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Archivos de etiqueta: siglo XXI

Proyecciones y Victoria

19 Sábado Ene 2019

Posted by juaritosliterario in 16 de Septiembre, Cine Victoria, Plaza de Armas, Vida cotidiana

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narrativa, siglo XXI

Los años han hecho del Cine Victoria la representación más genuina de una lejana época de oro. Las actuales generaciones añoramos los espacios que hace más de medio siglo divirtieron a nuestros padres. Es difícil imaginar el complejo a su máxima capacidad: 1,700 cinéfilos acomodados en tres columnas, de 15 hileras cada una, que se extendían desde las entradas hasta la pantalla panorámica. Su rehabilitación lleva años en pausa; el proyecto tenía previsto convertirlo en la filial de la Cineteca Nacional. Sin embargo, a pesar de su estado, las instalaciones no se encuentran en el abandono total; la fachada ha recuperado su color y el interior ha sido limpiado, por lo que varios grupos han realizado diversas actividades culturales dentro del edificio. El año pasado, por ejemplo, en el marco del Festival Nellie Campobello, se llevó a cabo un espectáculo de danza contemporánea. También formó parte de Luminarias, nuestra última ruta en Juaritos Literario.

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El espacio no sólo cobra vida con las esporádicas visitas, también regresa en el tiempo por medio de las narraciones que lo vuelven parte del paisaje urbano. La juarense Emma Vázquez Ríos, por ejemplo, lo rememora en su “Crónica de un tiempo vivo”, antologada en Ciudad de cierto (2004). El texto es producto de la tercera edición del Taller Literario del INBA de Ciudad Juárez. Se trata de un proyecto de formación de creadores de amplia tradición, comenzó en la década de los 80, y reconocimiento; así lo expresa el editor de la antología, José Manuel García-García. En “Crónica de un tiempo vivo”, Emma apela a la memoria cuando, casi treinta años después de andar a diario por la avenida 16 de septiembre, camina en compañía de su hija. Los antiguos negocios que sobrevivieron al paso del tiempo, como “el café donde van los viejitos”, la transportan al Juárez de la década de los 70.

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Lee aquí la prosa de Emma Vázquez Ríos

El texto tiene su punto de partida en un recuerdo de la infancia: la escuela en que estudiaba cuando tenía 12 años. La cronista narra el recorrido que hacía al lado de su padre. Salía de su casa, en la colonia Niños Héroes, y bajaba por la 16 hasta la Cerrada del Teatro. El cuadro era siempre el mismo tanto de ida como de regreso: propagandas pegadas en los negocios que anunciaban los próximos espectáculos de artistas como María Victoria o Irma Serrano. Además de los negocios, como el Café Central, Tortas Nico y Zapaterías Tres Hermanos, su atención era atraída por uno de los principales espacios de entretenimiento de la época: el cine. El primero en cruzarse en su camino era el Alcázar, ubicado entre la 16 de septiembre y Noche Triste, frente a la Plaza de Armas. En aquellos días, las carteleras ofrecían a sus visitantes películas como El Santo contra las momias de Guanajuato, estrenada en 1972. Además, aumentaban su aforo con promociones de matiné: tres o dos películas por el mismo precio. Esto provocaba que las salas se vieran abarrotadas por estudiantes que, como cuenta Emma, “se zorreaba[n] las clases para ver películas”.

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A tan sólo una cuadra, en la calle Ugarte, se encontraba el Cine Edén, a la altura de donde hoy está Coppel. Más allá de lo que el espacio representa, la crónica recoge un elemento peculiar que sobrevivió en la memoria de Emma después de tres décadas: el mal olor que el lugar expedía. Esta característica no se limitaba al Cine Edén; era común en la mayoría de las salas de la época por la humedad y el deterioro de los edificios. El recuerdo provoca que la crónica se tambalee entre la nostalgia y el alivio de haber dejado atrás aquella época. Los pestilentes olores que brotaban de las calles, los hombres ebrios dormidos en las banquetas y las mujeres saliendo de los bares hacían de sus recorridos matutinos una pesadilla. Sin embargo, la melancolía se apodera de ella al reflexionar sobre la situación social que marcó a Juárez desde los 90. Antes, señala Emma, no se hablaba de “mujeres jóvenes encontradas muertas, ni de ejecutados”.

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El último cine que se encontraba en su camino, antes de la llegada a la escuela, fue uno de los de mayor prestigio del siglo pasado. Se trata del emblemático Cine Victoria. El edificio abrió sus puertas en 1945. En el estreno, se proyectó Las abandonadas, una película mexicana en la que actuaron Dolores del Río y Pedro Armendáriz. Tanto la arquitectura como la calidad del equipo cinematográfico hicieron de esta sala una de las más populares de la época. La pantalla medía 10 metros. Sus proyecciones abarcaron filmes nacionales y extranjeros, como E.T. Hubo una temporada en la que sólo transmitieron cintas infantiles. Finalmente, cerró sus puertas a principios de la década de los 80. Desde hace unos años se ha anunciado constantemente su rescate. Durante la administración de Reyes Ferriz se habló de una inversión para convertirlo en teatro. Después, Serrano Escobar continuó con la idea de su recuperación. El plan continúa en pie. A pesar de que las instalaciones no son del dominio público, las continuas promesas han provocado que habitantes de la ciudad realicen protestas para exigir su rehabilitación. La familia Devlyn, propietaria del lugar, comenzó hace dos años su restauración. A pesar de que ha sido víctima de incendios en más de una ocasión, el interior, aún alberga los doce murales originales que recrean la vida de algunos estados de la República. A la entrada, al costado derecho, uno de los murales hace referencia a la capital del país.

