Carmen Amato Tejeda es una reconocida poeta y promotora cultural independiente. Nació en Aguascalientes, en 1952, pero radica en Ciudad Juárez desde sus cuatro años. Tiene una maestría en Creación Literaria por la Universidad de Texas en el Paso y es doctora en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Estatal de Arizona. Organizó y coordinó durante seis años el Encuentro de poetas en Ciudad Juárez. Ha colaborado con revistas literarias nacionales e internacionales. Algunos de sus poemarios son: Hoy somos del silencio (1992), Ciudad que se restaura (1996), El silencio que se hiela en la blancura de las hojas (1997), Gestación de la luz (2006), Estación Tempe (2008), Ni cincel ni fragua (2009), entre otros. Además de dedicarse al campo de la poesía, también ha participado en el área de la fotografía en distintas exposiciones individuales y colectivas. Entre las primeras destacan El trabajo de las mujeres en Ciudad Juárez, montada en el Museo de Arte de esta ciudad; En un rincón del alma, en el Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez; y Repeticiones, en el Museo de Arqueología del Chamizal. En 2010 fue distinguida con la presea Edmeé Álvarez como Chihuahuense Destacada en el área de Literatura, otorgada por el Congreso del Estado, y con el de Mujer Cultura 2006 por el Ayuntamiento de Ciudad Juárez.
En una entrevista realizada por Gustavo Tisocco, la poeta respondió que escribía por una necesidad de expresar y comunicar lo que veía, pensaba y sentía ante estímulos como la ciudad, la gente y la naturaleza. La poesía, entonces, para Amato, es un vehículo para comunicar aquello que le rodea. Los elementos que logran servir de génesis para sus versos pueden o no ser obvios para los demás; sin embargo, ella los plasma como si de una imagen se tratase. Ya lo decía ella al intentar definir su poesía: “Creo que tiendo a buscar la poesía fotográfica”. En el poema “En ella vivo”, logró captar con su lente poética parte de la violencia y el femicidio que aún persiste en la memoria juarense. Este texto se encuentra reunido en una antología bilingüe: Sangre mía. Poesía de la frontera: violencia, género e identidad en Ciudad Juárez (2013). Cincuenta y dos voces, además de la de Amato, adoptan una posición en contra de la indiferencia social, la deshumanización y el abandono, así como la impunidad.
Sangre mía, título del poemario colectivo, rinde un homenaje a la poeta Susana Chávez, quien fue víctima de lo que severamente denunció en su poesía y actos cívicos: el femicidio. En la composición de Amato, la voz poética no sólo acusa este crimen tan atroz hacia las mujeres, sino que presenta cómo le afecta a la sociedad juarense: gracias a la violencia hacia la ciudadanía, sobre todo a la comunidad femenina, la atmósfera que se desarrolla en las calles es de intranquilidad. La consecuencia más notable de esa angustia es el silencio fúnebre en cada rincón de la ciudad por su desierto geográfico. Dos son las reacciones que los juarenses sienten por tan penoso escenario: “la indignación y el miedo”.
Por último, existe una pequeña calle, limitada por Soneto 154 y Soneto 156, dentro de la colonia Olivia Espinoza de Bermúdez que tiene el nombre de la poeta. Es interesante que las calles que la limitan remitan a una forma lírica tradicional, ya que en la entrevista de Tisocco ella apunta que desde niña escribe poesía y, tal parece, como especie de presagio, su vocación es presentarles a los demás su visión del mundo a través de la creación de algunos versos. Esa calle obtuvo su nombre, como la propia Amato en una ocasión expresó, por un reconocimiento que le otorgó el Ayuntamiento de Ciudad Juárez.
Esto hace constar el agradecimiento que la ciudad le concede por su ardua labor como creadora y promotora cultural juarense. Gracias a su “fotografía” poética esta frontera no quedará en el olvido, como lo demuestra “En ella vivo”. Este texto es un ejemplo de la poesía del norte de México. Amato exploró líricamente y recreó/construyó en forma de alegoría a la urbe fronteriza. Al denunciar un problema social que ella ha observado, no sólo alza su voz, sino hace que se escuche el pensamiento contenido de la comunidad. Así lo demuestran los siguientes versos: “En esta ciudad nunca nací… en ella vivo / y es después de mi casa, mi más cercana piel, / por sus poros respiran mis angustias, / por sus venas se drenan mis reductos”.
Nohemí Damián de Paz
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