que es indiano (americano); en México, que español. Algunos críticos de teatro lo señalan como un gran dramaturgo; por el contrario, otros indican que no es para tanto. Era corcovado y pelirrojo, y su conversación resultaba atrayente. Denostado por algunos escritores de su época, favorecido en menesteres políticos… El hecho es que el creador de la comedia de caracteres (aquella en donde la personalidad del protagonista determina la acción y no los azares, enredos o apariencias) alcanzó a posicionarse entre los principales autores de los Siglos de Oro. Lo relevante de su producción dramática se contrapone a la escasez de la misma, pues veinte obras es un número pequeño si se le compara, por ejemplo, con las cerca de dos mil que supuestamente escribió otro aurisecular: Lope de Vega. La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, tras una iniciativa presentada y luego dirigida por Ysla Campbell, se ha dado a la tarea de editar, completa, la escritura teatral del novohispano. Hasta el momento de escribir esta entrada, han sido publicados 10 volúmenes con sendas obras.
El trabajo más representativo de Alarcón (así suele llamársele, haciendo a un lado tanto el nombre de pila como el primer apellido) es La verdad sospechosa, una comedia de caracteres en tres actos, publicada originalmente en 1643. Sospechosamente, el texto aparece atribuido a Lope de Vega en otra publicación; sin embargo, fue el mismo Alarcón quien se encargó de aclarar la autoría. García, personaje protagónico, tiene la costumbre de mentir; Beltrán, padre de García, considera la falsedad un vicio deleznable. García conoce a una mujer de quien se enamora, pero incapaz de refrenar su tendencia a mentir, y en el afán por conquistarla, inventa situaciones extrañas, apenas creíbles. Por un error de comunicación (aspecto recurrente en la literatura de la época), García llama Lucrecia a Jacinta, cuando la primera es una amiga-de, y la segunda, quien le atrae. Someros enredos aparecen conforme avanzan las escenas. El tono suave se mantiene en los diálogos, y solo García da muestras (pocas) de gravedad. Al fin Siglos de Oro; en los últimos versos Beltrán concierta los matrimonios y, al fin comedia, el vicioso protagonista no consigue lo perseguido y es “castigado” de una forma que se antoja tan ligera como suficiente: casándolo con una mujer a quien no ama. Mientras tanto, el galán honesto es premiado con un enlace donde existe amor de por medio. Pese a que la sentencia final (“… en la boca / del que mentir acostumbra / es la verdad sospechosa”) apunta más a un axioma que a una moraleja, algunos especialistas han clasificado a La verdad sospechosa como una obra moral.
En Ciudad Juárez, algunos habitantes de las zonas aledañas a la clínica y hospital del IMSS mejor conocidos como “Seguro nuevo”, se consideran afortunados, específicamente por la calle Juan Ruiz de Alarcón. Primera ventaja: hay tranquilidad, ningún extraño, a pie o en automóvil, pasa por allí. Segunda: gracias a la poca distancia que los separa de avenidas principales, tienen cerca todo o casi todo: cine, gasolinera, plazas comerciales, escuelas (desde kínder a universidad), el dicho hospital, tienditas de esquina y de conveniencia. Tercera: cruzando la acera hay un parque donde poner en práctica el ocio. Cuarta: es geográficamente céntrica. Quinta: aunque una avenida principal es aledaña, no se percibe ruido.
Yo: cuando veo las placas con el nombre de la calle, sé que en verdad es la que busco para escribir esta entrada. El problema es que luego surge una sospecha… Andando unas cuadras más hacia el poniente, paralela a la calle ya mencionada, se encuentra otra importante avenida: “la” Valentín Fuentes Varela. Los pasos me conducen, la vista me guía, y esta me lleva a fijar la mirada en una placa domiciliar de la acera norte. Dice claramente: “Calle Juan Ruiz de Alarcón”. Luego descubro que no es la única, sino que hay cinco más, y a sumar otras tres de la acera sur. Y a preguntar, a los historiadores de la ciudad, a los vecinos del sector, a los libros de la biblioteca. Una señora dice que ella llegó en el 80, que luego construyeron el Seguro y después el señor Fuentes se aferró a que le cambiaran el nombre a la calle. Un señor: que él tiene muchos años viviendo allí, como desde el 75, y siempre ha sido igual: la calle tiene el nombre del agricultor, no del escritor. Miguel García Sáenz, de la Sociedad de Historiadores de Ciudad Juárez, recuerda que el cambio vino en la administración del Ing. Bernardo Norzagaray; esto es, entre 1968 y 1971. Qué ocurrió desde entonces y cómo se vive ahora sobre “la Valentín”, no es tema de esta entrada. De cualquier manera, entre las dos opciones, es mejor vivir sobre la pequeña Juan Ruiz de Alarcón.
Joel Abraham Amparán Acosta
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