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Por la zona, además de los ya mencionados Edén y Alcázar, también se encontraban el Cine Plaza, ubicado sobre la 16 de septiembre, donde ahora encontramos las tiendas departamentales de Milano y Waldo’s. También estaban los cines Reforma, en el lugar en que hoy está el mercado del mismo nombre; el Coliseo, en la ahora Plaza del Periodista; el Dorado, en la avenida Lerdo, con el famoso anuncio de cine para adultos; y el Premier, en donde estaban las instalaciones del Canal 5. Lamentablemente, el trazado urbano y la modernidad acabaron con la época de oro de la cinematografía juarense: las antiguas salas fueron sustituidas por cadenas comerciales alejadas del centro. El cine moderno se expandió con rapidez: apareció en los 70 y en tan sólo dos décadas ya habían más de 50 salas casi idénticas, sin personalidad. Sin embargo, lo nuevo no tardó en ser viejo y las grandes cadenas, como Multicinemas y Cinemark, fueron sustituidas por otras. Hace apenas unos meses, por ejemplo, la oferta cinematográfica volvió al centro con Cinépolis. Por fortuna, el viejo concepto de proyección en una sola sala aún no desaparece: La Cineteca, El Cinito e incluso cineclubs ciudadanos lo mantienen con vida.

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Alejandra Gómez

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Desnudista de una sola pierna

09 Domingo Dic 2018

Posted by juaritosliterario in La Mariscal, música

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poesía, siglo XXI

El riesgo de cualquier antología que cite a más de una decena de voces recae siempre en la disparidad de escrituras, en el compromiso y tiempo que cada implicado haya tenido para fijar su voz y adecuarla a la del resto. Asumido este riesgo –incluso dando por hecho la imposibilidad de sortearlo– el examen de este tipo de creaciones colectivas se dirige a la línea temática, capaz de convocar, conjugar miradas y alojar notas de disidencia sin romper una lectura orgánica. En estas líneas me detengo en la antología Querido: homenaje a Juan Gabriel, publicada bajo el sello editorial Mantarraya en junio de 2010, es decir, cuando el Divo de Juárez aún cantaba entre nosotros. La idea original del libro y la selección de textos corrió a cargo de Luis Felipe Fabre, Inti García Santamaría y Karen Plata; mientras que la edición, del promotor cultural Antonio Calera-Grobet. Veintidós poetas rinden homenaje, no siempre en verso, a la figura y trayectoria del ídolo y cantautor.

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Lee aquí la antología

El poeta Fabre confiesa que “una tertulia y una rocola detonaron este proyecto editorial”, entendido como “un acto de justicia” que presume el objetivo de “difuminar las fronteras entre el espectáculo y la poesía; entre el arte y el diálogo culto”. La Academia Sueca, encargada de otorgar el Premio Nobel de Literatura, ya lo demostró hace un par de años con la nominación de Bob Dylan, quien también le ha cantado a esta frontera. En Querido: homenaje a Juan Gabriel, los textos incorporan el título de las canciones del Divo, desde sus grandes hits hasta otras menos sonadas: “El Noa Noa” de Dolores Dorantes, “El corazón del norte (Querida)”, “He venido a pedirte perdón” de Ulises Nazareno, “F word. Balada rítmica (La frontera)” de Julián Herbert, “Si quieres” de Ofelia Pérez-Sepúlveda, “Glamour eterno (Amor eterno)”, entre otros temas. Por mi parte, destaco y recomiendo cinco o seis composiciones –no más–, justo las que acabo de nombrar, así como el “Postfacio” de Erik Castillo, quien indaga en la figura del homenajeado, dejando de lado “el tesoro de la pura reivindicación de lo marginal… o el gesto ejemplar que nos hereda quien sí pudo compensar los estigmas existenciales y sociales”. El tributo se centra en la catarsis prodigada por el canto que cimbra los lugares interiores. Tal efecto se desborda “desde el inconsciente canción tras canción al abrigo de la versificación directa, urgida y, cuando más perfecta, devastadora”.

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“Juan Gabriel se llama una estrella, me lo dijo mi madre / JG es una estrella escrita por una máquina que escribe estrellas” (Yaxkin Melchy). Fue en quien primero pensamos al momento de diseñar nuestra última caminata, Luminarias. Aunque detrás de una celebridad existe una producción cultural respaldada por potentes medios de comunicación que promueven la figura/estilo/voz de una individualidad, para que el artista alcance la aceptación popular más allá de una coordenada específica debe existir una incidencia social, así como una emotividad que impacte de lleno en el sentir de las personas. Diversas lecturas y apropiaciones giran en torno a la entrañable efigie del Divo de Juárez, desde las que culminan con la publicación de una antología poética hasta el repentino nombramiento de la Gran Plaza Juan Gabriel, inaugurada a finales de septiembre del 2016, a tan solo un mes del sensible fallecimiento. La rehabilitación de la calle Mariscal, frente al Gimnasio Neri Santos, a un costado del Museo de Tin Tán, incluyó la pavimentación de arterias aledañas, murales monumentales, iluminación, juegos infantiles, cruces peatonales, sombras y bancas para pasar el rato, así como una desafortunada escultura en bronce del hijo predilecto de la ciudad. A pesar de que el día de la ruta tuvimos que realizar la parada unos metros más adelante debido al concierto de una banda local liderada por una joven cantante, nos da gusto que la reactivación de la plaza incluya la expresión musical.

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Urani Montiel

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Vestigios del esplendor

03 Lunes Dic 2018

Posted by juaritosliterario in Baile, La fiesta, La Mariscal

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narrativa, siglo XXI

Gracias a su posición geográfica y a las consecuencias de la segunda guerra mundial, Ciudad Juárez se convirtió en la meca de la vida nocturna de los años posteriores al medio siglo. La llamada época de oro recuperó la famosa leyenda negra característica de la frontera. Varios espacios dan cuenta de ello. La Fiesta, uno de los más importantes y del cual todavía tenemos sus vestigios –ya en plena recuperación–, guarda en sus muros el esplendor –real o imaginado– de lo que un día fue la frontera, así como un sinfín de memorias que posicionan al edificio como el espacio más elegante y fantástico que tuvo la ciudad en el último siglo. En La Fiesta: recuerdos de una alegre y luminosa Ciudad Juárez del siglo XX, por ejemplo, el escritor y periodista Emilio Gutiérrez de Alba, a lo largo del prólogo, 77 secciones y un epílogo recrea a detalle y con un tono bastante nostálgico todos los pasajes y personajes que gestaron, elevaron y, finalmente, terminaron con la vida de este emblemático lugar.

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Lee aquí una parte del texto

El 9 de octubre de 1954, cuenta Gutiérrez de Alba, “en medio del resplandor de anuncios con luces de neón… La Fiesta brillaba como un faro”. Era el día de su inauguración. Tras más de 4 años de iniciar su construcción, los hermanos Efrén y Mariano Valle –propietarios del inmueble, así como también del Guadalajara de Noche– abrieron las puertas de su lujoso teatro y cabaret, el cual se caracterizaba por ofrecer espectáculos con estrellas de gran renombre internacional, solo comparables a los shows de las Vegas. La réplica del calendario azteca y el apremiante sonido de las campanas que presidia cada función, atestiguaron el paso del Kingston Trio, Los Churumbeles de España, el famoso quinteto los Vagabundos, Frank Sinatra, Earl Grant, Don Cornell, Linda Darnell, el saxofonista Rar Rodríguez, Luisito Rey, María Félix, Reina Vélez y David de Montecarlo, entre muchos otros grupos y artistas. En cuanto a la construcción y el diseño, fue el ingeniero zacatecano Manuel Cardona el responsable de ejecutar en una obra colosal la idea de los hermanos Valle. El trabajo de los acabados de cantera estuvo a cargo de Jacinto “El bizco Chinto” Castro, quien también había trabajado en el Cine Victoria. Por su parte, Pablo Montalvo se encargó del trabajo de pintura y acabado de la estructura. Resaltan en el diseño del edificio, además del calendario mencionado, una fuente tallada que replica la localizada en el Palacio del Conde Santiago de Calimaya, lo pilares estilo barroco, los azulejos de talavera española de las escaleras, la réplica de la entrada de la Real y Pontificia Universidad de México, las ventanas con remate de cantera, y tres relieves que muestran la evolución del Zócalo capitalino y al mismo tiempo tres años imprescindibles de la historia nacional: 1519 por la conquista española; 1810, año en que inició la Independencia; y 1954, fecha en que se inauguró La Fiesta. Tanto así era el orgullo que los propietarios y visitantes sentían por el lugar.

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Por desgracia, La Fiesta cerró sus puertas en 1974. La razón, según cuenta la esposa de Mariano Valle, radicó en los problemas que empezaron a tener con las autoridades, las excesivas multas que pedían y la caza incesante a los asistentes. El turismo extranjero comenzó a disminuir notablemente y, junto al él, los recursos económicos, lo cual provocó tensión con los sindicados de meseros y de músicos. “El negocio ya no daba para nada… Aquel gobierno corrupto aceleró el fin de la época de oro de los espectáculos en Ciudad Juárez”, afirmaba la viuda de Valle a Gutiérrez de Alba. Poco tiempo después, el local se rentó como mueblería por más de 30 años, hasta que en el 2008, debido al  Plan Maestro de Desarrollo Urbano del Centro Histórico de Ciudad Juárez, La Fiesta se encontró al borde de la demolición. Gracias a la organización de varios grupos de maestros y civiles, entre ellos el presidido por José Luis Hernández y su página El Juárez de Ayer, se logró salvar el edificio. Hoy es propiedad de Francisco Yepo, dueño de la Nueva Central, cuyo objetivo consiste en remodelarlo, pero conservando el concepto original. El nuevo proyecto implica, según el nuevo dueño, abrir un restaurante-cabaret o salón de eventos “para que, las nuevas generaciones conozcan un poco de la Época dorada de Juárez”. Probablemente suceda en julio del próximo año.

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Los vestigios que aún conservamos de La Fiesta y, sobre todo, el afán de un grupo de personas que se niegan a perder parte de su historia como juarenses y que intentan adecuarla a la época actual, se configuran como elementos imprescindibles (y loables) para mantener una identidad comunitaria. En lo personal, agradezco la oportunidad de poder compartir y comparar con mi padre la experiencia de pisar aquellos lugares que hace bastantes años fueron testigos de su juventud y alegría. Los recuerdos de quienes vivieron la época de oro fronteriza, transmitidos de forma oral o puestos en papel, como el caso de Gutiérrez de Alba, nos ayudan a recrear un tiempo pasado lleno de gloria, pero también a imaginar un futuro igual o mejor.

2-La fiesta 1

Amalia Rodríguez

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El (re)corrido de Dante

15 Jueves Nov 2018

Posted by juaritosliterario in El Paso, Frontera, Migración / llegada

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narrativa, siglo XXI

Eduardo González Viaña es un escritor, periodista y catedrático de origen peruano, defensor de los derechos del migrante hispano en Estados Unidos. El corrido de Dante ha sido galardonada con el premio latino internacional 2007 de EE. UU. La novela relata la historia de Dante Celestino, un migrante de origen mexicano que vive con su hija Emma en un pequeño pueblo del estado de Oregón llamado Mount Angel. Luego de la muerte de su esposa, Dante se tornará un padre insoportablemente sobreprotector con su hija, hasta que ella decide escapar de su lado durante su fiesta de quince años con un grupo de jóvenes que, sobre sus motocicletas, irrumpen durante la celebración tan extravagante que su padre ha organizado. Dante está decidido a recuperar a su hija, de modo que emprende una búsqueda incansable al lado de su burro Virgilio con quien viajará por gran parte de los Estados Unidos, y se encontrará con una serie de curiosos personajes, de los cuales algunos lo ayudan en su misión, y otros lo intentan desviar. Estos curiosos encuentros reflejarán en un nivel didáctico la realidad del modus vivendi de los migrantes hispanos en un territorio que no siempre los acepta.

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Lee aquí la novela

Los protagonistas de la novela recorren una inmensa cantidad de espacios a lo largo del país americano, de Oregón hasta Las Vegas y más arriba; sin embargo, la geografía mexicana también aparece a través de los recuerdos de Dante. Él mismo relata los trágicos y difíciles momentos que vivió para lograr cruzar por primera vez la frontera, así como el rudo trayecto que anduvo desde su natal Michoacán hasta El Paso. Aunque estos momentos en los que el lector se introduce en la memoria de Dante son esporádicos y aleatorios, dejan una clara idea de los distintos paisajes por donde el personaje ha pasado. El contexto que más sobresale abarca las calles y barrios de Estados Unidos; por ello, los puntos destacables de la obra de Gonzales Viña son la descripción del ambiente entre las altas y las bajas clases económicas del país, las constantes luchas y desacuerdos generacionales y las distintas ideas culturales que convergen dentro de un solo lugar.

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Ahora bien, ¿cómo se relaciona el espacio de Ciudad Juárez con la historia de El corrido de Dante? La respuesta resulta bastante sencilla, pues esta frontera siempre ha sido un lugar de paso para miles de migrantes, tanto del sur de México como de Latinoamérica; es decir, representa la unión con una de las naciones más poderosas del mundo. Por tal motivo en nuestro territorio se pueden encontrar muchas historias parecidas a las de la obra, donde la ciudad se menciona momentáneamente, pero conlleva una gran de importancia para todos aquellos que buscan el sueño americano. En realidad, si lo pensamos bien, historias semejantes a las de Dante ocurren casi a diario por la calles de Juárez, aunque pasen desapercibidas.

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Merlina Isabel Franco

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La aguja y el pajar

23 Martes Oct 2018

Posted by juaritosliterario in Bar, El Recreo, Narcotráfico

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narrativa, siglo XXI

“Le echo limón y cilantro. «Agarraron a un matón en el partido». Ahora pido una quesadilla con carne. Los comensales dicen; «Ta cabrón el pinche narco». La baño en guacamole. «Aquí ya ni se puede vivir». Pido el segundo de tripitas. «Pa mí que van a matar a ese policía». Le pongo salsa roja. «Ya cualquier güey se hace narco». Pido otro de carnitas”. José Juan Aboytia plasma estas líneas, con sabor al habla popular, en su novela Ficción barata (2008); sin embargo, también son las típicas frases que se solían escuchar día tras día hace algunos años en cualquier lugar de la ciudad; mayormente en el town. Sin duda alguna, fueron tiempos de pánico, inseguridad y socorro… años sombríos que sufrió Ciudad Juárez. El narrador, nacido en Baja California en 1974 y maestro en la UACJ (donde también obtuvo su maestría en Cultura e Investigación literaria), logró ejemplificar en la obra en cuestión el submundo de la frontera en sus tiempos de crisis. La preocupación principal, o el punto de vista desde el que nos asomamos a la novela, es la de un periodista que busca a un amigo desaparecido, quien al parecer se mezcló (o lo mezclaron) con narcotraficantes.

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Lee aquí la novela

La trama de la novela es la siguiente. Hugo, un soltero, codiciado y ebrio periodista, busca la verdad sobre su amigo El Deis, otro amante de la bebida que pretende ascender a la fama mediante la exposición de narcos de Tijuana, lugar que experimenta problemáticas muy similares a la de nuestra frontera en cuanto al consumo de drogas, el narcotráfico, la prostitución y, lo más relevante en la historia de Ficción barata, el amarillismo de los medios de comunicación. Por cuestiones de trabajo, Hugo llega a Ciudad Juárez, donde es recibido con el calor que su población sabe brindar. Le agrada el ambiente, así que visita algunos bares, entre ellos el famoso El Recreo, y conoce al autor de una novela detectivesca que lee a lo largo de la obra. Continúa investigando sobre la desaparición de su amigo, pero, al mismo tiempo, se interesa por una hermosa mujer –como era de esperarse–. El atractivo del texto de Aboytia consiste en ver el mundo del narco desde la perspectiva de un periodista, de aquellos quienes, a veces sin quererlo, cobran un papel relevante en este tema.

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Todo residente de Ciudad Juárez entre el 2008 hasta la actualidad se ha visto afectado de alguna manera por el narcotráfico. Los robos, secuestros, matanzas, extorsiones, atentados, sobornos y mentiras han perturbado nuestra frontera y a sus habitantes (aunque estos no estuviesen incluidos con el narcotráfico) por muchos años. Durante los años de la acérrima violencia que azotó la ciudad, cuando yo era aún un niño, los parques de las colonias solían quedarse vacíos ante el estridente ruido ocasionado por armas de fuego a cualquier hora del día. Mi familia, o más bien mis padres, dudaban en salir a lugares públicos, como el centro o a algún moll, por miedo a presenciar o quedar en medio de los frecuentes sucesos violentos. El caso de las desapariciones y asesinatos de mujeres ha sido uno de los que más impacto y cicatrices ha causado en la ciudad desde finales del siglo, y si bien El Deis no era mujer, Aboytia reúne en él todo lo que una ausencia violenta causa en la familia, los amigos, el trabajo y los conocidos. Para los juarenses resulta, entonces, sencillo comprender la obsesión por encontrar y ver a alguien que perdimos en otra persona, como en un vendedor de hot dogs o elotes del parque Borunda.

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Tomás Saucedo Baca

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Salomón en la cárcel de piedra

01 Lunes Oct 2018

Posted by juaritosliterario in 16 de Septiembre, Centro, Ciudad

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narrativa, siglo XXI

Hace un par de años, la Sociedad de Escritores de Ciudad Juárez, A.C. presentó un libro más a todos los lectores de esta ciudad fronteriza. Letras al Margen. Antología VII  (2016) conglomera creaciones de diferentes voces con el objeto de deleitar, entretener y hacer viajar a través del tiempo. En esta sazón, Emilio Gutiérrez de Alba colabora con un texto que provee de los condimentos necesarios para despegar al mundo de la imaginación de tiempos ya ocurridos, emprender un viaje a un pasado no tan remoto y deambular a través de uno de los lugares más asistidos por la comunidad juarense. “Voceador”, título de la narración del periodista actualmente jubilado, de forma breve y concisa, recuenta la experiencia del pequeño Salomón como jefe múltiple policiaco por un día, premio que obtuvo debido a su dedicación como papelerito. La historia inicia con la mención de la crónica publicada por El Fronterizo sobre el homenaje que se le realizó a los Voceadores de la Prensa en abril de 1957, evento que liberó el terminado de las instalaciones del Estadio de Béisbol Infantil, localizado en el Parque Borunda. No obstante, el relato también se detiene en aspectos que la publicación dejaba fuera: la felicidad del niño Ismael Esparza Montañez al ejercer su papel de jefe policiaco por un día al estilo salomónico y liberar a un antiguo ferrocarrilero que había matado a su esposa y amante (situación que ocasionó una gran venta de periódicos).

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Lee aquí el relato

Si algo distingue la literatura de Gutiérrez de Alba es su pasión por Ciudad Juárez y sus habitantes que lo recibieron con gran amabilidad cuando emigró desde Torreón. En “Voceador” el autor hila la experiencia del pequeño Salomón en un espacio determinado de Juárez: la Comandancia Policial, también llamada Cárcel de piedra, a la cual llegó Ismael, de 12 años de edad, no como un presunto delincuente acusado por robo, homicidio, tráfico de drogas o violación, sino como el nuevo jefe policial. Es decir, la Cárcel de piedra, ubicada en la esquina de la avenida 16 de septiembre y la calle Oro, fue el espacio que el Gutiérrez de Alba construyó para que el protagonista se desenvolviera y se transformara en lo que toda su vida soñó, cargo que implicaba atender a la gente que llegara a quejarse o a pedir ayuda para sus familiares, así como de ordenar y liberar a presos según su criterio.

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El pasaje a la Cárcel de piedra me incita a pensar en el protagonismo que tuvo dicho lugar, no solo en este cuento sino en muchas otras historias reales, de “carne y hueso”, en experiencias que fueron vividas por cientos de personas y que hacen que el corazón bombee rápidamente al escucharlas. Si duda, este sitio resguarda un sinfín de anécdotas que logran la empatía en el receptor, pues invitan a la reflexión al contar las transgresiones de un contraventor, la estancia de muchos juarenses ahí, el dolor de padres, esposas e hijos que sufren el encarcelamiento de sus familiares, la pérdida de un ser querido, las injusticias cometidas por los empleados, o la manera en que un infante hizo realidad su sueño de ser policía. El relato de Gutiérrez de Alba forma parte de esos textos que contribuyen a recrear, crudamente, lo que fue Ciudad Juárez.

Ximena Guadián Salas

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Juárez fantástico

17 Lunes Sep 2018

Posted by juaritosliterario in Avenida Juárez, Bar, Centro, La Mariscal

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narrativa, siglo XXI

Nacido en León, Guanajuato, Eduardo Antonio Parra es un autor mexicano mayormente conocido por sus cuentos, muchos de los cuales han sido publicados como colaboraciones en antologías. Lo relevante sobre su escritura, al menos para mí porque fue la manera en que lo descubrí, llegó en el año del 2000 cuando ganó el Premio Internacional de cuento Juan Rulfo con Nadie los vio salir. Dicho relato (o noveleta) trata sobre una sexoservidora durante una noche de trabajo cualquiera, o eso parece. La narración nos adentra en “los barrios bajos” de nuestra ciudad, mientras nos describe un día cualquiera dentro de una cantina donde el amor se vende barato. Su tema, en general, puede aparentemente ser eso mismo, lo que me llevó en un primer momento a encasillarla como una novelle cercana al thriller, pero lo cierto es que, conforme se desarrolla la trama, uno se da cuenta que pertenece por completo al género fantástico. Como lo leen, ¡fantástico! ¿Quién decía que Ciudad Juárez no podía contener algo sobrenatural? Pues Eduardo Antonio Parra lo recrea con diferentes imágenes cotidianas para los fronterizos, con esos sitios emblemáticos de los que todos hablan pero que pocos se atreven a visitar. Así, de la mano de esta prostituta cuyo nombre jamás queda claro, conocemos el bajo mundo de los congales juarenses.

157 Parra Nadie los vio

Lee aquí el relato

Si bien algunos aspectos mencionados por la narradora pueden ocurrir en cualquier ciudad, su parecido con la imagen de Juárez vuelve casi imposible que se trate de una simple coincidencia. El lector puede imaginar fácilmente, por ejemplo, a los trabajadores de las maquilas saliendo en tropel hacia los camiones que los llevarán a sus casas un viernes por la tarde, a pocas horas de que se oculte el sol ardiente sobre sus cabezas. No se necesita avanzar demasiado para vislumbrar el panorama. Unas cuantas páginas son suficientes para plasmar el entorno aludido: ese congal, una cantina de mala muerte con humos espesos de cigarros extintos y olor a cerveza rancia por el paso de los días. Parra no menciona, en ningún momento, el sitio concreto, pero todo aquel que conoció o escuchó algo sobre la Mariscal, tiene una idea de cómo era el interior. El establecimiento en el que la protagonista y sus conocidos se encuentran puede ser cualquier bar o cantina; por ello, los personajes y sus diálogos se vuelven fundamentales, pues son el factor que da el “efecto Juárez” a la noveleta.

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Al releer el libro (en un viaje hacia el Centro), me vi en la necesidad de regresar a la calle, pues aunque no se mencione de forma textual, la imagen descrita por Parra posee ese aire misterioso y lleno de morbo que provocaba en el instinto materno alejar rápidamente a sus hijos de la zona y así evitar que hicieran contacto visual con quienes ahí laboraban. Lo que queda de la antigua Mariscal aún resalta por sus paredes gastadas que encierran humos y secretos, y contiene esa magia que Nadie los vio salir muestra. Todavía en la Juárez resulta sencillo ver a un par de extraños, unos “gringos”, entrar y salir por las mórbidas puertas en busca de diversión momentánea y cervezas baratas. El ambiente es el mismo pese a que los años han pasado. Sin importar las reestructuraciones que el gobierno haga a la zona, siempre estará poblada de cantinas, bares y calles en las que tropezamos al mínimo descuido. Este espacio, el cual se ha configurado como un emblema de la ciudad, no dejará en ningún momento de ser parte de nuestras vidas, de los recuerdos que tenemos del centro histórico, y de ese imaginario que, sobre todo en autores foráneos, continúa permeando la idea de un Juárez fantástico.

Zaira Selene Montes Guzmán

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César Graciano: La vida leve

16 Jueves Ago 2018

Posted by juaritosliterario in Ciudad, Muerte

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narrativa, siglo XXI

He vuelto ha leer Cuentos únicos y secundarios (2017). Me parecen admirables el empleo de recursos literarios y el ejercicio poli-paródico de cada uno de sus relatos. De entrada, diré que el libro es un laberinto de máscaras y espejos donde el autor real (César Graciano) inventa un autor homónimo. Y este “César Graciano” (el uso de comillas es necesario) nos presenta un prólogo titulado “Para empezar” y un epílogo (“Notas de escritor”) que enmarcan una antología con nueve autores y sus “Notas biográficas”, todo dentro de un mundo de fractalidades ficticias. En ese laberinto literario también habrá una galería de dedicatorias y de epígrafes (de los que no hablaré aquí, pero sin duda son claves referenciales de los juegos paródicos de Graciano). De hecho, este último recurso, al dirigirse hacia el género de la antología, promete otros niveles de lectura, desde el título que parodia la de Javier Marías, hasta la reunión de voces juarenses que no lo son (¿habrá alguna cripto-referencia al libro Narrativa juarense contemporánea?) Cuentos únicos y secundarios es pues, un laberinto de heterónimos (a la manera Fernando Pessoa) que son trozemas ficcionales del autor real… puestas en escena de un repertorio de personajes-autores que por alguna razón “tocaron tierra” juarense.

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Lee aquí el libro

Comencemos pues. “César Graciano” escribe lo siguiente en su prólogo: “Antologar es tarea de Sísifo: no se ha terminado de reunir los textos cuando ya salieron diez más, luego se descartan cinco y llegan siete, al final son solo corazonadas las que llevan a terminar el trabajo.” Esta voz nos habla del título y de la estructura de su cuentario: “La antología está dividida en dos partes: Cuentos únicos y Cuentos secundarios. Cuentos únicos es la producción cuentística de sus autores, que por diversas razones (la mayoría por fallecimiento) sería imposible que volvieran a escribir. Los cuentos secundarios son, como el nombre lo indica, los segundos cuentos de su respectivo autor, pero con una condición: se aclaró que ya no escribirán más.” Los nueve autores-personajes (si contamos a “César Graciano” serían diez entes ficcionales) vivieron sus propios mega-dramas (resumidos esquemática e irónicamente en fichas de entrada). Por ejemplo: Braudel Castro fue asesinado de un disparo en la cabeza. La poeta Mónica Jáuregui murió “con señas de violencia sexual” (nadie reclamó su cadáver). Osvaldo del Campo fue un transexual que murió de sida en el D. F. Etcétera. En otras palabras, cada anotación biográfica es un verdadero microrrelato disfrazado de asunto bio-bibliográfico.

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Sigo. Si aceptamos el juego literario de Graciano, entonces, tendremos 21 relatos (el prólogo, las 10 fichas biográficas –verdaderos micros–, los 9 relatos y el epílogo). Escojo para comentar, cinco relatos: “Algo parecido al amor” me interesa por su colección de frases aforísticas intercaladas (“con él supe lo hermoso que llega a ser el silencio”; “la vida de todos es igual, de una manera u otra”, etc.). “Humo” destaca por el contraste del tiempo real y el de la narración. El breve lapso que dura recomponer un cigarrillo quebrado (seis rápidos y precisos pasos) se prolonga por varias páginas en reflexiones y flashbacks narrativos.

155 Cigarrillo.jpg

El cuento “Ver nevar” de la loca Carola Lavín (“vive recluida en el manicomio municipal”) es, creo, el mejor de los cuentos. Funciona como una colección de microrrelatos dentro del gran relato; todos los micros están unidos bajo el tema de “recordar al ver la nieve caer”. El narrador va recordando su collar de perlas trágicas que le han sucedido durante nevadas pretéritas: ya un personaje se suicida, otro muere horriblemente, etc. Todo es contado por una voz elementalmente neutral, sin empatías hacia los muertos. Una de las microhistorias es acerca de un joven que mira a una chica vestida de rojo; ella le roba un cigarrillo, él la persigue; tienen una noche de juegos de seducción y algún par de besos bajo la nieve, pero al despedirse, ella elige su muerte, y se da al impacto del tren subterráneo. Y así, el narrador va recordando otros eventos que ocurren durante el invierno: la mujer que mata a su marido por estar “harta de vivir encerrada”, el niñín suicida que se cuelga de un árbol, la violación tumultuaria y muerte (con escenas gore de jack-el-destripador) de la esposa del narrador, etc. Todo contado sin aspavientos. En un tono minimalista, neutral, deshumanizante.

155 Nieve chamizal.jpg

“El funeral”, cuento de Braudel Castro, nos remite a una remota anécdota de primera juventud. Es el chavo que recuerda el día que debió ir a una creepy-funeraria y luego a un jardín-cementerio para despedirse de la siempre buena onda tía Julia. Gracias al poder de observación del narrador, presenciamos los escenarios lúgubre-kitsch de la funeraria, el ambiente construido por féretros, los muertos fletados en la farsa solemne de toda capilla ardiente y los apayasados familiares dolientes. Eso que todos hemos vivido alguna vez. El escenario (la “farsa”, dice el narrador) se divide en dos salas mortuorias: en una, un viejo patriarca sobreactua la tristeza por el desceso de una de sus hijas. En otra sala, una madre joven (previamente madreada por su esposo) ante su hijo recién nacido y muerto, cuyo padre se acaba de colgar, cual macho golpea-esposas arrepentido. Dos momentos me llaman la atención de este cuento: el anuncio de la muerte de la tía Julia y la descripción de su entierro.

155 Graciano Presentacion.jpg

El primer momento ocurre cuando el padre del narrador recibe la noticia de la muerte de la tía Julia; el narrador (Braudel Castro) intercala eventos ajenos al hecho del anunciado fallecimiento. Con esto se evita todo sentimentalismo y nos desfamiliariza la experiencia de la perdida. “Mi madre entró a la cocina con cara de angustia, una rata asomó la cabeza desde un resquicio de la pared, en algún desierto del viejo oeste pasó una rodadora y dos vaqueros se enfrentaron a muerte; mi padre dejó el teléfono, la rata pasó por toda la cocina; las manos puestas aún en el teléfono le temblaban… uno de los vaqueros cayó muerto a mitad de un pueblo fantasma, afuera pasó un camión de bomberos. Rompió en llanto. El perro del vecino comenzó a ladrar”. Tal vez el narrador ve la escena del viejo oeste en la tele o simplemente es una fracción de espacio-tiempo intercalada en el devenir presente de la narración donde los personajes (má y pá) reciben la noticia de la muerte de Julia. El segundo momento ocurre en el entierro a través de una reflexión antisentimentaloide: “el día en que la tía Julia dejaría este lugar para formar parte de los sedimentos del planeta, alimentar bichos y hacer su parte dentro de la cadena alimenticia”. La muerte no es una tragedia, sino el cumplimiento de un ciclo biológico en la inmensa escala de los eventos geológicos. La cavilación resulta interesante pues la separación de alguien querido no se signa como un evento traumático: no hay necesidad de consuelo, es, en el mejor de los casos, un cierre de una etapa, una despedida sin más trámites que un paseo por el fascinante mundo de los decorados funerarios desde la perspectiva juvenil.

155 La muerte sigue su camino.jpg

Crédito de fotografía: José Luis González Palacios

Por último, el relato-epílogo “Notas de escritor” (de “César Graciano”) consta de una serie de breves apuntes separados por asteriscos… citas y comentarios de los textos que integran la antología. Llaman mi atención la destreza fragmentaria, el hilado de micro anécdotas y la obsesiva actitud metaficcional del narrador. Metaficción a la manera Salvador Elizondo: “Yo me imagino imaginando a alguien que me imagina. Me convierte de facto en el personaje de mi personaje. Soy solo la ficción de mi ficción. Eso es escribir: ser ficción”. Esa cita sirve de justificación temática del autor, quien nos presenta en su juego de máscaras una identidad hecha de otras tantas. Estamos ante un ejercicio de autoficción: cada personaje tiene algo de mí (unos más, otros menos), pero colectivamente son esa ficción que soy yo: “soy solo la ficción de mi ficción”, diría “César Graciano”, ese ente de ficción (a la manera novelesca de Unamuno) que concluye en un acto de manumisión irónica: “Tengo un montón de notas sueltas y nada terminado. Qué culera es la vida, ¿no?”

JM GARCÍA (NM)

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Delincuentario

27 Viernes Jul 2018

Posted by juaritosliterario in Ciudad, Frontera, Narcotráfico

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narrativa, siglo XXI

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Delincuentos es una colección de micro narraciones, micro sátiras contra el mundo Narco.

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Todo ocurre en el puente-portal que abarca dos ciudades invadidas por las piaras narco-asesinas. Ciudades de puertas giratorias donde entran historias fácticas y salen historias ficcionales. Es el mundo Arjona: todo resulta factoficticio, sucio-maravilloso, noticia de la prensa que acaba en el espacio de una anécdota sorprendente.

108 Arjona - Delincuentos dibujo

Lee aquí el cuentario

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De acuerdo, en tiempos del crimen las historias abundan. Por ejemplo: la micro anécdota de una señorita belleza que (cual Círce) convierte a los atolondrados gringos en burros pasa-droga.

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O la historia de las chicas desmadre con sabor a Camelia la Texana, dispuestas a cruzar su no-modesta carga de mariyein y todo para un buen acelere (en suspenso) y a paso de rueda, “qué nervio mana, qué ocurrencia” y la carcajada, la revisión de la migra y el final con dosis de cataris feliz.

bajas temperaturas

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Otro caso: la anécdota del niño ojete que en la escuela primaria imita a papá (sádico pozolero) amenazando a chiquillos y a chiquillas y de paso infartando a la profa que se atrevió a regañar al narquillo en ciernes.

154 Historias de narcotrafico♦
Arminé Arjona es una escritora virtuosa, va de la prosa breve a la micro poesía, y no pocas veces ha practicado su Acción Poética (© Armando Alanís Pulido) en las paredes de la ciudad. Sus mensajes son ad hoc: anti-narquistas, pro-feministas, contra-misóginos y (a pesar de los pesares) llenos de humor.

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En Delincuentos Arjona incluye uno de sus poema-aforismos que aquí cito: “Mujer prevenida vale por Dios”. Frase de calembouresca irónica teológica: ¿Qué tanto vale Dios por estos rumbos sin Dios?

154 - Arjona-balazo

JM GARCÍA
Micromentario #3, verano, 2018,
Las Cruces, NM

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Un fascinante mundo que se cae a pedazos

09 Lunes Jul 2018

Posted by juaritosliterario in Ciudad, Vida cotidiana

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narrativa, siglo XXI

1

Miguel De la Cruz escribió que el libro Permutaciones para el estertor del mundo (2017) de Diego Ordaz se basa en una estética de la fealdad. De acuerdo. Podría ser también que Permutaciones es un tour de force de un neo-decadentismo, una fascinación por la ultra-violencia y la exhibición de lo grotesco como alegoría de un eco sistema (naturaleza / ciudad) en proceso de inversión evolutiva. Todo esto en un estilo que oscila entre el poema en prosa y el microrrelato posmoderno. Un hibridismo que a pesar de la pequeñez de libro (10×14 centímetros) y el laconismo de estilo, es de una lectura difícil por el uso frecuente de descripciones poético-neobarrocas.

2

Son 19 microrrelatos que cabrían cada uno de ellos en una página de un libro de bolsillo. Diego Ordaz los dividió en cuatro secciones, división un tanto artificial, pues todos podrían pertenecer (a escala diversa) de un decadentismo generalizado: la gallinita ciega del fin del mundo, la perrita sacrificada a golpes, la envenenadora de visitantes de un prostíbulo, la muñeca existencialista, etcétera. Además, las abigarradas ilustraciones de Erick Nungaray reafirman y amplían (o amplifican) esa atmósfera de devastación, de violencia que enmarca los diversos registros victimológicos. Escribiré en este micromentario sobre algunos de los relatos más interesantes y que representan el decadentismo señalado.

153 Ordaz - Permutaciones

Lee aquí un par de cuentos

3

“La luz, la luz, la luz”, el mejor de los cuentos en mi opinión, es la reflexión existencial (a la manera de un Roquentin de Sartre) de un personaje autoaislado, drogadicto, que abandonó la carrera de filosofía y que ahora trabaja de afanador en un hospital. En sus reflexiones es conciente de su condición: no puede sentir empatía hacia los enfermos del hospital. Es un ser marginal que odia el ritual del saludo cotidiano, la cortesía, la conversación, el trato social. Se sabe rechazado y sólo le importa su rutinaria dosis de heroína: “Recorro día tras día pisos del hospital en busca de ropa sucia; no sonrío ni a los ancianos ni a los niños enfermos. Así llevo, sin mostrar empatía alguna tampoco a los doctores ni enfermeras, dos, casi tres meses”. Sí, el personaje reflexiona y lo hace de manera lacónica, precisa (palabra que se repite una y otra vez en los cuentos de Ordaz), yo diría, aforística, como al final del cuento, cuando se regodea de su soledad: “Si pronto no muero, si no logro la sobredosis de heroína en las tapias junto a las vías del ferrocarril, estaré aislado de cualquier manera, astuto y expectante, muy solo, tanto como una estrella muerta ya hace siglos”. Estas reflexiones se pueden aplicar al desfile de personajes decadentes del libro. Todos parecieran actuar motivados por un sentimiento del mal, ser la Maldad Misma (latente o manifiesta). La atracción del acto criminal o el inicio causal de futuros actos criminales.

153 Nungaray74

“La gallina”. Imaginemos que la única sobreviviente de la total destrucción del mundo, es una gallina encerrada en un cuarto sin techo. Es una gallina hambrienta y ciega. Alegoría exacta de una victimología extrema. Y la descripción de Ordaz de ese mundo devastado nos lo deja en su justa dimensión dramática: “Había que tantear las paredes, sentirlas con el eco de sus pasos, con el sonido refractado de los incipientes jadeos: las agujas de los primitos […] habían sido inclementes y precisas.” Sobra decir que la gallinita representa la desesperación humana. El narrador parece indicarnos que el ave doméstica conoce su suerte y entorno. La conciencia de su condición (para eso están el narrador y el lector) nos obliga a empatizar con el ser más inerme de nuestra cultura (culinaria) infestada de tragedias: unos “primitos” le picaron los ojos, aislada en un pequeño cuarto, separado de ese mundo post-apocalíptico para vivir su propia agonía interior.

153 Nungaray10

“La quiebra”. Ahora imaginemos un momento antes de la destrucción total del mundo, imaginemos a unos niños dedicados a la tarea de sacrificar a una perrita: “los niños son inclementes, precisos, obedientes: la han sujetado bien […] Tiran la bolsa, la rodean, toman la tabla y le dan duro, en turnos, la niña con más fuerza”. El cuadrúpedo es otro animal víctima de la maldad humana. Al igual que en “La gallina”, en este microrrelato hay unos niños dedicados a la tortura de animales (el ser humano ‘deshumanizado’, dedicado a la ‘precisión’ destructiva de la naturaleza).

4

Permutaciones para el estertor del mundo nos ilustra sobre un final anunciado por la suma de maldades humanas, las micro canalladas-criminales, las agonías de las víctimas, todo en un ambiente de muladares, baldíos, prostíbulos, cantinas de mala-muerte, callejones donde todo es una amenaza, la vida nocturna habitada por masturbadores, borrachos, prostitutas, seres de un país que (como dice un poeta de Monterrey parodiando a W. M. Branham) se está cayendo a pedazos.

153 Ordaz Juarez El Paso

Crédito de fotografía: Diego Ordaz

5

Agregaré que Diego Ordaz intercala en sus relatos frases aforísticas dignas de retomar, son verdaderos minifestos de la decadencia, doy 3 ejemplos: ‖ Reflexiones post-apocalípticas de una muñeca sin piernas. “Los grandes edificios y los pensamientos, más abstrusos serán nada; tampoco quedarán esa poesía trascendente, el escritor genio, la gran obra del dictador, la magnífica democracia ni el amor eterno que se juraron los amantes en la más venturosa de las noches”. ‖ Frases de un antisocial: “La sonrisa, esa manifestación aberrante del ideal romántico es un himno genuino a la estupidez compartida, humana”. ‖ “Se me ocurre que mis silencios son el estado poético de mi ética: no saludo pero obedezco, hago de manera precisa mi trabajo”. Amén.

JM GARCÍA, NMSU
Micromentario # 2 – 6∙20∙18

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